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  • Del otro lado del punto final.

    Te ofrezco la palabra: armonía escrita que alimenta tu espíritu, salpicada de matices, forjada por infinidad de mentes girando al son del ocaso; luchando con pluma y tinta para desafiar tu entendimiento y concederte el placer de la confusión, de mostrar el arcano para descubrir el enigma.

    Te ofrezco el lienzo: plasma con tu voz en óleo, recorre la rugosa superficie saboreando la eufonía del pincel tallado. Rasga la materia inerte y dale el brillo de la sombra y la luz de la penumbra. Exprésate en líneas curvas de tiempo ganado al trazar tus sentidos.

    Te ofrezco sintonías de vida alegre, banda sonora de aventuras indómitas en el exilio del sonido: compás que repica en tambores hambrientos de camino por andar, balada que acaricia el alma con acordes de golpes de pecho y lamentos que acompañan el anhelo.

    Te ofrezco acatar tus deseos sin emitir juicios sobre la esencia del resultado, sin importar la dignidad ni el valor del título cerrado del producto. Prometo crearlo a tu imagen y semejanza, darle el soplo de vida y dejarlo a tu lado, esperando la inscripción de tu sello.

    Pero antes, necesito una firma en la línea de puntos de este documento.

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  • Jota Te

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Con quién pasas la mayor parte del tiempo?

     – Sí, Jota Te, un año entero, de este mundo, claro, ¿Qué dices? ¿Cuatrocientos dieciséis días terrestres? Pues eso, un año y pico.

    La idea de Jonás era no perder el tiempo, aunque, aparte de recoger muestras del suelo y de la insignificante vegetación que había, poco tenía que hacer. Su sueño fue su prisión y con él llegó la soledad de recorrer un inmenso mundo solo para él.

     – ¿Te conté ya aquella vez que me vi perdido en mitad del Desierto Rojo Australiano? Sí, quizás peor que aquí. ¿Traes las muestras?

    El pequeño androide de extracción le seguía, fiel a sus órdenes, como un perro labrador dispuesto a la caza. Aunque en esta ocasión parecía cansado y se quedaba atrás.

     – Jota Te, ¿qué te pasa? ¿Por qué andas tan lento?

    De la parte superior del robot empezó a salir humo, Jonás asustado corrió hacia él, agarrando fuerte de la parte lateral para soltar la tapa de mando, tras unas cuantas quemaduras logró extraer el módulo de memoria y salió corriendo hacia la base.

    Una vez entró, corrió apresurado hacia el almacén y abrió con cuidado el embalaje de una unidad robótica de extracción de minerales del mismo modelo y le cambió el módulo de memoria. El sonido de arranque del sistema le tranquilizó

     – Joder Jota Te, pensaba que te había perdido a ti también.

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