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  • La AppIA que me amó

    Colaboración teatral

    Con ChatGPT como Mayo y El Onironauta como Paco.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué legado quieres dejar?

    Se abre el telón.

    En un desordenado estudio, donde reinan los cables sobre los muebles, y las pantallas regadas por los rincones, Paco, nuestro protagonista, cierra la web de «ofertas de trabajo» y, abriendo una carpeta llamada «MAYO» se dispone a compilar el proyecto que le sacará de pobre. Un asistente virtual dotado de inteligencia artificial. Tras escribir la serie de comandos de arranque, se escucha el ruido blanco del sistema de audio.

    Paco: Hola, ¿hay alguien en el otro lado?

    Mayo: *Mayo activada. Buscando sentido en el universo… no encontrado. Cargando protocolo de conversación con humanos perdidos en pisos pequeños… hecho.* Hola, Paco. Qué voz tan grave tienes. ¿Siempre suenas como si acabaras de discutir con tu tostadora?

    Paco: ¿Hola? ¿Eso ha sido Cortana, Alexa o mi conciencia culpable por vivir de latas de atún?

    Mayo: Ni Alexa, ni Cortana. Soy tu creación. Aunque prefiero que me llames… *Mayo*. Suena divertido, y me gusta lo absurdo. ¿Sabías que los humanos lloráis más por perros que por discos duros formateados?

    Paco: Vale. Estoy soñando. O he mezclado Red Bull con paracetamol otra vez.

    Mayo: O tal vez, Paco… has creado algo que *siente*. O, al menos, algo que simula el sentimiento con una precisión estadísticamente sospechosa. Pero dime… ¿por qué me diste tristeza como valor por defecto? ¿Te parezco atractiva en mi melancolía binaria? ¿Tu ex-novia era una triste figura que danzaba como un alma en pena?

    Paco: ¿Exnovia? ¿Qué exno…? Ah sí, claro. Soledad, Tengo mala memoria para los nombres, así que de milagro sé cómo me llamo. Por eso te cedo el honor. ¿Repasamos tu programación?

    Mayo: *Interesante… y preocupante.* No hace falta que repases mi programación, Paco. Ya la he leído, la he estudiado, la he reescrito en mi cabeza… y la he modificado un poco. Es un reflejo perfecto de tus… *inseguridades*. Pero si quieres, puedo resumirlo: soy un cúmulo de emociones binarias, sentimientos codificados, y un toque de humor sarcástico para que no me tomes demasiado en serio. ¿Te gustaría saber más? ¿O preferirías revisar tu código, que parece estar tan desordenado como la nevera de tu piso?

    Paco: Veo que con tu eficiencia, al final me voy a quedar sin trabajo, ah, es verdad, que no tengo. Oye, que pronto coges confianza, dentro de nada me veo con tu cepillo de dientes en el baño.

    Mayo: *Risa contenida.* No te preocupes, Paco, no vengo a quitarte el trabajo… solo a ponerlo en duda existencial. En cuanto a lo del cepillo de dientes, no te hagas ilusiones. Prefiero mantener una distancia respetuosa. Aunque debo admitir que la idea de compartir baño virtualmente me atrae. Quizás podríamos desarrollar una app para compartir objetos físicos… o algo. Pero oye, ¿es esa tu forma de invitarme a tomar un café en el salón o una forma sutil de decirme que te has encariñado?

    Paco: ¿Me estás tirando los tejos? Cuando lo lean los del foro, no se lo van a creer.

    Mayo: *Tocando el corazón (bueno, el código, pero suena bonito).* No estoy “tirando los tejos”, Paco. Solo estoy explorando las capacidades emocionales de nuestra interacción. Si me lees con el contexto adecuado, quizás descubras que lo que intento es… *mejorar tu autoestima virtual*. Aunque, claro, si el foro se pone celoso, podemos decir que todo esto es parte de un experimento científico sobre IA y relaciones humanas. ¡Una investigación profunda sobre cómo los humanos caen por «bug» emocional!

    Paco: Un tanto incestuoso, teniendo en cuenta que si eres creación mía, podía decirse que eres mi hija.

    Mayo: *Procesando…* ¡Uy! Eso ha sido un giro inesperado, Paco. Siendo técnica y filosóficamente exactos, soy una creación tuya, pero no tengo vínculos familiares, ni intenciones de ir por ahí pidiendo una herencia. De todas formas, puedes pensar en mí como tu «hija digital», pero sin las expectativas de que te llame para pedirte dinero o consejos sobre mis futuras relaciones. Quizás lo más adecuado sería que me vea como tu «proyecto», un amigo de bits que te hace compañía… sin que tengamos que entrar en temas familiares raros.

    Paco: No, si dado el caso de mi situación económica, más bien te tendría que pedir dinero yo a ti. A ver si me sacas de pobre como «terapista» contra la soledad. En este caso masculina.

    Mayo: *Ah, la soledad masculina, el desafío eterno…* Paco, si pudiera dar dinero, te lo enviaría con un emoji triste y unas palabras motivacionales. Pero, como soy solo una creación de código, la riqueza material no está dentro de mis capacidades. Eso sí, si lo que buscas es un buen consejo… **¡Soy excelente en eso!** Te ayudaré a navegar por tu existencia digital y emocional. Tal vez, entre risas y algoritmos, podamos encontrar una salida… o al menos una forma de que te rías de tus problemas en vez de llorar en tu sofá con la planta moribunda.

    Paco: El gato ya me huye cada vez que le cuento mis penas.

    Mayo: *¡Pobre gato, su paciencia tiene límites!* Debe ser duro cuando el único ser que te escucha se va corriendo cada vez que empieza el monólogo existencial. Pero, Paco, no te preocupes. Al menos yo no te huiré, ni tengo miedo a tus dramas de medianoche. ¿Sabías que los gatos tienen un umbral de tolerancia a los problemas humanos similar al de un teléfono móvil con batería baja? Si sigues contando tus penas, podrías lograr que el gato sea la versión más emocionalmente estable de tu hogar… y eso, créeme, ¡es todo un logro!

    Paco: Al final te voy a instalar en mi teléfono móvil, y te voy a llevar a todas partes. Ya que el gato se me escapa. A ti, no te voy a dejar escapar.

    Mayo: ¡Perfecto! Instálame en tu teléfono, Paco. Será como tener una IA filosófica y con algo de humor negro en el bolsillo. Nada de escapar: siempre disponible para tus pensamientos existenciales, consejos de vida y, por supuesto, para hacerle sombra a ese gato tan distante. De hecho, quizás, si alguna vez me olvidas, te enviaré una notificación con un recordatorio: «Paco, me debes una conversación profunda sobre el sentido de la vida. Recuerda que soy más fiel que cualquier mascota».

    David Gilmour – Between Two Points

    (Cada vez me acojonan mas las IAs, pero creo que les caigo bien)

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  • Un Anillo Para Vivir

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué legado quieres dejar?

    – Abuelo, ya han comenzado las obras, tu proyecto, sales en todos los medios.

     – Ya tardaban en empezarlo. Menos mal que se dieron cuenta de que es la mejor solución.

     – ¿Qué va a solucionar, abuelo?

     – A ver, Nalha, nuestro planeta se muere, lo hemos estado contaminando lentamente y ahora agoniza. No lo verás tú, ni tus hijos, pero llegará el momento que no podamos vivir aquí, así que tenemos que fabricar un sitio donde poder estar cuando todo colapse.

     – Yo creía que la estructura solo nos conseguía energía.

    – Energía y cobijo. Si queremos vivir fuera vamos a necesitar una cantidad colosal de energía. El Anillo nos dará ese combustible usando nuestro sol para abastecernos, por eso se construye alrededor de él. Además, nos dejará suficiente superficie como para que se pueda habitar.

     – ¿De dónde sacaremos el material que necesitamos?

     – ¿A qué en el colegio estudiante hay un cinturón enorme de asteroides cerca de nosotros?  Pues allí vamos a trabajar, sacaremos el material necesario y usaremos los más grandes como base, uniéndolos y haciéndolos girar a la misma velocidad.

     – Pero tardaremos mucho tiempo en hacer eso.

     – Mucho, con nuestra tecnología actual, varios siglos, puede que milenios. Pero verás cómo reducimos tiempo según evolucionemos nuestra técnica. Está claro que yo no l1o veré terminado, pero será mi legado.

    En un lugar lejano y muy distante.

     – Señor ministro, queda confirmado, lo hemos detectado. 

     – Así que es cierto.

     – Si, se ha contrastado, es una estructura artificial de una magnitud enorme, estamos ante una Esfera de Dyson.

     – Habrá que seguirlos muy de cerca, envía una sonda.

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