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  • El cuentacuentos

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué trabajo te gustaría desempeñar por un día?

    – Mil años atrás, cuando las ramas de los árboles se tocaban entre sí, susurrando misterios en un bosque interminable, vivía una princesa encantada…

     – No, no hay presupuesto para una princesa, debe de ser otra cosa.

     -… Vivía una doncella encantada, apresada en la torre más alta de un castillo…

     – Tampoco castillo, ¿si no tenemos presupuesto para la princesa, lo vamos a tener para un castillo?

     -… Vivía una doncella encantada apresada en la habitación superior de una casa de campo…

     – Casa de campo también suena ostentosa, ¿podemos cambiarlo?

     -… La doncella estaba apresada en el sótano de una cabaña. Suspiraba la bella dama mirando por la vent… esto… y no miraba nada. Ocurrió que, por casualidad, el príncipe cazaba…

     – Sin príncipes, por favor.

     – … El cazador sin título nobiliario cazaba por la zona, montado en su caballo blan…

     – Tampoco nos da para un caballo.

     – Montado en su burro tordo.

     – ¿Puede ser sin animal? Se nos van a quejar los de las protectoras.

     – ¡Pero qué andaba cazando! ¿qué más da un burro?

     – ¿Es verdad, podemos variar algo?

     – ¿Qué variamos?

     – Todo, por favor.

     – Bien, empecemos. En el presente, en mitad de la gran vía, cuando los tubos de escape de la circulación matutina, bramaban a más no poder, secuestraron a Jimena. De familia humilde y corazón valiente, se enfrentó con un grupo de delincuentes juveniles de los años ochenta, que vestían mayas apretadas y camisetas de «Airon Maiden» y la encerraron en el garaje de la casa de uno de ellos. La dama suspiraba con la oreja pegada a la pared, ansiando la libertad como cualquier cantautor en épocas pasadas. Ocurrió que, pasaba por allí, por mera casualidad, un inspector de instalaciones de gas llamando a las puertas de las casas del barrio. Iba montado en un patinete eléctrico hecho en china, derrapando con clase por las esquinas…

     – ¿Iba por la acera? 

     – ¿Qué? 

     – Que si circulaba según las normas municipales, es por dar ejemplo.

     – Hombre, que es un cuento de hadas, ¿qué más da si da ejemplo o no?

     – Es verdad, y la chica ¿todavía estaba encantada?

     – ¿Encantada? Claro, claro, encantada. La chica, que había leído todos los manuales de construcción y reparación que había en la  biblioteca pública, pues de tan pobre que era no tenía otra distracción, consiguió hacer un puente en el mecanismo de apretura del garaje. Esto provocó un cortocircuito que prendió fuego al edificio y facilitó la apertura de emergencia de las puertas. Escapando casi fue atropellada por un patinete de la marca Guan Ming que, desestabilizado por el acto de esquivar, chocó contra una farola. La joven volvió felizmente con su familia sin que fuera necesaria la aparición de ninguna figura masculina al rescate. Cabe indicar que la familia de Jimena estaba constituida por dos madres lesbianas, una hermana saharaui adoptada y una lagartija de plástico reciclado como mascota. Además, eran veganos, practicaban budismo musulmán y apoyaban la práctica del comercio justo. Colorín colorado, este cuento se ha acabado. ¿Está bien así?

     – Solo un detalle mas, no me gusta lo de colorín colorado, es muy ambiguo.

    Iron Maiden – Run To The Hills

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  • La Extraña

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué trabajo te gustaría desempeñar por un día?

    Knox bajó de un salto de su vehículo oruga que, embadurnado de barro, se quejaba chirriante por un descanso. Con su equipo meticulosamente preparado, alzó la mano al tocar el suelo y de los laterales del todoterreno salieron volando, ruidosas e inquietas, las redondas cámaras de rastreos. 

    Peinaron, con su mirada inquisitiva y sus veloces turbinas, toda la zona alrededor del valle, mapeando sin descanso mientras él paseaba en el linde del terreno, admirando el paisaje con el mismo entusiasmo del que saborea un manjar desconocido.

    Perteneciente a la primera colonia, Knox, era un exo-geólogo multidisciplinar con el cargo de investigar lugares de interés común, o como a él le gustaba llamarse a sí mismo, el explorador del planeta Kepler. Ahora andaba a seis mil kilómetros de cualquier lugar habitado en busca de materia prima, yacimiento de minerales y emplazamientos seguros para construir otras colonias. También daba acceso a los xenobiologos a zonas de interés por la diversidad de su fauna.

    Fue entonces cuando la vio, destrozando la nube que la contenía. Bajó a plomo, situándose a un metro del suelo, cerca de donde Knox tenía su transporte. Era una roca flotante, de diversos colores terrosos, abrió un fragmento de un costado, por donde bajó ella, caminando por el vapor que exhalaba el hueco abierto y que se derramaba hacia el suelo.

    Había oído hablar de ellos, seres provenientes de una galaxia cercana, generalmente se acercaban a los humanos para intercambiar información, pacíficos y un tanto reservados. Ella era alta, de un color azul cielo del mediodía, de mirada atenta y largas orejas.

    Se acercó a él, lenta y ceremoniosa, con un caminar de danza de la brisa, se puso justo en frente y sonrió seductora. El aventurero tenía un poco de miedo, pero no presentía peligro. En un lento movimiento de brazo, como dibujando el aire, posó su dedo índice en la frente de Knox.

    Ahí empezó la conversación, si lo podemos llamar así. De su mente surgió la imagen de ella en un planeta de bosques frondosos, la luz de dos soles y atmósfera serena. La vio subir a la nave de piedra y elevarse tan rápido que enseguida pudo ver su planeta con dos satélites alrededor, su sistema planetario y su constelación, desconocida para él.

     -¿Puedo saber de ti?

    Preguntó ella en su cabeza, él asintió con la cabeza, no sabía cómo debía comunicarse. Entonces notó cómo involuntariamente su cabeza se llenaba de recuerdos, de su planeta natal y de su actual hogar.

     -Si necesitas algo, puedes hablarme, no conozco tu lengua, pero puedo leer en tu mente el significado-

     -¿Quién eres?- Dijo lanzando la frase al aire

     -Soy exploradora, como tú. – Dijo haciendo fluir su melodiosa voz en la mente de Knox- Sé que este planeta es vuestro, pero nosotros tenemos una colonia cerca, y queremos aprender de vosotros, intercambiar conocimientos y empezar una relación cordial. – Las palabras iban entrelazadas con imágenes, sonidos y emociones. La rapidez comunicativa era tal que parecía conocerla de toda la vida. 

     -En ese caso, lo mejor es poder colaborar en nuestro trabajo.

     -¿Explorar juntos?

     -O aprender nuestra forma de ser y métodos de trabajo.

     -Qué fácil es tratar con los humanos.

     -Solo cuando no tenemos nada que perder.

    Sonic Youth – Superstar
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