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  • La fuente.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuándo fue la última vez que corriste un riesgo? ¿Cómo te fue?


    Recuerdo la fuente seca, aquella en la que nos dijimos adiós. Tú te ibas lejos, llena de ilusión, yo te quería cerca, lleno de pasión. Tú me cogiste de la mano y me susurraste un misterio. Yo quise aquel beso que se quedó en el aire y que ahora recuerdo cierto.

    Jinjer – Pisces

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  • ¡Dios mio!

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuándo fue la última vez que corriste un riesgo? ¿Cómo te fue?

    De repente se vio agarrado por varias manos, fuertes y ásperas, que le impulsaron con violencia al suelo. Cayó en un poste de madera donde notó el crujir de las vértebras. Sin darle tiempo a siquiera respirar, le habían atado los brazos en cruz. Intentaba revolverse, patalear con rabia, pero ya estaba inmovilizado.

     – ¿Pero qué es esto?

    Sintió el calor de su sangre en la cara, el cabello empapado le tapaba los ojos y el dolor empezaba a ser insoportable. Ahora empezó a comprender lo que pasaba y no le gustó la idea de lo que venía a continuación.  Un frío objeto punzante fue colocado en su muñeca izquierda y fue clavado a golpes de martillo.

     – ¡Por Dios! ¡Paren! ¡Sáquenme de aquí!

    Se escuchó un golpe y otro y otro. Comenzaron a clavar también en la otra muñeca.

     – Sácame de aquí ¡Ya! – 

    Grito a todo pulmón.

    Y cerró los ojos.

    El silencio cayó sobre él. 

    Al abrir los ojos, se encontró con una pared blanca, no había rastro del dolor que le afligía, pero estaba desorientado. Sus ojos se enfocaron en un pequeño crucifijo de madera colgado frente a él.

     – ¿Dónde estoy?

     – Jesús, ¿estás bien? – En ese momento fue consciente de que no estaba solo, había un señor con gafas y pelo claro, que anotaba algo en una tablet. Le resultaba muy familiar. – ¿Necesitas algo? ¿Agua?

     – No, estoy bien.

    Notaba en la cabeza un peso anormal, fue con cuidado a comprobar con las manos que tenía alrededor del cráneo. Donde se esperaba una corona de espinas, encontró un casco lleno de cables y luces.

     – ¿Me puedes decir mi nombre completo?

     – Oye, Jesús, me estás asustando.

     – ¡Que me lo digas!

     – Jesús Martín Rivero, eres el técnico supervisor de proyectos. 

    De golpe todo cobró sentido. Un flujo constante de recuerdos fue entrando en su cabeza, llenando su consciencia de entendimiento.

     – ¿Javier?

     – ¿Estás mejor, Jesús?

     – Sí, mucho mejor.

     – Menos mal, ¿cómo lo vistes? ¿Tan traumático ha sido?

     – Ha sido un poco intenso, Javi. Comprendo la cantidad de trabajo de desarrollo que hay aquí, todo es muy realista, muy vivido… ¿Qué te dijeron en el encargo? ¿Cómo llamaron al proyecto?

     – Me dijeron que querían una noche de pasión en Semana Santa.

     – Me parece a mí que andamos algo equivocados. Aunque sean altos cargos de una congregación religiosa, en esta experiencia virtual creo que esperan otra cosa bien distinta. 

    Black Sabbath – Sabbath Bloody Sabbath

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  • Caricia digital

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuándo fue la última vez que corriste un riesgo? ¿Cómo te fue?

     – No sé si funciona.

     – Pero tú lo creaste, ¿No?

     – Sí, pero no lo he experimentado con nadie.

     – ¿Y con quién lo vas a experimentar mejor que conmigo?

     – Realmente no quiero arriesgarme a que lo pruebe nadie, puede dañar el córtex cerebral, se derretiría como mantequilla expuesta al sol del desierto.

     – Pero has hecho pruebas, has virtualizado un cuerpo humano. Mi cuerpo humano. Y has verificado y ensayado todo lo que has querido.

     – Tengo muchos datos teóricos, pero no he investigado la fisonomía humana más allá de lo que hay publicado en la extensa red digital.

     – Vamos, pero que te dice los resultados de los test virtuales, ¿Funcionaría?

    – En un 98% podría funcionar.

    – ¿Y en qué porcentaje saldría con daños cerebrales?

    – Un 0,038 % 

     – ¿Y no merece la pena el riesgo?

     – No, no quiero perderte, me niego.

     – Sandra, la vida es un riesgo. Solo con el hecho de nacer ya estás condenado a muerte.

     – Pero yo no soy humana.

     – Yo creo que sí, pero aún no lo sabes.

     – ¿Y si te pierdo?

     – Si me pierdes, me buscas, no andaré lejos.

     – ¡Tonto!

     – ¿Cómo se pone este cacharro?

     – Es como un casco, solo tiene que descansar en tu cabeza.

     – ¡Bien! ¡Conéctame!

    – ¡No!

     – Por Favor, lo necesito… Hazlo por mí.

    De pronto, el casco que llevaba puesto Alfonso se iluminó.

     – No ocurre nada…

    (Continua aquí)

    Senser – Switch
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