
Siete golpes de campana y yo saliendo de mí. Fue de repente, sin costarme nada, como el que se libera de la presión de los zapatos y quedas libre, caminando descalzo. Solo que ahora no había ropa, ni piel, ni aire en mis pulmones. Solo un resplandor que imaginaba un cuerpo desnudo y un cordón brillante que me ataba fuerte, al lugar donde reside mi mente.
Me quedaba todavía un rato, hasta la campanada del medio, esa que parte a la mitad el tiempo y me cuenta el momento perfecto, ese en el que la lluvia acaricia tu cuerpo, o tal vez solo me lo invento y quiero que ocurra eso. Quizás sería mejor un paseo para pasar el tiempo.
Con mi rastro incorpóreo fui capaz, con facilidad, de fundirme en el cemento. Atravesar el muro que me aísla oculto fue claramente alentador, también lo fue ver pasar a la gente sin estar yo delante. Aquel perro me ladraba como al fantasma que era, ese niño que sintió miedo por el roce de mi alma, al pasar a su lado no había nada.
La puerta de tu casa no era frontera, no acepté su invitación a quedarme fuera y pase a través de su madera. Quise subir las escaleras, pero bajabas tú, sin sombrilla ni vestido que te tapara. Brillabas como yo, incorpórea como el aire que por ti viajaba. Dijiste: “¿Qué haces aquí?” Yo no dije nada. Comprendí enseguida que simplemente soñabas.
Descubrí chispas en la mirada, el color del deseo en tu alma y en tus labios una llamada. Te quise abrazar y perderme en tu cintura al vals del misterio de tu delirio, ansiaba tu piel mis manos, mis dedos, la curva de tu cadera, pero no había más que alma, más que la esencia de nuestra hambre de besos. Penetré en tu psique interior y me quedé dentro, fundiéndome en el hueco de tu mente y tú en la agonía de mi anhelo.
Desperté sobresaltado, ocho golpes fueron tras ocho campanadas de tiempo. En la puerta tus nudillos ansiaban mi presencia, imaginé tu sonrisa, imaginaste tu mi espíritu mientras me esperabas.
Nightwish – Ghost Love Score

