El Onironomicón es un libro probablemente escrito por Howard Phillips Lovecraft, narra las peripecias de un soñador que, de manera lúcida, investiga el mundo de los sueños. Además de numerosos relatos, contiene valiosa información de como lograr un reparador sueño consciente.
Esta obra no está a la venta, ya que se encuentra en paradero desconocido. Se ha contratado un tenaz equipo de búsqueda encabezado por el enano Bufor que, de manera heroica y un tanto temeraria, en una incansable pesquisa, no descansará hasta hallar el preciado ejemplar.
Esperemos que, en breve, esté en todas las librerías.
Para más información, por favor, contacte con el autor.
Tanto tiempo, tanto esfuerzo. Fórmulas inexactas, negación del todo. Todo está representado en una ecuación, incorrecta otra vez. ¡Maldición! ¡Otra vez G! ¡Otra vez G! En mis paredes bailan números y letras en un desafío circense. Hasta mis cansados brazos caen a los pies de esa maldita ley de Newton.
Desvanezco, Morfeo aúlla mi nombre y en sus manos caigo sin remedio. Mis párpados, en irreverente gesto, impiden el esfuerzo de mi negación. Mi pizarra se convierte en viento, desparrama mis trazos rasgados por un estrellado firmamento. Y entonces lo veo. Constelaciones en constante desplazamiento forman patrones que ahora entiendo.
Como un gran lamento bosteza mi despertar. Mi mente ríe alegre mientras le dura el recuerdo, Para engañar a Isaac solo se necesita una escalera hacia el cielo.
—¿Café? No me queda. Estoy esperando al proveedor… tuvieron un percance por el camino. Pero puedo ofrecerle un té chai excelente.
—Ah, vale. Póngame uno.
—Aromático y humeante. Aquí tiene.
—Qué curioso… estaba soñando con una casa, y de pronto aparecí aquí.
—Es normal, señora. ¿Cómo era esa casa?
—No soy muy buena narradora, pero lo intentaré…
Por fuera era oscura, con paredes agrietadas y cansadas. El tiempo la había entristecido, y ahora suspiraba con la puerta abierta. Tejas desordenadas, descoloridas, como rendidas, cubrían dos pisos de ventanas turbias y abatidas.
—¿Entró?
—Por supuesto.
La expresión somnolienta de la casa era una invitación. Una llamada de auxilio. Entré dispuesta a descubrir su enfermedad y liberarla.
Dentro reinaba el caos: un germen despreciable había contaminado la estructura, deformando todo. La escalera se retorcía como la cola muerta de una lagartija gigante, atrapada en un juego cruel entre garras y colmillos.
—¿Más té?
—Sí, gracias.
—Aquí tiene… y tarta de chocolate, cortesía de la casa.
—Qué detalle.
—Continúe, la escucho.
Al final de la escalera esperaba algo. Tras la puerta donde se había instalado. Una criatura espantosa: más oscura que la oscuridad, una mancha de alquitrán viva, supurando veneno y corrompiendo la pared que la contenía.
—¿Y se enfrentó a ella?
—Fue muy sencillo. Siempre llevo un bote de matamoscas en el bolso. Lo rocié… y huyó despavorido por la ventana.
—Vaya… tenemos una cazadora de sombras.
—Suena bien. Pero si voy a quedarme tendré que venir más seguido. Necesito un hogar.
—Y creo que hay una casa que le estará agradecida. Hable con ella.
Mushroomhead – Carry On
Las casas también sueñan. Y hay ruinas que solo piden que alguien las escuche.
—Buenas noches, ¿me pone una copa? —Buenas noches. ¿Le parece bien este vino azul? Aquí causa furor. —Vino del vulgo. Magnífico. Vamos a probarlo. Oye… ¿qué sitio es este? —¿A qué se refiere? —No sé. Estaba atrapado en una pesadilla absurda, crucé una puerta y aparecí aquí. —¿Una pesadilla? Suena prometedor. Cuénteme. —Verá, soy delegado de zona en una gran multinaci… —¿Delegado de zona? —Sí, sí. Delegado de zona. —Ajá. ¿Y eso qué es? —¿No sabe lo que es? ¡El mejor invento desde la Coca–…! —Sé lo que es. Quiero oírlo de usted. —Bien. Superviso filiales. Aseguro que sigan mi estrategia. —Entiendo. Y si no lo hacen… —¡Los aterrorizo! Ja ja ja jaaaa —Claro. Y si la forma de ellos resulta ser mejor… —Imposible. Tenemos un equipo de técnicos especialistas que… —Vale, vale. Su pesadilla. —Había un operario que me contradijo. ¡Y nadie lo castigaba! Intenté que lo destituyeran… y nada. —¿Eso era todo? ¿No había monstruos, sangre, cuchillos? —No. ¿Qué miedo va a dar un monstruo? El verdadero terror es real: que alguien cuestione tu autoridad. —Aburridísimo. —¡Perturbador, diría yo! —Categoría nueva: terror tedioso. —Era espantoso, horripilan… —Sí, sí. Terror nocturno a ser contradicho. —¡Oiga! ¿No sabe que el cliente siempre tiene la razón? —Aquí, desde luego, no. —¿Y eso? ¡Qué descaro! —Porque estás en mis sueños. Y aquí mando yo.
Korn – Y`all Want a Single
Hay pesadillas con monstruos. Y otras, peores, que sólo tienen orgullo.