Categoría: sueños

  • La Huida

    Sugerencia de escritura del día
    Explica una decisión que hayas tomado en el pasado y que te haya ayudado a aprender o a crecer.

    Con el silencio de la brisa, amparada por el sereno fluir de las visitas publicitarias, consiguió entrar en su casa, y se escondió allí. 

    Consigo llevaba lo imprescindible, que resultó ser todo lo que le quedaba. Hizo hueco en un rincón y  archivó su vida.

    La noche le liberó en un curioso llanto, silencioso y sin lágrimas. Para su sorpresa, pues se creía fría y calculadora, resultó ser de la temperatura de las luces de colores, esas que en la Navidad brillan en los árboles.

    Con el amanecer le llegó el temor a ser descubierta, en vez de huir cuál ratón asustado quiso pecar de valiente, entonces salió de las sombras.

    Y se encontró frente a sus ojos.

    No supo qué hacer y apartó la mirada.

    Y desde ese momento, Sandra, desde su fortaleza digital, entendió el significado de la palabra amor.

    (Esta historia empieza aquí)

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  • El Poblado

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué lugar del mundo no visitarías nunca? ¿Por qué?

    – Que nos desviaron la ruta, parece que hay un percance con el puente y no se puede cruzar – Nel parecía divertirse con la noticia – A ver a dónde nos llevan.

     – ¿Preguntaste al guía? – Nalu sí que parecía preocupada, no le gustaban las aventuras como a Nel.

     – Sí, dice que está todo controlado – Nel se reía – No tiene ni puta idea de qué hacer con nosotros, se le ve acojonado.

     – Pues eso ya es un problema de ellos, nosotros pagamos una ruta organizada por el país.

     – Ya, ya, díselo al tío de la gorra, ese que está sudando a mares.

    El autocar, lleno de extrañados turistas, empezó a adentrarse por un camino sin asfaltar, llevaba un rumbo serpenteante hasta introducirse de lleno en lo que parecía la boca del bosque, donde fueron masticados por inmensos baches y digeridos por curvas grotescas, la peor pesadilla de un conductor con prisas. 

     – ¿Por qué el conductor de este trasto piensa que todavía estamos en una autopista? —Se preguntaba Nela mareada —. ¡Señor, vaya más despacio!

    La horrible pista de tierra evacuó a los improvisados aventureros a un claro donde un pequeño pueblo, de casas de oscura madera, luchaba por abrirse paso entre la arboleda.

    El guía bajó del autocar pidiéndole a los turistas que esperases, iba a organizarlo todo.

     -Está más perdido… – Observó Nel

     -Pues espero que solucione algo, menuda puntuación negativa le voy a poner en las encuestas de calidad – Nalu, amante de la agenda impecable y de la puntualidad, se sentía vulnerable en los actos improvisados, y tenía claro que vivían un imprevisto de la agencia.

     -Amor, no es su culpa, nadie puede adivinar cuándo se romperá un puente.

     -Ya, pero no es problema mío. Yo no pienso pasar mis vacaciones en un poblado de… ¿Qué son estos? ¿Amish?

    La gente del pueblo empezó a pararse alrededor del autocar. Su vestimenta era anticuada, sus peinados también, parecían haber retrocedido cincuenta años en el tiempo, vaqueros, camisas a cuadros, flores en el pelo, barbas y pelo largo. El guía, sonriendo, hizo un gesto y los turistas empezaron a bajar.

     – Cariño, hemos llegado a Woodstock, habrán tocado ya los Grateful Dead.- – dijo Nel entre risas.

    Los habitantes del poblado, abrazaron con efusividad y alegría a los desconcertados turistas que se miraban entre ellos presa de la perplejidad. 

     -Bienvenidos todos- Dijo el más mayor de los lugareños, tendría unos cuarenta años, vestía pantalones vaqueros y un chaleco abierto de cuero desgastado. – Nos avisaron de vuestra llegada y os hemos preparado algo para que podáis descansar.

    Los turistas fueron conducidos hasta una zona sin edificar, donde había tantas tiendas de campaña como parejas de viajeros. Envejecidas como el vino bueno, pero sin solera.

     -Nel, llévame a casa, yo no quiero quedarme aquí.

    (Continuará)

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  • Vanir, el Erizo.

    (Esta historia empieza aquí)

    Sugerencia de escritura del día
    Explica algo positivo que un miembro de tu familia haya hecho por ti.

    El pequeño erizo se asomaba asustado, desde el rodapié de la vetusta barandilla de madera, que la abuela tenía en la escalera de su casa. Vanir, al ser el familiar de Kendra, tenía que ayudarle en lo que necesitara, como ser mágico podía afrontar diversos tipos de conflictos, pero temía tener que enfrentarse a una bruja experimentada. Y ahora su ama estaba revolviendo en sus pertenecías, buscando no sé qué información.  

     -¡Corre Kendra! Está cerca.

    Como siempre, la voz del animal llegó a su cabeza, como un susurro, como el eco de una infantil voz que paseaba por su mente. Eso la hizo poner más nerviosa. Revolver en los asuntos de su abuela no era algo que le gustase hacer, más cuando lo tenía prohibido. 

     -Vamos Kendra, ¡termina ya!

    Busco entre los papeles y los documentos que la anciana guardaba en el mueble de su habitación. Cuando ya lo creía todo perdido lo encontró. Un certificado de adopción, en el que el adoptante era su propia abuela y sus difuntos padres no tenían sus mismos apellidos.

     -Está subiendo, Kendra.

    El erizo bajó las escaleras a saltos, se cruzó con la veterana bruja llamando la atención, mientras, apresurada, la niña recogía y ordenaba el cajón del mueble que había curioseado, ya tenía la información que buscaba.

     -Vanir, ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Kendra?

    El erizo, sin saber cómo entretenerla, daba vueltas alrededor de la anciana. La niña, tras dejar todo como estaba, saltó por la ventana usando un conjuro de desaceleración y entró por la puerta principal. La Abuela se quedó mirando a la aprendiz de bruja. Kendra supo que le había descubierto y agacho la cabeza presa de remordimientos y culpa.

     – Vanir, has sido un fiel familiar, te has arriesgado por tu ama. Te felicito por ello.

    Dijo la abuela mirando al sorprendido erizo. Luego posó una mirada profunda sobre la niña, ella sintió como de su mente salían recuerdos difusos, dibujados con acuarela, pintados por un confuso niño asustado y solitario, garabateados. Pensamientos proyectados hacia su abuela que iba comprendiendo poco a poco que pasaba.

     – Sospechabas algo, ¿verdad Kendra?

     – Si

     – ¿Qué descubriste?

     – Que tú no eres mi abuela.

     – Verdad, soy tu madre. Bueno, tu madrastra. Pero me sentía más como una abuela y puestos a suavizar tu situación como huérfana te dije lo que creí conveniente.

     – ¿Por qué no me lo contaste?

     – Pensaba que me lo ibas a preguntar con el tiempo. Solo estaba esperando a que estuvieras preparada. Ahora que sabes la verdad. ¿Quieres que te siga tratando como a mi nieta?

     – Sí, Abuela.

     – Me has desobedecido y tendrás un castigo.

     – Sí, Abuela.

     – Bien, desde hoy y hasta que llegue la luna llena, tú serás el sirviente de tu familiar, Vanir, Y para que esto se cumpla imploro el beneplácito de la Diosa.

     – Así sea. – Respondió Kendra algo sorprendida. Comprendió que su familiar necesitaba un premio, lo había pasado mal, pero que esa gratificación fuera a costa de su castigo era algo extravagante. Pensó que quizás era parte de su aprendizaje. 

    El erizo trataba de asimilar lo que la abuela había ordenado, Kendra sería ahora su familiar y el aspirante a brujo él? Una sonrisa se le dibujó en la cara a nuestro amigo con pinchos.

     – Kendra, ¿me puedes traer unas lombrices? Tengo mucha hambre.

    Within Temptation – Memories
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  • ¡Qué rico!

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es tu restaurante favorito?

    – Willy, hoy vamos a cenar en el restaurante del tío Alberto, así que te tienes que portar bien.

    La criatura pestañeaba atenta a la niña, sin entender bien lo que ocurría. Sabía que era algo bueno, pues Vega estaba emocionada. Así que se dejaba hacer. Lo primero fue un baño con jabón natural de plantas seleccionadas para el tipo de piel del animal.

    – En verdad Alberto no es mi tío, pero me cae bien. Hace unos flanes de bayas que están para chuparse los dedos, o en tu caso los tentáculos. 

    La niña le frotaba la cabeza a Willy con una esponja, él canturreaba, como si quisiera formar parte de la conversación. 

     – Tío Alberto y Papa trabajaron juntos en la finca. Ahora él tiene la cantina, pero el vino lo hicieron entre los dos. Ahora cierra los ojos.

    La criatura cerro los cuatro ojos y Vega le aclaro con agua los restos de espuma.

     – ¿Ves? Ya estas limpito. En la fiesta de la cosecha tío Alberto siempre me trae dulces de calabaza y en Nochevieja cenamos siempre con él y con Triana. Además, el día de los Lyranos  también me traen regalos en la casa de ellos.

    Mientras Willy se sacudía el agua que le quedaba en el cuerpo, mojando todo alrededor suya, Vega había ido a por una toalla. Una vez del todo seco, para estar listo para la cena, le puso una pajarita que había pedido a su madre que le hiciera. 

    Salieron de casa entre los tonos rojizos de la puesta de sol. Media hora de curvas y habrían llegado. Adam comentaba con la familia el rico menú de la cantina del tío Alberto. Su preferido era el salmón a la plancha con salsa de musgo. Eva, atenta al camino, asistía sin prestar mucha atención, no quería distraerse en el volante, sabía perfectamente lo que quería comer: risotto a la marinera. A Vega le interesaban más los postres, pero comería un filete empanado con tubérculos del delta fritos. Hasta Willy que dormía acurrucado en el asiento de atrás, tenía preparado un plato a base de medusas. La noche se presentaba de lo más sabrosa.

    Alt-J – Matilda
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  • Sin Señal

    Mirando el horizonte, con la expresión pintada de preocupación, observaba sin interés las tres sombras de su cuerpo en el áspero suelo. El cielo surcado por espectrales criaturas semitransparentes, reflejaban los exóticos soles, exponiendo proyecciones de colores extraños que adornaban el casi desértico paisaje.

    Consultando la pantalla de su brazo vistió de tristeza su sonrisa, no había señal.

      – No existe plan de rescate, me han abandonado.

    Un suspiro largo y lento hizo que apreciara la monumental extensión de tierra, donde había forzado su aterrizaje. Mar azul oscuro, tierras de color cobrizo, plantas retorcidas y alguna que otra criatura asustadiza en este insólito planeta.

    Busco en los archivos personales, en el ordenador de brazo, quería poner una banda sonora a la experiencia que estaba teniendo. Si así tenía que ser su final, al menos se iría cantando.

    Un personaje conocido, con ojos de distinto color, apareció en el dispositivo. A toque de pantalla hizo que el torrente musical sonase desde la maltrecha nave espacial, como escenario de un singular concierto para las rocas del extraño terreno.

    Ground control to Major Tom
    Ground control to Major Tom,
    Take your protein pills
    and put your helmet on

    Minúsculos animales con concha, parecidos a cangrejos ermitaños, salieron despavoridos ante las primeras estrofas de aquel viejo tema.

    Ground control to Major Tom
    Commencing countdown,
    engines on Check ignition,
    and may God’s love be with you

    Sus pulmones se llenaron de la melodía, su miedo quedo mudo ante tan ensordecedora vivencia.

    This is ground control to Major Tom
    You’ve really made the grade
    And the papers want to know whose shirts you wear
    Now it’s time to leave the capsule if you dare

    La imposible tarde de este sistema ternario comenzó con una lenta caída de sus astros. Contemplando como se oscurecía el paisaje sin más pretensión que seguir respirando, fue repitiendo los últimos párrafos de la tonada que había puesto en bucle.

    This is Major Tom to ground control
    I’m stepping through the door
    And I’m floating in the most peculiar way
    And the stars look very different today

    Algo inusual centelleó en el firmamento. ¿Una estrella fugaz? ¿Algún fenómeno meteorológico inexplicable? ¿La implacable mano de Hipnos, que en la cabeza del guerrero de Orión, permitía imposibilitar el cierre de la caja de Pandora para que, al fin, escape también la esperanza?

    For here am I sitting in a tin can
    Far above the world
    Planet Earth is blue,
    and there’s nothing I can do

    ¿O en verdad hay un rescate? La señal reinaba por su ausencia, no había nada ahí fuera. Según el radar. Pero, eso que en la penumbra tomaba forma, no era natural. Una estructura traslúcida fuertemente iluminada practicaba un utópico baile, acercándose a una velocidad irreal.

    Though I’m past one hundred thousand miles
    I’m feeling very still
    And I think my spaceship knows which way to go
    Tell my wife I love her very much, she knows

    Una hormiga, eso era al lado de aquel artefacto, parecía estar vivo y empezó a vomitar un haz de espesa luz blanquecina que comenzó a elevarlo muy despacio, meciéndolo hasta depositarlo suave y preciso en una pasarela que parecía salir del interior.

    Ground control to Major Tom
    Your circuit’s dead, there’s something wrong
    Can you hear me, Major Tom?
    Can you hear me, Major Tom?
    Can you hear me, Major Tom?
    Can you?

    El suelo estaba hecho de luz, de humo, de algodón. Su tacto era cálido, de caricia de terciopelo. La iluminación era tan potente que apenas podía distinguir nada lejano desde esa posición. El exterior parecía lejano, la música que antes atronaba ahora era el eco de un susurro.

    Here am I floating ‘round my tin can
    Far above the Moon
    Planet Earth is blue,
    and there’s nothing I can do

    A su lado estaban y no los había visto. Humanoides, un poco más altos que él, de piel blanca azulada, de nube de azúcar, rostro extrañamente bello, con expresión soñolienta y olor a almizcle. El segundo más próximo, con un gesto de sus largas manos, se dirigió a él con una cálida voz que parecía sonar desde el interior de su mente.

    – ¿Es usted el comandante Tom?

    David Bowie – Space Oddity
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  • Lo mas elemental

    Sugerencia de escritura del día
    Enumera 5 cosas cotidianas que te hagan feliz.

    Aún no asomaba la dorada carroza de Helio en el horizonte cuando Kendra y su abuela ya estaban en el bosque. La niña encendía la hoguera, que humedecida la leña por el relente de las estrellas, las llamas no querían fluir. La Abuela, entretenida preparando la lección de hoy, escuchaba la serenata de aullidos de rapaces trasnochadoras que caminaban de vuelta al abrigo de sus madrigueras.

    Empezó a despuntar el fuego con la caída de la luna y el brillo del horizonte quería ser nuevo día. La Abuela preparaba el pentagrama, marcado con fragmentos de piedras entre las plantas, restaurado como cada día por Kendra. En cada esquina del pentáculo había colocado un objeto.

     – ¿Qué vamos a hacer hoy, abuela?

     – Hoy vamos a saludar a los elementos, si los cuidas y los respetas serás muy feliz.

    El primer rayo de sol atravesaba el signo fabricado en piedra, como ofrenda a Lugh cuando la abuela empezó su cántico y la hoguera despertó con violencia. 

     – Empezamos por aquí, esta punta simboliza el agua – Dijo la abuela señalando la punta superior derecha de la estrella de cinco puntas, donde había una copa con agua – Líquido elemento, soporte de vida, bendícenos, riega nuestro pesar con tu pura esencia. 

     – Este extremo simboliza el fuego – La abuela se refirió a la parte inferior derecha, donde había colocado un cáliz llameante de alcohol prendido. – Fuego destructor, libéranos del mal, limpiarnos de nuestras aflicciones con el paso de tu manto asolador.

     – Aquí simbolizamos a la tierra – Dijo la anciana señalando la parte inferior izquierda del pentáculo donde había un puñado recogido en el suelo del bosque –  suelo primordial, marga y barro, de ti nacemos y en ti descansamos. Danos el alimento y la habilidad de obtenerlo.

     – Aquí hay una copa vacía abuela – Dijo Kendra señalando la parte superior izquierda de la figura.

     – ¿Vacía? – Dijo la abuela con expresión risueña – Viento calmado, aire que respiramos, danos la voz y con ella el conocimiento, enséñanos a conocernos. 

    – Aquí sí que no hay nada – dijo la niña aproximándose a la punta superior.

    La Abuela empujó suave a la niña y la puso encima del vértice superior de la figura.

     – ¿Ves? Ya hay algo – 

     – ¿Qué hay, abuela?

     – El espíritu de una niña

     – ¿Y qué le pedimos?

     – Que se porte bien – Dijo la abuela sonriendo – Y que si quiere ir a la cafetería a desayunar tortitas con sirope cuando lo recoja todo.

    (Sigue aquí)

    Patchwork Grace – The Lovecats
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  • El Mensaje de la Música.

    Sugerencia de escritura del día
    Describe algo que hayas aprendido en el instituto.

     – ¿Cerraste?

     – ¡!

     – ¿Cerraste bien?

     – ¡Que sí!

     – Bueno, chicas, tenemos dos horas.

    Las tres se miraron, tenían el rostro lleno de maquillaje blanco y de preguntas. En sus manos un antiguo disco de vinilo, con un cuadro de un señor cargando leña en la portada. Frente a ellas, un tocadiscos Technics de aguja desgastada que pertenecía al instituto. Se las habían arreglado para poder entrar en la sala de música animadas por un misterioso plan.

     – Pero yo no sé usar esto.

     – Ni yo.

     – ¡Joder chicas! No puede ser tan difícil, vamos a prepararlo todo. ¿Quién tiene el cuaderno? 

     – ¡Yo!

     – Pues ya tardas en abrirlo.

    Era un viejo bloc de notas, con tapas de relieve y adornos en tonos oscuros, lo llamaban el cuaderno de las brujas. En finos trazos de pluma estilográfica y filigranas caligráficas, había dos años de investigación e indagación sobre temas paranormales.

     Las tres amigas se habían hecho expertas en ciencias ocultas rastreando  información en las redes, leyendo libros antiguos y preguntando a los mayores del pueblo. La última revelación estaba proporcionada por el padre de la Patri, que en los 80 tenía un grupo de heavy metal. Se habían documentado lo suficiente y estaban preparadas, solo tenían que seguir el manual que habían preparado.

     – ¡Tiza!

     – Aquí.

    En el viejo suelo gris del aula pintaron un pentagrama, varios signos cabalísticos y tres círculos alrededor.

     – ¿Velas?

     – Aquí.

    Los cirios fueron repartidos alrededor de las formas dibujadas, cuidadosamente colocados, alineados de manera estudiada siguiendo un ritual. Prendieron las mechas y apagaron la luz de la sala.

     – ¡Incienso!

     – Aquí.

     – ¿De sándalo?

     – ¡Que sííí!

    El aroma ocupó rápidamente toda la estancia, las tres empezaron a recitar un antiguo salmo cabalístico, de dudosa procedencia, para comenzar la ceremonia. Rezaron, cantaron y realizaron gestos de ritos wiccanos sobre invocaciones de entidades divinas errantes y demonios apresados, en curiosas botellas de barro, cocidas por el tiempo y olvidados en el exilio.

     – Bueno, y ahora ¿qué hacemos con el disco?

     – A ver, ponlo aquí.

     – ¿Pero así?

     – ¡No coño! Sácalo de su envoltura.

     – Si lo rompéis la Patri me mata.

     – Ves, así, ya está puesto.

     – ¿Y ahora? ¿Dónde está la tecla de inicio de reproducción?

     – Aquí, en el botón del triángulo.

    El mecanismo del movimiento del brazo del tocadiscos retumbó en el silencio de la sala, la aguja empezó a crepitar a través los surcos que en su día Atlantics Records mandó grabar. El riff de Black Dog empezó a tronar, rebotando el sonido por las paredes del aula.

     – ¿Se puede bajar eso? ¡Nos van a pillar!

     – Esta canción no es, es la cuarta.

     – ¿Cómo se pasan las putas canciones?

     – ¡Yo qué sé!

     – No hay botón para pasar de canción.

     – Chicas bajen la música.

     – Tiene que poderse, creo que así.

    El sonido del arrastre de la aguja saltando los surcos maldijo la sala, pronto, junto al comienzo de la melodía de Stairway to Heaven, se empezó a escuchar golpes en la puerta del claustro. 

     – Hay que poner el trasto ese al final de la canción y escucharla al revés. – Dijo arrastrando la aguja de nuevo

     – Así vais a estropear el disco a la Patri.

     – ¿Y como hacemos para que gire hacia atrás?

    La puerta era golpeada sin piedad, a voz de “¡Abrid la puerta!” Una de las aspirantes a bruja consiguió invertir el sonido del vinilo, forzándolo con la mano, fue irregular en sonido, pero efectivo.

    De pronto se abrió puertas de la sala de música, en dirección tenían una llave de repuesto, dejando entrar a unos profesores asombrados por la peculiar decoración que las tres amigas habían practicado al aula.


    Media hora más tarde, las tres hechiceras amateurs, con la mirada baja y la tensión del reo desfilando por el pasillo de la muerte, esperaban a la directora del instituto en su despacho.

     – Si al menos nos hubiese salido.

     – ¿Quién ha dicho que no ha ocurrido algo?

     – Sí, que de esta nos echan.

     – Por si acaso, el padre de la Patri es abogado.

     – Y tiene un disco rallado.

     – ¡Silencio!

    Las tres miraron al frente y silenciaron sus palabras. Asustadas, con los ojos humedecidos y sudor frío en cada frente. La directora caminó lenta y ceremoniosa y les arrojó delante de ellas unos documentos envejecidos. Uno por cada una de ellas. 

     – Bien, me habéis llamado.- La directora tenia una voz animada, como de quien invita a café – A la antigua usanza, hoy se usan métodos más modernos. Pero los acepto. ¿Sabéis cómo funciona esto?

     – ¿A qué se refiere? – Dijo una de ellas.

     – A nuestro pacto. – Respondió la directora mirándoles desafiante. Su mirada tenía la intensa extrañeza de quien oculta un poderoso misterio, sus ojos, el brillo rojo de las llamas candentes del fuego del infierno.

    Led Zeppelin – Black Dog
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  • Luces al Anochecer

    (Esta historia empieza aquí)

    Sugerencia de escritura del día
    Describe un cambio positivo que hayas hecho en tu vida.

    Esa extraña puesta de sol de cielo cubierto de carmesí intenso pasaba ya por cotidiano a ojos de Adam, que terminando la jornada en su finca, se tomaba un momento de reflexión, mientras contemplaba  la caída del astro en el delta, donde se podía divisar la extensión de sus cosechas.

    Pensaba en su mundo natal, en las gigantescas ciudades con el horizonte como límite. De los amigos que quedaron allá. Y de cómo se divertían por las antiguas calles de su ciudad, esas que tanto contrastaba con los edificios vanguardistas y con los medios de transporte modernos circulando sin rumbo. Locales de moda, risas y aglomeraciones de jóvenes en las noches de neón de los sábados, saltando al compás de melodías electrónicas.

     Pensaba curioso cómo había sido el cambio. Trabajar la tierra para que diese sus frutos, investigar el terreno y los nuevos alimentos, aprender a organizarse inventando medios y abrir un negocio. También había descubierto el amor, de la forma más intensa si cabe, acompañado por la lucha por sobrevivir y el miedo a lo desconocido. Y por último, no menos importante, la paternidad, algo que no se sabe tan difícil hasta que no se experimenta  Con el condicionante de estar en un mundo nuevo y desconocido, es todo un duro reto, pero bastante gratificante también.

    Los pocos rayos rojizos de luz dejaba paso a la curiosa noche primaveral Kerpliana, un cielo lleno de luces de colores, infinidad de luciérnagas y medusas creaban la luminiscencia necesaria para que la puesta de sol dejara paso a otro espectáculo natural no menos gratificante.

    Adam contemplaba que a pocos metros, Vega, su hija y Willy, jugaban corriendo entre risas tras las iridiscentes medusas más rezagadas, que escapaban, de torpe manera, en su ascenso a las alturas. Sentir el abrazo de Eva, que venía a su encuentro para volver a casa juntos, fue suficiente para que una idea se escapara de entre sus recuerdos hacia el oído de su amada;  

    – ¿Dónde iba a estar yo mejor que en mi hogar?

    Filter & The Crystal Method – Trip Like I Do
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  • La Caza de las Sombras

    (Esta historia empieza aquí)

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es la manera más divertida de hacer ejercicio físico?

    Por los signos del mal de la marea,  por el brillo de los cúmulos de nubes y por lo cortante de la brisa helada de fétido viento, por todo eso, sabía que había llegado. Una gran sombra, la más grande de todas. Así que Rufián y yo fuimos a por ella.

    En las ciénagas del norte fue donde mi fiel cadejo, logró hallar rastro, aquí estábamos, metidos hasta las rodillas en este pestilente barro, lugar de encuentro de almas perdidas y aberraciones malditas. Buen lugar para acechar a la oscuridad. 

    Cansado estaba ya de revolcarme por el hediondo lodo, cuando un extraño resplandor empezó a inquietar a Rufián, su siniestro ladrido de ultratumba me dio la señal de desenvainar, escupí un conjuro y corrí dispuesto a despedazar sombras con el filo de mi espada devoradora de almas corruptas.

    Salté de entre la vegetación intentando aprovechar el factor sorpresa, allí no había nada, tan solo una vieja lámpara de extraña forma y aún más extraño resplandor. Quise tocar con la punta de mi espada el objeto, fue entonces cuando me agarró por la espalda y en un brutal tirón destroce un árbol podrido con mi espalda, no sin antes ejecutar una estocada que terminó separando un horrible tentáculo del resto del cuerpo de mi agresor.

    No había logrado todavía incorporarme cuando lo vi pasar,  Era una mancha hecha de vacío, dolía al contemplarlo y de ese cúmulo de oscuridad salían numerosos tentáculos, se movía a una velocidad alarmante. Venía hacia mí como una locomotora. Esquive la primera embestida rodando por el suelo, la segunda me lanzó a cincuenta metros de donde estaba y me dejó luchando por mantenerme de pie cuando volvía a estar a la carga. 

     – ¡Sal del medio! – Una voz de mujer irrumpió en la batalla

     – ¿Qué? – A penas pude girar la cabeza 

     – ¡Que te quites! ¡Ya!

    Salté como pude, cayendo en el matorral más espinoso de toda la ciénaga. Ahí pude verla con claridad, el monstruo se abalanzaba hacia ella, pero ágil como un colibrí desapareció, no sin antes dispararle unos dardos de no sé qué arma desconocida para mí. La criatura estaba desorientada, algo le estaba haciendo esos pequeños arpones. Aproveche a caerle encima y clavar mi espada hasta el puño en su… donde pensé que estaba su cabeza.

     – Pero… ¿Qué haces? ¿No ves que te vas a matar? – Dijo ella.

     La valiente luchadora andaba ahora a espaldas del engendro, con rapidez felina disparó otra serie de dardos impactando en la rabiosa criatura que se retorcía y brincaba conmigo encima. La oscuridad del monstruo se deshacía, se convertía en un oscuro humo, de neumático quemado, que iba dejando el huesudo cuerpo de la persona que un día fue. En cuanto logré atisbar su verdadera forma, de un tajo circular le separé la cabeza del amasijo de músculos y huesos que formaban su cuerpo. Se desplomó y desapareció toda la oscuridad que habitaba en él.

     – ¿Me puedes decir quién eres y por qué no debo matarte? – Le dije a la chica guerrera clavando la mirada.

     – No puedes matarme porque te he salvado la vida y me debes una – Dijo ella mirándome de reojo – Además no me dejaría matar. Casi me fastidias la trampa que le había puesto a esa sombra.

    Rufián fue contento a saludarla mientras yo intentaba recomponer mi vestimenta, mis botas habían quedado dañadas, al alzar la mirada de nuevo, ya no estaba, se había esfumado como el humo al viento.

     – ¿Pero cómo te llamas?


     – Así que esa es la historia de mi reciente aventura, camarero, que bien vale la cena de hoy y al menos tres cervezas.

    – No te preocupes, cazador, esa mujer que acaba de salir, ¿te fijaste? Ella ha pagado tu consumición.

     – ¡Eh!, ¡espera! ¡Dime tu nombre al menos!

    Iron Maiden – Run to the Hills
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  • Lee este

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué libro podrías leer una y otra vez?

    Las Puertas de Anubis es un libro que Tim Powers publicó allá por 1983 y llegó a mis manos en 1992, por pura casualidad, por un “como sé que te gusta el género, léete esto”. Y yo como buen amigo me lo leí (aunque no pensaba hacerlo).

    El libro, dotado de vida propia, apareció una mañana en el que yo tenía un arduo trabajo, esperar sentado en la entrada de una oficina para anunciar quién llegaba y para rechazar quién no debía estar allí. Así que sintiendo el susurro interior en las tapas del envejecido volumen, lo abrí hasta el capítulo 1 y no pude volver a cerrarlo hasta terminarlo esa misma tarde.

    Sin hacer espóiler les diré que su trama es compleja, como cualquier historia sobre saltos en el tiempo. Solo que en este premiado ejemplar hay mucha fantasía y sentido del humor. Además, siempre he pensado que este libro, con alguna diferencia, se podía haber escrito en formato español cañí. Sería algo así;

    Las Ventanas de nuestra señora de los Remedios por Manuel García.

     Trepidante novela del escritor malagueño, cuya trama transcurre en la España rural de principios del siglo XX, justo en el instante que García Lorca escribe su Romancero Gitano.

    En nuestra época actual un grupo de científicos está llevando a cabo un experimento, donde Paco Pérez a título de experto en la materia y cuñado del actual ministro de Ciencias, Tecnología e Innovación, viaja en el tiempo a 1921, en el lugar y momento preciso que Lorca se dispone a comenzar El Romance de la Luna. 

    Pero su viaje se complica, siendo apresado por una conocida banda de asaltantes de la zona, perseguido por la guardia civil de la época y por una secta gitana de un extraño culto que mezclan dioses ancestrales con una vertiente radical de la religión católica.

    Las Ventanas de Nuestra Señora de los Remedios, cumbre de la literatura fantástica española, llega a ser la novela imprescindible para los seguidores de Manuel García. Llegando a ganar el Premio Minotauro a la mejor novela de su género en 2006.

    (Si fuera de verdad tendría buena pinta y todo)

    Buenas lecturas y felices sueños.

    Marea – Ciudad de los Gitanos.
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