Categoría: sueños

  • La fiesta patronal de Almendralejos de la Viña

    Sugerencia de escritura del día
    Invéntate un día festivo. Explica por qué todo el mundo debería celebrarlo y cómo.

    No cabía un alma en la plaza mayor de Almendralejos de la Viña, estaba a punto de empezar, todos vestían con sus mejores galas. Todos menos los participantes de la prueba, claro, ellos llevaban sus monos de cuero marrón y su pañoleta roja atada al cuello, que es lo que les identificaba como participantes. Allí estaban la dama y el caballero que habían obtenido el puesto de rey y reina de las fiestas que, como manda la tradición, debían dar el pistoletazo de salida.

    El estruendo fue feroz, fue el comienzo de la búsqueda del puercoespín, que como novedades este año había chicas participando y volvía a estar vetado el uso de palos y piedras como acto de liberarse de los demás concursantes. 

    La carrera por llegar al prado fue de lo más limpia, destacó la salida del joven número 12, quien fue seguido muy de cerca por la chica con el número 9 en la espalda. Ella saltó a los pies del contrincante, que quedó tumbado en el sueño al caer sobre una roca. En pocos minutos estaban buscando los rastros del animal, los demás participantes.

    Como todos saben en el pueblo, el puercoespín es rociado con un fluido pastoso de color rojo intenso, y al soltar al animal va dejando el rastro que le llevará a los competidores a saber su escondite. Y ya el número 4 había dado indicios de haberlo encontrado. El chaval marcado con el 1 se había dado cuenta y le arrojó en la cabeza un tronco enorme que había en el camino, dejándolo noqueado, y quedando número 1 descalificado por la normativa de palos y piedras. El juez le disparó el dardo tranquilizante de costumbre en esta actividad, quedando fuera de combate.

    Curiosamente, del interior del tronco lanzado anteriormente salió el preciado roedor. Número tres y número 12 estaban ahí para verlo, y corrieron a agarrarlo. El escurridizo animal decidió huir entre los matorrales más próximos mientras los dos participantes chocaban y se enlazaban en una pelea en la que terminaron rodando por el suelo. Acto que aprovechó la chica numerada con el 6, que empezó a palpar entre la maleza, descubriendo el paradero del bicho al clavarse en la mano varias de sus púas.

    Eso no fue suficiente para amedrentar a la número 6, agarró como pudo a la criatura con pinchos y se la llevó como trofeo hasta que la número diez logró arrebatársela con un poco de dolor al pincharse y la ayuda de un rodillazo en la barriga que dejó a la número seis bastante perjudicada. 

    Número diez con el puercoespín en los brazos, estaba llegando al lugar donde debía entregarlo para ganar la competición: la iglesia de Nuestra Señora de la Almendra, patrona de Almendralejos de la Viña. Ya la participante, con su trofeo con pinchos entre los brazos, cruzaba la plaza cuando apareció el número 13 detrás del manzano y de un certero puñetazo en la nariz, le hizo perder el equilibrio y caer por el puente. No sin antes perder el preciado animal con púas que quedó clavado en un brazo de 13, corrió con todas sus fuerzas hasta dentro del templo y empezó a golpear al cura con el puercoespín, tal y como manda la tradición, dejando al animal sin las pocas púas que le quedaba y al párroco sin conocimiento.

    Días después, cuando ya todos andaban recuperados, se celebró la boda del participante ganador del evento y de la reina de las fiestas, tal y como era la tradición. La novia lloraba desconsolada, no se sabe bien si de la alegría o por no haber ganado el galán que ella quería. Pero la tradición manda, en este caso, con una prohibición por normativa de solicitar el divorcio, hasta haber cumplido la mayoría de edad el primer hijo de los tres que deben concebir.

    Lamb of God – Reclamation

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  • Apiádate de nosotros

     El ejército estaba preparado, desplegados los soldados por todo el terreno, no podían imaginar una batalla más corta, abundantes en número, contaban con seis escuadrones subiendo la colina a esperas de las órdenes del mando. Tras ellos, todo un batallón esperando en retaguardia. Sería una cruenta masacre si no terminaban por rendirse, haría falta un milagro para que cambiasen las tornas.

    En la cima de la colina, expuesto al escuadrón más próximo, se le vio llegar, viejo como la montaña, arrastrando cansado sus pies a su paso, pero con la mirada feroz del depredador hambriento tras descubrir a su presa.

     – Ríndete, viejo. – Gritaron desde las trincheras. – Salva las vidas de tus discípulos.

     – ¡El Señor, mi Dios, me protegerá!

     – ¡Esta es vuestra última oportunidad, viejo! 

     – Dios misericordioso, imploro que caiga tu poder, que protejas tu pueblo elegido. Por tu gracia esperamos tu luz entre las sombras de nuestros enemigos.

     – ¡Comiencen el ataque!

    Los soldados aumentaron la velocidad, corrían hacia la cima con la esperanza de poder reducir a los invasores, sin muchas bajas, de ambos bandos. Los más veteranos sabían que no había que dar por sentada una victoria antes de una batalla.

    El cielo se iluminó amarillo intenso, la luz del sol se volvió violenta y se disparó en haces a los soldados más próximos a la cima. Quedando carbonizados en el acto. El rayo de luz invadió las trincheras, despojando de vida a los allí escondidos y se desplazó por la ladera, sembrando la muerte a su paso, hasta llegar al resto del regimiento. Había empezado a huir. 

    Aterrados estaban los pocos supervivientes que quedaban por tanta devastación, cuando una voz profunda y siniestra se escuchó desde más allá del horizonte.

     – ¡Manolito hijo, vamos, que nos tenemos que ir!

     – ¡Jo Mamá! Que se van a cargar a mi ejército.

     – Manolito, niño, deja de quemar hormigas con la lupa. ¡Coño! Que pareces un psicópata.

     – Espera que ya está casi.

     – Cómo se lo diga a tu padre…  

    Metallica – Creeping Death

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  • Entre tanto

    Soñándome anoche, con aquella de sonrisa tímida y mirada en celo, que me regalaste esa madrugada de domingo de misa del gallo tardía, en la que yo esperaba el calor de tus labios y solo te encontré brillando en una foto prestada. En tu aventura de conocer el mar, en romper tacones entre luces de pantalla sucia por el frío y ardiente por efecto etílico.

    Aquel día decidí esperarte llegar, con tus ansias de calor custodiado en tu lado de la cama y tu ciencia que acierta el efecto gravitatorio de tu piel sobre mis manos. Pero esa noche me llamó la ventana para que, callando el susurro de la alcoba desierta, saltase bravo tras la cena, que si estaba hambriento, cualquier carne es buena. 

    Seguí el camino de migas, de pan de molde de corpiño ajustado, detrás de una sonrisa ensayada, de deseo conseguido, sin dudar el necesitar un beso, con la de no saberme fiero, me quiso atento. Así entré en el juego, de tú me dices ven y yo lo dejo todo, que me ardan sus dedos mientras le miro a los ojos. En el baile del círculo roto, esperando sus colmillos en mi cuello, devorando mi alma sin la pasión de mi fuego, y que fue restando ceros.

    Me encontraste de madrugada, herido, sangrando, derramado en la cama, todavía sin aliento. Tú me relatabas tu aventura en el destierro, de tu sed de almas extrañas y tu veleta rota cansada del viento, yo luchaba por no desmayar y mantenerme atento, pero la sinfonía de tus palabras me llevaron lejos, donde soñé con pecados de lencería cara y copas de canela en rama alzando en rima su duelo. 

    Ahora ronco en silencio, calmado, cuando tu ausencia surgió por desapego y mi cansancio de labios alados se deshace entre mis dedos.

    The Jesus and Mary Chain – Darklands

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  • De guerreros y magos.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué significa ser un niño de espíritu?

    – ¡Cuidado! ¡Detrás de ti!

    El guerrero giró en una imposible cabriola y se dejó caer al suelo. La abominable criatura que,  ofuscada en la maleza del camino, atacaba entre las sombras, cayó sin control entre las piedras de la calzada. Un golpe de hacha le hubiera dejado sin cabeza, pero este horripilante ser era un ciempiés mutante y quedó partido por la mitad. 

    Pronto, las dos partes del monstruo hicieron amagos de atacar, pero el mago preparaba un conjuro, con el inquietante susurro de una canción inexplicable formó una lluvia de fuego que carbonizó a la dividida criatura, reduciéndolo a cenizas.

     – ¡Gracias mago! Buena jugada.

     – Ha estado cerca.

    El guerrero y el mago siguieron avanzando por su senda hacia el castillo negro, fue saliendo del bosque cuando se encontraron con el peor de los imprevistos.

     – Un segundo, hay un mensaje entrante – Se excusó el mago.

    Ante la mirada de los aventureros, se abrió una grieta en el cielo donde se podía ver el rostro de una señora un tanto enfadada, que con la lejana voz del que existe en otra dimensión exclamó:

     – ¿Se puede saber cuando vais a terminar? – 

     – ¡Oh no! ¡Es la bruja del mundo real! – Dijo asustado el guerrero.

     – ¡Niño, no le digas eso a la abuela! – Reprendió el mago a la impertinencia del guerrero.

     – Si no llegáis a la mesa en menos de cinco minutos, os quedáis sin postre, los dos. – Sentenció la malvada bruja. – Que tenga que estar llamando para que estos dos coman…

     – Bueno, Carlos, dejamos la partida para mañana.

     – ¡Jo! Abuelo, mañana tengo fútbol.

     – Bueno, pasado.

     – Hoy habéis estado tres horas metidos en esa maldita máquina – Bramó la voz de la bruja, a la que creían ya desconectada.

     – ¡Anda, Carlos! ¡Guarda la partida y vamos a comer!

     – Sí, antes de que la bruja nos lance un sortilegio.

     – El sortilegio de dejarte sin postre, niño insolente.

     – Es broma, abuela.

    De pronto el mundo de fantasía donde habitaban guerreros y magos se sumió en la oscuridad.

    Tool – Die Eier Von Satan

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  • La llegada

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué trayectorias profesionales alternativas te has planteado o te interesan?

     – ¿Estás seguro?

     – ¡Que sí!

     – Pero es que queda raro.

     – Vamos a ver, todos tienen coche, así que he buscado uno que no llame la atención. 

     – Sí, pero…

     – Es uno de los favoritos del lugar, líder en ventas por muchos años consecutivos, ¿no?

     – Sí, es así, pero…

     – ¿Ostentoso? ¡No! ¿Verdad? 

     – No, eso no.

     – Pues he conseguido uno sin llamar la atención y lo estoy reformando.

     – Eso es una de las cosas que me preocupa.

     – A ver… Tiene una carrocería, un volante y ruedas, ¿no? Lo tengo que adaptar a nuestros medios, por diferencias tecnológicas.

     – Sí, eso lo comprendo.

     – Es un 127. De color beige, con antena, suena música de la época y lleva cinturones de seguridad delanteros.

     – Sí, todo eso está muy bien.

     – Entonces, ¿Qué es lo que te preocupa Smerk?

     – Pase que haya ciertas luces y pantallas holográficas en el interior, que la antena del techo sea una resistencia ovalada de diodos de tungsteno. Pero que el vehículo circule flotando a cinco centímetros sobre el suelo y que las ruedas que lleva son de cartón pintado es algo que nos delata un poco.

     – Tu siempre tan exquisito, así no vamos a poder invadir nada.

    El Milagro de P. Tinto – Tengo un OVNI formidable

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  • Moneda de un Dólar

    Sugerencia de escritura del día
    Si un genio te concediera tres deseos, ¿qué pedirías?

    La moneda de un dólar brillaba argenta en su mano, su abuelo se lo había regalado aquella noche que se fue de casa, harta de discutir con todos, de que siempre pensaran lo peor. Su regalo prometía un deseo, la ofrenda de suerte perdida, ahora la abandonaría tirándola a la fuente, en un anhelo mezclado con rabia.

    Hace poco, en el gimnasio,  Marta se había encontrado la puerta entreabierta en el vestuario de los chicos, ahí lo vio, desnudándose frente al espejo, con esa mezcla de sudor y piel húmeda, que le hizo paralizar, contemplando en silencio sus movimientos. La mirada de él se quedó clavada en el espejo, ella reaccionó escapando con vergüenza. Supo que se había dado cuenta.

    Pasaron unos días en coincidir de nuevo, él vestía una sonrisa, ella un pequeño atisbo de pudor, él jugaba a buscar entre líneas, ella esquivaba balones, él detrás de sus pasos, ella buscó la puerta de atrás y desapareció. 

    Él tampoco apareció más. Hasta hoy. Y Marta se le quedó mirando alzar pesas, tensar músculos, empapar su minúscula camiseta de poliéster con el sudor de su frente. Se pensó nimia gota en el mar y quiso volver a casa, a meditar en calma sobre el placer solitario de un recuerdo. Pero a la salida una mano le agarró el brazo.

     – ¿Qué quieres?

     – Perdona, solo quería saber si querías tomarte algo conmigo.

     – ¿Por qué? No quiero nada contigo. 

     – Pero, yo noto que te fijas en mí.

     – ¿Y qué?

     – Pensaba que te gustaba.

     – Pero eso no significa que quiera nada.

     – El otro día sé que te quedaste mirándome, al desnudarme en el vestuario.

    Marta se escondió tras una mirada de furia, se hizo viento y se fue.

    La moneda de un dólar giró impulsada por el chasquido de dedos de Marta, volando alegre hasta estrellarse en un sonido de campanas más allá de la oscuridad en el pozo de los deseos.

     – Ojalá desaparezca – Pensó la joven, con los ojos brillantes, apoyada en el pozo. Pensó en el chico del gimnasio, en sus padres, en el ruido sordo del viejo que le mira cuando sube las escaleras. En su vecina que le sonríe raro, en el de la frutería que se equivoca en el peso, en el jefe de personal, con su porte serio de maestro antiguo, con aroma de naftalina y polillas en los bolsillos, en el niño que toca al timbre de su casa y la mira desde la esquina de la escalera… 

      – Ojalá desaparezcan todos –

    Antes de que una lágrima estallara en el suelo, Marta se quedó sola.

    Lacuna Coil – Oxygen

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  • El tío Tobías

    Sugerencia de escritura del día
    Describe a un miembro de la familia.

    El tío Tobías es algo excéntrico, siempre con un salmo secreto en los labios, con una parábola hiperbólica en la mente. Desde pequeño parecía mayor, su pelo tornó a blanco al mismo tiempo que su voz cambió de tono y su cara de niño cambió a la de un señor, serio, sin tintes de broma adolescente, ni juvenil alboroto.

    Si me acerco a su vera, simula que no me ve, si me pego a él, se retira discreto, recitando no sé qué indescifrable misterio, pero se queda cerca, vigilando. Detrás de esa mirada perdida en un vaso de luquete de limón sobrio, donde pierde el tiempo cuando está en casa, cuando no está en un libro.

    Cuando estoy yo, él lee en voz alta, sin expresión pero con fluidez. Le pido historias de animales salvajes, de tierras inhóspitas y de selvas perdidas, de ríos anchos y árboles eternos. Aunque él parece no escucharme, aparece pronto, dispuesto a llevarme de paseo, por alguna de sus impenetrables junglas o algún desierto yelmo.

    El tío Tobías parece perdido, pero no lo está, simplemente sonríe de otro modo, su lenguaje es diferente y ama suave desde su respiración profunda, para comprender el significado de su canción hay que entrar en su mente. Aunque el tío Tobías esté siempre serio, yo sé que también se alegra de tenerme cerca aunque él esté lejos.

    Don McLean – Vincent

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  • Sopa

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué plato dirías que es tu especialidad?

     – Doctor, verá, es muy raro lo que me pasa.

     – Usted dirá.

     – Por las noches, cuando me siento y me relajo, empiezo a ver colores. Salen de la sopa, humeantes y ondulantes, de la televisión, por medio del sonido, salen en mi piel cuando me rozo con el sofá. El azul me golpea como un mazo en la cabeza, dejándome el sonido de platillos, el amarillo me chilla fuerte en el oído, con su voz de trompeta barítona, el violeta se desparrama sobre mí, mojándome la ropa dejándome perdido de olor a frambuesa. Y el rosa, este es el peor, se sube por mis piernas como una hormiga, cientos de ellas subiendo queriendo devorarme el alma.

     – Interesante, ¿y usted qué hace cuando le pasa eso?  

     – Lloro, con ganas además, pero en vez de lágrimas salen dos arcoíris, uno a cada lado, que se evaporan y se elevan, dejando nubes de colores en la sala que llueven confeti y serpentinas. No sé qué hacer, estoy desesperado ¿Me puede recetar algo, doctor?

     – Pero ¿Se puede saber que ha tomado usted?

     – Nada, yo solo ceno y me voy al sofá a ver la tele.

     – ¿Nada de nada? ¿Toma alguna medicación?

     – No, paracetamol si me duele la cabeza.

     – ¿Bebe?

     – Solo agua destilada.

     – Vale, ¿qué es lo que come?

     – Sopa de setas, unas pequeñitas con forma de paraguas que me consiguió un amigo, son caras, pero están muy ricas.

     – Tómese estos antidepresivos isotónicos con agua de lluvia.

    Three Days Grace – Animal I Have Become

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  • Reunión de Amigos

    Sugerencia de escritura del día
    Dinos algo que creas que todo el mundo debería saber.

    Había subido algo de peso y en su cabello se podía ver un adelanto del reflejo plateado que algún día cubrirá su cabeza. Aun así, era inconfundible ese porte marcial en la sala de espera del hotel que habíamos acordado, por supuesto, el primero en llegar. Tras el abrazo que tantas ganas tenía de darle, nos pusimos a charlar en la cafetería mientras esperábamos a los demás. Hacía muchos años que no veía a él y al resto del grupo. Por fin, después de meses planeándolo, habían conseguido hacer una reunión de amigos de la infancia. 

     – … Como adolescentes, y tú estarás de acuerdo conmigo, amigo mío, fuimos de lo más felices, el problema fue más adelante ¿Te acuerdas cuando nos juntamos con el grupo de Patri?

     – Como no acordarme, tú estabas frito por Patri ¿Verdad?

     – Lo confieso, me encantaba, pero a ella le gustaba Miguel.

     – A Miguel le gustaba Ángeles, me lo dijo él. Pero no le hacía caso ninguno.

     – Porque a Miguel quien realmente le gustaba era Fernando ¿Cómo te quedas?

     – Pues no me extraña, siempre estaban juntos.

     – A Fernando le gustaba Marta, pero también Miguel, la época no era para ir saliendo del armario, así que  mantuvieron sus coqueteos en secreto. Los tíos se lo hacían en mi casa cuando los demás no estaban. Y Marta participó alguna vez.

     – ¿Eran un trío poliamoroso?

     – No, solo se liaban algunas veces, a Marta le gustabas tú.

     – No jodas, nunca noté nada.

     – Eso es porque Fernando alardeaba de que tu estabas detrás de el.

     – A mí me gustaba Sonia.

     – Y Lidia, y Clara, lo sabré yo. Bueno, a marta tampoco le hubieras hecho ascos.

     – A Lidia le gustabas tú, a Clara no lo tengo tan claro.

     – Lidia decía que le gustaba yo, pero en verdad le gustaba Clara, a Clara no le gustaba nadie, pero se acostó con todos, menos contigo, claro. Incluyendo a Lidia. Ella solo buscaba pasarlo bien. 

     – Joder, yo no estuve con nadie del grupo. 

     – Estuviste con Ángeles, bribón.

     – ¿Pero tú cómo lo sabes?

     – Yo lo sé todo ¿De quién era el apartamento? Mío, así que yo veía y sabía todo y si no, me lo contaban. A parte tenía una cámara en la entrada.

     – Mira, ahí viene Marta. 

     – Pues ahora que sé todos los líos amorosos, no sé de qué manera mirarlos.

     – ¿A Marta? Con cariño, que está recién divorciada.

    Dorian – Algunos Amigos

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  • Ruido Blanco

    Aquella tarde, como cualquier tarde detrás de un día de fiesta, tenía ruido en la mente. No un ruido fuerte, de motosierra, de camión de la basura a las tres de la mañana, mientras recoge cristales fragmentados en el contenedor de los suspiros rotos y yo soñando con ella mientras ignoro la consciencia. Mas bien, ruido de batería vacía, sonido sordo de televisión en silencio, donde escuchas los planos de tus pensamientos con gestos de otros, de ventrílocuo en conversación de lenguaje de signos con sombras chinescas.

    Quise romper el silencio, por si eso acallaba mi pensar, subir el sonido de aquel tocadiscos viejo, que solo recordaba melodías de Pink Floyd viajando lejos, recreándose en universos de dibujos extraños. Pero solo conseguí martillos desfilando al redoble de cientos de palabras inconexas, que querían acompañar mi cabeza y aumentar la sinfonía de luces que latían dentro de mí, acompañándome cuando el silencio era lo que más necesitaba escuchar. 

    Decidí escapar de mis pensamientos, vagando por la vereda del paisaje campestre de un cuadro de Van Gogh, pero giraba constante, llenando el vacío de mi razón de largos trazos pastel, llenando de gritos el espacio sobrante y derramando gotas de pintura a modo de lágrimas profundas. 

    Acallar el ruido de mi mente sería más fácil si te tengo cerca y te derramas en mi sofá, y me tapas con tu piel, cuando el frío de la ausencia de pensamientos araña el compás de mi meditar, aquellas tardes de cansancio acumulado donde robar un beso de tus distraídos labios cuesta un milagro a cambio.

    Pink Floyd – Wish You Were Here

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