Categoría: sueños

  • Soñarte despierto

    Sugerencia de escritura del día
    Si no necesitaras dormir, ¿qué harías con ese tiempo extra?

    Tras noches sin dormir, esperando el rumor de la cerradura delatando tu vuelta a casa, decidí hacer del insomnio un resumen de aventuras, que si bien por no soñar me sabía a poco, las fui enumerando y perdí la cuenta al amanecer.

    Antes de irme a la cama, tras cenarme las ganas de verte, mojadas con pan de semillas de recuerdos perdidos, me vino en mente la noche anterior y me armé con una estilográfica vieja con tinta de balas de plata, por si los pensamientos buscaran sangre, tener con qué mantenerlos a raya.

    Cerré los ojos con tan pocas ganas de dormir que, aun sin querer recordarlos, los sueños me vinieron despierto y no pude pararlos.  Así que arañé el papel con saña, a ver si encerrándolas entre estrofas medidas, mis pesadillas se volvían amables y me permitían recitar tus labios sin quemarme en el carmín y sin sentir que me devoras el alma con tu ausencia.

    Decorando letras con apófiges y trazando líneas en las virgulillas, me encontré con palabras inciertas, narrando sin querer curvas en otros senderos, que me despejaban la duda de horizontes amplios y de miradas imprecisas, y que el verbo amar se conjugaba en un pretérito imperfecto y que no había futuro simple para esperar sin predicar él ya veremos. Me quedé sin tinta, aquella noche de sábanas blancas que, pintadas de estrofas largas, de prosas poetizadas con rimel, que resultó coja de letras vanas en el texto de la esperanza.

    Sin esperar que el sol saliera, abrumado por dejarme sin palabras, me puse a dibujar el amanecer y a comentar el sabor del aroma de café que embriagaba la calle. Quise describir el crujir de la corteza del pan que, recién horneado, se rompía en caricias al deshacerse en mis manos. Intentar cruzarme con personas pérdidas de prisas y fotografiar sonrisas furtivas de recuerdos somnolientos, hizo que al memorizar la mirada perfecta quedara preso del sueño esa noche, al recordarla en la cama.

    Desperté descansado de tu recuerdo y hambriento de letras curvas, con ganas de rellenar un epitafio solemne, que me recuerde en muerte, que mi amor por la vida fue por haberla luchado. 

    Ahora espero en la playa atento, esperando que las olas me traigan en su murmullo, labios sedientos de palabras, para intercambiar emociones embotelladas  y tiradas al mar del recuerdo.

    The Flaming Lips – My Religion is You

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  • Peligro en tu mirada

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Confías en tu intuición?

    Ella bailaba sola, como si no hubiera mundo a su alrededor, como si la melodía de trote de caballo fuera una barrera de cadencia sagrada y porte místico, que procurase el aire que la mantiene viva. Como los sufíes giraba, inconsciente, sintiendo revivir en cada vuelta.

    Su mirada, luces verdes chispeantes en deseo, me dijo que me quería a su lado. Y yo, que obedezco siempre que se habla de instinto, me abrí paso en la marea de los perdidos, moviéndose sin control en sus ilusiones nocturnas de danza y delirio y me puse a su lado, bien cerca.

    Sonrió y saboreé peligro, sentí el roce de su cuerpo impulsado por la aglomeración y no tuve mas remedio que rodear su cintura con mis dedos y contarle al oído un secreto, que respondió con sus labios y me dijo: “De acuerdo, juntémonos lejos y conozcamos mejor nuestros miedos.”

    Dulce sensación de mala ventura, de su mano, en la calle de las penumbras, extraviándonos en el parque más cercano. Bajo la farola, un beso, cientos en el camino, adentrándonos entre los árboles, encontrando íntima la oscuridad del vedado. En busca de aquel lugar lejano, olvidado del paso de los que quererse querían, allá donde poder tenerte encima y continuar a solas nuestro baile agarrado.

    Peligro sublime, el de mi cuello, al sentir tu aliento erizar mi piel, ansias de su sed que rozaba el recorrido de mi sangre, que latía por ti mis venas en el camino de su boca. Afilados colmillos asomaban, tras tu verde mirada de sorpresa, pues afilada era mi argenta daga, la que atravesaba en secreto su espalda.

     – Esta vez fue el cazador quien se transformó en presa. 

    Susurré en su oído mientras el viento se llevaba su esencia.

     – Esta vez perdiste mi dádiva de vida, ofrenda de amor eterno.

    Se hizo olvido entre mis brazos, desprendiéndose de mis manos, tan solo quedó pavesa esparcida por la brisa del otoño.  

    The Jasmines – Love Son for a Vampire (Anny Lenox)

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  • El cementerio

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es tu lugar favorito de tu ciudad?

    Ella bailaba con las ráfagas de viento, dejando ondular su vestido corto a los caprichos de la brisa. Indiferente a su alrededor, a compás de un ritmo imaginario, de luces de sueños turbios y tambores de gotas de lluvia sobre latas oxidadas y flores marchitas por el olvido.

    Él, marchito como las flores, envuelto en una fantasía de nubes negras y gruñidos celestiales que, a gritos de trueno, clamaban juicios sobre sus pedestales olímpicos. Su voz era sollozo, y con el trino apagado del alcaudón le preguntó a la bailarina.

     – ¿Por qué estás tan alegre, si estás muerta? 

    Ella, encogiéndose de hombros, le dedicó la más pura de sus sonrisas, le miró un instante a los ojos y siguió trenzando sus pies, desafiando a la parca desde su tumba, desde donde no paraba de bailar.

     – ¿Qué más da? Dejar de hacerlo no me va a devolver la vida.

    Ella bailaba con las ráfagas de viento.

    Él empezó a sentir placer al contemplarla.

    Ramones – Pet Semantary

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  • La paz olvidada.

    El sudor bajaba por su frente.

    Su corazón latía rápido.

    Su corazón, golpeando fuerte su pecho, estaba en otro lado, aunque en el centro de la plaza, donde los turistas se agolpaban para ver las murallas. Su corazón y su mente estaban en su hogar, con los suyos.

    Amira tiene ocho años, Abdel doce, y los cuidan sus abuelos. Su marido Daim murió en la frontera, en una operación militar invasora, que se descontroló y afectó a la población civil, dejando hogares vacíos, familias rotas y el cielo lleno de almas confusas pidiendo justicia. 

    Eso fue lo que querían ofrecer aquellos que le comunicaron la muerte de su esposo. Ella no creía en la justicia, tampoco en la divina. Creía en un futuro incierto para sus hijos, en los disparos desde la frontera, en el miedo del ruido de las balas cerca de los colegios. 

    Y en los hospitales llenos.

    También creía en el fervor de su alrededor y en la necesidad de los suyos. En que, si lo hacía, no les faltaría de nada. 

    Nunca más.

    En una oración.

    Apretó los dientes.

    Y explotó todo.

    En la terraza de la suite de un hotel cercano, arropados por la seguridad del recinto, la ostentosa decoración era testigo de la mano que movía el peón. 

    El caballo fue retirado.

    Alpha Blondy – Jerusalem

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  • Hyrax

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué animales te gustan más?

    Los hialoideos o hyrax son unos animalitos gráciles y simpáticos parecidos a las marmotas que habitan en zonas rocosas, aprovechando oquedades naturales para convertirlas en su hogar. Curiosamente, están emparentados con los elefantes y con los manatíes. 

    Su característica más significativa, aparte de su tan desarrollada inteligencia, es su maldad. En la antigüedad era conocido con el nombre de Damán y fue en la biblia donde se consideró animal impuro. “El damán,  porque es rumiante, pero no tiene la pezuña partida. Es impuro para ustedes. (Levítico 11:5)”, lo cierto es que en las sagradas escrituras se ha mencionado varias veces: “Hay cuatro cosas que, aunque están entre las más pequeñas de la tierra, son instintivamente sabias (…) los damanes, que no son criaturas poderosas, pero hacen sus casas en las rocas (Proverbios 30:24-26)»

    Como estos curiosos animalitos hacen su vida entre rocas, se les terminó nombrando como Hyrax rockero que con su repudio bíblico terminó encauzado en casi todas las variantes del Heavy Metal. Ya en el National Geographic mencionan la importancia de su canto, según se refiere la conocida revista: “Cuando sale el sol sobre el mar muerto, los damanes rockeros salen de sus oscuras madrigueras y comienzan a cantar.” Esperemos que lo hagan algún día, acompañado por la guitarra de James Murphy (ex Obituary), el bajo de Jeff Hughell (ex Asylum) y por la batería de Mike Hamilton (Exhumed)

    El odio de esta singular criatura por la especie humana es evidente, solo tiene que darse cuenta con qué cara de desprecio nos mira. En cuanto se da cuenta de la presencia del hombre nos lanza su habitual grito de guerra “AWAWA”, aunque todavía los científicos no han podido precisar que quieren decir con esa expresión, hay varias teorías al respecto; la más aceptada es que dicha palabra o frase debe ser un insulto o improperio, más concretamente  “Largo de aquí, hijo de la gran puta” donde su vocal tónica se enfatiza en la segunda A. Otra teoría explica que es un sonido de amenaza, muy defendida en Estados Unidos, donde creen que se traduce como “Te voy a clavar mis blancos colmillos en tu jodido culo de humano”.

    Por último, dado que la palabra “AWAWA” es un palíndromo, conociendo la afición ocultista de usar este tipo de palabras, como “abracadabra”, existe la creencia de que es un mensaje satánico, más específicamente “Mouchos, coruxas, sapos e bruxas” de incompresible significado. Se sospecha que es una invocación a Behemot, con el que guarda un lejano parentesco según la creencia.  

    El alegre y pizpireto mamifero ya tiene una cantidad considerable de seguidores en redes sociales, en Instagram, TikTok y, en menor medida, en YouTube, se cree que promovido por una secta satánica desconocida liderada por una ardilla tuerta. Disfruten pues, de las imágenes de este pequeño animal, que es de mis favoritos.

    Obituary – Violence

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  • Ven a mi.

    Me llamaban.

    No sé de dónde y para qué, pero conocía lo que iba a suceder.

    Yo flotaba en mi condena, la que yo mismo me impuse, creé mis muros y mis limitaciones, a saber cómo. Los acontecimientos como los que ocurrieron ahora me hacen sentir vivo, nunca mejor dicho.

    La llamada era como el tirón de un anzuelo, de una caña de pescar inmensa, desde el otro lado del agua. Me hacía cruzar puertas y caminos, hasta llegar al lugar correcto, siempre desconocido. Una vez hubiera llegado, era como rellenar una botella, me iba derramando poco a poco hasta completar mi entrada. Por último, sentía el cierre hermético en alguna parte de mi ser, que pronto descubriría como la cabeza.

    Ya solo quedaba abrir los ojos.

    Mi primera reacción sería gritar fuerte, o llorar de miedo, o gemir de desasosiego, pero siempre me siento sin control para poder hacerlo, como si fuera el capitán de una embarcación, de marineros extraños, que no conocieran mi lengua, ni yo la de ellos. Parecía tener un traje pequeño, o quizás grande, que me hacía daño en los pies al andar y en los ojos al mirar, pero que poco a poco tomaba el control y podía manejar.

    La mirada empezó a enfocar una forma que, según se iba aclarando, empezaba a tener significado. Los recuerdos inundaban mi mente, comenzaba a comprender y en un instante volví a ser parte de lo que en un momento fui.

    Frente a mí una joven, preciosa, con cara asustada y chispa en la mirada, esa chispa que hace que los hombres se vuelvan locos de atar por perecer en sus brazos.

     – ¿Rebeca?

     – No, soy Tiara, tu hija.

     – ¡Tiara! ¡Qué grande estás! ¡Cómo te pareces a tu madre! 

     – Ya hace 17 años de tu muerte, tengo ya casi los treinta.

     – ¿Por qué me has llamado después de tanto tiempo, Tiara?

     – Mamá no quería que lo hiciera, siempre ha pensado que no está bien perturbar a los… a los que no están vivos, pero siempre me ha atormentado… Necesito saber… ¿Por qué te suicidaste?

     – ¿Qué? ¿Qué me suicidé? No fue así, me falló el coche, no lo pude evitar. 

     – Todos creíamos que lo habías hecho, que te habías tirado a aquel acantilado queriendo.

     – No fue así, yo vivía feliz. Yo os quería. Os quería mucho a las dos para pensar en algo así.

    La joven se echó a llorar, sintió el peso del fantasma del remordimiento, del que tantos años había escuchado la cadena, arrastrando con ella una mísera adolescencia llena de conflictos y contradicciones.

     – Tiara, yo en vida te quería, y en muerte también. Esto es muy distinto, no es algo que sepa explicarte. – Quise ser comprendido, pero ya sentía al otro lado tirando de mí. – No te preocupes por mí, estoy bien, pero hazme el favor de ser feliz. ¿Me voy en paz contigo?

    Tiara asintió con la cabeza, sin poder dejar de llorar, expulsando su pesar en forma de lágrimas. Le dije adiós. Me quedé para mí el misterio del porqué, poco después de morir, fui llamado por su madre con la misma pregunta. Tal vez ella, en vez de buscar respuesta, quiso exorcizar remordimientos.

    Me desprendí del cuerpo prestado, fue como quitarme un guante estrecho, demasiado para estar cómodo. Al volver a mi cautiverio encontré algo distinto, más luz, rodeándome suave, paz que me envolvía, me invitaba a fundirme con ella, a formar parte del todo, a ser nosotros en uno, no necesitar ser, solo estar.

    Y fui final al principio del universo.

    The Jesus and Mary Chain – Happy When it Rains

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  • Manual de buena conducta en comunicación telemática.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué libro estás leyendo ahora?

    Buenas tardes, señor Iván Gustiado. Bienvenido al chat de servicio técnico de  Podapohone, en este momento todos los técnicos están ocupados. En unos minutos le pasaremos con uno de ellos.

    >>Paco Nectado está en línea

     – Buenas tardes, soy Paco Nectado, su técnico online. ¿En qué puedo ayudarle?

     – Buenas tardes, mi teléfono no me sonríe.

     – ¿Su teléfono no le sonríe?

     – Sí

     – ¿Lo hacía antes?

     – Sí

     – Y ya no lo hace.

     – No, no lo hace.

     – ¿Ha intentado reiniciar el terminal?

     – Sí

     – Y sigue sin sonreírle.

     – Sí, ya no me sonríe.

     – Vale, señor Iván, ¿me puede explicar cómo le sonríe el móvil?

     – No, señor técnico, le he dicho que ya no me sonríe. 

     – Vale, pero, ¿cómo lo hacía?

     – De manera agradable y con musicalidad.

     – Pero ¿qué hacía usted para que le apareciese esa sonrisa?

     – Nada, lo hacía solo.

     – Pero, ¿al llamar? ¿Al encenderlo? ¿Se puede saber cuando ocurría la sonrisa?

     – Sí, eso.

     – Pero don Iván, ¿eso? ¿Eso qué? ¿De dónde venía la sonrisa esa?

     – ¡Yo qué sé! El técnico es usted.

     – Vale, sí, qué marca y modelo tiene.

     – SEAT 127.

     – Comprendo. Ahora, por favor, dígame qué marca y modelo tiene de móvil.

     – Samsung Galaxy.

     – Vale, entre en ajustes.

     – ¿Y qué es eso?

     – No se preocupe, ¿sabe apagar el móvil?

    – Sí.

     – Vale, apáguelo.

     – Ya está.

     – Ahora apriete el botón de bajar el volumen y de encender al mismo tiempo, déjelos apretados unos segundos.

     – Ahora se está encendiendo, me ha salido un marcianito verde.

     – Déjelo cargar, don Iván.

     – Vale.

     – ¿Cómo va?

     – ¡Oh! Mi teléfono, sí, ya me sonríe. Gracias, señor técnico.

     – Espere, don Iván, ¿dónde le aparece la sonrisa?

     – ¿Don Iván?

     – Por favor, no me deje sin saber de dónde sale la puñetera sonrisa.

    Putochinomaricón – No tengo Wifi

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  • Credo

    Detrás de la antigua iglesia, como cada noche, la vi. Con su túnica azul ondulada por el viento, caminando descalza tras el frío suelo del convento, suplicando un verso lascivo, un juramento furtivo en el umbral de lo permitido mientras iba a mi encuentro. 

    Concupiscente dádiva divina en impacto de miradas, ardiente la mía, su piel helada, su rostro cristal perlado de lluvia salpicada, mis manos buscan tu cuerpo, las suyas sin hallar nada. La luz de la luna que se vuelve espejo en el charco de la entrada. 

    Y ya no estaba, como cada noche, atravesó mi cuerpo buscando un deseo, se transformó en humo en el abrazo, dejando el anhelo en mis manos, que ahora junto en reclinatorio y de rodillas le rezo.

    Othala – Mardilaupäev

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  • Adiós, amigo.

    (Esta historia empieza aquí)

    A pesar de la tristeza de Vega, a sabiendas de que no era un «hasta nunca», más bien un «nos veremos pronto», ella sabía que la marcha de Willy, marcaría no solo una despedida de su amigo, sino un adiós a la niñez.

    Ella forjaba su futuro enfocada en sus estudios y, aun en el mejor de los sitios, prepararse para xenobiologa era duro y desconcertante. Su amigo Willy dio prueba de ello. Con la ayuda de otros estudiantes, lograron probar que el grado de inteligencia de este ser, nativo del planeta Kepler, era similar al de los humanos. Vivían en comunidades de iguales y formaban clases y estamentos sociales.

    Lo que más diferenciaba a nuestras dos especies era su reproducción. Los kcepalominidos u hombres calamar, como lo llamaban coloquialmente, no tenían sexo, o no de manera definida. Todos o casi todos podían procrear.

    En sus encuentros sexuales, que los tenían a pesar de no tener un género como tal, iban intercambiando material genético. Lo más sorprendente, elegían la cualidad que querían del contrario, intercambiaban genes hasta que, una vez completa la célula primaria, que era un gameto vacío de contenido genético. Una vez que existía un genotipo completo, se empezaban a dividir.

    Tener descendencia en esa especie era todo una aventura, hasta tal punto que ellos no formaban parejas, hacían una comunidad de varios individuos, que criaban y educaban a sus hijos en común. Formando aldeas, que intercambiaban material genético específico con otros aldeanos por necesidad.

    Willy sintió la llamada de su instinto esa primavera, y se lo comunicó a Vega, de aquella forma en que aprendieron a comunicarse después de tantos años, con pocas palabras y algunas miradas.

    Ella, mirando fijamente las estrellas de su mundo natal, que eran distintas a las que contemplaban sus padres a su edad, comprendió la importancia de la marcha de su amigo.

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  • Aquella Calle

    Sugerencia de escritura del día
    Si pudieras vivir en cualquier lugar del mundo, ¿dónde sería?

    Otra vez aquí, por la ventana asoma, el cojo atigrado que, a lo lejos gris, en la noche pardo, mendigando caricias, suplicando calma de olor a sardinas, como dice la canción, para resucitar de la desdicha y mitigar la calma. Mira callado, alargándose en arrumacos, hallándose encontrado por voluntad propia, queriéndose alejado para tener cómo escapar corriendo.

    De la mano atrapa, hambriento de escamas y de sueño atrasado, el sabor de un hogar que, por reinar en los tejados, por mantener la paz a arañazos cruzados, prefiere el barro del barrio que dormitar tras el vidrio, perezoso, sin ánimos del rugir de la batalla entre contenedores rotos, deseos de otros de entrar en tus tierras, que por negación afilada destierras, descontando vidas si hace falta.

    Ya se va, estómago lleno, caminado funambulista ciego, trepando muros rotos de hollín en la cara, cantando desafiante a la luna su llegada, amando su soledad de alfa y su omega, morir en combate, a pie de la calle cortada. 

    Björk – Hunter

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