
Tras noches sin dormir, esperando el rumor de la cerradura delatando tu vuelta a casa, decidí hacer del insomnio un resumen de aventuras, que si bien por no soñar me sabía a poco, las fui enumerando y perdí la cuenta al amanecer.
Antes de irme a la cama, tras cenarme las ganas de verte, mojadas con pan de semillas de recuerdos perdidos, me vino en mente la noche anterior y me armé con una estilográfica vieja con tinta de balas de plata, por si los pensamientos buscaran sangre, tener con qué mantenerlos a raya.
Cerré los ojos con tan pocas ganas de dormir que, aun sin querer recordarlos, los sueños me vinieron despierto y no pude pararlos. Así que arañé el papel con saña, a ver si encerrándolas entre estrofas medidas, mis pesadillas se volvían amables y me permitían recitar tus labios sin quemarme en el carmín y sin sentir que me devoras el alma con tu ausencia.
Decorando letras con apófiges y trazando líneas en las virgulillas, me encontré con palabras inciertas, narrando sin querer curvas en otros senderos, que me despejaban la duda de horizontes amplios y de miradas imprecisas, y que el verbo amar se conjugaba en un pretérito imperfecto y que no había futuro simple para esperar sin predicar él ya veremos. Me quedé sin tinta, aquella noche de sábanas blancas que, pintadas de estrofas largas, de prosas poetizadas con rimel, que resultó coja de letras vanas en el texto de la esperanza.
Sin esperar que el sol saliera, abrumado por dejarme sin palabras, me puse a dibujar el amanecer y a comentar el sabor del aroma de café que embriagaba la calle. Quise describir el crujir de la corteza del pan que, recién horneado, se rompía en caricias al deshacerse en mis manos. Intentar cruzarme con personas pérdidas de prisas y fotografiar sonrisas furtivas de recuerdos somnolientos, hizo que al memorizar la mirada perfecta quedara preso del sueño esa noche, al recordarla en la cama.
Desperté descansado de tu recuerdo y hambriento de letras curvas, con ganas de rellenar un epitafio solemne, que me recuerde en muerte, que mi amor por la vida fue por haberla luchado.
Ahora espero en la playa atento, esperando que las olas me traigan en su murmullo, labios sedientos de palabras, para intercambiar emociones embotelladas y tiradas al mar del recuerdo.
The Flaming Lips – My Religion is You







