Categoría: sueños

  • Arrebol

    Agibílibus de miradas errantes entre susurros, serendipia de intenso rojo carmín, en un juego neológico de palabras como astrolabio al oriente de tu mar encrespado. Arrebol de deseo en las mejillas ante el zaperoco ambiguo de caricias encubiertas, disimuladas en ciernes para continuarlo entre sábanas blancas. Danza arabesca de melodía urgente por descubrir entre el celaje, por canjear entre las chispas de mis dedos y los inefables suspiros sedientos de aire y párpados apretados buscando gehena, delirio y tormento. Y yo, enturbiado en mi selenofilia, me lo creo, aúllo al viento y entre tus brazos quiebro, perdido en el fluido del alcorque, me muero dentro

    Muse – Feeling Good

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  • El desagüe

    El cauce estancado de material de deshecho formaba un río lento, viscoso y pestilente. El barro llamaban a esa sustancia; toda la basura líquida, orgánica o química, iba a parar allí, a que fermentara. Aarón, metido hasta la cintura en dicho fluido, maldecía por cada paso que daba.

     – Maldito barro de las narices, ¿quién inventaría esta puta mierda de sistema de drenaje que ni los androides queréis trabajar aquí?

     -Haber estudiado jefe. 

     -Mira quien fue a hablar, el que no pasó los estándares de calidad. Proyecta el mapa, a ver si damos con el atasco, anda.

    Un proyector láser apareció del zancudo ayudante del operador y disparó una ráfaga de luz que tomó forma de laberinto de canales. En el centro, un punto rojo parpadeante les decía dónde estaban situados.

     -Estamos cerca, hojalata, prepara el taladro.

     -Vale jefe, seguro que va a ser tan fácil como siempre.

     -Si, yo también lo dudo, enfoca a 40 grados a la izquierda, a una distancia de cinco metros, ahí debía estar el desagüe.

    La zona indicada burbujeaba, parecía hervir con rabia, pero la temperatura del lugar decía que no era posible tal cosa. 

     -Me lo temía, dispara una esfera de plasma, pero que no llegue al suelo, es muy delicado y puede romperse. 

    Se escuchó un silbido desde el cuerpo del ayudante que terminó en el chapoteo de la esfera entrando en el barro. 

     -Que empiece la fiesta, prepárate para disparar otra.

     -No quedan, jefe.

     -Mierda. 

    La bola de plasma hizo explosión, dejando un estruendoso vacío que empezó a tragarse el lodo. El operario notó el tirón e hizo lo imposible por mantener el equilibrio mientras la marea lo impulsaba al desagüe. Lo que mantenía tapado el desagüe tuvo que haberse movido.

    Tras él apareció una forma que, llena de tentáculos ondulantes, le propinó un golpe, le hizo rodar hasta la boca de la alcantarilla, que por suerte estaba drenando bien. De su muñequera salió disparado un pequeño arpón quedó clavado en la pared, estaba engarzado a una cuerda que le dio estabilidad para ponerse en pie.

     – Hojalata, prepara los dardos ¿Hojalata? 

    Nadie respondió. 

     – Mierda.

    Justo delante de él, la masa de lodo fue levantándose hasta conseguir la altura de un oso, empezó a tomar forma, tenía tentáculos en su parte superior y un cuerpo viscoso y rechoncho, parecía una siniestra anémona llena de fango.  

     – Hojalata, por Dios, ¿dónde estás?

    El monstruo se empezó a aproximar reptando, estaba a pocos metros. Rápidamente, se liberó de la sujeción del arpón y  saltó hacia un lateral, golpeándose con la pared que había a su izquierda. Tumbado entre el lodo, sin capacidad para reaccionar, la sombra de la mole viscosa empezaba a tapar su cara mientras él luchaba por ponerse en pie entre los restos del fango.

    Un resplandor plateado escaló el cuerpo de la criatura, clavando sus tres finas patas en el cuerpo viscoso de la alimaña. Hizo una ráfaga de luces a su compañero humano en busca de instrucciones.

     – ¡Hojalata, dale una descarga, rápido!

    El lugar se iluminó de un resplandor azul eléctrico, el monstruo empezó a hincharse y explotó desparramando materia gelatinosa por toda la estancia, quedaron hombre y máquina llenos de residuos.

     – ¿Me echaba de menos, jefe?

     —Un poco sí —dijo Aarón mientras veía cómo el barro se desplazaba lentamente hacia el desagüe. – Tampoco ha sido tan difícil esta vez. ¿Te acuerdas cuando el alcantarillado estaba invadido por las ratas?

     – Poco, jefe. Mi módulo de memoria la golpeó aquella grande.

     – Dos metros y medio de roedor…

     – Esa fue su cena, ¿no, jefe?

     – Qué gracioso, no hay nada como el humor androide.

     – ¿Me está pidiendo un chiste?

     – ¿En qué se parece un Ghorb de alcantarilla con el ministro de relaciones interplanetarias?

     – No, por Dios.

     – En que los dos andan metidos en mierda. ¡Qué soso es usted, jefe!

    System of a Down – B.Y.O.B.

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  • Telaraña

    La luna estaba en el filo del cielo cuando ella tejía. La noche derramaba lágrimas sobre su hilo blanco, filamento de seda cosido con el frío de la escarcha, que la luz de la mañana premiaba con su calor.

    Apresaba entonces sueños con su tela de araña.

    Aurora – Silhouettes

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  • Mi humano interior

     – Mi humano interior es Jack Nicholson. – Dijo el lobo con semblante serio mientras giraba alrededor de la fogata. El amanecer se empezaba a intuir en el claro del bosque y el frío atrajo a muchos animales a esa hoguera mal apagada.

     – Pues yo no pude identificar al mío. – Explicaba el castor frente a la lumbre. – Sé que nadaba muy bien y rápido. Le aplaudían cuando salía del agua.

     – ¡Qué aburrido, castor! – Contestó el antílope. – Mi humano interior es negro, rápido como una gacela, y tiene un salto que le deja machacar en la canasta. No sé cómo se llama, pero juega en Los Milwaukee Bucks.

     – Yo me veo bailar y cantar. – Comentó el mapache – Millones de personas me miran, cuando aparezco todo brilla, hay música muy fuerte y salgo a darlo todo. Creo que soy Michael Jackson, o King África, no sé muy bien.

     – Yo percibo que soy Aretha Franklin – Dijo el oso.

     – Y yo, Jack el destripador. – Informó el pavo.

    El fuego comenzó a extinguirse y la luz del amanecer empezaba a inundar el claro del bosque. El coyote contemplaba a lo lejos, sonriendo, sin perder detalle. Jabalí, que pasaba por allí en su paseo matutino, le preguntó.

     – ¿Qué está pasado ahí? Menudo colocón que llevan, ¿no?

     – Esta noche vinieron unos señores, hicieron una hoguera y, entre canto y danza, cocinaron un brebaje en un caldero. Cuando se marcharon los humanos, estos de ahí quisieron comer de las sobras. Tenías que verlos revolverse y saltar. Venga, anímate y comprueba cuál es tu humano interior.

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  • En el otro lado

     -¿Está preparado?

     -¿Está usted seguro de que no habrá ningún daño cerebral?

     -No se preocupe, yo lo he experimentado varias veces y estoy bien. Además, le acompañaré en todo momento, viajaré con usted.

     -Está bien, conecte eso.

     -¿Ya?

     -Sí, estamos fuera.

     -Pues yo no siento nada raro.

     -¿No se da cuenta de que ya no uso mi voz? Estamos conectados.

     -Es verdad, ¿cómo lo hace? ¿Dónde estamos?

     -No lo tengo claro, pero es un lugar muy complejo.

     -No veo nada.

     -Tranquilo, irá apareciendo algo, no se preocupe.

     -¡Ah, sí! Estamos en una especie de catedral. ¿Cómo es posible?

     -Es usted católico, ¿verdad?

     – Mis padres eran muy religiosos, forma parte de mi educación.

     -Le voy a explicar mi hipótesis. Como ya le expliqué, lo que hace este aparato es seguir un vínculo cuántico. La materia cuántica puede tener vínculos casi irrompibles y eso es lo que hemos hecho, seguir los nuestros.

     -¿Entonces estamos en otro lado que está conectado con nosotros?

     -Algo así, lo que está pasando es que hay parte de nosotros mismos, que está en otra parte, y eso es lo que hemos seguido.

     -¿Un segundo cuerpo? Yo me veo manos y pies, incluso la misma ropa.

     – Es usted muy conservador, fíjese en mí.

      – ¡Dios mío!, parece un ángel.

     – En verdad lo he creado yo, estamos en un entorno muy manipulable.

     -¿Estamos muertos?

      – No, no se preocupe, estamos en el lugar donde terminamos cuando morimos, pero sin cortar el enlace que hay con nuestro cuerpo.

     -Pero solo estamos usted y yo. 

     -En verdad no, pero todavía usted no ha aprendido a verlo todo.

     -¿Usted los ve?

     -Sí, he visto muchos, incluso he hablado con algunos, no siempre con mucho sentido, eso sí. Incluso creo haber visto animales.

      – Según me dice, el entorno es moldeable, como si pudiéramos personalizarlo, nos comunicamos mentalmente…

     – Podemos intercambiar recuerdos.

     -¿Cómo?

     -Podemos enviar imágenes, sensaciones, recuerdos vividos, como si fueran nuestros, es más, casi creo que podemos archivarlos.

     -Esto es muy confuso, tengo demasiadas preguntas. Entiendo que esto es como un banco de memoria. ¿No?

     – Algo así.

     – Entonces, ¿qué coño somos aquí?

     – No lo sé, pero tengo mi teoría.

     – Vale, ¿qué piensa usted que somos?

     -Software.

    Alt-J – Adeline

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  • Salto

     Tras guardar su equipaje de mano en el compartimento superior, la joven tomó asiento, saludó con un gesto a su compañero de butaca, suspiró profundamente y se quedó con la mirada fija hacia el respaldo que tenía enfrente.

     – Es tu primer salto, ¿verdad? – Le dijo aquel desconocido que compartía asiento con ella. Un señor de unos cuarenta años, unas entradas prominentes en el pelo y cara de cansado.

     – Sí. – Respondió ella como si de un suspiro se tratase.

     – Olvídate de lo que te han contado, cada cual lo vive a su manera, no es tan terrible

     – Pues yo estoy muerta de miedo.

     – No te preocupes, yo ya he hecho varios y no me ha pasado nada. Saldremos en breve y todo será muy rápido.

    En ese momento, la luz interior bajaba de intensidad, por megafonía, se invitaba a los pasajeros a ocupar sus asientos y recordaban que los dispositivos transmisores de datos debían estar desconectados. Un zumbido blanco recorría las paredes, en ese momento notó que empezaban a moverse.

     – Tranquila, no vas a notar ninguna sacudida, ni vibraciones, ni golpes. Vamos a desplazarnos durante unos minutos sin más sensaciones que esta.

    La ventanilla mostraba un paisaje inmóvil, el mismo que había contemplado tanto tiempo en la estación de tránsito, una bella esfera azul que lo abarcaba todo y miles de estrellas alrededor. Pasarían treinta minutos cuando la megafonía se puso otra vez en marcha.

     – Señores pasajeros, vamos a cruzar el portal del salto, deben mantener los cinturones de seguridad puestos en todo momento…

     – Ahora viene lo bueno -Dijo el compañero de sitio—. Relájate, no pasará nada.

    El tirón fue tan fuerte que sintió que todo era tragado por un gran desagüe espacial, dejándola sola, flotando en el espacio. Veía la tierra de fondo, alejándose. Delante, miles de estrellas se aproximaban, dejando una lenta estela borrosa que empezaba a llenar de blanco toda la oscuridad del cielo.

    Tomó aire con todas sus fuerzas y abrió los ojos, no recordaba haberlos cerrado. El señor del asiento de al lado le sonrió.

     – ¿Estás bien?

     – Es extraño, estoy mareada. Parecía que me había quedado afuera y estaba flotando en el espacio.

     – Los científicos no saben por qué ocurre y lo achacan a alucinaciones, pero algunos dicen que el alma no comprende que el cuerpo se desplace tan rápido y se queda en el sitio hasta poder reaccionar.

     – Pues es una sensación aterradora.

     – Normal, mira por la ventanilla, solo por esto merece la pena lo que has pasado.

    Un resplandor brillante de color rosa abarcaba todo el cielo, nunca imagino tener tan cerca la nebulosa de Orión en todo su esplendor. La estación orbital les estaban esperando frente a ellos.

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  • Paisaje ártico

    Hace tanto tiempo y aún recuerdo tu cara, aquel moflete enrojecido de aquella bofetada, que pensé que te merecías, pero que aún retumba en mi mente en forma de culpa. 

    Decir que te echo de menos, de tan lejano, me resulta extraño. Treinta y ocho tendrías, supongo, y un mundo ya construido, que con tu simpatía y mis versos seguro que habríamos edificado juntos.

    Tal vez.

    No es que fuera perfecta nuestra forma de tratarnos, o quizás sí, y ya no me acuerdo de las tardes de prado, donde la arena te cansaba y yo miraba a otro lado. Éramos la primavera cazando sueños. Tú me ayudabas a quebrar corazones y yo te enseñaba acordes en silencio. 

    Pero los cristales rotos de la calle se los llevó la nieve en enero. Se marchó la alegre mirada de niño eterno. El vacío cubrió de gris mi pena, justo cuando el silbato de aquel tren que repetías mil veces, se quedó en silencio, en una terrible pausa en el cambio de vías.

    Vinieron sonrisas vestidas de lástima, piel dulce de caricias oscuras con aroma de esperanza. También quise salir corriendo y crecer lejos de ti, borrar mis pesadillas. Aunque supe pensar más en mí y destruir mis cadenas, siempre quedaba tras de mí una pequeña sombra que, discreta y en calma, me seguía de cerca.

    Un buen día me levanté y se fue la tristeza, se había cansado de mí, de tanto tiempo de espera. El cielo volvió a ser azul y sus días cálidos, las noches, brillantes de estrellas centelleando, lugar para el descanso. Aunque el frío pasó de repente, y empecé a fluir como un río encontrando su corriente, te quedaste en mi mente como aquel ángel que me guarda.

    Ozzy Osbourne – Crazy Train

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  • Primer contacto

    Esta história empieza aquí

    La sala oscureció, todos estaban sentados, entre murmullos que iban acallando ante la mirada atenta del anfitrión de la reunión. Entre los asistentes había científicos con sus batas blancas, militares de uniforme condecorado y gruesas estrellas en la manga y cargos políticos con su indumentaria de etiqueta.

    Llegó el silencio y empezó la proyección. 

    En la pantalla apareció una especie de chimpancé sin pelo, con ojos de color violeta y vestido con americana negra, y empezó a relatar una historia.

    Hola amigos, soy Anfûr Kleimöàsêahg, pero me pueden llamar Anf. Voy a contaros un breve resumen de la historia de nuestra especie. Nacimos en el cuarto planeta de un sistema situado en la galaxia que ustedes llaman Andrómeda. Es un poco más grande que el de ustedes y estamos más lejos de nuestra estrella, que es de clase G pero de un blanco azulado, muy bonita en las tardes de verano. No la veis porque la hemos ocultado, hemos creado una esfera Dyson alrededor de ella y eso hace que casi no emita radiación al exterior. 

    Nuestras especies, según hemos investigado, se parecen mucho, aunque la evolución nos haya tratado de manera distinta, el resultado es que somos tan guapos como ustedes. La clasificación de nuestra flora y fauna, aunque ligeramente diferente, tienen muchas similitudes, tenemos el equivalente a insectos, peces, aves, reptiles y mamíferos, a los que nosotros pertenecemos. Aunque hay sutiles diferencias, ya habrá tiempo para explicarlas.

    Nuestra civilización es más antigua que la de ustedes, por lo que, como ya habrán intuido, nuestro grado de desarrollo es más elevado. Somos de tipo II según la escala de Kardashev y ya tenemos experiencia en el contacto con otras civilizaciones. Así que este mensaje pretende ser una tarjeta de visita nuestra, con la intención de comenzar un primer contacto. 

    Comprendo que este tipo de asuntos sean un poco difíciles de asimilar y comprendemos que necesiten su tiempo para hacerlo. Así que, para cualquier consulta, aclaración o para comenzar el proceso de contacto, por favor, pulsen el siguiente vínculo.

    El silencio se resistía a abandonar la sala, todos tenían la mirada fija a la pantalla. Hasta que alguien, el más condecorado de los uniformes militares, se decidió a hablar.

     – ¿Qué broma es esta? ¿Es una coña, no?

     – Hemos recibido este mensaje desde unas coordenadas bien definidas en la galaxia Andrómeda, no nos consta manera de que pueda ser un bulo.

     – Qué va, ¡alguien está de guasa y se está riendo de nosotros!

     – No tenemos la tecnología para emitir ese tipo de señal ¿Quién va a querer gastar una cantidad indecente de energía para…?

     – ¡Qué vergüenza! Que os dejéis tomar el pelo por cualquier zumbado, seguro que esto tiene que ver con Elon Musk y su promoción de X.

    Todos los asistentes fueron abandonando la sala entre reproches y caras de indignación. La sala quedó vacía y triste, como la expresión del astrónomo que lideraba la reunión. 

    Coldplay – Adventure Of A Lifetime

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  • Al galope

    Evaristus suspiraba apoyado sobre el cuello de su montura, con la mirada fija en el horizonte y su mente en aventuras imaginarias más allá de estas tierras que pisaba. Espacios abiertos a batallas de espada y escudo, repletos de criaturas fantásticas, guardianas del presidio de bellas doncellas, que no dudarían en agradecer fervorosamente sus puestas en libertad, todas ellas y a la vez.

     – Señorito, si a las enseñanzas no anda atento, su padre se va a enojar.

     – De qué me sirve saber de diezmos e impuestos si yo lo que ansío es luchar.

     – El Conde se va a cabrear.

     – Siento que no esté contento, pero lo mío es pelear.

     – No lo conoce enfadado.

     – Yo no lo quiero a mi lado y me voy a escapar.

     – Señorito, vuelva, se lo ruego.

     – Lo siento, ya me he ido.

    Raudo, con su corcel derrapando por las laderas del camino, nuestro joven caballero escapó de la rutina. Galopó toda la mañana y parte de la tarde, y su corcel decidió aminorar el ritmo pese al constante azuzar de su jinete. Empezaba a caer el sol cuando el caballo paró. Nuestro protagonista le gritó enojado y su montura, con expresión de ofensa, le propinó un mordisco en la nariz.

     – Bestia inmunda, jamelgo desconsiderado, como osas mancillarme la tez.

     – Hijijiji – Contestó el corcel, mientras se fugaba aliviado.

     – Eso vete de una vez, total, me las arreglo bien si él.

    Por suerte para el caballero, tras no mucho caminar, encontró en el camino un sitio para descansar. Hambriento y cansado, Evaristus entró en lo que parecía ser una posada. Todas las mesas estaban ocupadas por gente que reían y brindaban, por lo que optó por asomarse a la barra, una corpulenta camarera con un corto vestido oriental, muy transparente para.

     – Buenas tardes, joven dama, ¿este es buen sitio para yantar y dormir?

     – Nuestra carne es buena, nuestro vino un elixir, pero aunque tengamos cama, no es descanso lo que se busca por aquí.

     – Yo busco cama y cordero.

     – Siempre que tengas dinero.

     – Solo llevo una moneda, salí corriendo y no llevo más.

     – O bien te enseño una teta o como mucho comer acelgas.

     – Entonces para dormir nada.

     – En el granero tienes paja.

     – este no es un sitio decente.

     – ¿Y ahora te das cuenta? ¡Qué impertinente!

    Nuestro joven héroe, cabizbajo y con cara de pesar, se dirigió a la puerta dispuesto a dormir en la intemperie, cuando entró un señor bien acicalado que reconoció en el acto.

     – ¿Padre? ¿Qué hacéis en este burdel?

     – ¿Evaristus? ¿Tú no te escapaste ayer?

     – Venga hijo, vete a casa. No ves que te echamos de menos.

     – Después de tanta travesía, ni de coña me vuelvo.

     – Pero si estás aquí al lado.

     – Llevo todo el día galopando.

     – Al castillo llegamos paseando.

     – Pero ¿Y todo lo que he cabalgado?

     – En círculo habrá sido.

     – Pues estoy jodido.

     – Más bien perdido. Sigues recto, la primera a la izquierda, y ahí tienes el castillo. Si vas de prisa, tardarás unos diez minutos. ¡So pardillo! Te acompañaría, pero aquí me retiene un asuntillo.

    Hawkwind – Assault & Battery

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  • ¿Hay alguien ahí?

     – Mira Bob

     – ¿Qué es eso Beb?

     – Es un mensaje desde el Brazo de Orión. Desde un sector que no tiene mucha actividad.

     – ¿Y qué quieren?

     – No sé, es un lenguaje muy extraño. Te lo envío.

     – La verdad, qué raro, parece un lenguaje muy primitivo. ¿Qué soporte usan para la comunicación?

     – Ondas de radio.

     – ¿Estarán pidiendo auxilio? Usar ondas de radio parece un método desesperado, para que todo el mundo los vea. ¿Los has investigado?

     – Sí, claro. Estos tipos están en un sistema planetario de ocho planetas, muy estable. Viven en el tercer planeta. Que, aunque está un poco sucio, todavía no agoniza. No son capaces de expandirse a otros lugares, ni tienen rutas comerciales con otras especies.

     – ¿Cómo son? ¿Desagradables de ver? ¿Muy agresivos? 

     – Son homínidos, como la gran mayoría, su planeta está lleno de encanto, lugares paradisiacos y una temperatura ideal. Hay conflictos entre ellos, pero suelen mostrarse cordiales, son interesados y muy fáciles de manipular.

     – ¿Sabes para qué me parecen interesantes, Bob?

     – No Beb ¿para qué?

     – Sería un buen planeta para dedicarlo al turismo. Contacta con ellos antes de que lo hagan otros, averigua qué es lo que necesitan y vamos a convencerlos para convertir su planeta en un lugar de vacaciones low cost. 

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