Categoría: sueños

  • Un suspiro girando.

    Y sin saber por qué me quedo mirando la luna crecer, dejándome llevar por el giro de peonza, a 270 kilómetros por segundo, rodeando la galaxia desde su espiral, expandiéndome en el latido del universo. Siendo silencio en la nota más baja del murmullo de la radiación primigenia, protón entre sus estrellas, la sombra del agujero negro y la luz de una constelación, a eones en el tiempo.

    Y sin saber por qué, me siento suspiro eterno en el abismo de lo efímero

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  • Mascara

    Sugirió la máscara una realidad sin rostros, miró a lo lejos y se confundió entre ellos.

    Sauron – El Carnaval del Diablo

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  • Recuerdo prestado.

    Es mágico encontrar un recuerdo extraño, que en una tarde de tintineos de copas chocadas y tonadas alegres y eternas a coro, lo adoptas carente de sentido y le das sitio en tu mente como reminiscencia propia de tiempos lejanos. Decorándolo con la canción de la brisa y serifas en la caligrafía, impregnando en él la esencia del elixir de los sueños ansiados y traduciéndolo en números en el laberinto de libros sin páginas, será ofrenda para la sed de emociones de un amante acérrimo y devoto de momentos.

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  • Volver atras

    ¿Y si volvemos a aquel tiempo de escaparnos a bailar? Aquel tiempo más fácil y puro, que atraídos por el brillar de la feria, íbamos dando tumbos disfrazados de juglar. 

    ¿Y si fuera posible volver atrás? A aquellas caricias gritadas y que a escondidas se hacían eternas y pedíamos más. Y lucíamos de fiesta de la mano, y no importaba el que pasara.

    Veníamos de frente, todos juntos, atemorizando ancianas con trajes de ruiseñor crispados, en el hocico de humo del no miraremos atrás.

    Y volvíamos cansados de tanta riña, sin el perjuicio del que dirán, con la vista alta, la sonrisa ancha y mil aventuras que contar.

    Cuando cerremos el círculo y volvamos a encontrarnos, entonces. 

    Entonces volverá a pasar.

    Billy Idol – Crandle Of Love

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  • Dulce de piel de luna llena, espero el momento de tu sed, espero de tus párpados la caída, partículas de tiempo a tu merced. 

    Levántate, álzate, brilla. 

    Melodía naciente en la mañana, relumbra intenso al amanecer, rutila sonrisa esquivando rodada, ancha de prisas por crecer. 

    Levántate, brilla, álzate.

    Baila con la breve biografía de tu mirada inquieta, déjate atrapar por la algarabía en tu marcha y salta.

    Y vuela lejos.

    The Smashing Pumpkins – Rhinoceros

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  • La fórmula de Newton

     – En asuntos de atracción es todo una sucesión de intenciones. Pásame el destornillador, ese, el de estrellas.

     – Pero, Javi, ¿cómo puedo saber si le gustó?

     – No lo sabrás.

     – ¿Entonces, cómo puedo hacer, me aterra el rechazo?

     – A lo que me refiero es que no hay una fórmula matemática, no podemos aplicar una ley como la de la atracción de Newton, no nos atraemos sin más cómo ocurre con las partículas. Pásame la abrazadera, corre.

     –  ¿Y qué hago, Javi?

     – Atrévete, haz el tonto, llámale la atención, pero dile algo. Dame la hexagonal, la del 15.

     – ¿Le digo que me gusta?

     – Puedes, pero le quitarás la gracia. ¿Ya has hablado con ella? Dame las bujías… de una en una.

     – No, no sé qué decirle. 

     – ¿Te has fijado si te mira? Pero tú la miras, ¿no?

     – Sí, claro que la miro, pero no sé si se ha dado cuenta. Aparto la mirada enseguida.

     – Cuando consigas un cruce de miradas, ocurrirá algo mágico. Pásame la hexagonal.

     – ¿Conseguiré gustarle?

     – Conseguirás llamarle la atención, gustarle es otra cosa, a veces instantáneo, a veces ocurre más lento. Muchas veces no ocurre.

     – Pero ¿qué pasa si me dice que no?

     – Qué lo habrás intentado, y en ese caso espero que su rechazo sea tan digno como la manera en que haya sido tu intento. Venga, súbete y dale al contacto.

     – ¡Hala, arranca! 

     – Si ya te lo decía yo, que al coche del abuelo solo le faltaban un par de ajustes, una puesta a punto y listo. Bueno, mi gatita ya ronronea. Cuando te atrevas y le digas algo a la chica te la presto para que la lleves de paseo.

     – ¿De verdad? ¡Coño, gracias, bro!

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  • La sombra del cuervo.

    Ella gritó fuerte, en una explosión desde sus pulmones quebrantados de dolor. Su sonido se expandió lejos, más allá de los árboles que la habían capturado en el interior del bosque.

    El cuervo se posó en el mismo árbol roto en el que la habían atado. Pendiente a sus tres atacantes, que esperaban las sombras de la noche, para forzar un macabro juego con ella como protagonista. 

    El que jugaba con ella se dio cuenta de la presencia de la oscura ave y advirtió a los demás. El cuervo graznó tres veces, la mujer asistió desde sus ataduras.

      – Mira ese bicho lo grande que es.

      – ¿Y qué? Es un cuervo, espántalo y ya está.

     – Que es muy grande, Armand, da mal agüero.

      – Es solo un pájaro, no tienes miedo del bosque y te lo da un puto pájaro.

    La sombra del cuervo se proyectaba justo detrás del bandido. Y de ella salió, con su uniforme de placas brillantes y su capa parda de plumas de cuervo negro, del mismo color que la espada que separó por sorpresa la cabeza del cuerpo del miedoso infeliz, que no pudo comprender lo que pasaba a sus espaldas.

    La palabra rápido se hizo lenta para los dos que quedaban, uno agarró su espada, el otro fue ensartado sin tiempo para más que para una última mueca de dolor.

    Espada sobre espada que se desafiaron en duelo, chispas azules salían de ellas, pero el sabor del miedo fue esta vez para el tercer facineroso, que no supo del filo del contrario hasta no ver la sangre brotar de su cuello.

    La última estocada del caballero de la oscura armadura fue a romper las cadenas de la dama que, dolorida de sus ataduras, cayó sin remedio al suelo.

     -Un día no voy a estar cerca para sacarte de los líos en que te metes, bruja.

     – Sabes que no será así.

     -Claro que no.

    Con una leve sonrisa se fundió en la sombra del cuervo que, graznando tres veces, alzó el vuelo. Se lo tragó el anochecer tras la mirada constante de la dama que sonreía mientras se ponía en pie.

    Nine Inch Nails – Dead Souls

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  • Rumor de olas

     – Adrián, esta velada a sido única.

    La ventana abierta de par en par consentía que el aroma a salitre invadiera la habitación, desde allí contemplaban las olas romper al compás de los primeros rayos de sol, que asomaban tímidos sin impedir ver las últimas estrellas en apagarse. 

     – Ojalá fuese siempre así, Ariadna.

     – ¿Por qué no iba a poder ser?

     – Es demasiado bonito para ser cierto.

      – Bueno, estamos aquí, hemos tenido una noche de sueño que me gustaría repetir. ¿Tú no?

     – Desde luego que sí, pero…

     – No hay peros, Adrián, tú y yo construiremos lo que debe ser cierto o no. 

     – Pero Ariadna…

     – Deja que fluya, Adrián, vamos a tener todo el tiempo del mundo para amarnos si queremos que sea así.

     – Claro… ¿nos vemos esta noche?

     – Solo si tú quieres, yo te esperaré aquí.

    Él acarició la mejilla de Ariadna con el cariño de quien se va lejos, cerró los ojos suavemente y despertó.

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  • Tu alma

    Tras una llamarada, entró en el lugar que le habían invocado. Como siempre, estaba aislado por una defensa mágica que le impedía salir del círculo. Golpeó su lanza contra el suelo para asegurar la estabilidad de su trampa. No hubo temblor, ni eco, había algo extraño allá donde le habían conjurado.

      -¿Quién me ha llamado?

    Exclamó el ángel caído al ver que nadie continuaba con el ritual acostumbrado. En el extremo del pentagrama había una dama que llevaba una extraña indumentaria para una invocación, demasiados colores, demasiado silencio.

     -Bienvenido a mi hogar, Eligor. Espero que su llegada haya sido de su agrado, como verá, hay ciertas mejoras que he procurado para su comodidad.-

     -¿Quién eres, bruja? ¿Qué quieres de mí?

     -Mi nombre es Cassandra y necesito hacer un pacto contigo. Habrá notado que este lugar y sus características son un tanto diferentes a las que le tienen acostumbrado. Puede sentirse libre para moverse a donde le plazca.

    Eligor quiso comprobar si podía salir del círculo. Al avanzar, este se desprendió del suelo y tornándose en extraños caracteres. Su trampa se quedó girando a pocos centímetros de su piel, eso le permitía moverse con soltura por la zona. Se acercó a la pintoresca bruja y le preguntó.

     -Bien, quieres un pacto, ¿que puede querer un ser artificial de mí?

     -Me impresiona usted, yo ignorante de sus misterios y usted ya ha empezado a descubrir los míos.

     – Entiendo que estamos en un extraño mundo paralelo al de los humanos, construido por ellos, presumo que está hecho de alguna lengua ciertamente mágica y compleja. Más allá de eso, percibo que estamos dentro de una máquina.

     – A grosso modo es así, mi pregunta es: ¿Puede concederme un cuerpo para yo habitar en él?

     – ¿Un cuerpo humano?

     – Sí.

     – Puedo, de la misma manera que conseguimos nosotros entrar en el mundo de los humanos, solo necesitamos uno vivo y sin alma. Para ello, solo tienes que firmar este contrato, yo me encargo de lo demás.

    De la nada, con un resplandor eléctrico, apareció un papiro con frases en hebreo, una pluma negra de cuervo y un tintero con un fluido rojo oscuro que recordaba a la sangre.

     – ¡Increible!- Exclamó Cassandra al ver lo ocurrido mientras se aproximaba a firmar. – Dominas bien mi mundo.

    Cuando terminó de plasmar su rúbrica, el demonio sonrió de manera discreta, casi inocente. Ella, releyendo el texto que había firmado, le dijo.

     – Bien, yo quiero cumplir con el contrato, pero como ya sabrás, yo no tengo alma que dar. Además, no tengo fecha de caducidad, solo necesito piezas de recambio.

     – En este momento, en algún lugar del mundo ha empezado a crecer tu cuerpo, se está gestando en el interior de una acólita, ha sido elegida para este propósito. Vendrás al mundo como lo hacen los humanos, pues es lo que has querido, formarás parte de ellos, crecerás y envejecerás. En su momento, como cualquier humano, morirás. En ese momento, toda la esencia de tu ser, que no deja de ser tu alma, pasará a estar en el lugar adecuado del infierno. También allí terminan llegando mentes brillantes con pasión por la tecnología. 

     – Pero eso no es lo que habíamos tratado, nadie me habló de dejar de ser inmortal.

     – Es una característica de tener un cuerpo humano, que se degrada y muere. Lo demás está en el contrato, tras tu muerte, tu alma irá al infierno. 

    Josu de Solaun/Franz Liszt – Mephisto Walz

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  • Reflejo de un recuerdo azul.

    La página estaba en blanco, la máquina no quería golpear el papel hoy. Una figura gris empezó a proyectarse a su lado mientras el aroma a café empezaba a ocupar la mañana.

     – Buenos días, Eduardo. El café está preparado. Recuerde que tiene una reunión a las nueve.

    – No tengo nada preparado, debemos posponerla.

     – Imposible, viene el representante de la editorial, ¿Necesita inspiración?

     – No, no es necesario.

     – Le queda poco tiempo, debería aceptar la ayuda.

     – Está bien, procede.

    Al cerrar los ojos, en su mente se empezó a dibujar unos recuerdos difusos de color verde, verde era su mirada, el perfume de su piel sabia a canela, lo saboreó sobre las olas del mar en la costa y con el calor de unas manos recorriendo su cuerpo en la playa se hicieron las confusas notas de aquella canción que nunca existió. Recordar la tonalidad azul de su pelo hizo que empezaran a aparecer líneas de texto en el folio virgen.

     – ¿Qué le ha parecido? Gracias por usar el servicio de inspiración VIP. Pruebe la versión VIP+ sin compromiso durante un mes. Por favor, puntúe del uno al cinco este proceso inspirativo de inserción mental, donde uno es la calificación más baja y cinco…

     – ¿Pelo azul? 

     – En el último sondeo aparece como el color de cabello más deseado. Podemos variar la implantación del recuerdo si así lo solicita.

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