Categoría: sueños

  • Danza en cuatro fases

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué te hace una persona única?

    I – Grito

    Su camino cansado irrumpió en las grietas formadas en la arena, deshaciéndolas en polvo al pasar. Al parar su marcha observo el entorno. Aves negras alrededor formando círculos concéntricos, lastimosos árboles sedientos en espera del sortilegio de invierno o de una muerte anunciada. Golpeó su cayado de rama nudosa fuerte en el suelo y gritó. 

    Gritó al aire con rabia. Rompiendo la paz de los pájaros que huyeron presa del pánico, los pocos animales que había en el terreno, también lo hicieron. 

    II – Oración

    El anciano se sentó, alzó las manos en alto y empezó su cántico. La melodía, expulsada desde sus pulmones, pasaba por su garganta, nariz y boca y era desparramado al ambiente. El aire transportaba su rezo al cielo y este respondía con una vibración. Cada átomo de la atmósfera del lugar que le rodeaba se estremecía esperando ser ordenados.

    El hombre alzó la vista, agarró su bastón y se levantó

    Silencio.

    III – Danza

    Su movimiento era suave, pausado. Su oración fue entonada de nuevo, sonidos graves de frases profundas que generaban contracción y dilatación en sus músculos, creando un ritmo al compás del movimiento. Una danza que empezaba en él y se expandía en sintonía con el aire, la temperatura variable del ambiente, las moléculas dispersas de humedad latente que, en un efecto Pigmalión cuántico. La brisa fue creando nubes negras que fue colapsando el cielo, eclipsando un débil sol cuyos rayos intentaban sobresalir entre los recovecos de los estratos. 

    Paró un instante y miró la nubosidad en proceso de formación.

    IV – Lluvia

    El anciano golpeó firme el terreno con el pie izquierdo, una gota cayó sobre su frente y sonrió.

    Las nubes se deshicieron en una lluvia suave y continua que pronto empapó la tierra convirtiéndola en barro.

    Su camino cansado se abrió paso entre los charcos en busca de cobijo.

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  • Auspicio de lo cotidiano

    Sugerencia de escritura del día
    Cuéntanos algo que la mayoría de gente no entiende.

    Y sin saber cómo, llegó.

    Melodía de libélulas en vuelo rasante al compás de la tarde, vals de aves de tonos apagados en sintonía con el mecer de las ramas de los árboles. Las últimas gotas del calor del verano se depositaban en pinceladas de luz, despojando a las flores de sus pétalos, llevando su perfume lejos en el viento.

    Y sin saber por qué, anocheció.

    El sol se llevó el color, arrastró sus rayos absorbiendo el verde de las ramas agitadas. Fue arrancado el azul de los lirios y quedaron lánguidos y mustios, el rojo y el amarillo de las mariposas quedaron manchados de gris, su vuelo se volvió lento y cayeron como hojas marchitas de árboles secos esperando su fin.

    Y sin saber cuándo, apareció la luna.

    En blanco y negro quedó el paisaje, las enredaderas, en un saludo a Selene, abrieron sus campanillas blancas ante su resplandor. De los troncos huecos salieron, amenazando a la oscuridad con sus cabriolas, luciérnagas de tonos brillantes que bailaban a la noche, orquestadas por el aullar de la penumbra.

    Y sin querer saber, despertó. 

    Pauline en la Playa – Un Bosque

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  • Mi superpoder.

    Sugerencia de escritura del día
    Cuéntanos una habilidad secreta que tengas o que te gustaría tener.

      – ¿Y dice que su superpoder tiene carácter eléctrico?

     – ¡Sí!

     – Pero no nos da muchos detalles, esta entrevista es para poder averiguar si da el perfil para que pueda unirse a nuestro grupo de superhéroes: Los justicieros de Chipiona.

     – Exacto, y yo tengo los requisitos que hacen falta. Se lo aseguro.

     – Vale, nos conoce, ¿verdad?

     – Claro que sí.

     – Aun así le voy a explicar quiénes somos y lo que hacemos. Ese flaco de ahí vestido de folclórico, como ya sabrás, le llamamos Fandan Go. Su habilidad es que al arrancarse a cantar obtiene supervelocidad, puede alcanzar los 450 km/h a ritmo del zapateado. Además, tiene el ataque de lanzamiento de castañuelas.

     – Sí, lo conozco, aunque no lo había visto.

     – Eso es porque va muy rápido. Luego está el fortachón de la txapela. Su nombre es Koldo Garaiezina, que tala árboles con las manos y viene con Harri, el niño piedra, al que no duda en lanzar al enemigo si es necesario. 

     – ¿Este es el que se vuelve rojo, verde y blanco si se cabrea?

     – Exacto. Esa señora del moño del fondo es Maruja la del Romero, que no te engañe su aspecto, es una poderosa bruja experta en maldiciones rimadas, con un 84% de efectividad inmediata.

     – He oído que le dijo a uno “A ti, por malaje y traicionero, que nunca más te quepa el sombrero” y ahora transporta su cabeza con una carretilla.

     – Totalmente cierto. El siguiente es aquel chique que viste con tantos colores, se hace llamar Rainbow Star y a su poder lo llama relincho. Grita tan fuerte que rompe hasta el mineral más duro, por eso el niño piedra no quiere estar a su lado.

     – Yo a ese lo conozco, pero de YouTube.

     – Sí, ese es su otro superpoder, pero no sirve para defender al débil, solo vale de somnífero. Y por último estoy yo, el Capitán Iberia que, como ya sabe, puedo volar. 

     – Además, eres el líder del grupo.

     – Usted se hace llamar El Torpedo, yo no creo que se dispare y explote, así que cuéntenos su historia.

     – Verás. Yo soy el nieto secreto del dios Thor. En su visita a Asturias él andaba tonteando con mi abuela Lola. Al quedarse embarazada, él se fue a no sé qué asunto llamado Ragnarok. Mi padre es un humano normal, pero yo sí alcancé a tener un superpoder.  

     – No me diga que heredó un martillo mítico.

     – No, tiene que ver con su perfil de Dios del Trueno.

     – Vale, pero ¿de qué se trata? ¿Cómo funciona? ¿Nos puede hacer una demostración?

     – Ahora es imposible, necesito algo primero para activar mi poder.

     – Bien, pues cuéntemelo, describa su poder.

     – Es que me da vergüenza.

     – Si quiere ser parte de Los Justicieros de Chipiona, tendrá que dar muestra de coraje y valor. Y bastante cara también. 

     – Bueno, vale, para desarrollar mi poder necesito antes haber comido judías. Unas buenas fabes si es posible.

     – ¿Y eso qué tiene que ver con el trueno?

     – Verás, yo soy Thor-Pedo, así que tras una flatulencia primero va el rayo y luego el trueno.

     – Genial, expulsa electricidad anal.

     – Un arco voltaico de 30.000 amperios testados, nada menos.

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  • Sonrisa extraña

    El brillo de su sonrisa se tornó extraño. Su mirada apagada se despidió de la luz. Expiró una última vez y quedó en silencio.

    Al borde de la luna fue cuando se levantó y marchó.

    Lilium – Sleeping Inside

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  • Artista artificial

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  • Presencia

    Sugerencia de escritura del día
    Cuéntanos una habilidad secreta que tengas o que te gustaría tener.

    La piel se le erizó con el susurro de mi voz que, sin poder evitarlo, se desprendió de mi ser al cruzarme contigo. 

    Contemple tu mirada asustada, tu suspiro perdido, tus ganas de correr secuestradas por el murmullo del recorrido. Tu perfume a frío de escarcha con aroma desconocido. 

    Te pude ver bien al pasar, pero tú a mí no, porque ya no estaba. Hacía mucho tiempo que ya me había ido.

    Lacuna Coil – I Wish You Were D3ad

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  • Paseo por el desierto. (4:1-11)

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Sueles rechazar las cosas que se interponen con tus objetivos?

    El sol abrasaba sin piedad, y la arena hacía bien su papel de asador sobre sus pies descalzos. El horizonte nublado de calor, el paisaje monótono que termina en locura y en muerte, pero el sabía que solo podía hacer una cosa, seguir caminando arrastrando su túnica a su paso.

     – ¡Hola, guapo!

    Su espejismo fue mujer, no agua, ni sombra, ni descanso merecido tras días de marcha. Una hermosa señorita, vestida de cuero corto y negro, ceñido hasta estrangular sus extremidades, que hacía caso omiso a las inclemencias del desierto para seducirle.

     – Tengo algo que proponerte, ¿me acompañas?

     – Largo, aparición, no tengo tiempo para ti.

     – No soy una aparición, ¿quieres tocarme para comprobarlo?

     – No, gracias, si paro muero, no consigo nada prestándote atención.

     – Pero, ¿te has fijado en aquel oasis? Descansamos un rato allí y escuchas mi trato.

    La mujer señaló hacia la izquierda, la bruma producida por el calor se disipó en un conjunto de palmeras con abundante vegetación en una pequeña extensión de terreno. 

     – No me interesa descansar.

     – Vamos, hombre, date un respiro, no vas a perder nada por eso.

     – Verdad, nada pierdo por desviarme un poco.

    En lo que pareció un suspiro, se adentraron entre la sombra de los árboles, estaban protegidos por una baja formación rocosa que paraba la tormenta de arena. En el fondo, una grieta en la pared salpicaba el suelo de bendición líquida. Él corrió al sonido de la fuente y saltó sobre el charco que dejaba. La exuberante dama caminó hacia el hombre que se hallaba sentado en el agua.

     – ¿Ahora si me vas a hacer un poco de caso?

     – ¿Quién eres y qué quieres?

     – Oh, eso no es importante, me llamo Lucy y quería hacer un trato contigo.

     – ¿Lucy? ¿Cómo que no estás muerta? Con esa minúscula ropa de ramera y el poco cuerpo que tienes deberías estar seca. ¿Qué coño eres?

     – No es lo que soy, sino lo que puedo hacer. Puedo sacarte del desierto.

     – Estoy aquí por voluntad propia, saldré de él cuando lo necesite.

     – ¿Quieres riqueza? Tengo la posibilidad de bañarte en oro.

     – ¿Para qué? No necesito más de lo que yo mismo me procuro.

     – También puedo ser tu fantasía.- Dijo la dama bajando lentamente la cremallera de su escote.

     – Hace tiempo me hubiera encantado la idea, hoy, sin embargo, no. Además, no me resultas atractiva. 

     – Vamos, hombre, habrá algo que desees. ¿Una familia?

     – Una cabra.

     – ¿Una cabra?

     – Sí, sí, una cabra, que pueda pasear con ella, llevarla a pastar y me dé leche fresca todas las mañanas. Ese sería mi deseo.

     – ¿Seguro?

     – Sí.

     – Bueno, pues no se hable más.

    La mujer dio una patada a una palmera con la punta del tacón, de esta cayó un coco enorme que, al romperse, salió una pequeña cabra joven balando.

     – ¡Oh, es preciosa!

     – Vale, ahora solo tienes que adorarme.

     – ¿Qué? ¿Cómo se hace eso?

     – Oye, para ser el hijo de Dios eres un poco bobito, ¿no?

     – ¿Qué soy… quién?

     – Tú no eres Jesús de Nazaret?

     – ¿Te refieres al colgado ese que camina por el agua y abastece de vino en las bodas? 

     – Sí

     – Me lo encontré hace días y me regaló su túnica, a saber como estará, con este sol y sin ropa…

    Sleep Token – Take Me Back to Eden

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  • Fugaz

    Desde el firmamento centelleó la estrella y se derramó como una lágrima, deshaciéndose en polvo de hadas brillante frente a ella.  Por un momento tomó una forma conocida y se esfumó con el viento.

     – ¿Papá?

    Y en su mente llovieron bonitos recuerdos de un pasado presente.

    Ashley Serena – Lullaby of Woe

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  • Pétalos violetas

    Para acercarme un poco a ti, sin pasar por la más obvia de las tonadas, dibujo frente a tu mirada, letras de corte oscuro y de arco alabeado, que a veces narran destellos de estrellas lejanas, a veces cuentan el palpitar del sabor de la curva de tu sonrisa y la paz de mi alma cuando me miras. 

    Otras simplemente nada. Se pierden en el manantial del abismo, pétalos violetas de pensamientos deshojados a impulsos, garabateando en tinta de mercurio hasta acabar sin aliento y quebrarme en quejidos sordos por el esfuerzo. 

    Y a pesar de ello, arañando el lienzo de mis lamentos, reconstruyendo carcajadas sonoras de días de Pascua sin cascabel ni fundamento, mirando más allá de ayer, soñando nada menos que mañana, con lágrimas que algún día narraré y que hoy me valen para completar mi rima.

    Gary Moore – Picture of the Moon

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  • Otra luna

    I

    Era tan grande que al entrar en órbita se veía como una segunda luna, un poco más pequeña y con cierto reflejo azulado. Daba una sensación fantasmagórica, no solo tener este satélite extra, lo peor es que nadie había conseguido descifrar el mensaje que llevaban meses enviando.

    El artefacto apareció de la nada, se detectó por su anormal trayectoria y enseguida saltó la alarma. Una esfera de 800 kilómetros de radio se acercaba a la tierra a una velocidad de vértigo. En el trayecto emitieron varias señales, por lo que en la tierra comprendieron que los tripulantes de la estructura ponían empeño por comunicarse. Por más que la humanidad lo intentó, no hubo manera de entender el extraño zumbido que les llegaba en las distintas emisiones que enviaban con frecuencia.

    La superficie era rugosa, una bruta masa de una aleación metálica, detectaron una sola entrada y aterrizaron al lado. Un simple y estrecho agujero, donde a duras penas entraban dos humanos juntos. En el interior, tras adentrarse por un conducto que recordaba a una cueva, tras un recorrido de un kilómetro se encontraron una salida. Era un paisaje insólito, parecía encontrarse en alguna parte del sur de Europa, una pradera inmensa rodeando un enorme lago, bajo una luz artificial que recordaba el sol. El artefacto era hueco, había conseguido recrear de alguna manera una gravedad parecida a la de la tierra.

    Desconcertados, los astronautas decidieron esperar. Observaron vegetación silvestre, plantas bajas llenas de flores de diversos colores  y algunos árboles aislados. No se apreciaba ninguna edificación, tampoco caminos, carreteras, raíles, ningún indicio aparente de civilización. El campo estaba lleno de pequeños insectos alados, también habían creído ver algún pequeño reptil y aves volando a lo lejos. 

     –  Esto es una locura, Mayor, parece que estamos en el pueblo de mi abuelo, ¿qué hacemos?

     – Las órdenes son esperar al contacto. 

     – Nos quedan seis horas de oxígeno. 

     – Esperaremos lo que podamos.

     – Fíjate, por ahí se aproxima algo.

    Caminando despacio, llegaba una criatura, de color pardo, con pelo corto, que recordaba vagamente a una jirafa muy flaca pero con más movilidad en el cuello. Escasamente, superaba la longitud del humano, le saludaba enseñándole la mano con el índice pegado al medio y el anular pegado al meñique.

     – ¿Está seguro de que este es un saludo correcto, mayor?

     – Que sí, que sí, que forzosamente se han tenido que fijar en nuestras emisiones de televisión, va a ser lo más comprensible.

    La criatura se paró frente al astronauta más pronto, con su hocico parecido al de un cerdo comenzó a olfatearlo, se detuvo un instante en su brillante casco y empezó a lamerlo.

     – Mayor, me está… ¿Qué hago? Me está pringando el casco

     – Quizás está comunicándose de alguna manera, ¿Y si se comunican con olores? O con sabores, quién sabe.

     – Sí, vale, pero me está dando mucho asco.- El astronauta le dio un pequeño empujón – ¡Quita bicho!

     – Martínez, por favor, no sea brusco, de usted depende el inicio de un primer contacto cordial.

    El extraño ser se quedó mirando el casco y siguió lamiéndolo. 

     – Mayor, inténtelo usted, yo… voy a vomitar.

    II

    Las criaturas se reunieron encima de la hoja de una planta cercana, todas se arremolinaban alrededor de la más grande. Estaban muy frustradas, lo habían intentado todo. Les habían enviado varios mensajes muy elaborados, constaban de varios fragmentos de audio, eligieron el tipo de lenguaje que mejor podían dominar, el morse. Una serie de zumbidos largos y cortos explicando su historia y sus pacíficas intenciones. Al fondo se veía cómo los dos gigantes venidos de la tierra estaban entretenidos con otros menesteres.

     – Reina madre, ahí están. Les hemos intentado llamar la atención por señas, pero nos espantaban a manotazos.

     – Bizz Zum, paciencia, es una cultura muy distinta a la nuestra.

     – Pero llevan media hora ahí jugando con el Fñuom.

     – Lo intentaremos de otra forma.

     – Lo ve, Reina madre, han cabreado al Fñuom, y ahora juegan a que les pilla, si ya decía yo que los San Fermines eran un resumen muy acertado de qué tipo de criaturas son estos humanos.

     – Bien, tendremos que ir y robarles las flores a estos primates, seguro que ni se dan cuenta.

    La reina madre se dirigió zumbando al panal maestro para dirigir el hurto mientras los humanos volvían corriendo a su nave espacial, huyendo de la extraña criatura mientras gritaban.

     – ¡Son hostiles, son hostiles!

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