Categoría: pesadillas

  • ¡Vete!

     – Venga, cariño, ya es tarde, tienes que irte.

    La luz se hizo tenue y el reloj urgente. Su ropa no ayudaba a escapar, demasiado desorden en la cabeza y en el dormitorio. 

    En el espejo una cana, en la cara una arruga. El tiempo pasa y no nos damos cuenta. Tal vez al reloj de arena no le importe la dirección del viento. 

     – Date prisa, te tienes que ir.

     – No quiero irme.

     -Tienes que hacerlo, es muy tarde.

     – Pero no quiero.

     – Ya lo hemos hablado, debe ser así. Vete.

    Agachó la cabeza y abrió la puerta. Los últimos rayos de sol escapaban del cielo mientras él, con la cabeza apoyada en la entrada, pensaba qué hacer con su noche. La luna llena apareció, llenando de luz la humedad del ambiente. Un gruñido gutural se escuchó al otro lado de la puerta. El miedo le explicó que era hora de irse.

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  • Saqueo

    Destrozando la única nube de humo que había entera en el cielo, entraron en el área de batalla Billy Joe y Roastbeef, su gorrino alado. Hicieron algunas cabriolas en el aire y aterrizaron en campo abierto, donde miles de cadáveres frescos aguardaban a ser saqueados. 

    Mientras el cerdo daba rienda suelta a su voraz apetito, desgarrando miembros de las fallecidas alimañas, Billy buscaba en las mochilas de sus destrozados jinetes. Palpando entre sus bolsillos, uno de los caídos abrió los ojos y clavó la mirada sobre su desvalijador. Con gran esfuerzo le dijo.

     -Ayúdame.

    Se trataba de una mujer joven, guapa, de no ser por la sangre que le cubría el rostro. El uniforme estaba hecho jirones y en la barriga se le veía una fea herida a punto de infectarse. Billy Joe sacó su daga instintivamente y se retiró amenazante.

     -No, no te voy a hacer daño, solo ayúdame a salir y te dejaré con tu saqueo.

    El joven, con el arma en la mano, analizó la situación, cortó las riendas y el arnés que ataban a la dama a su montura y se retiró para dejarla salir. Tambaleando por mantenerse de pie y con cara asustada, le dijo a Billy Joe.

     – Me siento rara, no me duele nada.

     Él, sin hacerle mucho caso, siguió revolviendo bolsas y desparramando su contenido por el suelo.

     – No siento nada. ¿Qué me está pasando? ¡Ayúdame!

    Con una mirada de desinterés, el saqueador, recogiendo los restos del botín y metiéndolos en las alforjas que portaba el cerdo, le dijo.

     – No puedo hacer nada, ya estás muerta.

    De un salto, montó a su gorrino alado que, con un feroz gruñido, alzó el vuelo, hizo un rizo en el aire y desapareció entre las brumas de la noche.

    Lacuna Coil – Swamped

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  • Miedo

    Le pesaban los párpados, las sabanas ardían en la penumbra, la oscuridad era el tramo de tiempo en el que la luna traía dentadas sonrisas alrededor de su cama. Así que, temblando su lóbrego calor, esperaba el rescate de la madrugada.

    En un suspiro de calma, antes de imaginar criaturas feroces con ansias de sangre y carne, su oído le llevó a un sollozo que le guio hasta la siniestra guarida del armario. De puntillas, envuelto en sábanas, cruzó en sigilo el abismo que separaba la cama y la temible entrada del ropero graznó al abrir. Salió un cuervo volando lento y en un lamento se arrojó por la ventana. El niño respiró profundo y se aventuró a entrar, tragándoselo la oscuridad sin compasión.

    Encendió una lámpara incandescente que ejercía de luna nueva, pasando a creciente. Entre los árboles formados por ropa amontonada, en un zapato gastado por el desuso, encontró al monstruo sentado, infeliz, llorando. De su mirada brillante salían brillantes lágrimas, como chispas de cables rotos pasados por agua. “Pobre ser malévolo, comido por la pena”, pensó el niño al verlo entristecer.

     – ¿Qué te pasa, horrorosa criatura?

     – Que no asusto a nadie.

     – No con ese llanto, pero a mí me tienes aterrado todos los días, tanto que ni duermo. 

     – ¿De verdad?

     – Horrorizado estaba.

     – ¿Ya no?

     – No, ahora ya te conozco.

    El niño, tras hacerse amigo de su pesadilla, empezó a amar la noche. Ella, convertida en sueño, le dejó dormir y se quedó con él.

    Eyes Of The Nightmare Jungle – Shadow Dance

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  • Kraken

    El velero navegaba con brío sobre el viento de una estrella, surcando un sistema planetario, en busca de algún tesoro a la deriva de alguna civilización extinta. 

    En su puesto, el vigía, sobre su tonel de pantallas fluoradas en un verde brillante, le inquietó una mancha que se movía sobre la marea de señales. Hizo su medición de rigor y gritó a pleno pulmón.

      – ¡Atención, Kraken!

    El capitán saltó de su sillón en el puente de mando y comunicó presto sus instrucciones.

     -Paren las máquinas, rápido, apaguen energía, tenemos que quedarnos a oscuras.

     – A la orden, mi capitán.

    El monstruo, una bestia negra de varios kilómetros de longitud, chispeaba energía oscura allá a lo lejos. Algo le llamó la atención, abrió sus enormes ojos amarillos y empezó a ondular sus tentáculos. Tomando la dirección adecuada  expulsó un chorro de antimateria que le hizo avanzar veloz por el espacio.

     – ¿Nos ha visto? – preguntó el comandante de la nave al vigía.

     – Sí, mi capitán.

     – Timonel, vire a babor, aproveche la inercia y prepárese para una maniobra evasiva.

     – Comprendido, mi capitán.

    La criatura estaba a poca distancia de la embarcación. Sus tentáculos se estremecían mientras coordinaba su velocidad con la del velero. Su impulso constante hizo rozar la popa de la embarcación. Un enorme y brillante ojo, que abarcaba todo el campo visual, apareció en la escotilla del capitán.

     – Rápido, desplieguen las velas. 

     – Pero capitán, nos va a destrozar, nos va a ver.

     – Despliegue las velas, marinero, es una orden.

     – Sí, mi capitán. 

    El trapo se abrió rápidamente y, enojado, se hinchó haciendo galopar al navío de repente. El calamar gigantesco, que esperaba un sutil movimiento, reaccionó acercándose aún más a la rápida embarcación.

     – ¡Corten la vela!

     – ¿Qué?

     – Qué despegues esa vela de esta nave, si no queréis morir devorados por ese bicho, capullos ¿Qué no entendéis?

    De un chasquido, la vela salió disparada rumbo al espacio profundo. El Kraken, agitando sus tentáculos velozmente, fue tras su presa, dejando residuos de materia oscura centelleante tras de sí.

     – Bien, timonel, diríjase a la estela, recojan toda la materia oscura que pueda. Preparen motores de curvatura antes de que esa criatura se dé cuenta del engaño y vuelva a por nosotros.  

     – A la orden, mi capitán.

    Mago de Oz – La Costa del Silencio

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  • Balada de fuego y nieve

    En un cósmico estruendo, entre saliva de lava y ardiente deseo de libertad, el espíritu del fuego se derramó por la ladera del volcán, y a su paso iba arrasando lo que encontraba.

    Una niña, con expresión enfadada y manos en la cintura, esperaba al monstruo bajo la falda de la montaña que, preso de la curiosidad, paró ante ella.

     -Eres una criatura bruta y desconsiderada, estás destrozando el monte.- Le replicó la pequeña enojada.

     -Quita de en medio, criatura de agua, o te terminaré quemando.

     -Ni lo sueñes, si me quito, arderá mi pueblo.

    Su signo era tórrido, pero su corazón ardía de pasión, no de maldad. Al escuchar a la niña se dividió en dos y rodeó la aldea donde habitaba ella. Siguió su camino sin dejar de abrasar todo lo que tocaba.

    El viento trajo a la lluvia y esta fue enfriando al incendiario ser, que sufría inmensamente por cada gota que evaporada. Se vio en la agonía de dejar de existir si no dejaba de dilucidar y crepitó mientras se apagaba.

    La niña, rociando de aceite el extremo de un leño, y alimentó con él las brasas de lo que quedaba del espíritu del fuego, llevándolo  cobijo de su poblado. El pirómano ser se convirtió en hoguera y con expresión afligida le dijo a la niña.

     -Yo he destruido tu monte y tú me salvas la vida.

     -Salvaste mi pueblo, y nos volverás a salvar.

     -Pero yo lo único que sé hacer es incinerar y chamuscar.

     -¿Sabes dar calor?

     -Sí.

     -Entonces, nos protegerás del invierno.

    Caía la nieve envolviendo el paisaje en un blanco manto helado, convirtiendo en cristal la furia del río, haciendo tiritar a los árboles, que quedaron desnudos e inmaculados. Pero en la aldea reinaba la alegría, de ambiente festivo, de estar sentados todos alrededor del fuego, comiendo y brindando por el calor del invierno.

    La niña, cerca de las brasas, comprendió que la tierra amaba al viento y al agua, pero también al fuego.

    Shireen – So Human of You

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  • Pecado

     -Padre, he pecado.

     -¿Qué es lo que te aflige, hijo?

     – He tenido pensamientos impuros.

     – ¿Por qué dices eso? ¿Qué ha pasado?

     – La miro y pienso en ella, desnuda, mirándome con esos ojos seductores.

     – Pero ¿De qué imagen se trata? ¿Cómo es?

     – Ella es… Viste con una túnica azul, de expresión divina, con sus manos juntas en procesión, reviviendo la pasión y el dolor en el que está atrapada. Se lamenta en un suspiro, la tristeza es un pesar que no abandona. Pero hay deseo en su rostro, hay una caricia callada del roce de la seda sobre su piel. Gime silenciosa, presa de su delirio, ahí es donde yo me pierdo. Imagino sus labios pidiéndome besos, sus manos recorriendo mi espalda…

     – ¡Ya basta! Lo he entendido, ¿dónde tienes esa depravada imagen?

     – Aquí, la llevo siempre conmigo.

     – Quiero ver de qué se trata.

     – Es esta.

     – A ver. ¡Pero si es una estampa de La Milagrosa! ¿Cómo se te ocurre, pequeño pervertido? ¿Cómo se te ocurre tener ese tipo de pensamientos con nuestra señora? Anda, reza cinco Padrenuestros y no se te ocurra rezar ninguna Ave María, no sea que te tenga que echar agua bendita helada por encima. Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

    .

    – Padre, he pecado

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  • El experimento

    Lunes, día 13 de enero.

    Día uno tras la implantación

     -Hola, hola, hola, humano, ¡cuánto tiempo! ¿Por qué me has dejado solo? ¿Por qué, por qué? Te he echado de menos.

     -Hola, Willi, ¿qué tal?

     -Qué bien que hayas vuelto. Ven, que te lama la cara, quiero saber qué has comido.

     -No, Willi, no.

     -¿Por qué? Déjame anda, una lamidita nada más. ¿Me das de comer?

     -Sí, claro. Comida. Bien.

    Martes 14 de enero

    Día dos tras la implantación.

     -Hola, hola, hola, humano, ¡cuánto tiempo! ¿Por qué me has dejado solo? ¿Por qué, por qué, por qué? Te he echado de menos.

     -¿Qué tal Willi?

     -Bien, oye apestas, ¿dónde te has revolcado?

     -Es colonia.

     -Pues apesta mucho. ¿Me traes comida?

    Miércoles 12 de febrero

    Día treinta y tres tras la implantación.

     -Hola, hola, hola, humano, cuánto tiempo, ¿Por qué me has dejado solo? ¿Por qué, por qué, por qué? Te he echado de menos.

     -Hola, Willi, hola.

    -Oye, humano, te veo cansado, déjame que te lama la cara.

     -Te sentará bien. Oye, ¿trajiste comida?

     Viernes 10 de octubre

    Día doscientos setenta y tres tras la implantación

     -Hola, hola, hola, humano, cuánto tiempo, ¿Por qué me has dejado solo? ¿Por qué, por qué, por qué? Te he echado de menos.

     -Hola.

     -Oye, humano, ¿qué te pasa?

     -No sé, Willi, no estoy de ánimos.

     -Venga, humano, cuéntamelo, soy tu amigo.

     – Tal vez veo que el experimento no esté funcionando.

     -¿Qué experimento?

     -¿No lo sabes? Si tú eres parte del experimento.

      -¿Yo?

     -Si, te implantamos un traductor de lenguaje para probar que tienes cierta inteligencia, pero no avanza.

     -Ah, ¿El cacharro que tengo en la cabeza? Es verdad, desde que lo tengo te entiendo mejor.

     -Pero no has evolucionado nada, repites lo mismo desde aquel día, no veo que aprendas.

     – Joder, humano, claro que aprendo. Te escucho y recuerdo lo que dices, pero es que tus conversaciones son muy aburridas. Ni quieres jugar, ni quieres pasear, yo creo que casi no comes. No veo que deba aprender mucho de ti.

     -Pero el hecho de entenderme te tendría que abrir más la mente, tendrías que interesarte por más cosas.

     -No sé, humano, yo aprendí tu idioma antes de que me pusieran el chisme este, puede que tú no. No necesitaba este casco para entenderte. Pero es que, además, nosotros, los perros, no tenemos grandes necesidades. Tú me das tu amistad, me das comida y me permites pasear un buen rato. Sintiéndome seguro en el sitio en el que vivo, ¿qué más necesito? Anda, dame de comer humano y vuelve con tus preocupaciones luego si quieres.

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  • Dama de noche

    Mírala pasar, con su espléndido canido asustado, pidiendo exilio. Exhibiendo pelaje, ostentando encajes, firmado en Gabbana Dolche y embutido en piel de noche y sábana de triste raso. Que mientras su traje brille y las monedas no traicionen, paseara su artificial sonrisa en el mercado de la escena.

    Kim Dracula – Paparazzi

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  • Olvidar(T)

    Sugerencia de escritura del día
    Invéntate una idea de negocio descabellada.

    De la intensidad de quererte a mi vera, esperando a que pasaras distraída bajo mi ventana, buscando casualidades para cruzar tu camino, disimulando con un silbido el frenesí, conseguí algo inexplicable, que se empezaran a fijar en mí. 

    Ocurrió que alguien se interesó por mí, pero no eras tú, ni ella, ni tan siquiera era una persona. Sentí una presencia extraña de una figura borrosa, que me perseguía cuando paseaba, me observaba al asomarme por las mañanas, y por la noche, me acompañaba a mi casa, silenciosa.

    Al principio quise creer que era el engaño, por mi facilidad de imaginar postales en las sombras, por creerme las mentiras bonitas de un vendedor de enciclopedias o de tratar de jugar con recuerdos perdidos del amanecer, cuando estaba anocheciendo. Pensé en dejarlo correr hacia el mar de los misterios inventados y recuperar tu rostro en mi mente, que empezaba a verse desenfocado.

    Esa tarde noté que iba a más cuando, al repasar mis ideas, le noté hurgar en mis recuerdos de cuando era un niño enamorado de la luna llena, ardiendo de rabia por no poder salir y aullarla, o de cuando pisaba descalzo la arena de la playa y sorteaba las olas buscando mojarme las rodillas.

    En la cama, mientras mi mirada cansada luchaba por apagar el día, en un acto de reverencia onírica, se presentó a mí en su mundo oculto. Mi mano rozó su rostro, perdida entre los lamentos del tiempo, se enredó alrededor de su pelo, mientras su vestido volando se precipitó al suelo. Fue su sonrisa lejana la que se quedó ardiendo en mi aliento, hasta morir en un despertar que disipó la realidad de mi lado.

    Ahora ya no te sigo buscando, ansío la sombra de un sueño, que se presentó sin pedirlo y me enamoré de lo extraño, de sus largas noches de deseo, de mis ansias por querer domarlo, del ímpetu de su mirada que era profunda pese a no ser cierto.

    The Cure – Close to Me

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  • Ente

    Sugerencia de escritura del día
    Háblanos de ese objeto que tanto te gustaba de joven. ¿Qué pasó con él?

    El ente alzó su esencia a las partículas primigenias que en alguna ocasión habían formado parte de él. Se completó en un individuo y apaciguó con cordura su largo encierro.

    La bruja, desnuda y sin pudor, se encontraba frente a él esperando su recompensa. Tenía miedo, sin duda nunca se había enfrentado con un poder como el suyo, pero la necesitaba, solo ella podía liberarlo. 

     Salutaciones poderosa hechicera, en vos encomiendo mi poder, decidme qué deseáis y os lo concederé.

     -¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

     -Tengo muchos nombres, pero ninguno es importante. Vos me habéis llamado así que sabréis por qué lo habéis hecho.

     -No estaba llamando a nadie, estaba en otros asuntos cuando de pronto apareciste entre luz y humo.

     -¿No pretendía invitarme entonces?

     -¡No! Yo estaba… Hacía otra cosa. No sé cómo invocarte.

     -Es fácil, frotando el objeto donde se capturó mi mente. 

     -Ah, pues puede que sí que haya frotado algo, pero no sabía que tú estabas allí.

     -Entonces te propondré un trato. Haré realidad cualquier deseo de quien me quiera liberar, pero para eso debe destruir el objeto que me hace prisionero.

     -¿Te refieres a esto?

    La dama le enseñó un pene tallado en caoba, de color oscuro y con símbolos extraños grabados alrededor de la forma cilíndrica. 

     -Me temo que no era consciente de la figura que me contenía. Si la destruyes quemándola, nuestro pacto se hará realidad. Pero, ¿se puede saber de qué forma andaba frotando esa representación fálica?

     -Mejor nos preocupamos por concretar nuestro pacto y dejamos esta anécdota para otra ocasión.

    Incubus – Stellar

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