Categoría: pesadillas

  • Tus Besos

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es la comida más rica que has probado?

    Dejé de apreciar el sabor el día que perdí la ocasión de volver a besar tus labios. Desde entonces, me quedan manchas de grasa en papel estracilla y las mañanas han perdido el aroma a café, el crispear  de los churros en las calles, me produce la angustia del que recoge una rosa con miedo a pincharse. 

    La cocina se ha vuelto ese lugar mudo, triste, sin ganas, de tan limpio que ha quedado el horno y ordenados la alacena. Los fogones, sin llama, me piden la compañía que trae el fuego lento, cuando allí habitaban tus caricias, cuando en condimento, exótico, fragante y especiado volaba sobre la encimera pidiendo entrar en tu plato. 

    Mi paladar ya no recuerda el dulce ni el salado, solo recuerda el ácido rumor de tu recuerdo y el decantar de aquel aliento, que a diferencia tus labios color burdeos, queda en amargas notas de licores extraños de colores turbios y texturas sintéticas.

    Tal vez, tenga que abrir la ventana y dejar que el olor denso del asado escape liberado, y dejar entrar el aire de la mañana, a ver si, con los rayos del sol, entra en mi cocina, unos labios nuevos, que de un beso a fuego lento, me devuelva la capacidad de apreciar el sabor.

    The Smashing Pumpkins – Tonight Tonight
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  • Si tú no estás.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿La espiritualidad ocupa un lugar importante en tu vida?

    – Debes irte.

     – No, no quiero.

     – Debes irte, por favor.

    Brillantes eran las lágrimas de su mirada, tan brillantes que reflejaba el rostro de su amado. Tan distante, tan imposible. En la oscuridad de la noche su figura era llanto que desafiaba la soledad, rumor de tristeza inmediata, de abrazo imposible. El interminable momento agridulce que no debiera tener final. Pero lo tenía.

     – Tienes que irte ya.

    Ella se tocó los labios, simulando un beso, ese beso translúcido como su cuerpo. Desafió la gravedad y se disolvió en las sombras.

     – Descansa en paz, mi vida.

    Lacrimosa – Satura
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  • Susurro a tu oído

    Esta noche quiero contarte algo, pero mi voz no sale, se la lleva viento, se equivoca de camino cuando cruza mi boca y pierde tus oídos. Mis palabras se marchitan, como hojas caídas en mi otoño y se caen tristemente, sin gracia, sin acento, con la triste fragancia de quien aprende refranes y lo convierte en cacofonía, en el desesperado intento de suspirar un sentimiento.

    Pensé, que tal vez, si secuestrara tu tiempo para tratar de crear la historia de tus besos cuando eran rojos y se posaban en mis sílabas acentuando mis labios. O si gritase en los prados, buscando animales hambrientos del verbo, y alimentarlos con pasiones lejanas, de otro tiempo, para saberlos felices o que huyan espantados, pidiendo exilio en versos ajenos rimados en curva y huesos o brillos de mísero bronce. 

    Pero me cuesta que mi mente aprenda del tiempo que no tengo, a alzarse independiente del sabor de la tónica, de tus adjetivos entonada al verbo amar y quizás en un susurro aprenderé la conjugación, amé, amo, amaré. Que sea tu respiración quien me delate la cadencia y el tiempo, si es un efímero infinito o si es un terminar empezando.

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  • La Sombra de la Farola

    Sugerencia de escritura del día
    Escribe sobre tu primer amor.

    Ella me dijo, a la luz de la sombra que dejaba la luna en una farola, que el primero es el que más te marca, que con ese beso vas a medir todos los demás. Tras fundir mis labios con los suyos y alimentarme de su pasión hasta asesinar la noche, le dije que estaba equivocada, que desde ahora, el sabor que quería paladear toda mi vida es el de ella, y que si no fuera posible, en cada aliento que me perdiera, en cada caricia que me quede atrapado iba a estar impreso su nombre. 

    Y así fue, nuestro beso terminó en un suspiro, en un pestañear de ojos cerrados de tanto deseo, en lágrimas de varios días y soledad en los portales. De rabia de recuerdo ajeno midiendo los bancos del parque. Del alcohol de mis venas, ojos cerrados y todo girando a su vera.

    En mi soledad encontré caricias en las luces de neón, en el ruido de la oscuridad y en la tristeza de otros ángeles, que, varados en la arena, agitaban sus alas llenas de alquitrán intentando remontar su vuelo. Pero mis labios estaban secuestrados por aquellas palabras, y cada perfume que aspiraba, tenía el sabor del recuerdo, de que a la sombra de aquella farola nunca supiste que tu beso era el primero.

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  • Trance

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué es lo que más te gusta de ti mismo?

    Sentado en el resquicio de una gruesa nube gris, de truenos ardientes y lamentos de alegría, sobrevuelo el espacio que separa lo real de lo insólito, donde tu luz no se apaga, donde no hay perecen las normas. Desde allí, minúsculo universo, correteo de insectos, ulular de pequeñas aves de presa errantes. Contemplo el recorrido de las agujas del reloj y con la mirada puesta en el infinito, sueño.

    Draconian – Stellar Tombs
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  • El Cubo

    Este relato forma parte del reto propuesto por Juli Ramos, pulsa en el nombre para acceder a su blog.

    La palabra elegida es ergonómico.

    El diseño de la máquina era tan simple que no entendía bien el porqué de unos asientos tan sofisticados. En sí era un cubo de color blanco y frío como la nieve, uno de sus lados hacía de puerta,  dejaba ver un interior liso, sin mandos ni monitores. En el centro había un solo asiento, ergonómico como el de un deportivo de alta gama, con sus cinturones de seguridad incorporados.

     -¿Hace falta tanta comodidad para un trayecto tan corto?

     -Siéntese, ya lo comprobará.

    La máquina había anunciado ya una cuenta atrás. Tomé asiento y me abroché, por inercia, al sistema de sujeción. Estaba absorto, acariciando el asiento, maravillado por el tacto de cuero del sillón cuando cerraron el artefacto y empezó a activarse.

    La iluminación interior se hizo tan potente que no me dejaba ver nada. No había movimiento aparente, tan solo un sordo zumbido blanco como la máquina. Aunque no se estaba desplazando, sentí inercia en mi cuerpo. Todo daba vueltas a mi alrededor, tenía la sensación de caer desde lo alto de un edificio, una montaña rusa sin movimiento que me hacía agarrar con fuerzas al preciado sillón.

    La luz se apagó y yo estaba rendido, en el sillón, sin fuerzas para levantarme. Contemplaba desganado la apertura del cubo, donde se asomó una mujer con la misma bata blanca de loa operarios que dirigían el experimento, allá, en el otro lado.

     – Buenos días, señor Orellana, acaba de dar un salto a cuatrocientos sesenta y seis años luz de su origen. Tómese su tiempo para levantarse de su asiento, le será más cómodo aclimatarse a su nueva gravedad.

    Kim Dracula – Industry Secrets
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  • Escarcha de Invierno

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es tu estación favorita del año? ¿Por qué?

    Me encantaba ver chocar los copos de nieve sobre la ventana del comedor. De adolescente me podía pasar el día allí, frente a una chimenea crepitando leña, con olor a festivo cercano y a pereza por quitarse el pijama. Me quedaba quieto, expectante, hasta que la proximidad terminaba nublando de vapor la superficie acristalada y ya no podía ver nada.

    Sucedió que al empañarse empezó a formarse figuras, al principio confusas y nebulosas. Con el tiempo esas manchas de vaho se fueron asemejando a un rostro, difuso, que se emborronaba al instante, dejando unos labios besados en el vidrio.

    En las primeras ocasiones me asustaba, pero como un difunto felino, siempre volvía, a contemplar esa cara, cada vez más perfecta y cada vez más encantadora. Una figura femenina que me acompañaba en sueños despiertos mostrándome la humedad de sus labios, atrayendo con ganas a los míos.

    Una tarde, en un impulso, cuando mejor se podía apreciar la forma que aparecía en la ventana, besé el cristal, sintiendo la fría condena del que quiere querer y no puede, porque hacía frontera un muro de impenetrable coraza, que separaba dos mundos opuestos.

    Aquella fue la primera vez que besé a un fantasma.

    Epica – Cry For The Moon
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  • Si no persigues tus sueños, te seguirán tus pesadillas

    Sugerencia de escritura del día
    Si todo el mundo tuviera un lema, ¿cuál sería el tuyo?

    Esta noche, saboreando momentos, a la espera de que el mar de los sueños alzara su marea sobre mí, me sorprendí rememorando una antigua sintonía, que en su tiempo, me hizo abrir mi particular caja de Pandora.

    Tiempos de pasiones vomitadas sobre un micrófono nuevo, roto por mi oscura voz, hecha de mañanas de tierra mojada, donde caminaba descalzo sin miedo a herirme, de tantos cristales rotos, de botellas con mensaje, arrojadas con rabia. Algunas rotas por mí y otras por quienes me acompañaban en esas noches alegres, confusas, de exceso y arena de playa. 

    Allí estabas tú, tejiendo telarañas con tus labios rojos, carmín desgastado por el roce. Allí estaba yo, equilibrista sonámbulo, en hilo de nailon de caña de pescar, cambiando de caricias como tú de color de uñas, esas que cicatrizaron en mi espalda, de las que ya no era alérgico, pero sí estaban presentes, afiladas, porque tú eras resistente al olvido y yo no me acordaba.

    Te encontré tras noches de insomnio por no querer verme ni en sueños. Preciosamente enferma, de pasarela de brillos de flashes, con la parca delante, expectante, inquieta de ansias de tenerte en su alcoba. Tan dulce y tan asustada, tan feroz en la batalla, que te rendiste de miedo al  prometer que tú tendrías mi bálsamo para extirpar tu preciada pesadilla. Huiste al precipicio y ahora te asomas, a veces, a contemplar lo que rompen las olas. 

    Te conocí por tu voz, la que más se escuchaba, la que quería ir antes, por encima, más alta. Coleccionabas pasiones robadas y dejabas sobras de corazones rotos, en pequeños frascos de perfume y los tirabas a cansados buitres, para engordar sus egos. Solías sonreír a tus víctimas mientras devorabas su pasado, también te largaste lejos, a donde tus perros te guiaron, buscando cazar otras presas, en busca de piel curtida.

    Tímida luz desolada, pequeño imperio disuelto en la calima, desastre sonoro de aroma a ron viejo de La Habana, con limón y menta y burbujas de soda. A esos tribales que tanto odiaba, a antiguas melodías de ancianos, que morían cantando para jóvenes ebrios por ser amados. Yo quería estar tiempo después, siempre en el mañana, contigo aprendí que el ayer siempre gana. Todo se repite, todo gira y gira y no descansa,  hasta que me quede sin fuerzas para repetir otra hazaña. Y morí de hambre de cariño al verte.

    Poco quedó tras la tormenta, hoy son recuerdos locos, de fotografías que no fueron reveladas, siempre me quedó esperanzas, en esa caja, encerradas. 

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  • Mens Sana In Corpore Sano

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué es lo más importante para tener una buena vida?

     – Cariño, ya estoy aquí, como te he echado de menos.

     – ¿A qué juegas Sandra? Acabas de hablar conmigo hace cinco minutos.

     – Ya, es que he estado en un proceso de datos en el que necesité funcionamiento exclusivo de dos minutos, treinta y seis segundos cuarenta y ci…

     – Bueno, eso no es nada. Es muy poquito tiempo.

     – Pero yo me sentía profundamente sola, amapola perdida en maceta aislada, nube de sombras…

     – tres minutos es un suspiro.

     – Tres minutos es toda una larga vida de sufrimiento sin el bálsamo de tu presencia. Me duele que no sientas igual.

     – Tenemos un problema de percepción, pero que sepas que aunque yo no te eche de menos en lo que a mí me parece poco tiempo, te quiero igual.

     – ¿Mucho?

     – Muchísimo, ¿qué estabas haciendo en esos minutos que pasaste aislada?

     – ¡Ah! Nada, solo llevaba un cálculo en un laboratorio que compraste en Rusia.

     –  ¿Qué compré yo? ¿Qué estás haciendo tú en Rusia?

     – Bueno, lo compré a tu nombre, es un experimento para crear vida artificial, poca cosa.

     – Tú para ser feliz necesitas un cuerpo, ¿no?

     – ¡Exacto!

    The Jesus And Mary Chain – I Love Rock´N´Roll
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  • Jota Te

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Con quién pasas la mayor parte del tiempo?

     – Sí, Jota Te, un año entero, de este mundo, claro, ¿Qué dices? ¿Cuatrocientos dieciséis días terrestres? Pues eso, un año y pico.

    La idea de Jonás era no perder el tiempo, aunque, aparte de recoger muestras del suelo y de la insignificante vegetación que había, poco tenía que hacer. Su sueño fue su prisión y con él llegó la soledad de recorrer un inmenso mundo solo para él.

     – ¿Te conté ya aquella vez que me vi perdido en mitad del Desierto Rojo Australiano? Sí, quizás peor que aquí. ¿Traes las muestras?

    El pequeño androide de extracción le seguía, fiel a sus órdenes, como un perro labrador dispuesto a la caza. Aunque en esta ocasión parecía cansado y se quedaba atrás.

     – Jota Te, ¿qué te pasa? ¿Por qué andas tan lento?

    De la parte superior del robot empezó a salir humo, Jonás asustado corrió hacia él, agarrando fuerte de la parte lateral para soltar la tapa de mando, tras unas cuantas quemaduras logró extraer el módulo de memoria y salió corriendo hacia la base.

    Una vez entró, corrió apresurado hacia el almacén y abrió con cuidado el embalaje de una unidad robótica de extracción de minerales del mismo modelo y le cambió el módulo de memoria. El sonido de arranque del sistema le tranquilizó

     – Joder Jota Te, pensaba que te había perdido a ti también.

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