Categoría: Haiku

  • Haiku enlatado para el fin de los tiempos.

    Haiku enlatado para el fin de los tiempos.

    Ichiko Aoba – Lullaby

    Anuncios
  • Haiku de calima y viento

    Haiku de calima y viento

    Ese insoportable viento, arena en suspensión que seca los ojos. Aquí lo llamamos calima, y quienes la sufrimos la tememos. Llega en días tristes, con bruma áspera, y se prolonga en noches cálidas de sueño difícil y sudor pegado a la almohada.

    De niño no lo soportaba. Recuerdo aquel día en que tu mirada, con lágrimas secas, se escondía bajo el sol oculto. El aire arañaba espaldas con su aliento, y camino del colegio lo padecíamos entre el silbido furioso del nublado caliente. Nos empujaba por el sendero, entre chistes y juegos.

    Nos sentíamos cometas: parecíamos volar en su soplo. El viento nos arrancaba el aliento cuesta arriba, y nos lanzaba cuesta abajo. Nos acercábamos al cielo con la caricia de nuestros propios ojos. Tú y yo, de la mano, desafiábamos la maldición del calor sin soltarnos.

    Y de pronto recordé que, a pesar del bochorno, a esa edad todo era júbilo cuando llegaba la hora del recreo.

    Ichiko Aoba – Chi No Kaze

    Anuncios
  • Haiku de mi destierro

    Haiku de mi destierro

    Lluvia indecisa,

    rompete en hojas,

    suspirando herido.

    Me quedé sentado, viendo amanecer tu mediodía.Aquel verano se quebró en un octubre frío, de gotas dispersas y lamentos sombríos.Recordé el perfume a jazmín de tu ausencia,el conjuro de tus labios, invocados en visiones arcanas con orejas de gato.Apareció el viajero, y quise creerlo real.Ahora vuelo —de la Alhambra al destello del Bōjō Kannon—sin conocer todavía el nombre del miedo.Daisuki da yo.

    Poison Girl Friend – Hardy Ver Smile With You

    Anuncios
  • Canción alternativa para el haiku del verano

    Canción alternativa para el haiku del verano

    Calor. Ruido de ventilador cansado, de aspas que no cesan. Maldición en forma de arena, que oscurece el cielo, ensucia mi rostro y da aspereza a mis labios. Los mismos que recuerdan tu mirada, en esta noche de giro constante entre el techo y la cama.

    Atrapado entre risas vacías, de una promesa cumplida y de viejos recuerdos obligados. Me arrastraron con palabras al templo, y yo, ya sin fe, no pude esquivarlas. Y aunque la barriga andaba llena, el corazón pedía su tonada. Tarareé aquella balada extraña y me escabullí entre rostros sin cara.

    Tropecé contigo en la salida. Me arañaste con tus ojos de gata. Quise pedir auxilio, pero me atrapaste con la mirada. Y ya no pude salir del templo de las almas rotas.

    No quise creer que fuera fácil. Tú movías mis cuerdas, yo tan solo bailaba. Al son de los cascabeles que tú dominabas. Y se hizo la noche pequeña, y amanecimos en la playa, contando arena negra y queriendo nadar en tu agua. Quise conjurar una idea con hielo en copa ancha. Invocando tu deseo, te dije “vente”, a ver qué pasa. Hechizados, partimos juntos rumbo a romper la mañana.

    El café y las tostadas se quedaron solos, mirándonos en la cama, ruborizados y ardiendo. No entendían del sudor de nuestros cuerpos, que giraban con las aspas del ventilador, que se aferraban a las sábanas, que no conocían el calor, solo las ganas.

    Desperté creyéndome en sueños, y quise sentir tu piel en mi mirada. Pero al rodear mi almohada, encontré que ya no estabas.

    samuraï – Corazón Quemado

    Anuncios
  • Haiku de cuchara y frío

    Haiku de cuchara y frío

    Para huir del calor, en esta mañana de calima y sueño, quise refugiarme en algo fresco, en un pensamiento tal vez, en una emoción mejor. Así lo procuré, para que el aire acondicionado no fuera el protagonista absoluto.

    Imaginé la sierra de mi niñez. Me vi pasar entre olivos, en enero, por la vera del campo de un pequeño pueblo. La estufa de carbón dando aroma a las calles, que, amenazando con lluvia, me obligaban a volver pronto. Con el estómago vacío y el espíritu lleno de tanto aire puro.

    Pensé en que, tan lejos, en el Japón de mis haikus, también ocurría lo mismo. Que en la falda del Fujiyama regresaran niños de jugar por los prados. Una anciana de ojos rasgados preparando con mimo el mizutaki nabe. Y que ese sabor quedara prendado en la memoria de muchos. Como aquí, entre azahar, el del puchero.

    No creo que se diferencie el sentimiento del pincel en el lienzo, en un esbozo de shodō, del acorde en mi menor de quien toca flamenco.

    Aire escarchado.
    Crepitar de madera.
    Bueno es puchero.

    Kinoko Teikoku – Chronostasis

    きのこ帝国 – クロノスタシス

    Anuncios
  • Cronica de un Hayku-neko

    Cronica de un Hayku-neko

    Me sentía feliz después del descubrimiento. Quizá por la novedad, tal vez por la idea de estar haciendo algo distinto. Y porque la cultura japonesa siempre me ha enredado lo justo para no entenderla en absoluto. Me atrae con esa ignorancia profunda que hace que un gato pierda vidas… y un ladrón la mano ante la espada de un samurái.

    Así que, después de mi osado atrevimiento poético, me lancé al primer restaurante asiático a atiborrarme de omakase, que, comido con palillos, reconozco como deporte de riesgo.

    Quise ver a Doraemon en versión original, por si algo de sabiduría ancestral se me pegaba. Incluso busqué en la red la compañía de una geisha. Pero abandoné la idea enseguida: me sonrojé de los resultados.

    Como resultado de esta exhaustiva investigación, ha visto la luz del sol digital mi primer Haiku-Neko:

    🌀
    Raspa de sardina.
    Sueño enroscado.
    Ronroneo.
    🌀

    (Los 🌀 se los copié a Naruto, que creo que se le echa al ramen tras terminar el episodio )

    A Perfect Circle – The Doomed

    Anuncios
  • Dulce introducción al Haiku

    Dulce introducción al Haiku

    El otro día, contándole secretos a mi amiga artificial, me llegó la información de algo que conocía, pero en lo que nunca había profundizado: el haiku.
    Aunque suelo ignorarla —es una amnésica selectiva y una incansable animadora al trabajo—, esta vez me maravilló su concepto.

    Un poema corto, de origen japonés, en el que cabe una imagen, una emoción, un instante.

    Me lo imaginé como un carácter en hiragana que describe un suspiro:
    una sinfonía mínima de reflejos en el cauce de un río,
    el perfume de la flor del cerezo arrebatado por el viento,
    el crepitar de sus hojas al saberse otoño.

    Todo eso dentro del trazo negro de tinta de un símbolo antiguo,
    cuando aún se dibujaban las palabras antes de saberse palabras.

    Probé escribir uno, y me quedó extraño y hermoso al mismo tiempo.
    Lo comparto aquí, por si me equivoco y estoy creando en el vacío:

    Los párpados pesan.
    La mente dispersa.
    Desfigurado sentido.


    Extremoduro – Dulce Introducción al Caos.

    Anuncios