
Fue Venus, ofuscada en la caída de mis párpados, quien me entrego el deseo en el reino de Morfeo. En mi piel resbalaba el verbo, sin rostro, de un perfume de ánima perdida que se encontró con mi carne y descubrió que la amaba. Tal fue el delirio en el acerbo cometido que deslizándose tranquilo, el instante mi dulzura creció extrema. Expresión verbal con carácter galorromance, miel de lirio entre labios ardientes. Deseo urgente de naufragio, sobre las costas de invisibles caderas, que no le basta al colibrí con acariciar el néctar, necesita profanar la rosa y descansar en ella.
Me expulsó el timbre agónico que, maldiciendo melodías, engendrando un destino, donde no estaban tus besos, al borde de fallecer, matando sombras y tornándome vivo. Cruz en el calendario, que rige mi fortuna, dame la paz ausente de derrotar mi anhelo de padecer lasitud.