¿Lo primero que se me ocurra? Vale, déjenme contarles la bella historia de XaiRamA.
Empecemos.
No os quejéis.
Lo que se me ocurra dijo.
Pfff.
La joven XaiRamA caminaba dispersa a orillas del río, con el pesar de la juventud incrustado hasta el fondo del alma. ¿Sería culpa de ella? ¿Sería culpa de él? Da igual. No era por no intentarlo. Había poca fluidez. No había entendimiento.
Y es que AmiRax, su compañero sentimental, pensaba que sería buen momento para empezar a tener hijos, ella pensaba también igual. Pero no era una decisión que deba ser tomada a la ligera. Había mucho que preparar. Como sabéis, el hecho de querer tener hijos implica un aumento en la familia. Debía haber una preparación.
Se esforzaron mucho en ampliar su humilde morada, AmiRax empezó a vender el excedente de su cosecha en el mercado del pueblo para tener dinero por si hubiera contratiempos. Y por supuesto empezaron a buscar a alguien que quisiera tener descendencia, porque como bien sabéis, tener hijos es cosa de tres.
¿Cómo? ¿Qué no lo sabéis? ¿En qué mundo vivís que no conocéis algo tan básico? Ah, ¿en la tierra? ¿Y qué tipo de reproducción tenéis allí? ¿Sexual? Ya, bueno, aquí también.
Bueno, bueno. Lo explico desde el principio.
XaiRama, era una bella hembra de la especie Xaeliana, vivían en el cuarto planeta del sistema Xiar en la constelación de Hydra, muy cerquita del río. Ese día estaba triste. Bueno, triste, más bien estaba amargada. Su novio, AmiRax, quería meter en casa a un extraño para procrear.
¿Os dije que en su especie para tener hijos necesitaban ser tres? ¿Sí? Y… Queréis detalles, ¿No? Es un poco asqueroso… Vale, vale, lo resumo.
Los Xaelianos necesitan un macho y una hembra, que se deben conocer, enamorarse, tener relaciones y un buen día, uno de ellos decide que quiere tener descendencia. Ocurre que ni él ni ella tienen útero. Para eso existe un tercer género. Ellos lo llaman neutro, o en su lenguaje, axual. Para eso, la hembra tiene un apéndice alargado parecido a una p… vale, vale, no seré explícito. Una vez que la mezcla es insertada en el cuerpo del axual, que no parece ni chico ni chica, es algo así como chique, pero es tremendamente atractivo para los dos géneros. Lo dicho, una vez fecundado, el axual se ocupa de crear el género, la salud y algunas características más de los pequeños, como color de los ojos, tipo de cabello, PH de la piel…
¿Qué cómo lo hace? Con movimiento. Según la danza que desarrolle, serán engendrados, niños, niñas o niñes axuales fuertes, gráciles y sanos. Cada poblado es famoso por el ritmo y el tipo de baile de sus neutros. En el norte son famosos por sus frenéticas melodías heavy metal, son una tribu de feroces guerreros. En el sur tienen melodías zíngaras y un baile parecido a la danza del vientre. Sus moradores son altos y seductores, comerciantes natos con gran talento para la tele-venta.
¿Os imagináis la complicación de tener una familia en esa especie? Bien, volvamos a nuestra pareja.
Ellos pasaron una buena temporada entre verbenas y salas de baile, donde se solían reunir el género neutro para practicar la danza. Pero fue en el mercado del pueblo donde AmiRax conoció a ReneXan, se quedó prendado de ello y lo invitó a casa.
Los primeros días fueron extraños, aunque ReneXan y AmiRax se pasaban el día juntos con el pretexto de conocerse, XaiRamA veía algo en ello que no le gustaba. El chique era simpatique, le encantaba las largas charlas de sobremesa y los paseos a la orilla del río. Hacía unos riquísimos pasteles de guaruba en escabeche y le encantaba la lucha libre. Pero había un gran problema, ninguno de los dos lo había visto bailar.
Los axuales se pasan el día bailando, viven para ello, da igual la preferencia de estilo, ellos bailan. Lo hacen mientras cocinan, en el camino al trabajo, mientras ven la tele. Algunos hasta cuando duermen están bailando. Pues este neutro no tenía danza alguna que exhibir. Hasta XaiRama le invitó a bailar, algo frecuente en el cortejo, ReneXan rechazó la ofrenda alegando vergüenza.
XaiRamA y AmiRax decidieron ponerse serio con el axual, cuando llegó de su matutino paseo por el bosque en busca de setas, se encontró a la pareja mirándole fijamente con cara de pocos amigos.
– ¡Baila! – Le ordenó, XaiRamA
– ¡No! – Les contestó el axial soltando las dos bolsas de setas que todavía llevaba.
– ¡Que bailes! – XaiRamA tenía la feroz expresión de la alimaña que acorrala a su presa.
– No puedo.
– ¿Se puede saber por qué? – AmiRax tenía la expresión de preocupación que produce recibir una carta del ministerio de hacienda.
– Soy arritmique –
– ¿Qué? – Dijo la pareja al unísono.
– Que tengo una enfermedad y no coordino bien el ritmo.
XaiRamA, presa de la angustia, salió corriendo de la casa con lágrimas suicidas a punto de saltar al vacío desde su inquietante mirada. Ahí es donde encontramos a la joven triste y decaida paseando a orillas del río. Por un lado, el axual ya había entrado en el corazón de la pareja y querían que formara parte de sus vidas, por otro temía tener hijos amorfos, enfermos y desabridos.
Nuestra encantadora protagonista, tras haber purgado sus penas con lágrimas y esfuerzo, sorteando caimanes del río, decidió buscar una solución alternativa. Reunió a su familia y empezaron a planear una solución.
Así, que desde este humilde espacio, nuestro encantador trío hace un llamamiento a la buena intención del público existente, cualquier respuesta es válida. ¿Alguien sabe que solución o soluciones pueden aplicar nuestros amigos para poder tener una descendencia digna? O si, por el contrario, este trío está inevitablemente destinado al fracaso.
En la esquina de la calle 13 me crucé con tu mirada, sortilegio de brumas del ocaso, quede perdido bajo la escalera del mantra que recitabas. Tu oscuro caminar de gata, y eso que en la noche son todos grises, replicar de cantos de sirena, más allá de la bendición de un connubio en martes a través del océano de la incertidumbre.
Madrugador zurdo en vigilia de Cuaresma, defensor de los fragmentos del espejo de sal cuarteado por la brisa del eco de tu risa, que tintinea en el color del sol en la fragua del abismo de tu cadera.
Y yo que soy aire por no ser viento, muevo el vuelo de tu falda, escupo el silbido de un lamento y ardo en silencio en el instante que me veo morir en el intento de que la chispa prenda el incendio y tú no seas el centro.
Extendió su mano al vacío con la utópica idea de sentir su cálida mejilla. Imposible de confluir en ese instante de ensueño en el que la transparente y fría forma de su amada, le miraba, triste y sola, como si el paso de los siglos venideros fueran cadenas que irrumpen su marcha.
En su rostro, lluvias de primavera en el viento de otoño, sol sostenido en el silencio de un copo de nieve, invitando a una caricia que ya nunca será. Imposible suspiro mudo que evoca el inflexivo momento de la partida inminente.
Me expulsé del noveno cielo, ya no era dueño de mis actos y mucho menos de mis sueños. Decliné mis alas en busca de la suave brisa de tu aliento y mis plumas rompieron a llorar maldiciendo melodías, ecos de tus malgastados recuerdos. Deseé urgente tus labios pero se hicieron de barro entre mis manos, se deshizo en mares de llantos y la arena me dejó derrotado en tu desierto.
Busqué la paz ausente arrastrando al verbo encadenado al amor desorientado., pues era oxígeno que alimentaba a mis sueños, que nutría al domador de mis demonios que hoy merodean a su antojo sin rumbo más fijo que el desalojo de tu olvido.
Desfallecí entre el perfume que dominaba a mi parte más humana. Quedé esclavizado a un ángel y suicidé a mis alas.