Categoría: DarkHaiku

  • DarkHaiku: Jorōgumo

La mujer que tejía sombras

    DarkHaiku: Jorōgumo La mujer que tejía sombras

    Susurras seductora, 

    Tu piel de seda atrapa, 

    Seré tu alimento. 

    —Ven… acércate. 

    Abrió los ojos. Eran las 3:33. La luna derramaba su luz sobre la cama. Intentó volver a dormir, pero algo vibraba en el aire. 

    —Vamos… ven. 

    La voz, de terciopelo rojo, reptaba entre las sábanas. Era un roce de brisa que lo empujaba hacia la ventana. 

    —Ven conmigo. 

    Susurraba en su mente. 

    —Ven… sal conmigo. 

    Bajo la farola temblorosa, la vio. Desnuda. Fría. Blanca como la luna que la amparaba en su caza. Le pedía cercanía, respirarle el miedo. 

    —Ven… baja… tengo frío… 

    Abrió la puerta. Ya no estaba. La farola parpadeó una vez. Luego, oscuridad. 

    —…Sígueme… acércate a mí. 

    Algo se movía entre la maleza. Curvas pálidas entre las sombras. Avanzó creyéndola en peligro. No sabía nada. Sus labios rojos le sonrieron. 

    —Ya estás aquí. 

    Acarició su cadera, buscando certeza. 

    —Abrázame ya. 

    No pudo resistirse. Su piel helada lo atrapó. En su abrazo, el hilo se cerró. En su mirada hambrienta se reconoció presa. Sintió los colmillos hundirse en su cuello. 
    Amaneció colgado en su telaraña, esperando el fin. 

    Buck Tick – Dress

    “Porque algunas voces no llaman: te tejen. Y cuando al fin lo entiendes, ya estás demasiado dentro de su red.”

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  • DarkHaiku: La sombra del tengu

    DarkHaiku: La sombra del tengu

    Oscura silueta,
    la sombra del cuervo cae —
    tu castigo es.

    No debí hacerlo. Tampoco conocía su precio. Despertar así ha sido castigo, pero también la revelación de un misterio.

    Perdido, buscando la antigua maldición de una historia, llegué hasta el fondo de un bosque espeso, donde la luz apenas tocaba el suelo. Entre matorrales muertos y un olor intenso a abandono, apareció el templo. Debió bastarme conocerlo desde fuera, pero la curiosidad me llevó a cometer este acto osado.

    Un nido de telarañas se enredaba entre los restos del mokoshi. La ruina, elevada sobre engawa astillada, rasgaba la tierra con cada paso. En su centro, un jardín descuidado: si alguna vez fue zen, ahora era misterio y silencio.

    Caminé entre los restos, soñando con tesoros ocultos. Solo hallé un secreto oscuro que me perseguía sin saberlo. Su sombra descendía desde el cielo, inevitable, mientras avanzaba ciego. Un susurro en la penumbra, una presencia delatada por un graznido.

    Ahí estaba él: katana en mano, alas negras desplegadas, y un alma oscura que traía mi castigo. La sangre se derramó en el suelo mientras entendía demasiado tarde la profanación que había cometido.

    Al despertar, me creí muerto. Pero no era cierto. Ahora era un cuervo más, custodio de aquel cementerio y guardián de los secretos que yo mismo he despertado.

    Luna Sea – Mother

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