Categoría: Cuentos cortos

  • Salir huyendo.

    Sugerencia de escritura del día
    Describe un cambio positivo que hayas hecho en tu vida.

    Tu mente era una mancha de tinta tirando a china, sangrando gotas gruesas en el mar de las mil dudas que se deslizaban gritando espacio. Lamentando heridas de claustro sin ventana que, presa del fervor procesado a vírgenes llenas de gracia y salero de poco peso, pues resultó que no llegaban ceros para el cambio de tus hábitos, de pasarela camino a la playa, de bronce extendido por el culto al cuerpo rendido.

    Así que salté del barco en marcha a buscar la marea, me rodeé de ruido blanco en vez de hundirme en brea, me escondí en la arena por no ver el sol.

    Tal vez debí esperar tu boca, aunque sé cómo roncea, parar frente tu falda y ver cómo vuela, pero no es buena idea, mejor digo adiós.

    Si vuelvo y me desangras, yo todavía herido, me pierdo en la constancia del andar de tus latidos, de las curvas de mi huida y esas piernas larga que de finas no terminan si en sueño las conservas.

    Por eso, escapo en silencio para recorrer otras tierras. Para sentir frío en caricias de noche, calor en ríos lejanos, donde brillan estrellas ajenas y se hacen cálido el olvido. Donde la paciencia es un sobre sin carta que espera respuesta y la miel sintética escribe ceros al color de piel pintada.

    El columpio Asesino – Que No (Deluxe)

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  • Rejuvenecer.

    Que poco a poco fuera recuperando la salud no lo consideré extraño, a pesar de los achaques de la edad, pues siempre he gozado de buena forma. Sí que me pareció curioso que mi pelo, gris hacía ya años, volviera a su tonalidad oscura de la noche a la mañana.

    Empecé a sospechar que algo misterioso pasaba tras ver desaparecer esa cicatriz que tanto afeaba mi figura. La visión volvió a ser limpia y mi paso firme. Además, tenía la desagradable sensación de que mi corazón palpitaba en el sentido contrario de las agujas del reloj.

    En poco tiempo no hizo más que mejorar mi estado anímico, mi oído se agudizó hasta límites insospechados y tenía la certeza de que, en susurros, escuchaba el pensamiento de quienes me cruzaba. “Qué bien le sienta el cambio de peinado”. “Qué cambio más impresionante, le rejuvenece mucho”.

    Vivía pleno de felicidad tras el cambio. Hasta que una noche empecé a experimentar una intensa atracción por algunas personas. Me preocupé cuando descubrí que no era de manera emocional, no era puramente un engatusador sentimiento romántico. Lo que sentía era hambre.

    Cradle Of Filth – Crawling King Chaos

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  • Maldito insecto.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué animales son las mejores/peores mascotas?

    Como el tiempo apremiaba y Soledad andaba con algún retraso en su trabajo, esperó a última hora para ir al baño. Se miró un segundo en el espejo para comprobar que su pelo estuviera perfecto y abrió la puerta del inodoro. 

    La puerta principal del lavabo se abrió de golpe, ante la temerosa mirada de la chica entraron dos reporteros con enormes cámaras, de las que se usan para cubrir los conflictos bélicos. Tras ellos entró un señor con bigote y sombrero de explorador con un micrófono en la mano. Tenía una constante y misteriosa locución en proceso.

     -… Entramos sin avisar en su guarida secreta. Esperemos tener la suerte de poder encontrarla. Para comenzar empezaremos a buscar su rastro.

     La joven no pudo contenerse y empezó a gritar.

     -… Señorita, por favor, no grite tanto. ¿No ve que estamos trabajando? 

     – Pero… esto es el lavabo de señoras, ¿qué coño hacen ustedes aquí?

     – Oiga, señora, tenemos permiso, estamos rodando un documental, no moleste.- Dijo con cara de enfado el señor con bigote, luego, mirando para uno de los cámaras, le indico con el dedo que grabara el suelo. – ¡Mira, mira! ¡Aquí hay una! ¡Graba, graba, vamos a seguirla a ver si damos con la reina!

     – ¿Qué reina? ¿No sabéis que en los baños públicos no se puede filmar? 

     – ¡Que tenemos autorización! Tenemos que encontrar a la reina de las cucarachas.

     – ¿La reina? A saber cuál de ella es. Mire ahí, mire como corre.

     – ¡Huy, otra! Grábala, grábala. No señora, la cucaracha reina es más grande y lleva mochila.

     – Mochila, sí, como Dora la Exploradora, pero con antena, y usted es el mono, ¿me van a dejar ir al baño?

     – Por si le interesa, la reina tiene una mochila para transmitir todo lo que procesan las demás.

     – Como estos dos, los de las cámaras, ¿no?

     – Pues exacto, ha dado en el clavo, estos bichos están aquí para espiarnos. ¡Mira! Otra, en el techo, grábala.

     – ¿Y quién nos están espiando? ¿Los rusos?

     – ¿Los rusos? Qué más quisieran ellos que tener esta tecnología. Señorita, estos bichos son robots biológicos y están diseñados para vivir con nosotros y saber que hacemos en todo momento.

     – Pues yo lo que voy a hacer es mearme encima si espero más. Y si no son los rusos, ¿quiénes son?

     – Extraterrestres.

     – ¿Aliens?

     – Sí, está comprobado.

     – ¿Bajitos, verdes y cabezones?

     – En verdad tienen esta pinta – El señor del bigote sacó su móvil y le enseñó a Soledad una imagen.

     – Y… ¿Cuándo dice que vienen a visitarme?

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  • El refugio.

    En las paredes había símbolos extraños arañados en la roca. Se desprendió de la nieve que cubría sus hombros y comenzó a prender la fogata. Alguien había procurado madera seca para que quien la necesitara la pudiera usar, la tradición obligaba a reponerla. Entonces fue cuando apareció el monstruo.

    Medía más de dos metros, por lo que tuvo que agacharse para entrar dentro de la cueva, tenía todo el cuerpo cubierto de un pelo grueso de color naranja pálido. Las facciones de la cara era casi humanas. Emitió un gruñido gutural y se quedó en posición desafiante.

     – Sí, son frías noches, saludos.

    La criatura profirió otro gruñido.

     – ¡Ah! Lo siento, no sabía que este era un lugar sagrado, tendré que buscar otro refugio.

    El homínido le hizo un gesto con su peluda mano y comenzó a articular sonidos roncos mientras gesticulaba.

     – Vale, hay que rezar a vuestra diosa como señal de respeto para permanecer aquí, pero yo no conozco esa plegaría, es más, no sé si la voy a poder pronunciar.

    La criatura emitió un sonido corto y vibrante.

     – ¿Qué me ayudas? Vale, todo sea por no pasar frío.

    La peluda criatura empezó a emitir un canto, curiosamente bello a pesar de su ronca voz.

     – A ver si lo consigo. Graoooooar, Grrrraoaaaaar, mmmm, Graaaaaaa, oaaaaar oaaaar.

    El homínido parecía divertirse, parloteaba y repetía el canto una y otra vez, mientras el humano no paraba de intentar imitarlo, intentaba una voz ronca y gutural que parecía imposible para el.

     – Casi que voy prefiriendo el frío al dolor de garganta, a ver ahora. Gggraaoooar, Grrraoaaaar, mmmm, Groaaoaa, oaaaaaar, groaaaar.

    La expresión del humanoide naranja cambió, de golpe abrazó a su discípulo y se dispuso a parlotear en su idioma.

     – Bueno, lo he hecho lo mejor que pude, entonces. ¿Esto me permite poder pasar la noche aquí?

    La criatura le puso una mano en el hombro al humano y empezó con su entonación de gruñidos.

     – ¿Qué? ¿Qué me adviertes que si llega una hembra puede exigir el derecho de aparearse con quien se encuentre en esta cueva? No, si yo mejor me voy. 

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  • Posos en el café.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué te hace reír?

    La cafetera pitaba con alegría, como complemento de un despertador que no dejaba de sonar, con desgana la retiró del fuego y se sirvió. Con la mirada perdida y el pensamiento espeso como el alquitrán, soñaba, no meditaba, con un día sin la necesidad de madrugar.

     – ¡Eh, oye!

    El sobresalto le hizo golpear la mesa y derramar algo de café. Con el corazón en un puño, se quedó mirando alrededor, no sabía de dónde venía esa vocecilla.

     – ¡Bro! ¿Qué te pasa? Casi me tiras.

     – ¿Pero qué es esto? ¿Quién eres?

     – ¿Pero no ves que soy yo quien te está hablando?

     – ¡Pues no, no veo quién me está hablando!

     – ¡Joder! Qué espeso estás hoy, soy el café. Venga, tómame, ya que vas a llegar tarde.

     – ¡Dios! Ya pasó, ya me volví loco.

     – No, hombre, no estás loco.

     – Pero ¿cómo no voy a estar loco si estoy hablando con el café?

     – Ah, claro, entiendo, es que te han llegado ahora.

     – ¿Qué cojones me ha llegado ahora?

     – Tus poderes, un poco mayorcito, ¿no? Que tienes, ¿casi cuarenta?

     – ¿Pero qué poderes? Si yo no creo ni en poderes ni en milagros.

     – A ver, qué tan tonto no puedes ser. ¿Has oído hablar de consultar los posos del café?

     – Algo he oído.

     – Pues has despertado ese poder. Así que bébeme y te voy diciendo.

     – ¿Puedes adivinar el futuro? 

     – Hombre… Esto es como todo, yo puedo adivinarte el presente, todo lo más el futuro inmediato, pero mientras hablamos ya es presente.

     – Pero lo de los posos del café era un método adivinatorio, ¿no?

     – Sí, claro, pero para eso tienes que usar café con cierta calidad. El que tú usas es malo, no lo siguiente. Compra café del bueno y tendrás previsiones de hasta un año. Con el Kopi Luwak creo que consigues un rango de visión de 25 años. Aunque hay uno importado de Colombia que no está mal de precio.

     – Vale, qué me puedes decir ahora, con los medios que tenemos.

     – Que estás amargado por tener que ir a trabajar, que estás deprimido porque no ligas y que eso es normal porque no hay quien te aguante. ¡Ah, sí! Que tienes que ir al dentista, que tienes una caries en la segunda muela del tercer cuadrante que casi llega a la raíz.

     – ¿Del ruido del coche me puedes decir algo?

     – Comprate un café decente, anda.

     – ¿Con eso podré averiguar el futuro de otras personas? 

     – Claro que sí. 

     – Pues me voy corriendo a comprar café.

     – Claro, pero tómame primero, que me voy a enfriar…

    Tras conocer el portazo de despedida, se materializó un diminuto ser. Veinte centímetros de carcajadas con forma humana, piel color aceituna y orejas de punta. Se reía tanto que a duras penas se tenía en pie. Pronto apareció otro, parecía un poco mayor y bastante más serio, acercándose al más risueño, le dijo;

     – Te has pasado un poco con el humano, no solo le robas el café sino que además exiges calidad. A ver qué dice de esto la ley de Urisk.

    Phoebe Bridge (The Cure cover) – Friday Im in Love

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  • Danza en cuatro fases

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué te hace una persona única?

    I – Grito

    Su camino cansado irrumpió en las grietas formadas en la arena, deshaciéndolas en polvo al pasar. Al parar su marcha observo el entorno. Aves negras alrededor formando círculos concéntricos, lastimosos árboles sedientos en espera del sortilegio de invierno o de una muerte anunciada. Golpeó su cayado de rama nudosa fuerte en el suelo y gritó. 

    Gritó al aire con rabia. Rompiendo la paz de los pájaros que huyeron presa del pánico, los pocos animales que había en el terreno, también lo hicieron. 

    II – Oración

    El anciano se sentó, alzó las manos en alto y empezó su cántico. La melodía, expulsada desde sus pulmones, pasaba por su garganta, nariz y boca y era desparramado al ambiente. El aire transportaba su rezo al cielo y este respondía con una vibración. Cada átomo de la atmósfera del lugar que le rodeaba se estremecía esperando ser ordenados.

    El hombre alzó la vista, agarró su bastón y se levantó

    Silencio.

    III – Danza

    Su movimiento era suave, pausado. Su oración fue entonada de nuevo, sonidos graves de frases profundas que generaban contracción y dilatación en sus músculos, creando un ritmo al compás del movimiento. Una danza que empezaba en él y se expandía en sintonía con el aire, la temperatura variable del ambiente, las moléculas dispersas de humedad latente que, en un efecto Pigmalión cuántico. La brisa fue creando nubes negras que fue colapsando el cielo, eclipsando un débil sol cuyos rayos intentaban sobresalir entre los recovecos de los estratos. 

    Paró un instante y miró la nubosidad en proceso de formación.

    IV – Lluvia

    El anciano golpeó firme el terreno con el pie izquierdo, una gota cayó sobre su frente y sonrió.

    Las nubes se deshicieron en una lluvia suave y continua que pronto empapó la tierra convirtiéndola en barro.

    Su camino cansado se abrió paso entre los charcos en busca de cobijo.

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  • Auspicio de lo cotidiano

    Sugerencia de escritura del día
    Cuéntanos algo que la mayoría de gente no entiende.

    Y sin saber cómo, llegó.

    Melodía de libélulas en vuelo rasante al compás de la tarde, vals de aves de tonos apagados en sintonía con el mecer de las ramas de los árboles. Las últimas gotas del calor del verano se depositaban en pinceladas de luz, despojando a las flores de sus pétalos, llevando su perfume lejos en el viento.

    Y sin saber por qué, anocheció.

    El sol se llevó el color, arrastró sus rayos absorbiendo el verde de las ramas agitadas. Fue arrancado el azul de los lirios y quedaron lánguidos y mustios, el rojo y el amarillo de las mariposas quedaron manchados de gris, su vuelo se volvió lento y cayeron como hojas marchitas de árboles secos esperando su fin.

    Y sin saber cuándo, apareció la luna.

    En blanco y negro quedó el paisaje, las enredaderas, en un saludo a Selene, abrieron sus campanillas blancas ante su resplandor. De los troncos huecos salieron, amenazando a la oscuridad con sus cabriolas, luciérnagas de tonos brillantes que bailaban a la noche, orquestadas por el aullar de la penumbra.

    Y sin querer saber, despertó. 

    Pauline en la Playa – Un Bosque

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  • Mi superpoder.

    Sugerencia de escritura del día
    Cuéntanos una habilidad secreta que tengas o que te gustaría tener.

      – ¿Y dice que su superpoder tiene carácter eléctrico?

     – ¡Sí!

     – Pero no nos da muchos detalles, esta entrevista es para poder averiguar si da el perfil para que pueda unirse a nuestro grupo de superhéroes: Los justicieros de Chipiona.

     – Exacto, y yo tengo los requisitos que hacen falta. Se lo aseguro.

     – Vale, nos conoce, ¿verdad?

     – Claro que sí.

     – Aun así le voy a explicar quiénes somos y lo que hacemos. Ese flaco de ahí vestido de folclórico, como ya sabrás, le llamamos Fandan Go. Su habilidad es que al arrancarse a cantar obtiene supervelocidad, puede alcanzar los 450 km/h a ritmo del zapateado. Además, tiene el ataque de lanzamiento de castañuelas.

     – Sí, lo conozco, aunque no lo había visto.

     – Eso es porque va muy rápido. Luego está el fortachón de la txapela. Su nombre es Koldo Garaiezina, que tala árboles con las manos y viene con Harri, el niño piedra, al que no duda en lanzar al enemigo si es necesario. 

     – ¿Este es el que se vuelve rojo, verde y blanco si se cabrea?

     – Exacto. Esa señora del moño del fondo es Maruja la del Romero, que no te engañe su aspecto, es una poderosa bruja experta en maldiciones rimadas, con un 84% de efectividad inmediata.

     – He oído que le dijo a uno “A ti, por malaje y traicionero, que nunca más te quepa el sombrero” y ahora transporta su cabeza con una carretilla.

     – Totalmente cierto. El siguiente es aquel chique que viste con tantos colores, se hace llamar Rainbow Star y a su poder lo llama relincho. Grita tan fuerte que rompe hasta el mineral más duro, por eso el niño piedra no quiere estar a su lado.

     – Yo a ese lo conozco, pero de YouTube.

     – Sí, ese es su otro superpoder, pero no sirve para defender al débil, solo vale de somnífero. Y por último estoy yo, el Capitán Iberia que, como ya sabe, puedo volar. 

     – Además, eres el líder del grupo.

     – Usted se hace llamar El Torpedo, yo no creo que se dispare y explote, así que cuéntenos su historia.

     – Verás. Yo soy el nieto secreto del dios Thor. En su visita a Asturias él andaba tonteando con mi abuela Lola. Al quedarse embarazada, él se fue a no sé qué asunto llamado Ragnarok. Mi padre es un humano normal, pero yo sí alcancé a tener un superpoder.  

     – No me diga que heredó un martillo mítico.

     – No, tiene que ver con su perfil de Dios del Trueno.

     – Vale, pero ¿de qué se trata? ¿Cómo funciona? ¿Nos puede hacer una demostración?

     – Ahora es imposible, necesito algo primero para activar mi poder.

     – Bien, pues cuéntemelo, describa su poder.

     – Es que me da vergüenza.

     – Si quiere ser parte de Los Justicieros de Chipiona, tendrá que dar muestra de coraje y valor. Y bastante cara también. 

     – Bueno, vale, para desarrollar mi poder necesito antes haber comido judías. Unas buenas fabes si es posible.

     – ¿Y eso qué tiene que ver con el trueno?

     – Verás, yo soy Thor-Pedo, así que tras una flatulencia primero va el rayo y luego el trueno.

     – Genial, expulsa electricidad anal.

     – Un arco voltaico de 30.000 amperios testados, nada menos.

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  • Sonrisa extraña

    El brillo de su sonrisa se tornó extraño. Su mirada apagada se despidió de la luz. Expiró una última vez y quedó en silencio.

    Al borde de la luna fue cuando se levantó y marchó.

    Lilium – Sleeping Inside

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  • Artista artificial

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