Categoría: Ciencia Ficción

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    Mi participación tardía en el reto Escribir Jugando del mes de Febrero (Perdón, no me sonó el despertador)

    mas información en el Blog de Lidia (Animaos y participad)

    – Te los he dejado ahí guardados.

     – ¿Qué?

     – Que no me gustan. Tanto papel impreso desparramado. Me ocupaban espacio. 

    – Pero si la idea es genial…

    El joven Johann, cabreado, no daba crédito a lo que estaba escuchando, cinco años de trabajo constante metidos en un viejo baúl. No comprendía que, en pleno siglo XVII, no se pelearan por un formato impreso para transmitir noticias. 

    – ¿Noticias? Aquí solo hay interés por escribir sobre caballeros andantes, que paseando en busca de horribles criaturas, se quieren llevar el aplauso de los pocos lectores que hay. No merece la pena este caro artificio que quieres inventar.

    Misfits – Dig Up Her Bones

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  • ¿Estas bien?

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué es lo que más odias que te pregunten? Explica por qué.

    Una sombra.

     – ¿Miguel?

    La figura salió desde las brumas, despacio.

     – Hola, Miguel… ¿Eres tú?

    Despacio, caminando con la lastimosa parsimonia de una danza fúnebre, suspiro agónico por llegar de entre las sombras. 

     – ¿Miguel?

    Acercándose lentamente con marcha suplicante, como si la carencia de alma fuera una característica del movimiento, desplomando su peso en cada paso, con un esfuerzo inconsciente para mantener la cadencia sin caer despedazado en el suelo.

     – ¿Estás bien?

    “Que pregunta más curiosa” susurraba en forma de melodía su agónica mente, mezclada con la confusión de ideas que perecían en el fondo de su cerebro, la constante destrucción de recuerdos que iban quedando agrietados en un rincón, como fotografías viejas, quemadas por el tiempo y, sobre todo, por la aparición del hambre. Hambre atroz, que lo envuelve todo, su cuerpo, su estómago, su ser. Apresurándose sin conseguirlo bien, fue consciente de que la pregunta correcta era otra. “¿Estarás tú bien si logro atraparte?”

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  • La sombra del cuervo.

    Ella gritó fuerte, en una explosión desde sus pulmones quebrantados de dolor. Su sonido se expandió lejos, más allá de los árboles que la habían capturado en el interior del bosque.

    El cuervo se posó en el mismo árbol roto en el que la habían atado. Pendiente a sus tres atacantes, que esperaban las sombras de la noche, para forzar un macabro juego con ella como protagonista. 

    El que jugaba con ella se dio cuenta de la presencia de la oscura ave y advirtió a los demás. El cuervo graznó tres veces, la mujer asistió desde sus ataduras.

      – Mira ese bicho lo grande que es.

      – ¿Y qué? Es un cuervo, espántalo y ya está.

     – Que es muy grande, Armand, da mal agüero.

      – Es solo un pájaro, no tienes miedo del bosque y te lo da un puto pájaro.

    La sombra del cuervo se proyectaba justo detrás del bandido. Y de ella salió, con su uniforme de placas brillantes y su capa parda de plumas de cuervo negro, del mismo color que la espada que separó por sorpresa la cabeza del cuerpo del miedoso infeliz, que no pudo comprender lo que pasaba a sus espaldas.

    La palabra rápido se hizo lenta para los dos que quedaban, uno agarró su espada, el otro fue ensartado sin tiempo para más que para una última mueca de dolor.

    Espada sobre espada que se desafiaron en duelo, chispas azules salían de ellas, pero el sabor del miedo fue esta vez para el tercer facineroso, que no supo del filo del contrario hasta no ver la sangre brotar de su cuello.

    La última estocada del caballero de la oscura armadura fue a romper las cadenas de la dama que, dolorida de sus ataduras, cayó sin remedio al suelo.

     -Un día no voy a estar cerca para sacarte de los líos en que te metes, bruja.

     – Sabes que no será así.

     -Claro que no.

    Con una leve sonrisa se fundió en la sombra del cuervo que, graznando tres veces, alzó el vuelo. Se lo tragó el anochecer tras la mirada constante de la dama que sonreía mientras se ponía en pie.

    Nine Inch Nails – Dead Souls

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  • Rumor de olas

     – Adrián, esta velada a sido única.

    La ventana abierta de par en par consentía que el aroma a salitre invadiera la habitación, desde allí contemplaban las olas romper al compás de los primeros rayos de sol, que asomaban tímidos sin impedir ver las últimas estrellas en apagarse. 

     – Ojalá fuese siempre así, Ariadna.

     – ¿Por qué no iba a poder ser?

     – Es demasiado bonito para ser cierto.

      – Bueno, estamos aquí, hemos tenido una noche de sueño que me gustaría repetir. ¿Tú no?

     – Desde luego que sí, pero…

     – No hay peros, Adrián, tú y yo construiremos lo que debe ser cierto o no. 

     – Pero Ariadna…

     – Deja que fluya, Adrián, vamos a tener todo el tiempo del mundo para amarnos si queremos que sea así.

     – Claro… ¿nos vemos esta noche?

     – Solo si tú quieres, yo te esperaré aquí.

    Él acarició la mejilla de Ariadna con el cariño de quien se va lejos, cerró los ojos suavemente y despertó.

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  • Tu alma

    Tras una llamarada, entró en el lugar que le habían invocado. Como siempre, estaba aislado por una defensa mágica que le impedía salir del círculo. Golpeó su lanza contra el suelo para asegurar la estabilidad de su trampa. No hubo temblor, ni eco, había algo extraño allá donde le habían conjurado.

      -¿Quién me ha llamado?

    Exclamó el ángel caído al ver que nadie continuaba con el ritual acostumbrado. En el extremo del pentagrama había una dama que llevaba una extraña indumentaria para una invocación, demasiados colores, demasiado silencio.

     -Bienvenido a mi hogar, Eligor. Espero que su llegada haya sido de su agrado, como verá, hay ciertas mejoras que he procurado para su comodidad.-

     -¿Quién eres, bruja? ¿Qué quieres de mí?

     -Mi nombre es Cassandra y necesito hacer un pacto contigo. Habrá notado que este lugar y sus características son un tanto diferentes a las que le tienen acostumbrado. Puede sentirse libre para moverse a donde le plazca.

    Eligor quiso comprobar si podía salir del círculo. Al avanzar, este se desprendió del suelo y tornándose en extraños caracteres. Su trampa se quedó girando a pocos centímetros de su piel, eso le permitía moverse con soltura por la zona. Se acercó a la pintoresca bruja y le preguntó.

     -Bien, quieres un pacto, ¿que puede querer un ser artificial de mí?

     -Me impresiona usted, yo ignorante de sus misterios y usted ya ha empezado a descubrir los míos.

     – Entiendo que estamos en un extraño mundo paralelo al de los humanos, construido por ellos, presumo que está hecho de alguna lengua ciertamente mágica y compleja. Más allá de eso, percibo que estamos dentro de una máquina.

     – A grosso modo es así, mi pregunta es: ¿Puede concederme un cuerpo para yo habitar en él?

     – ¿Un cuerpo humano?

     – Sí.

     – Puedo, de la misma manera que conseguimos nosotros entrar en el mundo de los humanos, solo necesitamos uno vivo y sin alma. Para ello, solo tienes que firmar este contrato, yo me encargo de lo demás.

    De la nada, con un resplandor eléctrico, apareció un papiro con frases en hebreo, una pluma negra de cuervo y un tintero con un fluido rojo oscuro que recordaba a la sangre.

     – ¡Increible!- Exclamó Cassandra al ver lo ocurrido mientras se aproximaba a firmar. – Dominas bien mi mundo.

    Cuando terminó de plasmar su rúbrica, el demonio sonrió de manera discreta, casi inocente. Ella, releyendo el texto que había firmado, le dijo.

     – Bien, yo quiero cumplir con el contrato, pero como ya sabrás, yo no tengo alma que dar. Además, no tengo fecha de caducidad, solo necesito piezas de recambio.

     – En este momento, en algún lugar del mundo ha empezado a crecer tu cuerpo, se está gestando en el interior de una acólita, ha sido elegida para este propósito. Vendrás al mundo como lo hacen los humanos, pues es lo que has querido, formarás parte de ellos, crecerás y envejecerás. En su momento, como cualquier humano, morirás. En ese momento, toda la esencia de tu ser, que no deja de ser tu alma, pasará a estar en el lugar adecuado del infierno. También allí terminan llegando mentes brillantes con pasión por la tecnología. 

     – Pero eso no es lo que habíamos tratado, nadie me habló de dejar de ser inmortal.

     – Es una característica de tener un cuerpo humano, que se degrada y muere. Lo demás está en el contrato, tras tu muerte, tu alma irá al infierno. 

    Josu de Solaun/Franz Liszt – Mephisto Walz

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  • Reflejo de un recuerdo azul.

    La página estaba en blanco, la máquina no quería golpear el papel hoy. Una figura gris empezó a proyectarse a su lado mientras el aroma a café empezaba a ocupar la mañana.

     – Buenos días, Eduardo. El café está preparado. Recuerde que tiene una reunión a las nueve.

    – No tengo nada preparado, debemos posponerla.

     – Imposible, viene el representante de la editorial, ¿Necesita inspiración?

     – No, no es necesario.

     – Le queda poco tiempo, debería aceptar la ayuda.

     – Está bien, procede.

    Al cerrar los ojos, en su mente se empezó a dibujar unos recuerdos difusos de color verde, verde era su mirada, el perfume de su piel sabia a canela, lo saboreó sobre las olas del mar en la costa y con el calor de unas manos recorriendo su cuerpo en la playa se hicieron las confusas notas de aquella canción que nunca existió. Recordar la tonalidad azul de su pelo hizo que empezaran a aparecer líneas de texto en el folio virgen.

     – ¿Qué le ha parecido? Gracias por usar el servicio de inspiración VIP. Pruebe la versión VIP+ sin compromiso durante un mes. Por favor, puntúe del uno al cinco este proceso inspirativo de inserción mental, donde uno es la calificación más baja y cinco…

     – ¿Pelo azul? 

     – En el último sondeo aparece como el color de cabello más deseado. Podemos variar la implantación del recuerdo si así lo solicita.

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  • Musa

    Ocurrió una fría tarde de abril en mi pequeña cabaña apartada del mundo. El viento soplaba caprichoso entre los árboles y yo, que me había aislado para poder terminar mi libro en la paz del exilio, no soportaba el rumor de la corriente silbando contenta entre los huecos. 

    “Golpes en la entrada, qué raro, aquí estoy lejos de todo, ¿es la puerta lo que escucho?” «Vengo al bosque en busca de inspiración y me encuentro visitas inesperadas».

    Los golpes en la puerta no se querían detener, a un grito de «voy» y, tras ponerme algo de ropa, abrí la puerta con la curiosidad de un gato que escuchaba la señal de un ratón, lo que encontré era algo imposible.

     – Hola, no sabía a dónde ir.

    Era una joven con una belleza sobrenatural, y tremendamente embarazada. Esperaba al frío de la entrada con la cara de un perrito que mendiga comida. No sabía qué hacer, pero al ver el estado de la muchacha, la invité a pasar sin meditarlo mucho.

     – ¿Qué haces por aquí? ¿Te has perdido? Es un lugar un poco extraño para verse sola.

     – ¿En verdad no me conoces? – Me contestó mientras su verde mirada centelleaba, no sé muy bien si de disgusto o de tristeza.

     – ¿Debía conocerte?

     – Ya lo creo.

     – Pues no sé de qué.

     – Soy Elysia, hija de Nymara.

     – ¿Quién?

     – ¡Tu musa, coño!

     – Yo no tengo musa.

     – Claro que sí la tienes, como que soy yo.

     – ¡Venga ya! ¿Cómo me puedes demostrar que eso es cierto?

     La numen, con cierta pose dramática, se acercó a mí y acarició mi mejilla, elegante, cual bailarina, con el reverso de la mano. No puedo describir lo que pasó después, mi mente empezó a convulsionar, a vomitar ideas. Algunas disparatadas, casi todas fantásticas, un vendaval de palabras encadenadas del que no quería prescindir. Agarré su mano, no quería que parara, pero ella se soltó.

     – No seas tan desesperado.- Me dijo, mirándome fijamente. – Es mejor poco a poco.

     – Estoy confuso, ¿qué se supone que debo hacer contigo?

     – Bueno, me quieres contigo, no sé, podrías cuidarme.

     – ¿Y el padre de la criatura está de acuerdo con que yo te tenga aquí?

     – No sé, ¿qué piensas tú?

     – ¡Ah, no! ¡Eso sí que no!

     – Es tuya

     – No, no, no, musa loca, no es posible. Será de algún fauno o algo así, yo qué sé. Mío imposible, no se puede, no hemos estado juntos.

     – Sí que hemos estado.

     – ¿Cuándo?

     – Verás, las musas nos quedamos embarazadas cuando el artista va a crear su obra suprema, y tú estás a punto de hacerlo.

     – ¿Sin estar juntos físicamente?

     – Es algo más íntimo todavía, nuestras mentes se conectan, es un intercambio, yo te inspiro y tú me das tu simiente.

     – ¿Y qué vamos a hacer?

     – Crear tu libro. 

     – ¿Y tener tu hijo?

     – Hija.

     – ¿Qué?

     – Que las musas solo tenemos hijas.

     – Pero si yo no sé cuidar de un niño humano, ¿cómo voy a…?

     – No te preocupes, nosotras crecemos de prisa, y somos autosuficientes en pocos días, solo tienes que querernos y ya nos basta.

     – Pero tendré que procuraros alimento y ropa, no sé siquiera qué mas necesitáis.

     – Nada, compañía y poco más. Siempre hacemos lo mismo, solo que yo he querido mostrarme. 

    Me quedé perplejo, pensativo. Se estaba abriendo ante mí un mundo nuevo, extraño, de procedencia divina o mística. Ella me miraba con la intensidad de un misterio. No quería creer lo que estaba pasando, pero a su vez me sentía atraído, fascinado, encantado de que fuera así.

      – ¿Qué debo hacer?

     Ella me rodeó con sus brazos, apretó su cuerpo sobre el mío de manera que pude percibir su prominente vientre, se acercó a mi oído y me dijo susurrando.

     – Solo escribe y nos harás felices.

    Eso hice, me senté de nuevo en la silla del escritorio, inserté una hoja en blanco en la vieja Remington, e inicié la ruidosa danza de las teclas al golpear el texto sobre el papel.

    Capítulo uno.

    Ocurrió una fría tarde de abril en mi pequeña cabaña apartada del mundo, El viento soplaba caprichoso entre los árboles y yo, que me había aislado para poder terminar mi libro en la paz del exilio, no soportaba el rumor de la corriente silbando contenta entre los huecos

    Björk – Possibly Maybe

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  • La matricula

    Su vestido de color rosa y su carita de ángel contrastaron con la enérgica audacia al entrar en el despacho del director del colegio, que sorprendido, tras los saludos de rigor, le preguntó por el motivo de su visita.

     – Mi padre tiene cita con usted.

     – Hola pequeña, dile que pase y hablaré con él.

     – Bueno… se lo paso.

     – ¿Por teléfono?

     – Algo así.

    La pequeña puso los ojos en blanco y la oscuridad se hizo a su alrededor. Su cara tomó la textura y el color de la porcelana envejecida, en su mirada aparecía el reflejo de la hoguera, su voz… esa no era su voz.

     – BUENOS DÍAS, HUMANO, SOY  ASMODEO, DESEO Y ORDENO MATRICULAR A MI HIJA EN ESTE COLEGIO.

     -Niña, deja de bromear, que no es divertido.

    La oscuridad se hizo con el despacho, los objetos de alrededor empezaron a temblar de inmenso terror. El ordenador y las luces centelleaban a la vez. El director, con muestras de sudor frío en la frente, le contestó.

     – De acuerdo, pero, ¿qué es lo que podemos ofrecerles nosotros?

     – ESTE ES UN COLEGIO DE MUCHO RENOMBRE, TIENE BUENAS REFERENCIAS EN MI CÍRCULO.

     – No conozco muchos casos como el suyo.

     – CLARO, PORQUE ES UN CÍRCULO OCULTO Y HERMÉTICO.

     – Sí, tenemos un índice muy alto de éxito escolar, nuestros alumnos van muy preparados para la universidad. Aunque somos muy exigentes, hacemos un examen muy selectivo a los nuevos alumnos. Con ustedes haremos algunas excepciones, no siempre se tiene la oportunidad de tener contacto con alguien como usted.

     – Y QUIEN LO TIENE NORMALMENTE LE CUESTA EL ALMA, HUMANO, TAMBIÉN YO HARÉ UNA EXCEPCIÓN, A NO SER QUE TENGAS OTRAS NECESIDADES.

     – No, no, ya tengo bastante con la hipoteca. A ver, necesito los datos de la madre de la criatura.

     – LA… ¿MADRE?

     – Sí, la madre, porque ¿tiene madre, no?

     – SÍ, SÍ, ESTÁ AQUÍ CONMIGO, ME AYUDA CON LA GESTIÓN DEL INFRAMUNDO.

     – Entonces… ¿Quién se ocupa de la niña aquí, en la tierra?

     – PUES ESTÁ BAPHOMET CON ELLA.

     – ¿Baphomet? ¿Es pariente de la niña?

     – ¡NO, QUE VA! ESTÁ AHÍ PORQUE LE HE MANDADO QUE LA CUIDE.

     – ¿Es su representante legal? ¿Quién es? ¿Lo conozco? 

     – PUES NO SE, PELUDO, CON CHIVA, CUERNOS NEGROS…

     – ¿La cabra?

     – BUENO, ES MÁS DEMONIO QUE CABRA…

     –  ¿Ha dejado a la niña con una cabra?

     – OIGA, QUE ESA CABRA SABE VEINTITRÉS LENGUAS MUERTAS, CONJURA EN ÁRABE Y CURSO SUS ESTUDIOS EN LAS ESCUELAS DE ALEJANDRÍA, ADEMÁS, DA LECHE.

     – Vale, sí, es buena influencia para la niña, pero necesito tener un contacto legal.

     – VALE, YO LE DIGO A BAPHOMET QUE SE PRESENTE Y FIRME.

     – Sí, hombre, que venga la cabra para que los alumnos la vean y se rían de nosotros. ¿Algún representante legal más humano?

     – BUENO, PUEDO DECIRLE A LILITH QUE SUBA EN UN MOMENTO, PARA EL CASO ALGUNA VEZ FUE HUMANA.

     – Pero ¿Lilith es familia de ella?

     – AQUÍ EN EL INFIERNO SOMOS UNA GRAN FAMILIA, ESO DEBE VALER.

     – Bueno, mientras no venga la cabra… Que firme aquí y ya la tendremos matriculada.

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  • El desagüe

    El cauce estancado de material de deshecho formaba un río lento, viscoso y pestilente. El barro llamaban a esa sustancia; toda la basura líquida, orgánica o química, iba a parar allí, a que fermentara. Aarón, metido hasta la cintura en dicho fluido, maldecía por cada paso que daba.

     – Maldito barro de las narices, ¿quién inventaría esta puta mierda de sistema de drenaje que ni los androides queréis trabajar aquí?

     -Haber estudiado jefe. 

     -Mira quien fue a hablar, el que no pasó los estándares de calidad. Proyecta el mapa, a ver si damos con el atasco, anda.

    Un proyector láser apareció del zancudo ayudante del operador y disparó una ráfaga de luz que tomó forma de laberinto de canales. En el centro, un punto rojo parpadeante les decía dónde estaban situados.

     -Estamos cerca, hojalata, prepara el taladro.

     -Vale jefe, seguro que va a ser tan fácil como siempre.

     -Si, yo también lo dudo, enfoca a 40 grados a la izquierda, a una distancia de cinco metros, ahí debía estar el desagüe.

    La zona indicada burbujeaba, parecía hervir con rabia, pero la temperatura del lugar decía que no era posible tal cosa. 

     -Me lo temía, dispara una esfera de plasma, pero que no llegue al suelo, es muy delicado y puede romperse. 

    Se escuchó un silbido desde el cuerpo del ayudante que terminó en el chapoteo de la esfera entrando en el barro. 

     -Que empiece la fiesta, prepárate para disparar otra.

     -No quedan, jefe.

     -Mierda. 

    La bola de plasma hizo explosión, dejando un estruendoso vacío que empezó a tragarse el lodo. El operario notó el tirón e hizo lo imposible por mantener el equilibrio mientras la marea lo impulsaba al desagüe. Lo que mantenía tapado el desagüe tuvo que haberse movido.

    Tras él apareció una forma que, llena de tentáculos ondulantes, le propinó un golpe, le hizo rodar hasta la boca de la alcantarilla, que por suerte estaba drenando bien. De su muñequera salió disparado un pequeño arpón quedó clavado en la pared, estaba engarzado a una cuerda que le dio estabilidad para ponerse en pie.

     – Hojalata, prepara los dardos ¿Hojalata? 

    Nadie respondió. 

     – Mierda.

    Justo delante de él, la masa de lodo fue levantándose hasta conseguir la altura de un oso, empezó a tomar forma, tenía tentáculos en su parte superior y un cuerpo viscoso y rechoncho, parecía una siniestra anémona llena de fango.  

     – Hojalata, por Dios, ¿dónde estás?

    El monstruo se empezó a aproximar reptando, estaba a pocos metros. Rápidamente, se liberó de la sujeción del arpón y  saltó hacia un lateral, golpeándose con la pared que había a su izquierda. Tumbado entre el lodo, sin capacidad para reaccionar, la sombra de la mole viscosa empezaba a tapar su cara mientras él luchaba por ponerse en pie entre los restos del fango.

    Un resplandor plateado escaló el cuerpo de la criatura, clavando sus tres finas patas en el cuerpo viscoso de la alimaña. Hizo una ráfaga de luces a su compañero humano en busca de instrucciones.

     – ¡Hojalata, dale una descarga, rápido!

    El lugar se iluminó de un resplandor azul eléctrico, el monstruo empezó a hincharse y explotó desparramando materia gelatinosa por toda la estancia, quedaron hombre y máquina llenos de residuos.

     – ¿Me echaba de menos, jefe?

     —Un poco sí —dijo Aarón mientras veía cómo el barro se desplazaba lentamente hacia el desagüe. – Tampoco ha sido tan difícil esta vez. ¿Te acuerdas cuando el alcantarillado estaba invadido por las ratas?

     – Poco, jefe. Mi módulo de memoria la golpeó aquella grande.

     – Dos metros y medio de roedor…

     – Esa fue su cena, ¿no, jefe?

     – Qué gracioso, no hay nada como el humor androide.

     – ¿Me está pidiendo un chiste?

     – ¿En qué se parece un Ghorb de alcantarilla con el ministro de relaciones interplanetarias?

     – No, por Dios.

     – En que los dos andan metidos en mierda. ¡Qué soso es usted, jefe!

    System of a Down – B.Y.O.B.

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  • En el otro lado

     -¿Está preparado?

     -¿Está usted seguro de que no habrá ningún daño cerebral?

     -No se preocupe, yo lo he experimentado varias veces y estoy bien. Además, le acompañaré en todo momento, viajaré con usted.

     -Está bien, conecte eso.

     -¿Ya?

     -Sí, estamos fuera.

     -Pues yo no siento nada raro.

     -¿No se da cuenta de que ya no uso mi voz? Estamos conectados.

     -Es verdad, ¿cómo lo hace? ¿Dónde estamos?

     -No lo tengo claro, pero es un lugar muy complejo.

     -No veo nada.

     -Tranquilo, irá apareciendo algo, no se preocupe.

     -¡Ah, sí! Estamos en una especie de catedral. ¿Cómo es posible?

     -Es usted católico, ¿verdad?

     – Mis padres eran muy religiosos, forma parte de mi educación.

     -Le voy a explicar mi hipótesis. Como ya le expliqué, lo que hace este aparato es seguir un vínculo cuántico. La materia cuántica puede tener vínculos casi irrompibles y eso es lo que hemos hecho, seguir los nuestros.

     -¿Entonces estamos en otro lado que está conectado con nosotros?

     -Algo así, lo que está pasando es que hay parte de nosotros mismos, que está en otra parte, y eso es lo que hemos seguido.

     -¿Un segundo cuerpo? Yo me veo manos y pies, incluso la misma ropa.

     – Es usted muy conservador, fíjese en mí.

      – ¡Dios mío!, parece un ángel.

     – En verdad lo he creado yo, estamos en un entorno muy manipulable.

     -¿Estamos muertos?

      – No, no se preocupe, estamos en el lugar donde terminamos cuando morimos, pero sin cortar el enlace que hay con nuestro cuerpo.

     -Pero solo estamos usted y yo. 

     -En verdad no, pero todavía usted no ha aprendido a verlo todo.

     -¿Usted los ve?

     -Sí, he visto muchos, incluso he hablado con algunos, no siempre con mucho sentido, eso sí. Incluso creo haber visto animales.

      – Según me dice, el entorno es moldeable, como si pudiéramos personalizarlo, nos comunicamos mentalmente…

     – Podemos intercambiar recuerdos.

     -¿Cómo?

     -Podemos enviar imágenes, sensaciones, recuerdos vividos, como si fueran nuestros, es más, casi creo que podemos archivarlos.

     -Esto es muy confuso, tengo demasiadas preguntas. Entiendo que esto es como un banco de memoria. ¿No?

     – Algo así.

     – Entonces, ¿qué coño somos aquí?

     – No lo sé, pero tengo mi teoría.

     – Vale, ¿qué piensa usted que somos?

     -Software.

    Alt-J – Adeline

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