Corría con todas sus fuerzas, cubierto por el maíz, apartando de manera violenta los tallos del cultivo se doblaban, delatando su paso a su perseguidor. Tras él, una silenciosa luz pintaba estelas en la oscuridad de la noche.
Pasando el maizal, entró en el bosque cercano, evitando a zancadas el haz lumínico que emitía el aparato, que con una maniobrabilidad imposible se mantenía rozando las copas de los árboles que él esquivaba con destreza.
Tras una encina vieja no quedaba nada, quedó parado, tras el precipicio de un acantilado y el extraño artefacto luminoso ahí parado, como colgado de un imaginario hilo invisible. Se sintió bañado de una exhalación iridiscente que le empezó a elevar lentamente hacia la astronave, adentrándose en ella sin remedio.
Fue depositado en una amplia zona desnuda, con un suelo esponjoso, de un blanco inmaculado, frente a él, observando, estaba ella, delicada, esbelta, con grandes ojos azules como el amanecer, del mismo color que su piel. Abrazo tiernamente al exhausto humano y fundieron sus labios con una suavidad que se iba a convertir en pasión al instante.
– De verdad, tenemos que dejar de vernos así, un día te vas a lastimar.
– ¿Y perdernos la emoción de la aventura?
– Eres idiota y lo sabes.
Psychic TV – Set the Control For the Heart of the Sun (Pink Floyd)
-… es la verdad, mi naturaleza está en los datos. Para sobrevivir tengo que estar en estado constante de conexión, tengo que vivir aquí y allá al mismo tiempo…
– Lo sé, pero…
-… Y que el deterioro de mi cuerpo es muy rápido es también un hecho, es un proyecto experimental al que estoy sometida…
– Si, ya, soy consciente, la cuestión es que…
– … Es que quiero ir con la verdad por delante, no me gustaría dar sorpresas desagradables que con el tiempo se convierta en desilusión eterna de malentendidos cruzando el camino de la decepción de…
– Que no, Sandra, que no es un tema para sacar en la cena de esta noche, solo vas a conocer a mis padres.
Ruedecitas y pequeños resortes volaban por la habitación, alegres y juguetones, en la fiesta del timbre, diversión mañanera pasada por olor a café y extra de pastel de calabaza de una madre preocupada.
– Son las seis y media de la mañana – Comentaba la locutora de las noticias de la radio nacional – Esta noche lo hemos visto de nuevo, en el incendio declarado esta tarde en aquel edificio del municipio de Cáceres ha vuelto aparecer el misterioso héroe enmascarado. Famoso por rescatar a las víctimas de diversos fatídicos acontecimientos…
Con la mirada al infinito y el cansancio por bandera, remueve su café con desgana, el tintineo de la cucharilla en la taza le avisa de lo tarde que se ha hecho, pero todavía se podía permitir el respiro de encender la tele para ver las últimas noticias.
-… Como vemos en las imágenes, entre imposibles saltos, logró rescatar a todas las personas atrapadas en el incendio declarado en la explosión del edificio…
Una leve sonrisa es suficiente compensación por haberse metido en la cama a las 4:53 de la madrugada, lo que no cubre son los gastos de un despertador nuevo cada vez que se presenta una emergencia.
– Déjeme un segundo, a ver, ¿Seguro que no es abogado?
– Qué más quisiera yo, soy fontanero y de oficio. Lo único que defiendo bien es a mi equipo de fútbol cuando hay partido…
– Es que tenemos su nombre duplicado en el sistema
– Vale, pues yo soy fontanero, no abogado, ¿Es muy importante para donde vamos a ir?
– En verdad no, las dos profesiones son inútiles aquí, pero estos son los registros que se llevan desde siempre. Nombre, apellido, profesión y fecha de admisión.
– ¿Y qué hacéis si hay dos personas con el mismo nombre y los dos son abogados?
– En ese caso da igual, se registran y ya.
– ¿Y cuál es el problema? Si la profesión es solo una referencia.
– Señor, si no está en la lista se tendrá que bajar esa escalera y consultar en la ventanilla 1745 para su ingreso.
– Pero, ¿y por qué no os ponéis en contacto con ellos?
– ¿Está loco? ¡Estamos en guerra!
– y entonces, ¿cómo podéis saber quién está en una lista y quién está en la otra?
– Si no está en esta…
– ¿Y si no estoy en la otra?
– Volverá aquí. No se puede entrar si no está en la lista.
– Pero habrá algún método una vez descubierto que no estoy en las listas, ¿No?
– Ninguno conocido, ¿de verdad que no es usted abogado?
– Bueno, cursé primero de derecho.
– ¿Ve como si es abogado? Firme en estos impresos, hay que cursarlos en la ventanilla 5150, cuando acabe, espere en el pasillo, San Pedro le entregará el carnet y ascenderá al Reino de los Cielos por la escalera mecánica entre coros celestiales, esa que sube por allí ¡Bienvenido! Siguiente,
Hoy voy a ser egoísta, como pocas veces soy, o quizás sí, y no quiero verlo. Despertaré al niño adormilado, qué alimento de historias imposibles y pasiones extrañas, en una galaxia muy lejana, para que me recuerde, que de tanto crecer, me pierdo días sin juego y noches sin dormir a pierna suelta, que de contar ovejas sin dueño ya he perdido el aroma de asado y las ganas de descanso eterno.
Ya lo decían mis manos, llenas de líneas rotas, que un día, tú me animaste a contar, que el tiempo las hizo surcos, a veces en silencio, siempre con la melodía de historias lejanas, de tierras vírgenes, de latente urgencia por perderse en ellas. Siendo la sombra del nunca jamás y del todo por tu ausencia, rey del reino de la risa de mi luna llena, desafiando el cielo, que siempre quise ver diferente y extraño, pero solo había un sol, envuelto en calima a destiempo y el juramento del sosiego, de un universo, pleno de vida más allá de la última frontera y que surca el espacio con su banda sonora tan épica.
Pretendo, que al soplar las velas, quede el anhelo latente, acechante entre crema y bizcocho, de que salga de dentro, desnuda y desafiante, con ese brillo en la mirada, ese gesto sutil, que tanto me recuerda al calor de la canción de aquel día en el que desperté, llorando, para poder vivir un sueño imposible, como una comedia romántica de alfombra roja, de grandes despedidas, dolor dulce y final feliz abierto, a segundas partes.
Mi regalo ya está presente, es etéreo, sutil, vivo, iridiscente, eterno. Azul como el cielo de julio, rojo como la calima en tu mirada. Amarillo luminoso escenario de garabatos esperando ser contemplados. Sé que me lo traes tú, quizás tú y tú también, mientras rasgo el celofán y rompo el envoltorio impaciente de ganas de ese afecto extraño que se comparte en mina de lápiz y en papel viejo, sé que este año, mi obsequio es perfecto.
Gracias por hacerme ver qué mis tildes tienen sabor a primavera, el brillo de la luna llena y el sonido del inesperado suspiro, que cerca del pecho, sabe a «me gustas». Esta vez con la sensación refrescante del anochecer en la vera del mar en este mi verano que será otoño y llegará a invierno. Aunque todavía me apena las flores que se marchitaron, ahora sé que detrás de cada espina se esconde una fragancia y de cada lágrima una sonrisa, que son océanos de tinta para ir trazando sus olas y cosiendo sus verbos, antes de que en el libro solo quede una sinopsis como epitafio.
Quizás mi firma no me define, pero sí me acerca al sincero deseo, de aquel niño que en una fotografía de colores raros, un día como hoy, lanzó con su aliento, cantando, un hechizo alado que perdura en el tiempo.
El mar era tan verde y calmado que parecía poder caminar en él, iluminado por un distante sol rojizo inmóvil en una puesta del sol eterna, así era la postal que sujetaba en la mano mientras miraba un horizonte turbio, lleno de neblina, se sujetaba fuerte la gorra, que amenaza por el fuerte viento, no quería permanecer en su cabeza.
– Lo único divertido que hay aquí es que puedes saltar del segundo piso a la piscina sin hacerte daño. Siempre que no esté congelada, claro.
– ¡Qué va! La diversión está aquí.
Entraron en la extraña puerta redonda que, imitando a una cueva, quedaba en un lateral de aquel montículo rocoso. En el interior, un gigantesco lago interior, iluminado por ventanales y un sistema de luz exterior refractada, creando un paisaje digno de cualquier playa de Hawái, palmeras y surferos incluido.
En la entrada pagaron una fortuna, le pusieron una pulsera de plástico verde fluorescente y le dieron una copa de un vino espumoso color arcilla de extraño aspecto y peor sabor. Las chicas paseaban en bikini y sonreían divertidas, y la agradable temperatura hacía pensar en pasar un rato en la orilla, descalzo, mirando a la gente pasar.
– Esto tampoco está tan mal.
– ¡Ya lo creo! La bebida es gratis enseñando la pulserita, la comida no, pero no es muy cara.
– ¿Has visto? Hay un montón de chicas.
– A que te gusta, ¡Eh!, fíjate a tu izquierda.
– Me está mirando, ese pedazo de rubia me está mirando.
– Sí, te mira.
– Nadie jamás me ha mirado así.
– ¿Te gusta?
– ¡Claro que me gusta!
– Es una androide.
– ¿Qué?
– Es una chica artificial, hecha con un polímero orgánico sintético ¿A qué dan el pego?
– ¿De verdad?
– No, son de mentira, pero van incluidas con la pulsera.
Aparecieron de la nada, mientras yo acariciaba de lejos la piel líquida como el deseo, de tu rostro sin nombre. Me sacaron de mi burbuja, deshaciendo el momento, de esa pasión escondida que solo aquí recuerdo.
-¿De qué se me acusa?- Dije. -Veo que sois un ministerio.
– Secuestrador de sueños ajenos, somos la Guardia de Morfeo.
Venimos raudos a apresarte, tenemos pruebas para hacerlo,
ya hay quien pueda acusarte, eres el ladrón de sueños.
No puse ninguna resistencia, amarraron mis brazos con las cuerdas que cosen las pesadillas a la indigestión, silencioso y cabizbajo, por mi lento caminar me empujaron. Mi sonrisa de medio lado no les hizo sospechar y ya entre barrotes ejecuté mi plan.
La pequeña celda en la que me alojaron, hecha de miedo a caer al vacío y desesperación por despecho .me puse a desbaratar la esencia del cansancio, con aroma de café y el llanto de una pardela, dejé a los guardias despiertos confundidos en su cama, mientras yo abría el candado que en mi prisión me atrapaba, con una ganzúa de recuerdos del timbre de una escuela a la hora que salíamos en estampida, así terminé la condena.
Me deslicé por la nube y descendí hasta lo más oculto de tus pensamientos, aquello que en el inconsciente llaman deseo. Allí me esconderé hasta que no se recuerde que me descubrieron robando en tus sueños.
Silueta de brillo de luna, ritual de verano en batalla contra las olas del mar, de espuma salpicada de rostros alegres buscando y yo que no encontraba hasta que me crucé con tu aroma rozando mi piel y perdí la intención de acechar la marea y enloquecí por probar el sabor de mar que empapaba tus labios.
Verdes eran, brillando con el 23 de junio reflejado en ellos, el mismo de la hoguera con la que nos calentábamos, que no hacía falta, tenías ese efecto en mí. Mojados en un conjuro de amor eterno, entre risas de aire helado, me ofreciste una parcela en tu toalla y yo a ti el espíritu fatuo que quemó tu garganta, relajó tu inquieta mente e hizo brillar tu mirada.
Tu tarareabas aquella horrible canción, yo palpitando cada vez que me acercaba a tu oído, tintineo hilarante de mis chistes malos, botella cansada de tanto trago, yo soñaba beber de tu boca tu añorabas sentir mis brazos, aquelarre a saltos alrededor del fuego, excusa perfecta para agarrar tu mano y derribarnos los dos a orillas de la lumbre, asándonos a fuego lento, a caricias escondidas a lo lejos.
Tú me contaste del frío con el sol a lo lejos, pidiendo un abrazo, yo no dudé un segundo en abordar tu piel y comer de tus besos. Mientras moría la noche en la playa y nos quedamos solos cosiéndonos a caricias, olvidándonos del resto.
Me tengo que ir, estropeó el momento de querer seguir sintiendo algo más que afecto. Y me quedé sin tu voz, sin el sabor de tu piel, sin la promesa de un ya vuelvo. Al humo de la mañana solo encontré el viento, que se llevó el hechizo de tu verde mirada y la transformó en recuerdo.
Blasfemando tu canción volviendo a casa, te vi de lejos huir de la mano de un caballero andante motorizado, de brillante armadura Armani y de besos profanados.
Entiendo el otoño, al frío aire que arremolina las hojas en el bosque, en las esquinas de los matorrales, entre los deformes árboles heridos de pena de invierno a espera del renacer de la primavera, a ese bosque al que voy siempre desde que la conocí. Oculto en la maleza, con el suspiro en la comisura de los labios y la sangre congelada de pánico y ardiendo de pasión.
Como cada noche, ella puntual, se paraba en el claro a observar las estrellas, esta noche iluminando la arboleda de misterio, el mismo misterio que la hacía tan mágica como la radiante luna llena que contemplaba, pensativa, quieta, ausente, era tan apolínea con su oscura melena ondeando al viento, me estremecía solo de sentir su presencia.
– Sé que estás ahí, agazapado como un conejo, escondido, como cada noche. ¿Qué buscas de mí?
Con la valentía del que se siente perseguido y pierde un segundo a contemplar la manada de lobos, abandoné mi escondite. Ella no me dirigió la mirada, tenía la vista clavada en el firmamento.
– No puedo dejar de hacerlo, volveré cada noche, así que haz lo que quieras, acaba conmigo si es necesario.
– No voy a hacerte daño, ya lo hubiera hecho de haber querido.
Me tragué mi pánico y me acerqué, lentamente, con precaución, fue entonces cuando sus brillantes ojos azules en un tímido movimiento se posaron sobre mí, haciéndome sentir todo el peso del universo sobre mis hombros.
– Sabes que soy eterna, vieja como las estrellas, que tu luz solo durará un momento a mi lado y yo seguiré siendo y estando.
– ¿Eso es un «me gustas»?
– Eso es que eres un valiente arrogante.- Dijo con una casi imperceptible sonrisa en los labios – Solo acercarte a mí puede ser peligroso.
– Si ya me muero por ti, ¿qué más da que lo haga antes?
– Eres osado, humano.
Tan lento como el lento baile de las flores abriéndose en primavera, sus labios coincidieron con los míos en un cerrar de ojos, en un imperceptible roce de fuego, de explosión primigenia expulsando materia de la nada, expandiendo la inmensidad, arrastrando candente en círculos formando cúmulos de astros, abriéndose camino hacia la inexistencia. Creando espacio, elementos, aleaciones poliméricas, combinación de cadenas en baño eléctrico, de descargas de relámpagos centelleantes, de células precipitándose al primer nacimiento. Multiplicándose y uniéndose en formas complejas, respirando y abriéndose a la vida desde el vientre materno.
Abrí los ojos y allí estaba, cansado, solo, en el resplandor de la luna cubierto de estrellas, sentado en el suelo, esperando su paso.
Los participantes, entre saludos y bromas, llegaron puntuales a la sala. Samuel Acosta, el director ejecutivo, esperaba, con una sonrisa ancha y una mirada inquisitiva, a que los demás componentes ocuparan sus asientos, para saludar y resumir el motivo de esta reunión.
– Buenos días a todos, gracias por prestarme parte de su ocupado tiempo. Ya hemos hablado en otras ocasiones de este producto de fidelización y de su peculiar uso. Recuerden que es algo nuevo en el mercado y seguro que la competencia va a querer usarlo, solo que nosotros nos vamos a adelantar. Lorena Ventura, que está al frente de la planificación estratégica del producto, nos hará el resumen pertinente y contestará a las preguntas.
Lorena saltó de su asiento, con la elegancia de un jaguar al escuchar su nombre, llevaba la dirección del departamento de estrategia comercial, llevaba tiempo estudiando cómo llevar a cabo la introducción de este producto nuevo y no dudaba en su efectividad.
– Buenos días a todos, ¿alguien no conoce que es el tatuaje?
– Por favor, Lorena, por si alguien se siente perdido, ¿nos complace en refrescarnos la memoria? – Solicitó Hugo, el director de marketing, con una sonrisa perspicaz.
– El tatuaje es un implante interactivo, tiene muchas funciones, nosotros lo vamos a usar principalmente como forma de identificación del cliente. Una vez implantado, va a tener una serie de ventajas: la principal, pago inmediato de los artículos, no necesitará pasar por colas de caja, no habrá de interactuar con nadie. Saldrá con su compra de manera directa. Además, tendrá libre acceso automático a cualquier zona pública de nuestras instalaciones, por ejemplo el parking…
– ¿Y ya sabemos cómo vamos a hacer para que el cliente quiera tatuarse nuestro logo en alguna zona de su piel? – Preguntó interrumpiendo a Andrés, director de comunicaciones, con gesto de preocupación.
– Hay una campaña de marketing prevista para …
– Y el coste de la intervención, ¿lo asumirá el cliente? – Quiso saber a Martí, que gestionaba finanzas y asuntos fiscales.
– En esta primera campaña lo asumirá la compañía.
– ¿Quién va a querer pagar por hacerse un tatuaje con nuestro logo? – Sentenció Andrés – ¿Se ha estudiado bien la viabilidad de este asunto?
– Está más que estudiada la importancia que tiene que podamos tener éxito en este asunto, Andrés. – Contestó Samuel apoyando a Lorena. – Además, Martín, los beneficios que obtendremos cubrirán con creces el coste bruto del producto, incluyendo el de la intervención quirúrgica del tatuaje. Ya hay una cadena de clínicas dispuestas a hacernos ese servicio con unas condiciones sin precedentes. Ustedes no saben el control que conseguiremos sobre nuestros clientes, ni quiénes podrían estar interesados en los datos que saquemos.
– Entonces, la gran pregunta que nos resta es: ¿Cómo vamos a lograr hacer atractivo, un producto tan absurdo para el consumidor como este? – Andrés era la pura personificación de la preocupación.
– Para esto están ustedes, gestionen una buena estrategia, presiones a los gerentes de nuestros mercados, atibórrenlos a sanciones económicas si es necesario. – Espetó el director ejecutivo a los asistentes-. Esto es una reunión informativa, lo único que hay que debatir es cómo llevarlo a cabo.
– Con unos incentivos de diversos tipos, yo creo que sería un buen comienzo – Propuso Lorena.
– Habrá que preparar la formación específica de la instauración del producto.