Categoría: Ciencia Ficción

  • Otro lugar.

    Sugerencia de escritura del día
    Cuenta alguna anécdota del viaje más lejano que hayas hecho.

    La habitación era blanca e iluminada, similar a cualquier consulta de enfermería, de un centro de salud típico de la seguridad social, pero sin el escritorio.  En la camilla, Miguel, esperaba inquieto, fue voluntario al experimento, que aunque comprendía bien el fin, le habían estado contando los pormenores del procedimiento y prometido una pequeña compensación económica al finalizar. Ahora un señor de unos cincuenta años, de bata blanca, pelo desordenado y voz profunda, que se había presentado como el doctor Ariam Serrot, le preparaba para comenzar.

     – ¿Preparado?

     – Sí.

     – ¿Nervioso?

     – Un poco.

     – Tranquilo, todo está bajo control, estoy pendiente de cualquier anomalía. ¿Comenzamos?

     – Vale.

    El fármaco empezó a fluir, gota a gota, directo a la vía que penetraba en su brazo, en su torrente sanguíneo. Pronto, la sensación de calma química le fue invadiendo su mente, quedando a la merced de las palabras de su interlocutor.

     – Ahora te sientes en paz, sereno, tu mente se abre y tú profundizas en ella, es como entrar en un sueño y le darás forma, ¿qué ves?

     – Veo un pasillo, largo, con un montón de puertas, todas son iguales, de madera clara pero envejecidas.

     – Adéntrate en el pasillo y dime qué ves.

     – Al fondo hay una puerta distinta, es oscura, de madera sucia y nudosa.

     – Es la puerta al subconsciente, ábrela y entra.

     – Detrás hay unas escaleras, entre paredes que parece estar hechas de piedra, como una cueva con peldaños tallados en el suelo.

     – Comience a bajar y me va describiendo lo que ve.

     – Las escaleras van girando en círculo, las paredes son húmedas y rugosas, de tacto frío, hay poca luz y la que hay no sé de donde viene. 

     – ¿Qué sensaciones tiene? ¿Está asustado?

     – Un poco, según bajo empieza a haber una sensación de calor, las paredes están calientes, ya no las puedo tocar sin quemarme. Por fin veo que se termina, hay otra puerta, grande, de madera reforzada en metal, intento abrirla pero no puedo.

     – Pruebe tocando.

     – ¿Cómo?

     – Con los nudillos.

     – Vale, se está abriendo, es muy ruidosa, voy a entrar.

     – Dime que es lo que te encuentras.

     – Es como una mansión antigua, o un castillo, no sé bien, tiene un salón enorme y una escalera redondeada que sube un piso, está todo lleno de polvo y telarañas.

     – Bien, sube por las escaleras y me cuentas que ves – Miguel percibió que la voz de su guía fue cambiando de género en esta última frase.

     – ¿Qué está pasando?

     – Nada, no te preocupes, es algo normal, ¿Estás subiendo? – Dijo la voz que ya era completamente de mujer.

     – Tras las escaleras hay un ascensor, de esos antiguos, de los que hay que quitar unas rejas para entrar.

     – Pues abra las rejas y entre.

     – Tiene paredes verdes metalizadas con un espejo que ocupa la mitad superior, hay dos pulsadores, está iluminado el que pone B, el otro pone treinta y dos.

     – Pulse ese número.

     – Se cierran las puertas y lo noto coger impulso. Está subiendo muy rápido.

     – No se preocupe, no corre peligro.

     – Ya ha parado, parece que hemos subido muy alto. Acabo de abrir y hay otras escaleras hacia arriba, muy parecidas a las que bajamos, solo que las pareces parecen de arcilla húmeda esta vez.

     – Muy bien, suba.

     – las paredes están caliente, pero tengo la sensación que va enfriando según subo. Ahora empieza a haber musgo verdoso, también en el suelo, parece una alfombra.

     – ¿cómo se siente? ¿Tiene miedo?

     – Me siento cansado y hace frío, pero estoy más tranquilo, estoy llegando ya a la puerta, esta vez es más redondeada, parece de metal, como de hierro envejecido.

     – Ábrala y me va contando lo que ve.

     – Un pasillo, con muchas puertas, de madera oscura, parecen de ébano. Me siento muy ligero, me elevo, todo se está disolviendo a mi alrededor.

     – ¿Puede abrir los ojos?

    Tras una respiración muy profunda, Miguel abrió los ojos. Estaba en un lugar con una luz tenue, tendido en una cama. Aunque tenía aspecto de cueva, estaba perfectamente amoblado, las estanterías, sillas, mesas, todo el mobiliario estaba hecho de un material parecido al mimbre, de color gris amarillento. En una especie de butaca de ese mismo material, la mujer que le había estado hablando, su ropa parecía estar confeccionada con hojas de plantas y cosida con raíces.

     – ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?

     – Me llamo María Torres, Bienvenido a mi mundo, es usted el primer ser humano de su era que ha hecho un desplazamiento interdimensional. 

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  • Invocación

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué es lo último que has buscado por Internet? ¿Por qué lo estabas buscando?

    Tras usar Tinder, Badoo, Jaumo, Loovo y cientos de aplicaciones con nombres cursis y poca fiabilidad, donde a menos que canta un gallo te envían un número de cuenta corriente como compromiso de sugar daddy, de chicas que parecían estar hecha de plástico fino, como en la canción de Radio Futura, con labios hinchados por su ego y curvas interminables con peaje en cada tramo. Así que restablecí al estado de fábrica mi antiguo móvil chino y me enfrenté al navegador, como medida desesperada contra la soledad.

    Encontré muchos resultados, suscríbete a Meetic, usa Facebook, todos parecidos a lo que ya tenía con mi amigo, el androide, pero hubo uno que me llamó la atención. Invoque a un súcubo. ¿Cómo? Y qué carajo es un súcubo, esa fue mi siguiente búsqueda; demonio en forma de mujer atractiva, ¿Es un demonio? Bueno, tampoco se puede ser perfecto, ¿no? Mi exmujer también lo es, pero no se lo habían diagnosticado todavía.

    Parece que esas discípulas de Belcebú existían para el mero hecho de seducir a los hombres. Y yo gastándome los cuartos en apps, resulta que por cortesía divina, o mejor dicho diabólica, ya tenían una solución a medida. Se alimentan de la energía sexual, con la cantidad que tenía yo acumulada y algunas de sangre, pensé “tampoco me importa, tengo mucha, la puedo compartir”. Sin más, me puse a investigar sobre la invocación.

    Despejé el salón de mi casa dejando todos los muebles en la terraza, pinté en el suelo los símbolos pertinentes que eran una serie de signos grimóricos, incluyendo un pentagrama, encendió algunas velas alrededor y me puse a recitar una oración que había impreso en la cara vacía de papel usado. El ritual duró toda la noche del sábado, sin resultado aparente. Al amanecer del domingo yo era menos persona y estaba más desgastado. Me quedé dormido encima del pentagrama con el papel arrugado en la mano y recitando el cántico que ya me había aprendido de tanto repetir. 

    Abrí los ojos en pleno mediodía del domingo y estaba ahí, sentada frente a mí, preciosa como el sol en invierno y la luna en verano, con una ropa tan sutil que parecía invisible y una mirada intensa aunque inocente, oscura como la noche de san juan con el brillo de su hoguera, me sonrió y me dijo;

     – Anoche se ve que tuviste una juerga fenomenal. Soy Carla, la vecina nueva del sexto, vi la puerta abierta y te vi tirado en el suelo, pero veo que estás bien.

     – Bufff, no sé por qué tengo la cabeza así

     – ¿Qué tomaste anoche, cielo? ¿Y por qué no me invitaste?

     – Qué va, si en verdad era una especie de experimento

     – ¿Qué tal salió?

     – Fatal, un tremendo fracaso.

     – Bueno, a lo que venía, te he visto en Tinder y te reconocí al momento, pero como no me respondes los matches, pensé que si te invitaba a tomar algo quizás me haces mas caso. 

     – ¿Comemos en el Burger de abajo?

     – ¡Genial! ¿Comida para llevar en mi casa? Te espero allí. Date prisa o se nos hará la cena.

     – ¿Sabes? Creo que al final sí que me ha salido bien el experimento.

    La magia de sus labios suspiro un hasta luego abierto a un mundo lleno de misterio.

    Slayer – South of Heaven
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  • En los límites de la realidad.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué series veías de pequeño?

    De pequeño me obsesionaba sobre todo una serie llamada en los límites de la realidad, en tiempo de los dos rombos, la censura parental estaba a la orden del día, así que para poder ver la serie saltaba por la ventana de mi habitación, recorría toda la terraza común que había en el edificio, para, a través de la  gruesa cortina, poder entrever las imágenes de esa pequeña televisión en blanco y negro que adornaba el salón.

    A veces hacía malabares para poder levantar la persiana, mal meter mi cabeza por el hueco resultante y poder ver el episodio de la semana, cualquiera de los vecinos del edificio de enfrente podía tener el espectáculo de un niño de ocho años, con pijama de Mazinger Z, siendo engullido por la ventana y masticado por una persiana, que se quejaba con los estertores del infante. Lo cierto es que ningún vecino fue lo suficiente bellaco para chivarse sin escrúpulo a mis padres de mis aventuras, eran buena gente y se limitaban a apostar sobre una posible caída y un posterior atropello.

    El sonido no era problema, ya que como mi abuela era más sorda que la estatua de metal mohoso del parque, las conversaciones de la serie podían ser escuchadas sin el menor de los problemas a dos kilómetros a la redonda, consiguiendo ocultar mis constantes peleas con el entorno, para permanecer agarrado a la ventana.

    Una vez, agarrándome como de costumbre a cualquier saliente, tuve la mala suerte de resbalar y caer justo donde estaba el cactus. No sé quién tuvo la maldita idea de poner semejante ente diabólico justo bajo la ventana, un ejemplar mexicano que produce el mismo efecto al pinchar que un habanero restregado en un ojo, por lo que mi grito fue espectacular. El alarido fue tan grande que llegué a despertar a familias enteras en Dinamarca. Obteniendo el auxilio de mi familia, que mientras me extraían pinchos de cierta parte de mi anatomía me iban preguntando cariñosamente “Qué coño hacía allí a esa hora”.

    Al verme atrapado quise contar la pura verdad.

     – Yo estaba en mi habitación cuando un resplandor con un poder anti-gravitatorio empezó a hacerme levitar, y claro, debe ser que perdieron sintonía justo cuando pasaba por aquí, así que caí del cielo. Sí, al puñetero cactus. 

     – Claro, igualito que en el episodio de hoy de los límites de la realidad, ¿no? – Me respondió mi madre.

    En defensa propia les dije que quizás el episodio era en directo y que quién sabe por qué el OVNI me dejó caer, que eso era un misterio más sin resolver. Por si acaso, en el tiempo que estuve injustamente castigado,  le mande una carta con lo ocurrido a Steven Spielberg quien poco después dirigió uno de los episodios para la pantalla grande, el muy sinvergüenza no fue ni para mandarme unas entradas para ir a verla al cine del barrio y desde entonces simpatizo más con George Lucas, aunque también terminó cayéndome mal por poner a Leia con tanta ropa en su última película.

    Filter – One
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  • Vida

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué hábito de tu día a día mejora tu calidad de vida?

    Ocurrió que esa noche quedé sentado en aquel banco, en el parque, triste como diciembre sin Navidad, contemplando mi cuerpo a dos metros de mí, desangrándose. Mi luna era marfil, como la ropa de aquel extraño que se sentó a mi lado, suspiro un lamento y con la profundidad del mar me preguntó;

     -¿Cómo estás?

     -No lo sé, ¿Qué está pasando?

     -Te mueres.

     -¿Y tú vienes a por mí?

     -No, yo solo pasaba por aquí.

     -¿Qué me voy a encontrar ahora?

    Me miró fijamente a los ojos, azules como el mar en calma, viejos como el brillo de las estrellas, y entre susurros me dice;

     -Se trata de elegir, siempre de elegir. 

     -¿Qué? ¿No voy a ver a la gente que perdí?

     -Quizás, no es tan fácil. Tendrás mucho que aprender, y tus decisiones serán importantes.

     -¿Estamos hablando del bien o del mal?

     – Nada de eso, no existe bien sin un poco de maldad. Es más un encontrarte a ti mismo y saber a donde perteneces.

    Canto de sirenas iluminando de azul mi cuerpo tendido en el asfalto, con el coro de los guardianes apartados con violencia entre murmullo de nervios, de prisas por revivir. 

     – ¿Puedo elegir volver a estar vivo?

     – Puedes probar.

    Dolor, por todo mi ser, ese dolor que recuerda lo vivo que estás y lo frágil que es la existencia. La respiración volvió a aparecer, entre convulsiones y sobresaltos. A caminos entre un mundo y el otro, en el ápice de tiempo en el que duró el primer latido, pregunte;

     – ¿Eres un ángel?

     – Lo fui, pero ahora creo en otras cosas.

    Thalarion – Where the Ravens Die
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  • El batracio

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es tu receta favorita?

    La oscuridad reinaba cuando Kumar y Seliara cabalgando raudos a lomos de sus bestias, cruzaron los lindes de la aldea, rumbo a las ciénagas. Una fila de luciérnagas invocadas para la misión, iluminaban la senda pintando un haz de luz de diversos colores eléctricos y emitiendo el silbido característico de una flecha, dando una dirección exacta a seguir. 

    Llegaban los primeros rayos de sol, cuando entraron por el sendero tenebroso que llegaba a su destino, Seliara desmontó a su valgar y le hizo señas a Umar para que también lo hiciera. Las libélulas ya se habían disipado, puede que por el fétido olor que desprende la ciénaga o por la presencia de maldad que flotaba en el ambiente.

     – Baja de una vez, niñato, ¿te quieres hundir en el fango?

     – Mi bestia no pesa mucho, Seli, déjame seguir montado.

     – Que te bajes, niño estúpido, ese chucho sarnoso que montas está tan gordo como tú.

    El joven saltó al camino a regañadientes e hizo un gesto de asco al llenarse los pies del barro del sendero, mientras Seliara preparaba a su montura para seguir un rastro.

     – ¿Qué venimos a buscar, Seli? – Preguntó mientras desataba su montura, que era negra como la noche sin luna, de pelaje espeso y una mirada gris soñadora como la de Umar. Un valgar era un regalo de nacimiento, se entregaba siendo cachorro al recién nacido y se formaba un vínculo irrompible al crecer juntos. Existían comunión con otras especies, orubes, tritones e incluso con un dragón en una aldea lejana, pero ninguna tan íntima como con un valgar.

     – Tenemos que buscar un kappa y llevarlo al poblado.

     – ¿Y qué es eso?

     – Como una rana y un mono al mismo tiempo.

     – ¿Y para qué quieren eso?

     – Ni idea, pero es nuestra caza. ¡Silencio, niñato!

    La bestia que rastreaba se paró en seco, señalando con el hocico un batracio del tamaño de un cordero, que colgaba de la rama de un árbol, ajeno a sus visitantes y de sus intenciones. A un gesto de Seliara, Kumar preparó en silencio su ballesta y apuntó a la cabeza del animal, derribándolo en el acto.

     – Ha sido fácil – alardeó el muchacho mientras caminaba a recoger su trofeo.

     – No tanto, capullo. – La joven observaba como el barro del camino se ondulaba alrededor del kappa,  Kumar que ya estaba rescatando su presa, vio como surgiendo del barro se le abalanzaba una terrible criatura, un gusano tatzel, con unas fauces redondas llena de afilados colmillos, estaba dispuesto al ataque. 

    Seliara disparó dos flechas que se quedaron clavadas en el cuerpo de la criatura, pero que no parecía hacerle ningún daño, justo cuando el horrendo gusano estaba a punto de hundir sus fauces en el joven, su valgar, de una dentellada certera arrancó la cabeza del bicho, que quedó inerte hundiéndose en el lodo.

     – ¡Seli, corre! Antes de que llegue alguna otra alimaña.

     – Si sigues gritando así las vas a atraer a todas, niñato imbécil.

    Pronto estaban de camino a galope, a la luz de las luciérnagas, nuevamente invocadas para guiarles los  pasos, Seliara con su blanco valgar de ojos negros iba delante. Encontraron una aldea con luces y sonidos de fiesta. 

    Saltaron de sus monturas, todos los habitantes del pueblo estaban reunidos en la plaza central, festejaban su llegada.

     – ¿Qué pasa abuela? – Preguntó la joven de la montura blanca.

     – ¿Habéis traído el encargo que os encomendé?

     – Sí, claro, abuela, aquí lo tenemos – Dijo el joven Kumar orgulloso de su cacería – ¿Qué vais a hacer con el batracio?

     – Es el ingrediente secreto para la cena. 

     – ¿Pero qué se celebra? – Quisieron saber los jóvenes cazadores.

     – ¿Todavía no os habéis dado cuenta? Os hemos enviado a una misión peligrosa,  demuestra que tenéis capacidad para ocupar un puesto entre los adultos, esta fiesta es en vuestro honor.

     – ¿Me estás diciendo que nuestra prueba de adulto fue caza a una rana? – Preguntó Kumar un tanto desilusionado.

     – Sí, y confirma que siempre serás un niñato – Le respondió Seliara con una sonrisa burlona.

    Lacuna Coil – Apocalypse
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  • La colonia.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cómo diseñarías la ciudad del futuro?

    Querido diario,

    Hoy en el cole me han pedido que hable sobre la ciudad, no sabia muy bien que poner, solo conozco dos ciudades, la que vivo y otra que casi no tuve tiempo a apreciar pues todo fue muy rápido cuando la visité. Después de preguntar a mis padres y a los demás mayores he escrito esto, yo creo que está bien, lo enviaré así;

    La ciudad donde vivo es verde, gris y beige. Es desordenada, espaciosa y ruidosa por las mañanas, por la noche reina el canto de las luciérnagas. En parte escondida en el suelo, de casas bajas y avenidas anchas, donde los árboles hacen sombra y circula el viento. Alrededor de ella, campo, el río está en el centro. La ciudad tiene vida propia y está creciendo. En ella viven los que eligieron hacerlo, los que dejaron su hogar para perseguir un sueño, arriesgaron sus vidas para cruzar el cielo. Es la ciudad de mis padres, pero no de mis abuelos, ellos viven muy lejos, en otra ciudad que de enferma se está muriendo. En este mundo nuestro que aun estamos conociendo, no habrá mas ciudades malditas, que se acaben asfixiando, la cuidaremos entre todos, como nos están enseñando.

    Con cariño, Vega.

    Esta historia empieza aquí.

    La buena vida – Los Planetas
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  • No significa nada

    Sugerencia de escritura del día
    ¿De dónde proviene tu nombre?

    De nada vale un nombre en brazos de Oniros, es algo inútil, que cuesta pronunciar en el fluido eterno de la materia durmiente, que se deforma en colores inexactos y resbala al llevarlo encima, quedando el distintivo vacío en el bolsillo de la camisa.

    Más valioso son los adjetivos, pero también son mutables, en circunstancias te sientes pequeño, siendo descomunalmente enorme y valiente, agazapado bajo la manta, esperando el paso del espectro, que tan solo quiere su beso de buenas noches porque te echaba de menos.

    Si te distingues por lo que haces debes saber, que aunque queramos llevar nuestros hilos, somos títeres en el mar del hipocampo, que se alimenta de la corteza arrugada, lugar donde se proyecta en diferido, tu temor a los ladridos de aquel perro negro, que solo quiere ser cachorro y agradar a su dueño y la felicidad de la danza, que todo lo olvida entre rotación y armonía, al son de las oraciones místicas relatadas por su guitarra.  

    Si algo te identifica en alas del descanso, la esencia de poesía de tu ser involuntario, del parloteo de ancianas y sus largos cuentos de arrullo, que te hacían permanecer despierto a pesar de su murmullo. De tu corazón cosido por los labios del destino, que llorando se fue a vivir su delirio lejos de tu mundo. Del temor al puño enorme de aquel triste niño desesperado, que cabalgaba envenenando sus venas, con tu dinero secuestrado. 

     La verdadera alquimia de Morfeo es que tú eres su arquitecto, se alimenta de escuchar tus secretos, cuando en tu mente irrumpen, aun cuando los abandones en la repisa de tus deseos más oscuros, de tu templo preso, que tan solo dejándote llevar podrás saborear el fluir de los sueños.

    PJ Harvey – Down By The Water
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  • Un sistema nuevo

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué te motiva?

    Su aspecto era inmaculado, vestido con un traje gris y corbata negra con finas franjas amarillas, combinaban a la perfección con el tatuaje amarillo y negro que asomaba en su cuello. Esperaba atento a todos los asistentes en la puerta de la sala de conferencias. Con el aura de autoridad que no pasaba desapercibido, contrastando con la armonía de su voz.

     – Buenos días, ¿cómo están? Empezamos en breve. Tomen asiento por favor. 

    Entró el más rezagado un par de minutos después de la hora acordada, de inmediato cerraron las puertas de la sala y se iluminó la gran pantalla existente con el logotipo de la empresa.

     – Señoras y señores, gracias por estar aquí y sobre todo por prestarse voluntarios a este experimento, que os hará pioneros en este sistema que pretende cambiar el mundo tal y como lo conocemos, ¿alguien de ustedes quiere enseñarme su tatuaje?

    Como si se tratase de la orden de mando de un sargento instructor del ejército, todos los participantes se arremangaron la ropa para enseñar su tatuaje, casi todos en el mismo sitio, en el antebrazo, de distintas formas, pero todos de color amarillo y negro.

     – ¡Me encanta la aptitud de este equipo! Como sabréis, la primera fase de la instauración del tatuaje fue todo un éxito, millones de clientes por todo el mundo disfrutan de él y de todas las ventajas que conlleva tenerlo. Ahora en vuestro cuerpo tenéis una evolución ¿Tenéis todos los dispositivos adicionales que se os dio?

    Todos hicieron un gesto positivo, algunos enseñaban la caja blanca que los contenían, otros mostraban los minúsculos aparatos directamente como si fueran fáciles de ver de lejos, algunos de ellos simplemente gritaron un “sí”.

     – En breve empezaremos a dar la formación completa para su uso, hoy les vamos a resumir la función principal, la asistencia a la venta. Este equipo hace que estén conectados a un nodo donde se les va a facilitar cualquier dato que sea necesario para realizar la venta. Todo esto a tiempo real, obtendrán respuestas y estrategias inmediatas. Así que solo tienen que seguir las instrucciones para poder cerrar el proceso. Según los cálculos, van a lograr  una efectividad de un noventa y ocho por ciento en el cierre de ventas.

    En la tercera fila se vio una mano alzada, enfilaron hacia ella todas las miradas del recinto y entonces, con la lentitud de un reo que va hacia su celda, se puso de pie un tímido señor con cara de temor mal disimulado.

     – A ver, ¿alguna duda en la fila tres?

     – ¿Y si por casualidad el sistema falla?

     – No hay fallos reconocidos.

     – Pero ¿y si no hay cobertura? ¿Si hay algún tipo de interferencia de señal?

     – No existen fallos conocidos, si fuera así se les notificará al momento.

     – ¿Y si el fallo es nuestro? Por ejemplo, de comprensión.

     – En ese caso el tatuaje lo detectará y se volverá a dar instrucciones, se les planteará de otra forma mas sencilla.

     – ¿Y si aun así hay fallos?

     – Vamos a ver, ¿Conoce el programa?

     – ¡Claro!

     – Entonces sabe que según sus logros tienen bonificaciones, ¿no?

     – Sí, las conozco…

     – En este caso, van a tener más gratificaciones, al haber más ventas van a tener más comisiones y más incentivos. Van a conseguir paquetes vacacionales, suscripciones a servicios, sanidad, regalos varios, hasta vehículos oficiales y descuentos en productos. Lo sabe, ¿no?

     – Sí, por supuesto.

     – En caso de que el cliente, a pesar de todo, no quiera la venta, pues nada, no generará esos beneficios, pero no os vamos a hacer responsables de las decisiones del cliente. Hasta ahí lo ven bien, ¿verdad?

     – Sí, claro.

     – En caso de que haya alguna negligencia, el sistema lo detectará, y en ese caso, solo en ese caso, se les aplicará dolor neuronal.

    System of a Down – B.Y.O.B.
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  • Incinelidades.

    Sugerencia de escritura del día
    Dinos tus diez películas favoritas.

     – Buenas noches a todos, todas, todes, bienvenidos a este programa de nuestra gran amada radio nacional llamado Incinelidades, que por si no nos conoces es un espacio cultural en el que pretendemos acercar al oyente eventos, noticias y curiosidades sobre el séptimo arte. Marcelou Loide es quien guía este espacio y en los controles está Desi Belios en plena batalla por dar el mejor sonido para la audiencia. Mírala que bonica saludando desde su puesto.

     – Hoy contamos con la colaboración de Andrés Poiler, Ilustre cineasta, que nos va a deleitar, tal y como es costumbre todos los lunes en el programa, con la lista de sus diez películas favoritas.

     – hola buenas noches, si me preguntan por mis películas favoritas voy a decirles que son las mías. 

     – Modestia aparte, ¿puede enumerarlas según sus preferencias?

     – La primera, por supuesto, es la titulada “Cómo ser Santiago Segura”.

     – ¿Cómo ser  Santiago Segura?

     – Exacto.

     – Bueno, pero cuéntenos un poco sobre el filme, háganos para quien no la conocemos un breve resumen.

     – Es una emocionante historia donde el protagonista encuentra en un baño público una vía para convertirse en Santiago Segura.

     – ¿Se convierte en Santiago segura, así, de la misma forma que lo haría el hombre lobo?

     – No, realmente accede a su mente y desde allí lo puede controlar.

     – Ah, como en “Del revés”.

     – Algo así, pero sin el panel de control.

     – Bueno, ¿y qué pasa?

     – Pues bueno, eso, que entra en la mente de Segura en pleno rodaje del “Día de la Bestia” y ya no le cuento más, vaya al cine para que tenga la experiencia completa.

     – Pero hombre, por los indecisos de las colas de los cines, cuéntenos algo más de la trama.

     – A ver, Remigio es un hombre apocado, con pocas pretensiones, que trabaja limpiando lavabos en el metro de Madrid, entonces en uno de ellos encuentra una puerta inter dimensional que le lleva a la mente de Santiago Segura, que sale del rodaje de la película que estaba protagonizando, sembrando el pánico por La Castellana. Hasta ahí puedo contar.

     – Entonces cuenta con un reparto espectacular.

     – Sí, claro, Jaime Lasuda como Remigio, Daniela Mento como la pareja de Remigio, Y Pepe Viyuela como Santiago Segura.

     – Esto… no había mucho presupuesto, ¿verdad?

     – Verdad, y porque Pepe es el primo del amigo de la tía de mi cuñada, que si no…

     – En fin, pasemos con la segunda de la lista.

     – No hay más.

     – ¿Solo tiene una película?

     – Y se está rodando ahora.

     – Ah, vale, ¿y va muy avanzada?

     – Sí, estamos terminando el casting.

     – ¿Quién le invitó al programa?

     – Soy el cuñado del director.

     – Claro, no podía ser de otra forma. Pasemos a unos minutos de publicidad.

    Ktulu – Apocalipsis 25D
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  • El cuento

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Sobre qué temas te gusta escribir?

    Pinceladas rojas de sol asesinado por el anochecer, pintaban las grises nubes, que escoltaban una pálida y llena luna en el sendero del bosque. Selena, enajenada con el murmullo de sus pensamientos, se dejó atrapar por el tiempo, caminando despacio rumbo al hogar.

    De la penumbra llegó, siguiendo los distraídos pasos de la joven, unos ojos grises iluminados por el resplandor del plenilunio. Hechizo de cazador, relamiéndose oculto tras el retorcido movimiento de aquel roble que, de tan anciano, sollozaba descanso eterno.

    Ruidos tras ella, rechinar de garras en madera haciendo apretar el paso a la dama por temor al manto oscuro que se cernía doble ella.

    Galope sombrío tras los árboles.

    Apresurados pies de ángel con melena al viento.

    Hocico husmeando el viento.

    Olvidando los pasos, corriendo.

    La fiera feroz se abalanza.

    La joven asustada, mira hacia atrás y con voz temblorosa pero firme, se dirige a    la criatura que la persigue y le dice;

     -¡Coño José Miguel! ¡Qué susto!

     – Perdona Selena, me dejé llevar – Dijo el monstruo entre gruñidos.

     – ¿Pero tú te crees que se puede ir persiguiendo a la gente así? Se lo voy a decir a tus padres-

     – Joder, perdón Selena, es que desde que me mordió aquel lobo…

     – ¿Y eso te da derecho a perseguirme por todo el jodido bosque?

     – Perdón- La bestia espectral empezó a gemir sintiéndose un cachorro asustado.

     – La próxima vez se lo digo a tu madre. Y ahora me acompañas a casa.

     – Vale, ¿me invitas a chicle?

     – Claro.

    Selena, con su caperuza roja,  se adentro entonces en las sombras, entre los retorcidos árboles del bosque, está vez en compañía del lobo, que saltaba alegre jugando a su vera.

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