Categoría: Ciencia Ficción

  • El olvido.

    Sugerencia de escritura del día
    Dinos una cosa que cambiarías de ti si pudieras.

    Hay veces que tengo la suerte de aburrirme, entonces cierro los ojos y miro hacia dentro, en busca de restos de imaginación pegados en las cuencas de mi mirada o retazos de canciones sordas, lanzadas al mar una tarde de sal de playa y lluvia en agosto. Casi siempre vuelvo con una sonrisa disimulada o una lágrima que compartir con la cama. Todo es mejor que dejarse aburrir sin hacer nada

    Aquella vez, de tan profundo que llegué, caí en el hipotálamo, confundido, sin saber cómo regresar a mi yo consciente, seguí una vieja marca de tinta de bolígrafo azul, de textura vieja y agrietada, que en forma de garabato, me fue acercando a los ganglios basales, donde el color se disipaba de recuerdos. Pintados con crayón, dibujaban figuras de risas y carreras en el parque, de animales aullando a la primavera, queriéndome eterno hasta que me muera. 

    Lo encontré ahí, sentado, agarrado a sus piernas. Lo conocía bien, aunque no sabía quién era, esa persona sin cara y con sombrero que, por querer ser mi amigo, se hizo etéreo. “Cuánto has crecido”, me dijo triste, “¿Sigues asustado?”, me dijo serio, “Te veo estupendo”, dijo sonriendo. Entonces le recordé salir de la sombra de un misterio, abrazarme al recuperar el aliento, hace tanto tiempo… Que el olvido me visitó enterrando su aspecto. 

    Tomamos café como hacen los mayores, contándonos historias de citas y de flores, del fracasar caminando y sobre aprender errando. Le hablé del pasado, de lo que no había alcanzado, de tu luz que es mi vida, de lo que gané prodigando, de mis instantes eternos, de la efímera dama donde se esconden mis sueños. Brindamos por el futuro y rezamos por que sea verdadero.

    Me tomó de la mano suavemente, como antaño, cuando estaba más cerca del suelo y él a mi lado, y recorrió conmigo el laberinto de mi mente, que ahora era diferente, y me entregó en la entrada de los párpados cerrados.

     – ¿Vas a quedarte conmigo?

     – Siempre.

     – ¿Eres real?

     – Tanto como lo eres tú.

    Así nos despedimos, con la promesa inventada de algo que jugaba a ser real y desapareció de mi memoria, como las letras de una pizarra borrada, entre tizas blancas de letras curvas y signos de sumar.

    Sexy Sadie y Big Toxic – SR. Nadie

    Anuncios
  • Sinriu

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Alguna vez has visto animales en su hábitat natural?

    Estaba ella sentada en una nube rosa, de esas tan esponjosas que se forman al ocaso, cuando el cielo limpio de verano la marca con los últimos rayos de sol. Llevaba un biquini a rayas, pamela ancha del mismo color de la nube y su caña de pescar, hecha de bambú, de hilos de escarcha como nailon y de anzuelo un ramo de pensamientos silvestres, ideal para pescar sueños húmedos a finales de junio.

    A lo lejos lo vio pasar, cautivando el horizonte con su baile y destruyendo cúmulos a su paso. En su cadencia imposible brillaban sus escamas perladas, de un azul pálido de escarcha helada, que contrastaba con el abrasador violeta, fuego de su mirada. Largo como un día sin noche, volátil como diente de león, el sinriu andaba aproximándose veloz cuando ella soltó la caña y sin pensarlo saltó al vacío.

    Resbalando por las escamas de la enorme criatura, ella fue a parar a uno de los cuernos de ciervo que le asomaban en la cabeza al sinriu, agarrándose fuerte para no caer. Fue entonces cuando reparó en la existencia de ella.

     – ¿Qué haces en mi cabeza humana? ¿Qué quieres de mí?

     – Quiero que me concedas mi deseo.

     – ¿Quién te ha dicho que puedo conceder deseos?

     – Es lo que cuenta la leyenda.

     – ¿Quién te ha dicho que la leyenda sea cierta?

     – ¿Me vas a conceder mi deseo?

     – Para poder usar mi magia tienes que atraparme.

     – Ya lo he hecho, te tengo atrapado.

     – Más bien, te tengo atrapada yo a ti ¿Qué es lo que quieres? ¿Riquezas? ¿Amor?

     – Quiero volar. Así, como tú lo haces.

     – ¿Cómo es posible que hayas llegado hasta aquí, pero no puedas volar?

     – Pues no, no puedo.

     – Humana, solo tienes que quererlo hacer.

     – Ya quiero, no puedo.

     – Para poder volar solo tienes que darte cuenta de que en realidad estás soñando.

    Incubus – Aquerous Transmission

    Anuncios
  • Espejo de luna llena.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Eres de día o de noche?

    Demasiada luz, a pesar de cubrir su fría mirada con una lente redonda nivel cuatro, seguía siendo demasiada luz, tanta que esperaba a la maravillosa puesta de sol para salir a respirar. Cuando la línea de la sombra iba ganando terreno, caminaba tras ella, desafiando al sol agonizante,  paso a paso, hasta que el ocaso devorara su último destello.

    Se asomó al acantilado en busca del reflejo de la luna, llenó sus pulmones plenos con la sal del océano y gritó fuerte, muy fuerte, hasta que las pardelas le contestaron y volaron a su alrededor, con su gutural canto en tono de saludo. Al filo de la roca dejó caer su vestido negro y se lanzó al mar.

    Dejó un rastro de espuma tras sus pies, penetró en la profundidad, deslizándose hasta el fondo, arremolinando la arena al pasar veloz y volvió a la superficie a respirar. Se encontró rodeada de figuras luminiscentes, girando sin parar, empujándola hacia la orilla al vals de las olas.

    Impregnada de efervescencia salió del mar, resbalando salitre por las caderas, marcó sus huellas sobre la oscura arena escupida por el volcán y caminó. Sintió el viento secando su melena, desafío en duelo a la oscuridad y corrió, a través de las piedras, sorteando las plantas que crecían cuando ya se quedaba la costa sin marea y, en la sombra de los árboles, se deshizo en el bosque.

    Acechó en silencio, en pasos lentos, como los últimos minutos de un condenado, danzando con respiración agitada, en equilibrio veloz, hasta un último salto hacia su presa, que chilló y luchó por su vida con garras y dientes. En el lago del claro del bosque ofreció su presa al reflejo de la luna, desgarró su carne y la devoró con ansias. 

    Una vez saciada, entró en el azul y frío lago para limpiar su cuerpo de sangre y su alma de maldad, dejando que la cascada meciese su cabello y adormeciera su mente, allí, saliendo de la orilla, en la ruidosa penumbra, las criaturas del lugar dejaron de temerla y salieron a saludar. Corrieron alrededor con ojos brillantes, ardiendo en fuegos fatuos de fluorescencia química y alada, vibrando en violines de cuerdas vocales y percutiendo árboles, chocando las cimas con las ramas al viento.

    Demasiada luz vendrá, a destruir la paz de la noche, mientras los párpados caen con el brillo de un sol que hace sangrar las nubes y graznar a las gaviotas con su calor. Ahora vuelve a su hogar, tras sus gafas de sol, cansada de tanta luz, mientras el astro rey crece, alimentándose de las sombras que ella deja al pasar.

    Kim Dracula – My Confession

    Anuncios
  • Renacer

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Sin qué tecnología crees que vivirías mejor? ¿Por qué?

    La viuda era la única persona triste de la sala, con su vestido oscuro, aguantaba el porte, sin conseguir evitar que algunas lágrimas fugaces le estropeasen el maquillaje. Los demás asistentes, amigos y familia del difunto, esperaban frente a la gran pantalla instalada en el recinto, a que empezara a emitir la ansiada conexión en directo. Mientras, en un rincón, el féretro y el cuerpo sin vida del protagonista de tan singular fiesta eran totalmente ignorados.

    La pantalla hizo un cambio que provocó revuelo entre los invitados al velatorio. Apareció una cuenta atrás de un minuto, eso hizo que la viuda se levantara y se aproximara a la primera fila, justo delante del monitor. Según iba consumiéndose el tiempo, la gente iba ganando excitación, hasta que, en los últimos diez segundos, todos, incluido la viuda, contaban en alto al compás de los números que se descontaban en el dispositivo. 

    Justo cuando terminó el tiempo cronometrado, apareció la imagen sonriente del fallecido. Todos reaccionaron con alboroto, descorcharon champán y hubo felicitaciones, sobre todo a la viuda, que ahora sonreía radiante.

     – Buenas noches a todos, no pensé que habría tanta gente en mi funeral. Que sepáis que estoy bien. Es un poco distinto a estar vivo, pero no mucho, así que empiezo a trabajar la semana que viene, normal, alguien tendrá que pagar todo esto.  

    Los asistentes rieron, todos estaban pendiente de la pantalla, alzaban sus copas y comentaban entre ellos.

     – Pedro, ¿de verdad estás bien? – Quiso saber su viuda.

     – Lola, estoy perfectamente, ni te imaginas cómo es despertar aquí, sin dolor, sin preocuparme por mi salud. Lo único que echo de menos del mundo real eres tú. Aunque vamos a estar en contacto, no estamos tan lejos.

     – Te echo mucho de menos, Pedro.

     – Y yo también, Lola, pronto tendré un espacio privado y podrás venir a visitarme. Te aseguro que esto es una maravilla. Nos veremos muy pronto, te lo prometo. Sabes que esto no es el fin, solo un nuevo comienzo.

    La sonrisa de la viuda se volvió triste y volvió a sentarse, a recomponer su mente, a esperar los cambios que tengan que venir. Mientras su difunto marido explicaba su experiencia en la otra vida a los demás, ella, sumida en sus pensamientos, no entendía el motivo de tanta alegría. 

    Lola sabía que era una oportunidad, la transferencia cuántica por la cual descargaba la mente a una máquina no era para todo el mundo. Había un proceso de adaptación en vida, así que solo podían optar por el traspaso aquellas personas que iban a tener una muerte lenta, siempre y cuando no hubiera degeneración neuronal extrema. Una vez traspasada la esencia al servidor, el cuerpo quedaba en estado vegetativo hasta su muerte natural, solamente entonces se activaba la vida digital, en un proceso al que llamaban El Renacer. Nunca funcionaba si la muerte era provocada.

    La viuda se había informado mucho desde que le propusieron hacerle renacer. Descubrió que el proceso era muy caro, pero los trabajadores virtualizados eran muy cotizados por numerosas empresas y en muchos casos, el pago del servicio pasaba por trabajar para ellos, la empresa que les hacia renacer, con exclusividad durante algunos años. 

    También sabía que lo que en un principio sería una vida virtual, réplica de la que vivía en el mundo real, pronto se convertiría en algo distinto, pues las necesidades de las personas renacidas, como todo el mundo imaginaba ya, eran distintas, dejaban de estar encapsulados a un cuerpo y ya no necesitaban comida y agua para sobrevivir. Su mundo estaba en un bosque de ataúdes electrónicos, conectado a redes y alimentado por la electricidad generada por una placa solar, en cierto modo como las plantas.

    Mirando a la imagen de su marido, que animado, contestaba las preguntas formuladas por familiares y amigos, ella, en un adiós silencioso, abandonó el recinto.

    Radiohead – Fake Plastic Trees

    Anuncios
  • El árbol de la felicidad

    Sugerencia de escritura del día
    ¿En tu familia cocináis algún plato especial para las ocasiones especiales?

    – ¡Ya lo tengo! ¡Eureka! ¡Lo conseguí!

     – ¿Otra vez usted? ¿No había desistido del asunto de los inventos? ¿Y su granja de dinosaurios?

     – Mi vocación está en inventar. Siempre tendré algún invento. Lo que pasa es que usted no me los quiere patentar. Y no se meta con mis dinosaurios.

     – En fin, ¿con qué me va a sorprender hoy?

     – Hoy tengo el invento definitivo.

     – ¿En qué consiste?

     – Es un árbol de genética variable, donde se configura el fruto que quiere que dé.

     – ¿Entonces es un manzano que da peras?

     – Sí, sí, peras, o hígados.

     – ¿Hígado? ¿Ese árbol es capaz de fabricar un hígado funcional?

     – Bueno, este que tengo aquí no, es muy pequeñito, pero una vez que crezca lo suficiente podrá. 

     – Pero eso es fantástico, la gente podrá hacer crecer sus órganos de reemplazo, qué evolución para la medicina…

     – Ya, pero va a ser que no, que para eso no vale. Recuerde que sale de un árbol, entonces mientras los humanos no hagan la fotosíntesis no podrá alimentar el órgano.

     – Entonces, ¿para qué quiere un hígado humano en un árbol? 

     – ¿Quién ha hablado de hígados humanos? Mejor higadillos de pollo, o riñones de ternera.

     – ¿Estamos hablando de una solución para obtener alimentos?

     – De eso se trata, efectivamente. Es más, se puede hacer combinaciones.

     – ¿A qué se refiere?

     – a combinar hígado con cebolla, por ejemplo.

     – ¿Me está diciendo que tiene un árbol que da hígado encebollado?

     – Le estoy contando que podemos recrear cualquier variante siempre que sea de origen orgánico. Por ejemplo, patatas fritas con bacon y huevo frito.

     –  ¿Crea alimentos procesados?

     – Este sin más es un árbol combinado de queso curado con pimentón.

     – ¡Pero si viene cortado en cuñas! ¿Puedo probarlo?

     – Claro, pero…

     – Oiga, esto sabe a serrín apolillado. ¡Qué asco!

     – A eso me refería, el sabor todavía no está muy logrado.

     – ¡Largo!

     – Pues se va a quedar sin probar el árbol de fabes con chorizo.

     – ¡Largo!

    The Flamming Lips – She Don´t Use Jally

    Anuncios
  • La reclamación

    Enfadada, golpeó fuerte la mesa, sobresaltando a la encargada de las reclamaciones, que andaba distraída ordenando el expediente. Reponiéndose del susto, saludó a la enfurecida señora, que no paró de hablar en ningún momento.

      – Buenas tardes, señora María de la Indignación, déjeme analizar un momento su reclamación.

    La señora, que a duras penas podía contener la verborrea salvaje, tragó saliva y esperó.

     – Veo que en el momento en que solicitó la grúa usted estaba fuera de la frontera del país, ¿no?

     – Estaba en Portugal, justo en la frontera.

     – Bien, sabe que hay una cláusula con los países en los que no cubre el servicio de grúa.

     – Pero eso no me lo dijo el vendedor del seguro.

     – Se la puedo mostrar en su contrato, mire, aquí. 

     – Pues entonces el vendedor me mintió.

     – Bueno, lamentablemente la compañía no se puede hacer cargo del desembolso económico en esta situación. Pero le voy a proponer que castiguemos al vendedor.

     – ¿Castigarlo?

      – Si, claro, fue el culpable, entonces tendrá que ser castigado. Le voy a ofrecer varias formas de castigo. 

     -Pero, ¿cómo castigo? ¿Le van a amonestar? Si es solo eso, no me va a solucionar nada.

     – Verá, en esta empresa tenemos una política muy firme. Los errores tienen consecuencias, y quién mejor que el cliente para infligir el castigo perfecto.

     – significa que puedo chillarle, insultante.

     -Sí, y pegarle. ¿Se sentiría usted bien así?

     -Bueno, tanto como pegarle…

     -Sí, sí, verá qué bien sienta. Le explico qué podemos hacer. Por un lado, tenemos el castigo flagelante, a latigazos, según el estado de desagrado. 

     – ¿No es un poco excesivo?

     – ¡Qué va! Si funciona muy bien, él está al tanto de lo que le puede ocurrir. Venga, vamos a buscarlo. Es un sistema que está en auge en otros países. Somos pioneros en utilizarlo aquí.

    Bajaron unas escaleras que llevaban justo a la entrada del apartado de contratación, donde no tardaron en encontrar al vendedor. Con una señal, la encargada de las reclamaciones, dio la orden al personal de seguridad para que lo apresaran. Bajando otras escaleras, no sin algo de forcejeo por parte del que iba a ser castigado, lo llevaron a un lugar al que llamaban La Mazmorra. Lo ataron en uno de los postes libres que había en la sala, ante la mirada estupefacta de la señora María de la Indignación, que no sabía hacia donde mirar. 

     – Bien, ya lo tenemos en el lugar correcto. Según he consultado en el manual de castigos, puede elegir entre tres latigazos, doce bofetadas, cinco puñetazos en la cara, retorcida de mano y rodillazo en las costillas o una patada fuerte en la entrepierna.

     – Pero yo no me siento con ánimos para hacerle nada de eso.

     – Podemos asignarle un verdugo, pero tendrá un coste.

     – ¿Y no podemos perdonarle por esta vez?

     – Rotundamente no, sin castigo volverá a cometer el error.

     – ¿No hay algún castigo más simbólico?

     – ¡No! Debe ejecutarse con dolor físico.

     – Vale, la patada en la entrepierna me parece más rápida.

     – Bien, aquí lo tiene. Debe hacerlo con cierto vigor, o se la haremos repetir.

    La señora, cerrando fuerte los ojos, le propinó al vendedor la patada acordada y rápido, se retiró del escenario, dejando al castigado retorciéndose de dolor.

     – ¿Qué tal, señora María de la Indignación? ¿Qué tal le ha parecido la experiencia?

     – Algo extraña, pero no niego que es muy gratificante.

     – Que sepa que seguramente este sistema no tarde en utilizarse en todos los sectores, públicos y privados. Es una iniciativa para reducir la mala intención, la pereza y la negligencia en cualquier ocupación.

     – ¿Qué pasa si el cliente está equivocado, o si obra de mala fe?

     – Que se le devuelve el castigo.

    Cradle Of Filth – Temptation

    Anuncios
  • Ven a mi.

    Me llamaban.

    No sé de dónde y para qué, pero conocía lo que iba a suceder.

    Yo flotaba en mi condena, la que yo mismo me impuse, creé mis muros y mis limitaciones, a saber cómo. Los acontecimientos como los que ocurrieron ahora me hacen sentir vivo, nunca mejor dicho.

    La llamada era como el tirón de un anzuelo, de una caña de pescar inmensa, desde el otro lado del agua. Me hacía cruzar puertas y caminos, hasta llegar al lugar correcto, siempre desconocido. Una vez hubiera llegado, era como rellenar una botella, me iba derramando poco a poco hasta completar mi entrada. Por último, sentía el cierre hermético en alguna parte de mi ser, que pronto descubriría como la cabeza.

    Ya solo quedaba abrir los ojos.

    Mi primera reacción sería gritar fuerte, o llorar de miedo, o gemir de desasosiego, pero siempre me siento sin control para poder hacerlo, como si fuera el capitán de una embarcación, de marineros extraños, que no conocieran mi lengua, ni yo la de ellos. Parecía tener un traje pequeño, o quizás grande, que me hacía daño en los pies al andar y en los ojos al mirar, pero que poco a poco tomaba el control y podía manejar.

    La mirada empezó a enfocar una forma que, según se iba aclarando, empezaba a tener significado. Los recuerdos inundaban mi mente, comenzaba a comprender y en un instante volví a ser parte de lo que en un momento fui.

    Frente a mí una joven, preciosa, con cara asustada y chispa en la mirada, esa chispa que hace que los hombres se vuelvan locos de atar por perecer en sus brazos.

     – ¿Rebeca?

     – No, soy Tiara, tu hija.

     – ¡Tiara! ¡Qué grande estás! ¡Cómo te pareces a tu madre! 

     – Ya hace 17 años de tu muerte, tengo ya casi los treinta.

     – ¿Por qué me has llamado después de tanto tiempo, Tiara?

     – Mamá no quería que lo hiciera, siempre ha pensado que no está bien perturbar a los… a los que no están vivos, pero siempre me ha atormentado… Necesito saber… ¿Por qué te suicidaste?

     – ¿Qué? ¿Qué me suicidé? No fue así, me falló el coche, no lo pude evitar. 

     – Todos creíamos que lo habías hecho, que te habías tirado a aquel acantilado queriendo.

     – No fue así, yo vivía feliz. Yo os quería. Os quería mucho a las dos para pensar en algo así.

    La joven se echó a llorar, sintió el peso del fantasma del remordimiento, del que tantos años había escuchado la cadena, arrastrando con ella una mísera adolescencia llena de conflictos y contradicciones.

     – Tiara, yo en vida te quería, y en muerte también. Esto es muy distinto, no es algo que sepa explicarte. – Quise ser comprendido, pero ya sentía al otro lado tirando de mí. – No te preocupes por mí, estoy bien, pero hazme el favor de ser feliz. ¿Me voy en paz contigo?

    Tiara asintió con la cabeza, sin poder dejar de llorar, expulsando su pesar en forma de lágrimas. Le dije adiós. Me quedé para mí el misterio del porqué, poco después de morir, fui llamado por su madre con la misma pregunta. Tal vez ella, en vez de buscar respuesta, quiso exorcizar remordimientos.

    Me desprendí del cuerpo prestado, fue como quitarme un guante estrecho, demasiado para estar cómodo. Al volver a mi cautiverio encontré algo distinto, más luz, rodeándome suave, paz que me envolvía, me invitaba a fundirme con ella, a formar parte del todo, a ser nosotros en uno, no necesitar ser, solo estar.

    Y fui final al principio del universo.

    The Jesus and Mary Chain – Happy When it Rains

    Anuncios
  • Adiós, amigo.

    (Esta historia empieza aquí)

    A pesar de la tristeza de Vega, a sabiendas de que no era un «hasta nunca», más bien un «nos veremos pronto», ella sabía que la marcha de Willy, marcaría no solo una despedida de su amigo, sino un adiós a la niñez.

    Ella forjaba su futuro enfocada en sus estudios y, aun en el mejor de los sitios, prepararse para xenobiologa era duro y desconcertante. Su amigo Willy dio prueba de ello. Con la ayuda de otros estudiantes, lograron probar que el grado de inteligencia de este ser, nativo del planeta Kepler, era similar al de los humanos. Vivían en comunidades de iguales y formaban clases y estamentos sociales.

    Lo que más diferenciaba a nuestras dos especies era su reproducción. Los kcepalominidos u hombres calamar, como lo llamaban coloquialmente, no tenían sexo, o no de manera definida. Todos o casi todos podían procrear.

    En sus encuentros sexuales, que los tenían a pesar de no tener un género como tal, iban intercambiando material genético. Lo más sorprendente, elegían la cualidad que querían del contrario, intercambiaban genes hasta que, una vez completa la célula primaria, que era un gameto vacío de contenido genético. Una vez que existía un genotipo completo, se empezaban a dividir.

    Tener descendencia en esa especie era todo una aventura, hasta tal punto que ellos no formaban parejas, hacían una comunidad de varios individuos, que criaban y educaban a sus hijos en común. Formando aldeas, que intercambiaban material genético específico con otros aldeanos por necesidad.

    Willy sintió la llamada de su instinto esa primavera, y se lo comunicó a Vega, de aquella forma en que aprendieron a comunicarse después de tantos años, con pocas palabras y algunas miradas.

    Ella, mirando fijamente las estrellas de su mundo natal, que eran distintas a las que contemplaban sus padres a su edad, comprendió la importancia de la marcha de su amigo.

    Anuncios
  • El tatuaje

    Esta Historia continua aquí

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es la primera impresión que quieres causar en los demás?

    Tras hora y media de intensos ejercicios, Andrés paró en la cafetería del gimnasio, dispuesto a tomar un sorbo del estímulo necesario para empezar la mañana con energía. Hacía poco que se había apuntado allí y quedó impresionado por lo elegante de las instalaciones y lo innovador de las máquinas de ejercicio.

     – Buenos días, café solo por favor.

     – Buenos días, ¿desea algún tipo de endulzante?

     – En verdad no soporto el café amargo, pero tras el gimnasio me da remordimientos.

     – Veo que usted lleva el tatuaje.

     – Sí, me preocupo mucho por la salud y creo que es el complemento perfecto.

     – Entonces, si me lo permite, le voy a poner el café perfecto. 

    El camarero, en un instante, volvió con una pequeña taza de diseño con el preciado líquido negro y un sobre con el logotipo del local. 

     – Pero yo no quiero tomar azúcar.

     – No es azúcar, pruébelo, no es nada que sea dañino para su salud.

     – No huele a nada.

     – Pruébelo, confíe en mí.

    Con recelo, se llevó a la boca la moderna taza. Al primer sorbo no sabía a nada, a agua caliente como mucho, pero al poco empezó a percibir el aroma y el sabor a la vez. Nada espectacular, solo café bueno de cafetería, con el dulzor típico de azúcar de caña en su justa medida. Él pensaba en un arábico con su tueste correcto hecho en esa cafetería italiana que tan de moda estuvo en su paso por la universidad.

     – Pero esto es genial, qué sabor tan increíble ¿De verdad que no lleva azúcar?

     – En verdad no tiene ni azúcar ni café, es más bien agua con un ligero espesante para conseguir la textura. Quien le da toda la magia es el dispositivo de su brazo. El tatuaje consigue lo que aquí llamamos sabor neuronal, le dice a su cerebro qué sensación debe tener al tomar el líquido.

     – Ah, entonces es de lo más inofensivo.

     – Inofensivo para su salud, pero algo adictivo.

    Massive Attack – Inertia Creeps

    Anuncios
  • La estampita de la virgen de los remedios.

    Sugerencia de escritura del día
    Qué es lo más caro que te has comprado (sin incluir la casa o el coche).

     – ¡Mira, Smerk! Mira lo que he comprado.

     – ¿Qué es eso? Parece la foto de una señora con un niño en brazos haciendo el símbolo de la paz.

     – Según me dijo la señora, esto es una estampita milagrosa. Me dijo que si pones mucha fe, te concede lo que deseas.

     – Pues eso nos viene muy bien, estoy harto de vivir aquí, debajo del puente donde escondimos el ovni. Tendríamos que pedirle una casa. ¿Cómo funciona?

     – Pues eso, le pones fe y te da la casa.

     – Vale, vamos a pedirla. ¿Te dio también fe? ¿Dónde se pone?

     – No, no me dio nada más.

     – ¿Qué clase de negocio es ese? Al menos tendría que haberte dado un poco de fe para empezar. Ves a buscarla y pídele un poco.

     – Pero no tengo más que ofrecerle, ya le di el replicador de alimentos.

     – ¿Qué? ¿Te has comprado un artilugio que no sabes cómo funciona y le has dado la única forma que tenemos de alimentarnos?

     – Pensé que ya le pediríamos comida cuando nos hiciera falta, igual ya lleva cargado algo de fe.

     – Bueno, vamos a probar, a ver, ¿no hay botón? ¿Cómo funciona? ¿No te dio instrucciones?

     – Me dijo que se lo pidiera sin más.

     – Señora, por favor, quiero un bocadillo de esos que tenéis en la tierra que están tan ricos con olor a fritura y chorreante de salsa blanca.

     – ¿No tendrías que ser más específico? 

     – No ocurre nada. ¿De dónde debe salir?

     – Creo que no lo has pedido bien. Por favor, señora, ¿nos da un bocadillo de…mmm? Tenemos un problema, Smerk, no sabemos el nombre de las comidas terrícolas.

     – Eso tiene solución, hay un bar cerca ¡Vamos!

     – Mira, hay un cartel que describe la comida, vamos a probar. Sentémonos aquí y experimentemos.

     – Sí, vamos a pedir el primero de la lista. Por favor, señora, dame un bocadillo de jamón con coca cola.

     – Eso, por favor, señora, bocadillo de jamón con coca cola.

     – ¿Seguro que esto tiene suficiente fe cargada? ¡Por favor, bocadillo de jamón!

     – Ah, mira, este tipo de aquí nos trae el bocadillo y no sé qué fluido burbujeante.

     – Pues está muy rico, menudo trueque que has hecho, incomparable el sabor de la comida terrícola, nuestras barras de proteínas y minerales deshidratados se hacen asquerosos a su lado.

     – Smerk, el tipo que nos trajo el bocadillo nos está pidiendo dinero.

     – Claro, semejante manjar seguro que tenía algún tipo de comisión, vamos a pedirle ahora dinero a la señora para poder pagar esto.

    Iron Maiden – Stranger in a Strange Land

    Anuncios