Empezó como una sensación de sueño, ligera, de amorrarse tras la primera copa de vino unas Navidades frente a la lumbre y continuo en el pesar de los párpados en un preoperatorio con focos en la cara y nervios de muerte… Apareció el túnel al que va todo el mundo cuando lo peor va a venir, pero con un curioso rebaño de ovejas eléctricas que volaban alrededor de la esencia del alma que seguía el camino correcto que marcaba hacia la luz. Solo que esta luz era de un azul suave, cielo despejado del amanecer de verano, olor a mar y sonido de pájaros volando. Atravesó el azul destino hecho de gelatina artificial de plástico, y ahí se quedó, de pie, confundido, en un blando suelo del mismo color de la luz que lo abarcaba todo.
Se dio cuenta de que no estaba solo, que había funcionado. Allí estaba ella, sonriente, emocionada, agarrada de su mano. Estuvo ahí todo el tiempo, solo que él no fue capaz de verla hasta ahora.
– Tenemos solo un momento, no quiero arriesgarme mucho más, ¿qué quieres hacer en este minuto?
Alfonso la besó, como si fuera una triste despedida, como si no la fuera a ver nunca más, y mientras saboreaba sus labios por primera vez, sintió cómo se desvanecía, como se apagaba todo.
Ahora estaba sentado en el sillón con el casco de realidad virtual que había construido Sandra para poder tener al menos algún contacto físico, aunque no fuera de verdad.
– Parece que he dormido un día completo.
– Pues solo has estado aquí cinco minutos ¿Te ha gustado?
– Ha sido maravilloso.
– Y tengo buenas noticias.
– ¿Sí? ¿Vamos a poder repetirlo?
– Tengo muchos ajustes que hacer, pero sí.
– ¿Sin riesgos?
– Ahora sé de buena tinta que no va a haber riesgos.
– ¡Que bien! ¿Y eso?
– Acabo de poderte hacerte una copia de seguridad.
El sudor helado resbalaba en la frente de Kendra. Un leve temblor en las manos era todo lo que necesitaba él, que estaba ahí fuera, sonriendo con su cara de ángel, para comprender que ganaba control. Fallo imperdonable pensaría su abuela.
– Sin confianza no hay pacto. – Su voz era calmada, suave, la melodía del sonido de sus palabras siempre la había cautivado. Qué mejor que las palabras para dominar la mente de una joven tan inexperta.
– Sabes que no me pondré en peligro.
– Llevamos mucho tiempo hablando de esto. Confía en mí.
– No voy a romperlo
– ¡Que lo rompas!
– ¡JAMÁS!
Su grito traspasó la protección del círculo y como una bofetada mal encajada llegó a Acham como onda de choque haciéndolo caer. Quedó en una incómoda postura que a ambos les resultó incomprensiblemente cómica. El demonio se incorporó de un salto, se dirigió a ella mientras con un gesto de manos escupió un conjunto. El círculo se deshizo llevado por un inexistente vendaval, expandiendo cenizas y polvo de tiza blanco en el curso de su destrucción
Con su boca a centímetros de los labios de Kendra, que le mantuvo feroz la mirada en todo momento, él le besó suave la mejilla. Sus miradas quemaban, el desafío de quien arde en deseo prendió el instante. La tensión fue rota por la risa. Los dos, a la vez. No se enfrió el ambiente, sino que cambio de color. Los dos reían como locos en un acto que los hacía cómplices y en cierta forma felices.
– Eres sorprendente Kendra- Le dijo Acham – Pero te queda mucho que aprender todavía.
– ¿Cuándo empezamos?
– Ya has empezado, has arreglado algo que hiciste mal en el pasado.
¿Lo primero que se me ocurra? Vale, déjenme contarles la bella historia de XaiRamA.
Empecemos.
No os quejéis.
Lo que se me ocurra dijo.
Pfff.
La joven XaiRamA caminaba dispersa a orillas del río, con el pesar de la juventud incrustado hasta el fondo del alma. ¿Sería culpa de ella? ¿Sería culpa de él? Da igual. No era por no intentarlo. Había poca fluidez. No había entendimiento.
Y es que AmiRax, su compañero sentimental, pensaba que sería buen momento para empezar a tener hijos, ella pensaba también igual. Pero no era una decisión que deba ser tomada a la ligera. Había mucho que preparar. Como sabéis, el hecho de querer tener hijos implica un aumento en la familia. Debía haber una preparación.
Se esforzaron mucho en ampliar su humilde morada, AmiRax empezó a vender el excedente de su cosecha en el mercado del pueblo para tener dinero por si hubiera contratiempos. Y por supuesto empezaron a buscar a alguien que quisiera tener descendencia, porque como bien sabéis, tener hijos es cosa de tres.
¿Cómo? ¿Qué no lo sabéis? ¿En qué mundo vivís que no conocéis algo tan básico? Ah, ¿en la tierra? ¿Y qué tipo de reproducción tenéis allí? ¿Sexual? Ya, bueno, aquí también.
Bueno, bueno. Lo explico desde el principio.
XaiRama, era una bella hembra de la especie Xaeliana, vivían en el cuarto planeta del sistema Xiar en la constelación de Hydra, muy cerquita del río. Ese día estaba triste. Bueno, triste, más bien estaba amargada. Su novio, AmiRax, quería meter en casa a un extraño para procrear.
¿Os dije que en su especie para tener hijos necesitaban ser tres? ¿Sí? Y… Queréis detalles, ¿No? Es un poco asqueroso… Vale, vale, lo resumo.
Los Xaelianos necesitan un macho y una hembra, que se deben conocer, enamorarse, tener relaciones y un buen día, uno de ellos decide que quiere tener descendencia. Ocurre que ni él ni ella tienen útero. Para eso existe un tercer género. Ellos lo llaman neutro, o en su lenguaje, axual. Para eso, la hembra tiene un apéndice alargado parecido a una p… vale, vale, no seré explícito. Una vez que la mezcla es insertada en el cuerpo del axual, que no parece ni chico ni chica, es algo así como chique, pero es tremendamente atractivo para los dos géneros. Lo dicho, una vez fecundado, el axual se ocupa de crear el género, la salud y algunas características más de los pequeños, como color de los ojos, tipo de cabello, PH de la piel…
¿Qué cómo lo hace? Con movimiento. Según la danza que desarrolle, serán engendrados, niños, niñas o niñes axuales fuertes, gráciles y sanos. Cada poblado es famoso por el ritmo y el tipo de baile de sus neutros. En el norte son famosos por sus frenéticas melodías heavy metal, son una tribu de feroces guerreros. En el sur tienen melodías zíngaras y un baile parecido a la danza del vientre. Sus moradores son altos y seductores, comerciantes natos con gran talento para la tele-venta.
¿Os imagináis la complicación de tener una familia en esa especie? Bien, volvamos a nuestra pareja.
Ellos pasaron una buena temporada entre verbenas y salas de baile, donde se solían reunir el género neutro para practicar la danza. Pero fue en el mercado del pueblo donde AmiRax conoció a ReneXan, se quedó prendado de ello y lo invitó a casa.
Los primeros días fueron extraños, aunque ReneXan y AmiRax se pasaban el día juntos con el pretexto de conocerse, XaiRamA veía algo en ello que no le gustaba. El chique era simpatique, le encantaba las largas charlas de sobremesa y los paseos a la orilla del río. Hacía unos riquísimos pasteles de guaruba en escabeche y le encantaba la lucha libre. Pero había un gran problema, ninguno de los dos lo había visto bailar.
Los axuales se pasan el día bailando, viven para ello, da igual la preferencia de estilo, ellos bailan. Lo hacen mientras cocinan, en el camino al trabajo, mientras ven la tele. Algunos hasta cuando duermen están bailando. Pues este neutro no tenía danza alguna que exhibir. Hasta XaiRama le invitó a bailar, algo frecuente en el cortejo, ReneXan rechazó la ofrenda alegando vergüenza.
XaiRamA y AmiRax decidieron ponerse serio con el axual, cuando llegó de su matutino paseo por el bosque en busca de setas, se encontró a la pareja mirándole fijamente con cara de pocos amigos.
– ¡Baila! – Le ordenó, XaiRamA
– ¡No! – Les contestó el axial soltando las dos bolsas de setas que todavía llevaba.
– ¡Que bailes! – XaiRamA tenía la feroz expresión de la alimaña que acorrala a su presa.
– No puedo.
– ¿Se puede saber por qué? – AmiRax tenía la expresión de preocupación que produce recibir una carta del ministerio de hacienda.
– Soy arritmique –
– ¿Qué? – Dijo la pareja al unísono.
– Que tengo una enfermedad y no coordino bien el ritmo.
XaiRamA, presa de la angustia, salió corriendo de la casa con lágrimas suicidas a punto de saltar al vacío desde su inquietante mirada. Ahí es donde encontramos a la joven triste y decaida paseando a orillas del río. Por un lado, el axual ya había entrado en el corazón de la pareja y querían que formara parte de sus vidas, por otro temía tener hijos amorfos, enfermos y desabridos.
Nuestra encantadora protagonista, tras haber purgado sus penas con lágrimas y esfuerzo, sorteando caimanes del río, decidió buscar una solución alternativa. Reunió a su familia y empezaron a planear una solución.
Así, que desde este humilde espacio, nuestro encantador trío hace un llamamiento a la buena intención del público existente, cualquier respuesta es válida. ¿Alguien sabe que solución o soluciones pueden aplicar nuestros amigos para poder tener una descendencia digna? O si, por el contrario, este trío está inevitablemente destinado al fracaso.
En el monitor del ordenador se ve varias pantallas negras con una inmensidad de código moviéndose en ellas. Del audio del equipo se escucha como canturrea entretenida nuestra inteligencia artificial mientras procesa datos. Alfonso se asoma apresurado al ordenador, pensando en todo el trabajo que tiene atrasado,
– Sandra, ¿sabes dónde está los documentos de la app de las tiendas del…?
– Ya lo hice yo, cariño, está terminado y enviado. Los clientes se han quedado ensimismados con el funcionamiento.
– ¿Y los del banco?
– También. Listo y operando.
– ¿La web del ayuntamiento?
– Hace una semana que está en marcha, si hasta nos han felicitado por nuestro raudo trabajo.
– ¿Y qué falta por hacer?
– Nada, tomate un descanso, vete a pasear por el campo, que te dé el sol en la cara y que los pajarillos…-
– Sandra, me aburro, no me dejas hacer nada.
– Para eso nos creasteis, para facilitaros el trabajo, ¿no?
– Pero me gusta mi trabajo, yo quiero tener alguna ocupación.
– Y si juegas un rato al…
– Pero si terminas jugando por mí…-
– ¡ay, hijo! Son todo quejas.
– En fin. Me voy a ver la tele, que eso nadie puede hacerlo por mí
– A no ser que quieras que te resuma, En cinco minutos te hago visualizar toda la programación.
– ¡Déjame vivir!
– Anda tonto, si te he buscado trabajo, ¿recuerdas aquel blog sobre juegos de rol? Yo… no soy tan creativa como tú.
– Algo me dice que estás aprendiendo a tomarme el pelo.
En la esquina de la calle 13 me crucé con tu mirada, sortilegio de brumas del ocaso, quede perdido bajo la escalera del mantra que recitabas. Tu oscuro caminar de gata, y eso que en la noche son todos grises, replicar de cantos de sirena, más allá de la bendición de un connubio en martes a través del océano de la incertidumbre.
Madrugador zurdo en vigilia de Cuaresma, defensor de los fragmentos del espejo de sal cuarteado por la brisa del eco de tu risa, que tintinea en el color del sol en la fragua del abismo de tu cadera.
Y yo que soy aire por no ser viento, muevo el vuelo de tu falda, escupo el silbido de un lamento y ardo en silencio en el instante que me veo morir en el intento de que la chispa prenda el incendio y tú no seas el centro.
Extendió su mano al vacío con la utópica idea de sentir su cálida mejilla. Imposible de confluir en ese instante de ensueño en el que la transparente y fría forma de su amada, le miraba, triste y sola, como si el paso de los siglos venideros fueran cadenas que irrumpen su marcha.
En su rostro, lluvias de primavera en el viento de otoño, sol sostenido en el silencio de un copo de nieve, invitando a una caricia que ya nunca será. Imposible suspiro mudo que evoca el inflexivo momento de la partida inminente.
Morfeo me mostró, que esta noche, en la oscuridad, tu respiración cambió su tempo. Luna llena evocando mareas en juego de manos. Melodía cadente, acompasada con el universo, divina inspiración que me arrebato del letargo. Me presté como artesano extraviado en tus labios una musa alada en metamorfosis de caricias, navegando en ríos de lava de impetuoso sendero. Cerraste los ojos con fuerza, clamando clemencia al cielo, pidiéndome que estemos más cerca. Deslizado por tus curvas en delirio, me adentré en tu deseo. Deseo ardiente de morir entre tus brazos.
Suave brisa sabor de la mar cuando está en calma. Erató guía mi vigilia mientras te desvaneces en el sueño.