Categoría: amor

  • Besos

    Sugerencia de escritura del día
    Describe un hábito que te aporte felicidad.

     – Espera, ¿Por qué me quieres besar?

    Me quedé aislado, con el valor que reuní partido en diminutos copos de nieve, que se derretía entre el calor de mis manos, sin poder retener poco más que restos del miedo al rechazo y la confusión del yo no valgo.

    ¿Qué quería? ¿Una declaración de intenciones? ¿Que le prometiese un amor que todavía era frágil si acaso existía? 

    Pensé en mencionar sus labios, que si nombraba su delicada piel de porcelana, el azul del mar que tan bien le sentaba al verde de su mirada me daría licencia para probar el dulce sabor de su boca. Pensé en la expresión de su cara, mirándome, esperando quien sabe qué serie de palabras encadenadas al descanso de su rostro, al ardor de sus pupilas. Esperaba una conjugación de verbos en un pretérito perfecto que ablandarse sus adjetivos para que este sujeto pasara al predicado.

    Sin dejar pasar más de un pestañeo, sin tiempo a que la valentía recuperara el terreno perdido o se desintegrara en el olvido y me quedase sin poder querer. Antes de que mi mente preguntara ¿tú no?, o ¿Por qué no?, o ¿por qué tú no quieres?, y me dejaras pensar que acaricio tus labios, sin tocarlos, soñándolos desnudos y lejanos, en otras bocas quizás, siempre cerrados. Sin dudarlo más le dije;

     – Voy a besarte, porque si no lo hago caeré en el infierno, será tan fuerte la llama que quedaré en cenizas, que esparcirá el viento, lejos. Y en ese momento, después del tormento, ya no habrá nada, tan solo mi lamento distante perdiéndose entre la bruma de este frío que no se aplaca.

    Comencé a temblar, ella me abrazó y me tapó con el calor de su deseo. 

    Guns´n´Roses – Don´t Cry
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  • Cruce de miradas

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué escuchas mientras trabajas?

    Él, volvía del agobio del trabajo, de haber aguantado absurdas exigencias 

    ella, paseaba desolada por la ciudad, purgando incansable su pensar

    Él, creyéndose apóstrofe multiplicado por cero, invisible evidencia,

    ella, harta de mentes vacías, con urgencia a devorarla sin el verbo amar.

    Él, harto de su existencia, ella tan solo pedía más.

    Pasó un rayo de estática, un roce, un tropiezo, un no dejar de mirar, 

    un sonido de surco viejo, un perdón no quise, intercambio de auricular,

    una parada sin querer, una caricia sin pensar,

    luego vino la piel y un verbo a conjugar,

    pretendo ser y estar

    y yo también.

    Él, ferviente poeta en estrofa de ritmos de electricidad,

    conjurando “vertical, transversal, soy grito y soy metal”

    ella, amante del acervo y de la melodía emocional,

    susurrando “Siento ante tu pecho libertad”

    Love of Lesbian – Allí donde Soliamos Gritar
    Andres Suarez – Herbeira
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  • Paisaje

    Desde mi ventana, aquella vez, con el rostro en nostálgicos reflejos naranja y rojo, deseando que fuera noche para ver las estrellas y soñar con galaxias, sentía el aroma de frito de barra del bar con serrín en el suelo, olor antiguo de aquel vino que yo no podía y aquella tortilla de camarón, que me parecía enorme y en un momento devoraba.

    Desde mi ventana, olor a sal, rumor de palmas y risas, calor de levante. Sonrisa de azahar en aquella playa, de manos heladas y un tierno beso entre las tibias aguas donde se rompen las olas, de ojos cerrados soñando con más, con el sabor de miel en los labios mientras cruzaba el mar, después. 

    Ya no quedan días de ese verano en el que mi cuerpo rezaba por ti y mi mente se rindió a los lejos, saboreando otros perfumes y tornándolos distantes, pues nadie permanece en tierras de otros, esperando, solo van de paso.  

    Desde mi ventana calima y viento y alrededor la mar, sintonía de brillo de neón, de lenguaje extraño y caricias cercanas de noche y olvido. De flashes de colores secuestrando tu sonrisa, de vapor etílico desde tu voz y risas y olvido y pasión de verano, que todos los días es carnaval y todas las noches nos despedimos.

    El Columpio Asesino – Toro
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  • De Papel

    Eres ese inmenso mar de dudas,

    que con la sonrisa de su oleaje,

    me alumbra.

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  • Autoengaño

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué es lo que más te molesta? ¿Por qué?

    Mi amigo Pedro escribió que la vida es un sueño, y yo, que entiendo siempre a medias, que de tanto querer pasear entre nubes, no pisó el suelo, para no madrugar trasnochado, para mantener el sabor de tus labios en tarritos de esencia y con cuentagotas darle uso en los días grises y en las noches de lluvia y relámpagos.

    Era feliz con tu recuerdo enlatado, me hacía mantenerme flotando y notar fresca la brisa que corre entre la copa de los abetos. Pero descubrí que, al tiempo, el rojo de tus besos se volvían negros, acariciar tu piel imaginaria me raspaba la yema de los dedos, haciéndome sangrar gotas amargas, de tinta china, como las de los fantasmas en los cuentos.

    Me asusté al darme cuenta, que dormía tan profundo, que me había perdido entre las brumas y no distinguía tu voz del aullar del viento, que teniéndote tan cerca sonaba muy lejos y ya no había luz, todo se tornaba lóbrego. Entre en la oscuridad buscándome, a ver si me encontraba en tu reflejo y así poder caminar de nuevo fijando mis pasos en el suelo.

    Vagaba sin rumbo cuando me vi dormido, respirando lento. Tú estabas a mi vera, preocupada, con los ojos llorosos. Quise gritar que te fueras, que ese no era yo, que aquel de ahí era falso y entonces comprendí que si nuestras miradas se cruzan y nuestros cuerpos se funden en llamas no es porque yo lo invocara en secreto, era anhelo. No había hechizo en el sabor dulce y salado que fabricaba nuestra pasión, era tu deseo, y el mío, que conspiraban para mantenernos cerca, para que podamos querernos.

    Y ocurrió que me despertaste con un beso y con el acento del verbo amar nos quedamos abrazados, contemplando como es de verdad la verdad, y los sueños solo sueños.

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  • Tiempo

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué dejarías ir para estar en armonía contigo mismo?

    Hoy voy a ser egoísta, como pocas veces soy, o quizás sí, y no quiero verlo. Despertaré al niño adormilado, qué alimento de historias imposibles y pasiones extrañas, en una galaxia muy lejana, para que me recuerde, que de tanto crecer, me pierdo días sin juego y noches sin dormir a pierna suelta, que de contar ovejas sin dueño ya he perdido el aroma de asado y las ganas de descanso eterno.

    Ya lo decían mis manos, llenas de líneas rotas, que un día, tú me animaste a contar, que el tiempo las hizo surcos, a veces en silencio, siempre con la melodía de historias lejanas, de tierras vírgenes, de latente urgencia por perderse en ellas. Siendo la sombra del nunca jamás y del todo por tu ausencia, rey del reino de la risa de mi luna llena, desafiando el cielo, que siempre quise ver diferente y extraño, pero solo había un sol, envuelto en calima a destiempo y el juramento del sosiego, de un universo, pleno de vida más allá de la última frontera y que surca el espacio con su banda sonora tan épica.

    Pretendo, que al soplar las velas, quede el anhelo latente, acechante entre crema y bizcocho, de que salga de dentro, desnuda y desafiante, con ese brillo en la mirada, ese gesto sutil, que tanto me recuerda al calor de la canción de aquel día en el que desperté, llorando, para poder vivir un sueño imposible, como una comedia romántica de alfombra roja, de grandes despedidas, dolor dulce y final feliz abierto, a segundas partes.

    Mi regalo ya está presente, es etéreo, sutil, vivo, iridiscente, eterno. Azul como el cielo de julio, rojo como la calima en tu mirada. Amarillo luminoso escenario de garabatos esperando ser contemplados. Sé que me lo traes tú, quizás tú y tú también, mientras rasgo el celofán y rompo el envoltorio impaciente de ganas de ese afecto extraño que se comparte en mina de lápiz y en papel viejo, sé que este año, mi obsequio es perfecto.

    Gracias por hacerme ver qué mis tildes tienen sabor a primavera, el brillo de la luna llena y el sonido del inesperado suspiro, que cerca del pecho, sabe a «me gustas». Esta vez con la sensación refrescante del anochecer en la vera del mar en este mi verano que será otoño y llegará a invierno. Aunque todavía me apena las flores que se marchitaron, ahora sé que detrás de cada espina se esconde una fragancia y de cada lágrima una sonrisa, que son océanos de tinta para ir trazando sus olas y cosiendo sus verbos, antes de que en el libro solo quede una sinopsis como epitafio.

    Quizás mi firma no me define, pero sí me acerca al sincero deseo, de aquel niño que en una fotografía de colores raros, un día como hoy, lanzó con su aliento, cantando, un hechizo alado que perdura en el tiempo.

    Gratos son porque me lees.

    Sueños por tu sonrisa al hacerlo.

    Vetusta Morla – Año Nuevo
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  • Verdes

    Silueta de brillo de luna, ritual de verano en batalla contra las olas del mar, de espuma salpicada de rostros alegres buscando y yo que no encontraba hasta que me crucé con tu aroma rozando mi piel y perdí la intención de acechar la marea y enloquecí por probar el sabor de mar que empapaba tus labios.

    Verdes eran, brillando con el  23 de junio reflejado en ellos, el mismo de la hoguera con la que nos calentábamos, que no hacía falta, tenías ese efecto en mí. Mojados en un conjuro de amor eterno, entre risas de aire helado, me ofreciste una parcela en tu toalla y yo a ti el espíritu fatuo que quemó tu garganta, relajó tu inquieta mente e hizo brillar tu mirada.

    Tu tarareabas aquella horrible canción, yo palpitando cada vez que me acercaba a tu oído, tintineo hilarante de mis chistes malos, botella cansada de tanto trago, yo soñaba beber de tu boca tu añorabas sentir mis brazos, aquelarre a saltos alrededor del fuego, excusa perfecta para agarrar tu mano y derribarnos los dos a orillas de la lumbre, asándonos a fuego lento, a caricias escondidas a lo lejos.

    Tú me contaste del frío con el sol a lo lejos, pidiendo un abrazo, yo no dudé un segundo en abordar tu piel y comer de tus besos. Mientras moría la noche en la playa y nos quedamos solos cosiéndonos a caricias, olvidándonos del resto. 

    Me tengo que ir, estropeó el momento de querer seguir sintiendo algo más que afecto. Y me quedé sin tu voz, sin el sabor de tu piel, sin la promesa de un ya vuelvo. Al humo de la mañana solo encontré el viento, que se llevó el hechizo de tu verde mirada y la transformó en recuerdo. 

    Blasfemando tu canción volviendo a casa, te vi de lejos huir de la mano de un caballero andante motorizado, de brillante armadura Armani y de besos profanados.

    Rod Hot Chili Peppers – Under the Bridger
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  • Mi Divinidad.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cómo definirías «romántico»?

    Entiendo el otoño, al frío aire que arremolina las hojas en el bosque, en las esquinas de los matorrales, entre los deformes árboles heridos de pena de invierno a espera del renacer de la primavera, a ese bosque al que voy siempre desde que la conocí. Oculto en la maleza, con el suspiro en la comisura de los labios y la sangre congelada de pánico y ardiendo de pasión. 

    Como cada noche, ella puntual, se paraba en el claro a observar las estrellas, esta noche iluminando la arboleda de misterio, el mismo misterio que la hacía tan mágica como la radiante luna llena que contemplaba, pensativa, quieta, ausente, era tan apolínea con su oscura melena ondeando al viento, me estremecía solo de sentir su presencia.

     – Sé que estás ahí, agazapado como un conejo, escondido, como cada noche. ¿Qué buscas de mí?

    Con la valentía del que se siente perseguido y pierde un segundo a contemplar la manada de lobos, abandoné mi escondite. Ella no me dirigió la mirada, tenía la vista clavada en el firmamento.

     – No puedo dejar de hacerlo, volveré cada noche, así que haz lo que quieras, acaba conmigo si es necesario.

     – No voy a hacerte daño, ya lo hubiera hecho de haber querido.

    Me tragué mi pánico y me acerqué, lentamente, con precaución, fue entonces cuando sus brillantes ojos azules en un tímido movimiento se posaron sobre mí, haciéndome sentir todo el peso del universo sobre mis hombros.  

     – Sabes que soy eterna, vieja como las estrellas, que tu luz solo durará un momento a mi lado y yo seguiré siendo y estando.

     – ¿Eso es un «me gustas»?

     – Eso es que eres un valiente arrogante.- Dijo con una casi imperceptible sonrisa en los labios – Solo acercarte a mí puede ser peligroso.

     – Si ya me muero por ti, ¿qué más da que lo haga antes?

     – Eres osado, humano.

    Tan lento como el lento baile de las flores abriéndose en primavera, sus labios coincidieron con los míos en un cerrar de ojos, en un imperceptible roce de fuego, de explosión primigenia expulsando materia de la nada, expandiendo la inmensidad, arrastrando candente en círculos formando cúmulos de astros, abriéndose camino hacia la inexistencia. Creando espacio, elementos, aleaciones poliméricas, combinación de cadenas en baño eléctrico, de descargas de relámpagos centelleantes, de células precipitándose al primer nacimiento. Multiplicándose y uniéndose en formas complejas, respirando y abriéndose a la vida desde el vientre materno.

    Abrí los ojos y allí estaba, cansado, solo, en el resplandor de la luna cubierto de estrellas, sentado en el suelo, esperando su paso.

    Esa vez fue la primera vez que besé a una diosa.

    Metallica – Creeping Death
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  • Del Latido de mi Corazón.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Alguna vez te han operado? ¿De qué?

    Tras sentir la ausencia de tus caricias, enfermé sin remedio, la mente se me quedó ausente y las lágrimas ensuciaban mi cara, turbias y saladas, como si quisieran lavarme las penas a lametones de vaca. Andaba lento, con los pies arrastrados, dejando un surco en la arena donde sonaban melodías de olvido y de ganas de verte. 

    Me acordé de un amigo, que entiende los síntomas del alma, que me dijo que si algún día sentía que mi mente se había ido lejos y los huesos de mi cuerpo, se amontonaban hundidos, en un rincón de la casa, solo había una cura, había que extirpar el corazón. Con un bisturí de verdades tardías y unas pinzas de celos de los rayos de sol en tu piel, extraje a latidos ese órgano exhausto de altibajos, lo guardé en alcohol barato y lo olvidé en la repisa de mis deseos sin cumplir.

    Al principio era raro, en el hueco anidaron los gorriones, notaban el pisar de sus patas sustituyendo latidos y dejaba un rastro de plumas allá donde me quedaba pensando. Los niños se asustaban cuando me acercaba, al verme pálido y con ojeras y las señoras del barrio cuchicheaban a mis espaldas, al pasar caminando desganado, vestido con pupilas contraídas y sonrisa seca de alegría. 

    Con el tiempo, una mirada buscando, se encontró con la mía perdida, y quiso calentar mis frías manos con su pasión olvidada y el recuerdo de la mía. Pasamos días aislados, saboreando recuerdos y maquillando cicatrices de garras de gato herido. Por fin comprendió del vacío silencioso que ocultaba mis suspiros. Con un escalpelo de tímido afecto y húmedos besos, me regaló un fragmento de su corazón congelado y me lo cosió al pecho diciéndome un te quiero.

    Huyó con prisas al amanecer, con la promesa de un mañana de risas y cama caliente de madrugada, dejó las huellas de sus manos en mi espalda y las ventanas empañadas de su aroma, pero me dejo latiendo fuerte y repartiendo sonrisa ancha allá por donde camino.

    Accept – Metal Heart
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  • Tus Besos

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es la comida más rica que has probado?

    Dejé de apreciar el sabor el día que perdí la ocasión de volver a besar tus labios. Desde entonces, me quedan manchas de grasa en papel estracilla y las mañanas han perdido el aroma a café, el crispear  de los churros en las calles, me produce la angustia del que recoge una rosa con miedo a pincharse. 

    La cocina se ha vuelto ese lugar mudo, triste, sin ganas, de tan limpio que ha quedado el horno y ordenados la alacena. Los fogones, sin llama, me piden la compañía que trae el fuego lento, cuando allí habitaban tus caricias, cuando en condimento, exótico, fragante y especiado volaba sobre la encimera pidiendo entrar en tu plato. 

    Mi paladar ya no recuerda el dulce ni el salado, solo recuerda el ácido rumor de tu recuerdo y el decantar de aquel aliento, que a diferencia tus labios color burdeos, queda en amargas notas de licores extraños de colores turbios y texturas sintéticas.

    Tal vez, tenga que abrir la ventana y dejar que el olor denso del asado escape liberado, y dejar entrar el aire de la mañana, a ver si, con los rayos del sol, entra en mi cocina, unos labios nuevos, que de un beso a fuego lento, me devuelva la capacidad de apreciar el sabor.

    The Smashing Pumpkins – Tonight Tonight
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