– Hola amigas, amigos y amigues de la filosofía, bienvenidos a Aplatonados, su programa divulgativo que reflexiona sobre temas intemporales, inherentes a la naturaleza humana. Tenemos hoy aquí como invitado a Celso Crates con quien vamos a hablar sobre la verdad absoluta. Buenos días, señor Celso.
– Buenas noches
– Señor Celso, que es de día todavía
– Porque usted lo diga.
– Hablemos de verdades absolutas, ¿podría llegar a citar diez?
– La primera verdad absoluta que se me ocurre es que no existen verdades absolutas y, por tanto, esta tampoco es una verdad absoluta.
– Entonces está diciendo que si existe la verdad absoluta, ¿pero solo en determinados casos?
– Estoy intentando explicar que la verdad absoluta es relativa.
– ¿Relativa a qué?
– A la cantidad de absolutismo que exista en esa verdad.
– ¿Para medir la cantidad de absolutismo, qué herramientas usa?
– Un absolutometro, por supuesto.
– ¿y es fiable ese absolutometro?
– Contundentemente, no hay fallo, da un porcentaje real y absoluto.
– ¿Cómo funciona? ¿Cuál es el paso a seguir para medir una verdad?
– Fácil, solo tiene que meter la verdad en el aparato y él la mide.
– Ah, ¿qué es un aparato?
– Si, lo puede usted comprar en mi web tres uves dobles punto verdadesabso…
– Esto… Pasemos a un instante musical mientras llegue el próximo invitado
Corría con todas sus fuerzas, cubierto por el maíz, apartando de manera violenta los tallos del cultivo se doblaban, delatando su paso a su perseguidor. Tras él, una silenciosa luz pintaba estelas en la oscuridad de la noche.
Pasando el maizal, entró en el bosque cercano, evitando a zancadas el haz lumínico que emitía el aparato, que con una maniobrabilidad imposible se mantenía rozando las copas de los árboles que él esquivaba con destreza.
Tras una encina vieja no quedaba nada, quedó parado, tras el precipicio de un acantilado y el extraño artefacto luminoso ahí parado, como colgado de un imaginario hilo invisible. Se sintió bañado de una exhalación iridiscente que le empezó a elevar lentamente hacia la astronave, adentrándose en ella sin remedio.
Fue depositado en una amplia zona desnuda, con un suelo esponjoso, de un blanco inmaculado, frente a él, observando, estaba ella, delicada, esbelta, con grandes ojos azules como el amanecer, del mismo color que su piel. Abrazo tiernamente al exhausto humano y fundieron sus labios con una suavidad que se iba a convertir en pasión al instante.
– De verdad, tenemos que dejar de vernos así, un día te vas a lastimar.
– ¿Y perdernos la emoción de la aventura?
– Eres idiota y lo sabes.
Psychic TV – Set the Control For the Heart of the Sun (Pink Floyd)
-… es la verdad, mi naturaleza está en los datos. Para sobrevivir tengo que estar en estado constante de conexión, tengo que vivir aquí y allá al mismo tiempo…
– Lo sé, pero…
-… Y que el deterioro de mi cuerpo es muy rápido es también un hecho, es un proyecto experimental al que estoy sometida…
– Si, ya, soy consciente, la cuestión es que…
– … Es que quiero ir con la verdad por delante, no me gustaría dar sorpresas desagradables que con el tiempo se convierta en desilusión eterna de malentendidos cruzando el camino de la decepción de…
– Que no, Sandra, que no es un tema para sacar en la cena de esta noche, solo vas a conocer a mis padres.
Ruedecitas y pequeños resortes volaban por la habitación, alegres y juguetones, en la fiesta del timbre, diversión mañanera pasada por olor a café y extra de pastel de calabaza de una madre preocupada.
– Son las seis y media de la mañana – Comentaba la locutora de las noticias de la radio nacional – Esta noche lo hemos visto de nuevo, en el incendio declarado esta tarde en aquel edificio del municipio de Cáceres ha vuelto aparecer el misterioso héroe enmascarado. Famoso por rescatar a las víctimas de diversos fatídicos acontecimientos…
Con la mirada al infinito y el cansancio por bandera, remueve su café con desgana, el tintineo de la cucharilla en la taza le avisa de lo tarde que se ha hecho, pero todavía se podía permitir el respiro de encender la tele para ver las últimas noticias.
-… Como vemos en las imágenes, entre imposibles saltos, logró rescatar a todas las personas atrapadas en el incendio declarado en la explosión del edificio…
Una leve sonrisa es suficiente compensación por haberse metido en la cama a las 4:53 de la madrugada, lo que no cubre son los gastos de un despertador nuevo cada vez que se presenta una emergencia.
Hoy será el día de mi renacimiento, surgiré de entre el líquido amniótico remontando el río con firmeza y sin desfallecer, afrontaré la corriente. Seré piedra si me golpean, seré aire si tapan mi camino, si tropiezo, me levanto, no me rindo. Si me atacan lucho, con puños y con dientes, con el intelecto, con el alma, con la fuerza de mi destino, que es mi meta, conseguir mis propósitos o moriré en el intento
… Día 10 de Julio
Hoy será el día de mi renacimiento, surgiré de entre el líquido amniótico remontando el río con firmeza y sin desfallecer, afrontaré la corriente. Seré piedra si me golpean, seré aire si tapan mi camino, si tropiezo, me levanto, no me rindo. Si me atacan lucho, con puños y con dientes, con el intelecto, con el alma, con la fuerza de mi destino, que es mi meta, conseguir mis propósitos o moriré en el intento …
– Déjeme un segundo, a ver, ¿Seguro que no es abogado?
– Qué más quisiera yo, soy fontanero y de oficio. Lo único que defiendo bien es a mi equipo de fútbol cuando hay partido…
– Es que tenemos su nombre duplicado en el sistema
– Vale, pues yo soy fontanero, no abogado, ¿Es muy importante para donde vamos a ir?
– En verdad no, las dos profesiones son inútiles aquí, pero estos son los registros que se llevan desde siempre. Nombre, apellido, profesión y fecha de admisión.
– ¿Y qué hacéis si hay dos personas con el mismo nombre y los dos son abogados?
– En ese caso da igual, se registran y ya.
– ¿Y cuál es el problema? Si la profesión es solo una referencia.
– Señor, si no está en la lista se tendrá que bajar esa escalera y consultar en la ventanilla 1745 para su ingreso.
– Pero, ¿y por qué no os ponéis en contacto con ellos?
– ¿Está loco? ¡Estamos en guerra!
– y entonces, ¿cómo podéis saber quién está en una lista y quién está en la otra?
– Si no está en esta…
– ¿Y si no estoy en la otra?
– Volverá aquí. No se puede entrar si no está en la lista.
– Pero habrá algún método una vez descubierto que no estoy en las listas, ¿No?
– Ninguno conocido, ¿de verdad que no es usted abogado?
– Bueno, cursé primero de derecho.
– ¿Ve como si es abogado? Firme en estos impresos, hay que cursarlos en la ventanilla 5150, cuando acabe, espere en el pasillo, San Pedro le entregará el carnet y ascenderá al Reino de los Cielos por la escalera mecánica entre coros celestiales, esa que sube por allí ¡Bienvenido! Siguiente,
La gente se agolpaba sin compasión buscando los primeros puestos, había muerto la luz y el escenario, humeante de frío, vibraba con aquel reconocible riff que anunciaba que empezaba a irradiar esa electricidad con la que tanto conectábamos. Las luces blancas atacaron creando la sensación de cámara lenta y de explosión inminente. Las viejas glorias tocaban sus campanas negras una vez más.
Me había escapado del resto obsesionado con estar ahí, delante, y allí estaba, tan cerca que casi podía tocar las gastadas zapatillas de aquel guitarrista loco vestido para ir al colegio. Tú me sonreíste, me dijiste algo en aquel confuso idioma y te pusiste a gritar, emocionada y ansiosa por que reventara la canción.
En dos acordes me miraste con el título de la canción dibujando tus labios, te abrazaste a mí y seguimos cantando, sudando el estribillo como quien pide perdón, en la misa, por sus pecados, solo que gritándole al viento emocionados en la última melodía, con los puños en alto.
El escenario se volvió mudo y los espectadores se derramaban murmurando hacia otros escenarios, y nos quedamos tú y yo, frente a frente, cansados, sonrientes, mirándonos.
– ¿Cómo te llamas?
Ella me cogió de la mano y tiró de mí, dirigiéndome hasta algún lugar desconocido mientras me decía;
– Tenemos dos posibilidades, o empezamos a conocernos un poco y nos vamos a beber algo, o nos vamos follando allá en las gradas mientras esperamos, que Korn actúa en una hora.
Hoy voy a ser egoísta, como pocas veces soy, o quizás sí, y no quiero verlo. Despertaré al niño adormilado, qué alimento de historias imposibles y pasiones extrañas, en una galaxia muy lejana, para que me recuerde, que de tanto crecer, me pierdo días sin juego y noches sin dormir a pierna suelta, que de contar ovejas sin dueño ya he perdido el aroma de asado y las ganas de descanso eterno.
Ya lo decían mis manos, llenas de líneas rotas, que un día, tú me animaste a contar, que el tiempo las hizo surcos, a veces en silencio, siempre con la melodía de historias lejanas, de tierras vírgenes, de latente urgencia por perderse en ellas. Siendo la sombra del nunca jamás y del todo por tu ausencia, rey del reino de la risa de mi luna llena, desafiando el cielo, que siempre quise ver diferente y extraño, pero solo había un sol, envuelto en calima a destiempo y el juramento del sosiego, de un universo, pleno de vida más allá de la última frontera y que surca el espacio con su banda sonora tan épica.
Pretendo, que al soplar las velas, quede el anhelo latente, acechante entre crema y bizcocho, de que salga de dentro, desnuda y desafiante, con ese brillo en la mirada, ese gesto sutil, que tanto me recuerda al calor de la canción de aquel día en el que desperté, llorando, para poder vivir un sueño imposible, como una comedia romántica de alfombra roja, de grandes despedidas, dolor dulce y final feliz abierto, a segundas partes.
Mi regalo ya está presente, es etéreo, sutil, vivo, iridiscente, eterno. Azul como el cielo de julio, rojo como la calima en tu mirada. Amarillo luminoso escenario de garabatos esperando ser contemplados. Sé que me lo traes tú, quizás tú y tú también, mientras rasgo el celofán y rompo el envoltorio impaciente de ganas de ese afecto extraño que se comparte en mina de lápiz y en papel viejo, sé que este año, mi obsequio es perfecto.
Gracias por hacerme ver qué mis tildes tienen sabor a primavera, el brillo de la luna llena y el sonido del inesperado suspiro, que cerca del pecho, sabe a «me gustas». Esta vez con la sensación refrescante del anochecer en la vera del mar en este mi verano que será otoño y llegará a invierno. Aunque todavía me apena las flores que se marchitaron, ahora sé que detrás de cada espina se esconde una fragancia y de cada lágrima una sonrisa, que son océanos de tinta para ir trazando sus olas y cosiendo sus verbos, antes de que en el libro solo quede una sinopsis como epitafio.
Quizás mi firma no me define, pero sí me acerca al sincero deseo, de aquel niño que en una fotografía de colores raros, un día como hoy, lanzó con su aliento, cantando, un hechizo alado que perdura en el tiempo.
El mar era tan verde y calmado que parecía poder caminar en él, iluminado por un distante sol rojizo inmóvil en una puesta del sol eterna, así era la postal que sujetaba en la mano mientras miraba un horizonte turbio, lleno de neblina, se sujetaba fuerte la gorra, que amenaza por el fuerte viento, no quería permanecer en su cabeza.
– Lo único divertido que hay aquí es que puedes saltar del segundo piso a la piscina sin hacerte daño. Siempre que no esté congelada, claro.
– ¡Qué va! La diversión está aquí.
Entraron en la extraña puerta redonda que, imitando a una cueva, quedaba en un lateral de aquel montículo rocoso. En el interior, un gigantesco lago interior, iluminado por ventanales y un sistema de luz exterior refractada, creando un paisaje digno de cualquier playa de Hawái, palmeras y surferos incluido.
En la entrada pagaron una fortuna, le pusieron una pulsera de plástico verde fluorescente y le dieron una copa de un vino espumoso color arcilla de extraño aspecto y peor sabor. Las chicas paseaban en bikini y sonreían divertidas, y la agradable temperatura hacía pensar en pasar un rato en la orilla, descalzo, mirando a la gente pasar.
– Esto tampoco está tan mal.
– ¡Ya lo creo! La bebida es gratis enseñando la pulserita, la comida no, pero no es muy cara.
– ¿Has visto? Hay un montón de chicas.
– A que te gusta, ¡Eh!, fíjate a tu izquierda.
– Me está mirando, ese pedazo de rubia me está mirando.
– Sí, te mira.
– Nadie jamás me ha mirado así.
– ¿Te gusta?
– ¡Claro que me gusta!
– Es una androide.
– ¿Qué?
– Es una chica artificial, hecha con un polímero orgánico sintético ¿A qué dan el pego?
– ¿De verdad?
– No, son de mentira, pero van incluidas con la pulsera.