
Ella entró en la habitación señalada. Contrastando con la iluminación y el aspecto del resto del edificio, la estancia era oscura, un despacho con muebles y mesa de madera oscura, con grabados toscos de símbolos primitivos. Había un señor con cara extraña, desproporcionada, asimétrica, de ojos muy grandes y nariz minúscula, pero con una expresión calmada y la llama de la inteligencia en la mirada. Cortes, en el trato, saludo con cierto entusiasmo y se puso a explicar el motivo de haberla llamado.
– Esta píldora azul te hará dormir y esta roja te hará despertar.
– ¿Como en Matrix?
– Parecido, solo que no hay ninguna simulación, solo vas a ver más allá de lo que tu mente te permite ver.
– ¿Es mala esa realidad?
– No, es la misma, solo que te tienes que acostumbrar a tu nueva percepción.
– Vale, elijo la roja.
– Sabia elección.
– Sabe a chocolate, es de chocolate, ¿seguro que esto funciona?
– La píldora no es lo que te va a hacer cambiar, de hecho ya has iniciado el cambio cuando contactaron contigo para esta reunión, ahí empezaste tu transformación.
– Pues yo no me encuentro diferente.
– ¿Eres capaz de verme?
– ¡Claro!
– Ningún humano no iniciado puede.
– ¿No eres humano? ¿Qué eres?
– Algo distinto. Ya nos conocerás mejor.
– Y entonces ¿Para qué es la píldora?
– Con ella se sella el pacto.








