Autor: DeOniros

  • En el otro lado

     -¿Está preparado?

     -¿Está usted seguro de que no habrá ningún daño cerebral?

     -No se preocupe, yo lo he experimentado varias veces y estoy bien. Además, le acompañaré en todo momento, viajaré con usted.

     -Está bien, conecte eso.

     -¿Ya?

     -Sí, estamos fuera.

     -Pues yo no siento nada raro.

     -¿No se da cuenta de que ya no uso mi voz? Estamos conectados.

     -Es verdad, ¿cómo lo hace? ¿Dónde estamos?

     -No lo tengo claro, pero es un lugar muy complejo.

     -No veo nada.

     -Tranquilo, irá apareciendo algo, no se preocupe.

     -¡Ah, sí! Estamos en una especie de catedral. ¿Cómo es posible?

     -Es usted católico, ¿verdad?

     – Mis padres eran muy religiosos, forma parte de mi educación.

     -Le voy a explicar mi hipótesis. Como ya le expliqué, lo que hace este aparato es seguir un vínculo cuántico. La materia cuántica puede tener vínculos casi irrompibles y eso es lo que hemos hecho, seguir los nuestros.

     -¿Entonces estamos en otro lado que está conectado con nosotros?

     -Algo así, lo que está pasando es que hay parte de nosotros mismos, que está en otra parte, y eso es lo que hemos seguido.

     -¿Un segundo cuerpo? Yo me veo manos y pies, incluso la misma ropa.

     – Es usted muy conservador, fíjese en mí.

      – ¡Dios mío!, parece un ángel.

     – En verdad lo he creado yo, estamos en un entorno muy manipulable.

     -¿Estamos muertos?

      – No, no se preocupe, estamos en el lugar donde terminamos cuando morimos, pero sin cortar el enlace que hay con nuestro cuerpo.

     -Pero solo estamos usted y yo. 

     -En verdad no, pero todavía usted no ha aprendido a verlo todo.

     -¿Usted los ve?

     -Sí, he visto muchos, incluso he hablado con algunos, no siempre con mucho sentido, eso sí. Incluso creo haber visto animales.

      – Según me dice, el entorno es moldeable, como si pudiéramos personalizarlo, nos comunicamos mentalmente…

     – Podemos intercambiar recuerdos.

     -¿Cómo?

     -Podemos enviar imágenes, sensaciones, recuerdos vividos, como si fueran nuestros, es más, casi creo que podemos archivarlos.

     -Esto es muy confuso, tengo demasiadas preguntas. Entiendo que esto es como un banco de memoria. ¿No?

     – Algo así.

     – Entonces, ¿qué coño somos aquí?

     – No lo sé, pero tengo mi teoría.

     – Vale, ¿qué piensa usted que somos?

     -Software.

    Alt-J – Adeline

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  • Salto

     Tras guardar su equipaje de mano en el compartimento superior, la joven tomó asiento, saludó con un gesto a su compañero de butaca, suspiró profundamente y se quedó con la mirada fija hacia el respaldo que tenía enfrente.

     – Es tu primer salto, ¿verdad? – Le dijo aquel desconocido que compartía asiento con ella. Un señor de unos cuarenta años, unas entradas prominentes en el pelo y cara de cansado.

     – Sí. – Respondió ella como si de un suspiro se tratase.

     – Olvídate de lo que te han contado, cada cual lo vive a su manera, no es tan terrible

     – Pues yo estoy muerta de miedo.

     – No te preocupes, yo ya he hecho varios y no me ha pasado nada. Saldremos en breve y todo será muy rápido.

    En ese momento, la luz interior bajaba de intensidad, por megafonía, se invitaba a los pasajeros a ocupar sus asientos y recordaban que los dispositivos transmisores de datos debían estar desconectados. Un zumbido blanco recorría las paredes, en ese momento notó que empezaban a moverse.

     – Tranquila, no vas a notar ninguna sacudida, ni vibraciones, ni golpes. Vamos a desplazarnos durante unos minutos sin más sensaciones que esta.

    La ventanilla mostraba un paisaje inmóvil, el mismo que había contemplado tanto tiempo en la estación de tránsito, una bella esfera azul que lo abarcaba todo y miles de estrellas alrededor. Pasarían treinta minutos cuando la megafonía se puso otra vez en marcha.

     – Señores pasajeros, vamos a cruzar el portal del salto, deben mantener los cinturones de seguridad puestos en todo momento…

     – Ahora viene lo bueno -Dijo el compañero de sitio—. Relájate, no pasará nada.

    El tirón fue tan fuerte que sintió que todo era tragado por un gran desagüe espacial, dejándola sola, flotando en el espacio. Veía la tierra de fondo, alejándose. Delante, miles de estrellas se aproximaban, dejando una lenta estela borrosa que empezaba a llenar de blanco toda la oscuridad del cielo.

    Tomó aire con todas sus fuerzas y abrió los ojos, no recordaba haberlos cerrado. El señor del asiento de al lado le sonrió.

     – ¿Estás bien?

     – Es extraño, estoy mareada. Parecía que me había quedado afuera y estaba flotando en el espacio.

     – Los científicos no saben por qué ocurre y lo achacan a alucinaciones, pero algunos dicen que el alma no comprende que el cuerpo se desplace tan rápido y se queda en el sitio hasta poder reaccionar.

     – Pues es una sensación aterradora.

     – Normal, mira por la ventanilla, solo por esto merece la pena lo que has pasado.

    Un resplandor brillante de color rosa abarcaba todo el cielo, nunca imagino tener tan cerca la nebulosa de Orión en todo su esplendor. La estación orbital les estaban esperando frente a ellos.

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  • Paisaje ártico

    Hace tanto tiempo y aún recuerdo tu cara, aquel moflete enrojecido de aquella bofetada, que pensé que te merecías, pero que aún retumba en mi mente en forma de culpa. 

    Decir que te echo de menos, de tan lejano, me resulta extraño. Treinta y ocho tendrías, supongo, y un mundo ya construido, que con tu simpatía y mis versos seguro que habríamos edificado juntos.

    Tal vez.

    No es que fuera perfecta nuestra forma de tratarnos, o quizás sí, y ya no me acuerdo de las tardes de prado, donde la arena te cansaba y yo miraba a otro lado. Éramos la primavera cazando sueños. Tú me ayudabas a quebrar corazones y yo te enseñaba acordes en silencio. 

    Pero los cristales rotos de la calle se los llevó la nieve en enero. Se marchó la alegre mirada de niño eterno. El vacío cubrió de gris mi pena, justo cuando el silbato de aquel tren que repetías mil veces, se quedó en silencio, en una terrible pausa en el cambio de vías.

    Vinieron sonrisas vestidas de lástima, piel dulce de caricias oscuras con aroma de esperanza. También quise salir corriendo y crecer lejos de ti, borrar mis pesadillas. Aunque supe pensar más en mí y destruir mis cadenas, siempre quedaba tras de mí una pequeña sombra que, discreta y en calma, me seguía de cerca.

    Un buen día me levanté y se fue la tristeza, se había cansado de mí, de tanto tiempo de espera. El cielo volvió a ser azul y sus días cálidos, las noches, brillantes de estrellas centelleando, lugar para el descanso. Aunque el frío pasó de repente, y empecé a fluir como un río encontrando su corriente, te quedaste en mi mente como aquel ángel que me guarda.

    Ozzy Osbourne – Crazy Train

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  • Primer contacto

    Esta história empieza aquí

    La sala oscureció, todos estaban sentados, entre murmullos que iban acallando ante la mirada atenta del anfitrión de la reunión. Entre los asistentes había científicos con sus batas blancas, militares de uniforme condecorado y gruesas estrellas en la manga y cargos políticos con su indumentaria de etiqueta.

    Llegó el silencio y empezó la proyección. 

    En la pantalla apareció una especie de chimpancé sin pelo, con ojos de color violeta y vestido con americana negra, y empezó a relatar una historia.

    Hola amigos, soy Anfûr Kleimöàsêahg, pero me pueden llamar Anf. Voy a contaros un breve resumen de la historia de nuestra especie. Nacimos en el cuarto planeta de un sistema situado en la galaxia que ustedes llaman Andrómeda. Es un poco más grande que el de ustedes y estamos más lejos de nuestra estrella, que es de clase G pero de un blanco azulado, muy bonita en las tardes de verano. No la veis porque la hemos ocultado, hemos creado una esfera Dyson alrededor de ella y eso hace que casi no emita radiación al exterior. 

    Nuestras especies, según hemos investigado, se parecen mucho, aunque la evolución nos haya tratado de manera distinta, el resultado es que somos tan guapos como ustedes. La clasificación de nuestra flora y fauna, aunque ligeramente diferente, tienen muchas similitudes, tenemos el equivalente a insectos, peces, aves, reptiles y mamíferos, a los que nosotros pertenecemos. Aunque hay sutiles diferencias, ya habrá tiempo para explicarlas.

    Nuestra civilización es más antigua que la de ustedes, por lo que, como ya habrán intuido, nuestro grado de desarrollo es más elevado. Somos de tipo II según la escala de Kardashev y ya tenemos experiencia en el contacto con otras civilizaciones. Así que este mensaje pretende ser una tarjeta de visita nuestra, con la intención de comenzar un primer contacto. 

    Comprendo que este tipo de asuntos sean un poco difíciles de asimilar y comprendemos que necesiten su tiempo para hacerlo. Así que, para cualquier consulta, aclaración o para comenzar el proceso de contacto, por favor, pulsen el siguiente vínculo.

    El silencio se resistía a abandonar la sala, todos tenían la mirada fija a la pantalla. Hasta que alguien, el más condecorado de los uniformes militares, se decidió a hablar.

     – ¿Qué broma es esta? ¿Es una coña, no?

     – Hemos recibido este mensaje desde unas coordenadas bien definidas en la galaxia Andrómeda, no nos consta manera de que pueda ser un bulo.

     – Qué va, ¡alguien está de guasa y se está riendo de nosotros!

     – No tenemos la tecnología para emitir ese tipo de señal ¿Quién va a querer gastar una cantidad indecente de energía para…?

     – ¡Qué vergüenza! Que os dejéis tomar el pelo por cualquier zumbado, seguro que esto tiene que ver con Elon Musk y su promoción de X.

    Todos los asistentes fueron abandonando la sala entre reproches y caras de indignación. La sala quedó vacía y triste, como la expresión del astrónomo que lideraba la reunión. 

    Coldplay – Adventure Of A Lifetime

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  • Al galope

    Evaristus suspiraba apoyado sobre el cuello de su montura, con la mirada fija en el horizonte y su mente en aventuras imaginarias más allá de estas tierras que pisaba. Espacios abiertos a batallas de espada y escudo, repletos de criaturas fantásticas, guardianas del presidio de bellas doncellas, que no dudarían en agradecer fervorosamente sus puestas en libertad, todas ellas y a la vez.

     – Señorito, si a las enseñanzas no anda atento, su padre se va a enojar.

     – De qué me sirve saber de diezmos e impuestos si yo lo que ansío es luchar.

     – El Conde se va a cabrear.

     – Siento que no esté contento, pero lo mío es pelear.

     – No lo conoce enfadado.

     – Yo no lo quiero a mi lado y me voy a escapar.

     – Señorito, vuelva, se lo ruego.

     – Lo siento, ya me he ido.

    Raudo, con su corcel derrapando por las laderas del camino, nuestro joven caballero escapó de la rutina. Galopó toda la mañana y parte de la tarde, y su corcel decidió aminorar el ritmo pese al constante azuzar de su jinete. Empezaba a caer el sol cuando el caballo paró. Nuestro protagonista le gritó enojado y su montura, con expresión de ofensa, le propinó un mordisco en la nariz.

     – Bestia inmunda, jamelgo desconsiderado, como osas mancillarme la tez.

     – Hijijiji – Contestó el corcel, mientras se fugaba aliviado.

     – Eso vete de una vez, total, me las arreglo bien si él.

    Por suerte para el caballero, tras no mucho caminar, encontró en el camino un sitio para descansar. Hambriento y cansado, Evaristus entró en lo que parecía ser una posada. Todas las mesas estaban ocupadas por gente que reían y brindaban, por lo que optó por asomarse a la barra, una corpulenta camarera con un corto vestido oriental, muy transparente para.

     – Buenas tardes, joven dama, ¿este es buen sitio para yantar y dormir?

     – Nuestra carne es buena, nuestro vino un elixir, pero aunque tengamos cama, no es descanso lo que se busca por aquí.

     – Yo busco cama y cordero.

     – Siempre que tengas dinero.

     – Solo llevo una moneda, salí corriendo y no llevo más.

     – O bien te enseño una teta o como mucho comer acelgas.

     – Entonces para dormir nada.

     – En el granero tienes paja.

     – este no es un sitio decente.

     – ¿Y ahora te das cuenta? ¡Qué impertinente!

    Nuestro joven héroe, cabizbajo y con cara de pesar, se dirigió a la puerta dispuesto a dormir en la intemperie, cuando entró un señor bien acicalado que reconoció en el acto.

     – ¿Padre? ¿Qué hacéis en este burdel?

     – ¿Evaristus? ¿Tú no te escapaste ayer?

     – Venga hijo, vete a casa. No ves que te echamos de menos.

     – Después de tanta travesía, ni de coña me vuelvo.

     – Pero si estás aquí al lado.

     – Llevo todo el día galopando.

     – Al castillo llegamos paseando.

     – Pero ¿Y todo lo que he cabalgado?

     – En círculo habrá sido.

     – Pues estoy jodido.

     – Más bien perdido. Sigues recto, la primera a la izquierda, y ahí tienes el castillo. Si vas de prisa, tardarás unos diez minutos. ¡So pardillo! Te acompañaría, pero aquí me retiene un asuntillo.

    Hawkwind – Assault & Battery

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  • ¿Hay alguien ahí?

     – Mira Bob

     – ¿Qué es eso Beb?

     – Es un mensaje desde el Brazo de Orión. Desde un sector que no tiene mucha actividad.

     – ¿Y qué quieren?

     – No sé, es un lenguaje muy extraño. Te lo envío.

     – La verdad, qué raro, parece un lenguaje muy primitivo. ¿Qué soporte usan para la comunicación?

     – Ondas de radio.

     – ¿Estarán pidiendo auxilio? Usar ondas de radio parece un método desesperado, para que todo el mundo los vea. ¿Los has investigado?

     – Sí, claro. Estos tipos están en un sistema planetario de ocho planetas, muy estable. Viven en el tercer planeta. Que, aunque está un poco sucio, todavía no agoniza. No son capaces de expandirse a otros lugares, ni tienen rutas comerciales con otras especies.

     – ¿Cómo son? ¿Desagradables de ver? ¿Muy agresivos? 

     – Son homínidos, como la gran mayoría, su planeta está lleno de encanto, lugares paradisiacos y una temperatura ideal. Hay conflictos entre ellos, pero suelen mostrarse cordiales, son interesados y muy fáciles de manipular.

     – ¿Sabes para qué me parecen interesantes, Bob?

     – No Beb ¿para qué?

     – Sería un buen planeta para dedicarlo al turismo. Contacta con ellos antes de que lo hagan otros, averigua qué es lo que necesitan y vamos a convencerlos para convertir su planeta en un lugar de vacaciones low cost. 

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  • Saltar al vacío.

    Esperando, la arena se me escapa entre los dedos, tal vez es mejor perderse en el misterio que encierra la noche, quedarse sentado en silencio, en devastada pose, es morir de ganas de asesinar el tedio. Prefiero abrir mis alas y saltar al vacío.

    Red Hot Chili Peppers – Around The World

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  • Te espero aquí

     – Venga, te compraré una chocolatina.

     – ¿De verdad?

     – Solo por hoy.

     – Mamá.

     – ¿Qué?

     – ¿Cuándo vendrás a por mí?

     – No te preocupes, el domingo por la noche estaré aquí esperándote con la chocolatina. Hala, sube, que te están esperando.

    Tras un beso esperó a que subiera las escaleras, un momento en cámara lenta que duraba la eternidad de dejar de ver sus zapatillas de deporte, que se escondían en el filo de los últimos escalones.

    Una lágrima rodó por su mejilla al darse la vuelta.

    Andres Calamaro – Cuando te Conocí

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  • Miedo

    Fue un rayo de sol quien la despertó. Inmersa en un mundo donde el grotesco ser que la perseguía, una sombra sin escrúpulo armado con un rifle y acompañado por fieros mastines, querían darle caza. Arañando la tierra a su paso, sorteando retorcidos árboles.

    Ella y su miedo eran uno, la sombra de la mirilla le hacía evitar el claro de luna llena, esconderse en la profundidad, en silencio, temblando. Pero el tronar cercano a sus pies descalzos la hizo correr, atravesar la arboleda, tropezar con las ramas, volar hacia el suelo y volver a trotar de nuevo, lamentándose en su huida.

    Serendipia de penumbra bajo los arbustos que ocultaron sus fatigados ojos, que atentos al movimiento, pudo con el peso de sus párpados y escapó en sueños.

    El sol acaricia su rostro, exorcizando las sombras, llenando de vida su mirada asustada. Su vestido roto le recordó una pesadilla en el filo del olvido.

    The Rasmus – In The Shadows

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  • Sombra

    “Pasos, se escuchaban pasos. ¿O era solo que mi imaginación me estaba torturando? También son ocurrencias ponerme a pasear a estas horas. En este pueblo, por la noche, la penumbra de las esquinas parece ocultar seres de otro mundo, las pesadillas de pequeño hechas realidad.”

    “¡Ay, Davinia! ¡Si estuvieras no pasaría esto! Ignacio, el psicólogo, que tiene tanta paciencia como tú, me dice que haga deporte, que para dormir bien necesito quemar energía, sí, Davi, como los niños, a mi edad quiere que corra. Yo le digo que no me pienso torcer un pie brincando por ahí. Pues entonces camina, me dice, caminar si puedes. Y eso es lo que hago, Davinia, caminando a las dos de la mañana por las huertas.”

    “El frío es terrible, andar por el borde de la carretera no es buena idea, pero no hay más sitio que transitar, Davi. Veo la maleza moverse, ruidos entre los arbustos y sombras que pasan de un lugar a otro que me mantienen alerta. Parecen espectros, que me persiguen, quizás me quieran llevar a tu lado. Davi, estoy aterrado. Pero en casa es peor, en casa me engulle la soledad y es más cruel que el miedo.”

    “Una cosa es mi fantasía y otra muy distinta es el sonido que transcurre tras la vegetación, Davi, no sé si me habré vuelto ya majareta, pero creo que hay alguien ahí atrás que me está persiguiendo.”

     – ¿Quién anda por ahí?

    “De pronto se hizo el silencio, Davinia. Sí, ya sé, se me está yendo la cabeza. Tendría que haber escuchado a Guillermo, que los paseos fueran a lo largo del día, que la oscuridad no es buena compañera. Pero ahí, en ese arbusto, se está moviendo algo.”

     – ¡No se acerque! ¡Tengo un bastón y no dudaré en usarlo!

    “¿Qué es eso que sale de las sombras? Es pequeño, Davi. Si es una amenaza pequeña, le podré hacer frente, creo yo. ¿Pero qué torbellino es ese? ¡Mira, Davi! ¡Es un gatito! Claro que no se ve, si es negro como la noche, solo se le ven los ojos, brillando de tristeza en la oscuridad.»

     – Ven acá, muchacho, ¿qué haces aquí solito? 

    “¿Has visto qué bonito es? Es pequeño y juguetón. ¿Me lo podré llevar? Por aquí no vive nadie, creo que está tan perdido como yo. A él le falta su mamá y a mí me faltas tú, Davinia. Creo que nos haremos compañía. Fíjate lo que me estaba atormentando esta noche. Lo llamaré Sombra.”

     – Ven conmigo, Sombra, que tendrás hambre.

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