Autor: DeOniros

  • Ahí fuera.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Tienes alguna superstición?

    04:37 am Desierto de Tabernas – Almería

     – Mi teniente, ¿faltará mucho?

    El más veterano de los dos puso los ojos en blanco, hizo el gesto de mirar la hora en su muñeca y le dijo a su subordinado.

     – El contacto tendrá lugar a las 04:44, tal y como se te concretó en el informe de la misión. Según mi reloj faltan siete minutos. ¿Tienes prisa?

     – Mi teniente, con todo mis respetos, estamos en el lugar más deshabitado del sur de Europa, hemos caminado casi cincuenta kilómetros en la oscuridad, llevamos una caja que pesa casi cuarenta kilos, no nos han permitido la ayuda de la tropa, y estamos en un lugar inaccesible para la gran mayoría de vehículos. ¿Qué hacemos aquí?

     – Cuando los veas lo comprenderás, hasta entonces no voy a dar explicaciones, sargento, limítese a cumplir las órdenes.

     – A sus órdenes, mi teniente. Comprenderá que todo es muy misterioso.

     – Será por eso que se le ordenó discreción y el nivel de la misión implicaba máximo secreto. 

    La ausencia de la luna regalaba un cúmulo de estrellas tapizando el lóbrego y helado cielo. La oscuridad fue rota por la aparición de un fuerte resplandor que, de improviso, apareció sobre las cabezas de los impacientes soldados. El mayor de ellos sonrió a su subordinado y le dijo.

     – Ahora empieza lo bueno.

    Encima de ellos, en la oscuridad de la noche, se abrió un agujero en el cielo y empezó a vomitar un chorro de luz. Era una luz espesa, con apariencia líquida, y servía como transporte a dos criaturas humanoides con cuerpo pequeño, brazos largos y una gran cabeza de aspecto grotesco. 

     – No te asustes, está todo previsto.

     – A sus órdenes, mi teniente – Le dijo el sargento con el rostro blanco por el efecto de la luz o quizás por el miedo que parecía tener.

    Las criaturas bajaron del haz de luz y se plantaron delante de los dos soldados, uno de ellos dio un paso adelante y saludó al teniente.

     – Hola, Antonio, qué noche más fría, ¿no?

     – Hola, Gñofr, sí, lleva unos días así, un frío aterrador, pero nada de lluvia. ¿Qué tal tu espalda? 

     – Bien, mucho mejor, va sanando. En fin, ¿Es eso? – Preguntó señalando con sus finos y largos dedos la caja que habían transportado. – ¿Puedo verlo?

     – Claro que sí. – Respondió el militar haciendo un gesto a su subordinado para que hiciera la apertura de la caja. Al destaparla, la criatura se relamió. 

     – Perfecto – 

    Gñofr se aproximó y colocó la tapa en su sitio. El otro ser instaló un dispositivo en la caja y empezó a elevarse con ella siguiendo el carril del haz de luz.

     – Lo acordado, bien, hasta la próxima entonces. – Le dijo mientras le daba un pequeño aparato extraño con minúsculas lucecitas en movimiento y un aparente latido. – Dile a tus superiores que no sean tan tacaños.

    El ascensor luminoso absorbió en un instante a los dos humanoides. Al cerrarse la compuerta, se iluminó parcialmente una enorme esfera oculta en la oscuridad que, en un zumbido, desapareció, dejando reinar el silencio en la noche.

     – Mi teniente, ¿qué ha ocurrido aquí?

     – Ya te dije que es confidencial.

     – Con todos mis respetos, mi teniente, no todos los días tengo encuentros con extraterrestres y necesito una explicación.

     – Bueno, vale. Es un simple intercambio entre dos civilizaciones distintas.

     – Pero ¿qué hostias es ese aparato que le han dado que parece derramar luz?

     – Una muestra de su tecnología, no sé lo que es y ni tengo autorización para saberlo, ni quiero entender nada.

     – Y lo que nosotros le hemos entregado es…

     – Efectivamente, ha visto bien, cuatro patas de jamón ibérico. De la serranía de Córdoba exactamente, yo mismo me he encargado de conseguirlas. Están muy ricas.

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  • Proyección de reflejos

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Con qué consigues evadirte?

    El reflejo de los rayos del sol se quebró en siete colores en el preciso instante que la lluvia perdió intensidad, de los charcos grises aparecieron verdes ramas y de ellas flores azules, moradas y rojas que, con la intención de volar, se mecían con el frío viento, haciendo reverencia a la primavera en un esperado deseo de la llegada del calor.

    La muerte del sol no fue en vano, la agonía de sus brazos desapareciendo en el horizonte logró pétalos abiertos, el aroma de noche en el resplandor de una nueva forma de luz creciente, redondeando el firmamento, con imprenta de estrellas tintineando en la melodía de la vida.

    De la sombra creada por los árboles apareció volando, rebosando de colores salvajes, desafiando al viento con su baile sin rima, con tirabuzones emplumados de la fiesta del cortejo. Criaturas aullaban a lo lejos, orquestando el vals de la sangre, quebrantada en guadaña para un póstumo despunte de la existencia, quebrada en colores bajo un nuevo nacimiento solar.

    Sususmu Yokota – Traveler in the Wonderland

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  • En OVNI

    Sugerencia de escritura del día
    Estás a punto de emprender un viaje por todo el país. ¿Avión, tren, autobús, coche o bicicleta?

     – Fíjate lo curioso que son los humanos, Gñorf.

     – ¿Qué andas investigando esta vez, Wgñerf?

     – Tienen una forma de reproducirse de lo más interesante.

     – Pues será como la de los demás animales del planeta, supongo.

     – Bueno, sí, al fin y al cabo un sujeto introduce un miembro dentro del otro sujeto y le escupe un chorro de células incompletas que compiten en una maratón para fecundar o morir. Lo apasionante es el comportamiento sexual.

     – ¿Qué hay de particular?

     – ¡Uff! Es muy complejo, Gñorf. Existen muchos géneros, varios tipos de orientación y todos tienen una interrelación de lo más compleja. Fíjate, ¿Ves ese humano? 

     – ¿El del holograma? Sí, claro.

     – Pues se llama Andrea y es del género femenino, pero ella se siente masculino, así que gracias a la tecnología humana la han podido transformar y ahora se hace llamar Andrés.

     – Como quien cambia de traje, no le veo gran inconveniente, nosotros cambiamos de forma y no pasa nada.

     – Resulta que a Andrés le gusta una humana que se llama Rosanna, que es hembra, pero le gustan las hembras y, ya que Andrés es algo femenino, se han propuesto tener descendencia. Algo imposible, ya que entre los dos no pueden.

     – ¿Por qué no?

     – Pues porque la tecnología humana no produce una transformación completa, en este caso le faltarían los órganos internos masculinos.

     – Vale, ¿cómo solucionan esta ecuación de carácter sexual?

     – El factor z es Javier, amigo de toda la vida de Rosanna.

     – Es el masculino faltante, ¿no es así?

     – No, él es demisexual, birromántico y antroxesual. Con Rosanna ha acordado la fecundación, pero con condiciones.

     – ¿Qué se repartan los vástagos a partes iguales?

     – No, que en el proceso copulativo también participe su pareja.

     – Vale, y qué condiciones impone.

     – Se llama Anabel y el pansexual poliamorosa, quiere que Andrés también participe.

     – ¿Y qué problema hay?

     – Que Andrés no quiere participar en el acto si está Javier, que Rosanna se inhibe si está Javier y necesita el vínculo afectivo de su amiga María.

     – Vale, ¿cómo solucionaron esto?

     – Pues todos juntos en un cuarto oscuro.

     – ¿Y fueron felices y comieron perdices?

     – Bueno… Andrés y Anabel se hicieron más que amigos y se fueron a vivir a Marbella. Javier ahora está con Rosanna y María fue la única que fue fecundada, que como ella no quería tener descendencia, ahora ejerce de vientre de alquiler. Por lo demás, Anabel es vegana, así que no come perdices, que ahora tiene una relación abierta con Sandra.

     – ¿Quién es Sandra?  

     – La vecina, que se fue a quejar porque había mucho ruido y se quedó a participar.

     – Todo esto es como el fútbol de segunda división, ¿verdad?

     – No, la realidad del deporte es más complicada aún.

     – Bueno, ese problema no lo tenemos nosotros, que con un roce y un poco de convicción ya nos quedamos fecundados.

     – Como me vuelvas a poner el tentáculo encima, sales por la escotilla del ovni.

    Joe Santriani – Not Of This Earth

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  • Ultimas Noticias

    Mi participación tardía en el reto Escribir Jugando del mes de Febrero (Perdón, no me sonó el despertador)

    mas información en el Blog de Lidia (Animaos y participad)

    – Te los he dejado ahí guardados.

     – ¿Qué?

     – Que no me gustan. Tanto papel impreso desparramado. Me ocupaban espacio. 

    – Pero si la idea es genial…

    El joven Johann, cabreado, no daba crédito a lo que estaba escuchando, cinco años de trabajo constante metidos en un viejo baúl. No comprendía que, en pleno siglo XVII, no se pelearan por un formato impreso para transmitir noticias. 

    – ¿Noticias? Aquí solo hay interés por escribir sobre caballeros andantes, que paseando en busca de horribles criaturas, se quieren llevar el aplauso de los pocos lectores que hay. No merece la pena este caro artificio que quieres inventar.

    Misfits – Dig Up Her Bones

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  • Perdido

    La gota que sobresalía al respirar amenazaba con convertirse en escarcha. Había caminado muchos kilómetros a través de ese frondoso bosque y el hambre empezaba a aparecer, pero el miedo a la oscuridad que se abría paso le hacía seguir avanzando.

    Tras el ventanal ella miraba al infinito. Su memoria le traicionaba llevándola a aquel tiempo donde estaba él, momentos felices donde el frío importaba poco, donde la hoguera eran dos cuerpos pegados al son de las gotas de lluvia cayendo.

    Él los había perdido, la curva de la carretera se había vuelto desierta, esperó mucho tiempo, pero nadie volvió a por él. Decidió marchar, correr en busca de una señal que ya nunca encontró. Decidió entonces perderse en el bosque y aventurarse en el silencio.

    Ella quiso limpiar el cristal condensado del calor del hogar, vio una sombra caminar sin rumbo allá, donde terminaban los árboles. Quiso encender la luz de un faro y ofrecerlo de guía.

    Un resplandor lejano llegó hasta él, mostrándole un iluminado camino hacia la primera casa del lugar. La esperanza le hizo comenzar a caminar.

    Ella, abriendo la puerta de su hogar, esperó paciente.

    Él, cohibido y asustado, quería sin atreverse entrar al cálido portal iluminado.

    Retirándose de la puerta, le invitó a pasar.

    Lentamente cruzó con cautela.

    Ella sonrió con melancolía.

    Al olfatear las manos de ella, supo que al fin estaba en un lugar seguro.

     – Estarás hambriento, ven, come algo, descansa. Ya veremos mañana qué hacer contigo.

    Aunque su intención era otra, supo que ese perro perdido ya había encontrado su hogar.

    The Beatles – Martha My Dear

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  • Juntos

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué ha sido lo último que has aprendido?

    Recuerdo aquella vez que, sin quererlo, ordenando pensamientos superfluos, resbalé con una idea descartada, que de mala me hizo frente y me caí dentro, en la profundidad de mi mente. 

    Al descender en mi espeso universo interior, ornamentado por la luna inmensa de mi afán de fabulador,  palpitaba en la oscuridad estrellada. Debajo no había nada, descendía sin compasión.

    Vestías un traje largo y azul, caías también sin remedio, pero a ti te importaba poco, y rezando tu tayul, me fui acercando a tu lado y comprendí quién eras tú. 

    Tu mirada verde delató mis sentidos, criatura extraña, extraterrestre, mitológicamente mágica, de origen inexacto y carácter esquivo, tremendamente enigmática, eres la esencia de mis relatos, la inspiración de mis sueños escritos.

    Te agarré al vuelo, y te abracé fuerte, pues sé que es cierto, que con tu suerte, juntos y abrazados, no tocaremos el suelo.

    Lori Meyers – Siempre Brilla el Sol

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  • ¿Estas bien?

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué es lo que más odias que te pregunten? Explica por qué.

    Una sombra.

     – ¿Miguel?

    La figura salió desde las brumas, despacio.

     – Hola, Miguel… ¿Eres tú?

    Despacio, caminando con la lastimosa parsimonia de una danza fúnebre, suspiro agónico por llegar de entre las sombras. 

     – ¿Miguel?

    Acercándose lentamente con marcha suplicante, como si la carencia de alma fuera una característica del movimiento, desplomando su peso en cada paso, con un esfuerzo inconsciente para mantener la cadencia sin caer despedazado en el suelo.

     – ¿Estás bien?

    “Que pregunta más curiosa” susurraba en forma de melodía su agónica mente, mezclada con la confusión de ideas que perecían en el fondo de su cerebro, la constante destrucción de recuerdos que iban quedando agrietados en un rincón, como fotografías viejas, quemadas por el tiempo y, sobre todo, por la aparición del hambre. Hambre atroz, que lo envuelve todo, su cuerpo, su estómago, su ser. Apresurándose sin conseguirlo bien, fue consciente de que la pregunta correcta era otra. “¿Estarás tú bien si logro atraparte?”

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  • Un suspiro girando.

    Y sin saber por qué me quedo mirando la luna crecer, dejándome llevar por el giro de peonza, a 270 kilómetros por segundo, rodeando la galaxia desde su espiral, expandiéndome en el latido del universo. Siendo silencio en la nota más baja del murmullo de la radiación primigenia, protón entre sus estrellas, la sombra del agujero negro y la luz de una constelación, a eones en el tiempo.

    Y sin saber por qué, me siento suspiro eterno en el abismo de lo efímero

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  • Mascara

    Sugirió la máscara una realidad sin rostros, miró a lo lejos y se confundió entre ellos.

    Sauron – El Carnaval del Diablo

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  • Recuerdo prestado.

    Es mágico encontrar un recuerdo extraño, que en una tarde de tintineos de copas chocadas y tonadas alegres y eternas a coro, lo adoptas carente de sentido y le das sitio en tu mente como reminiscencia propia de tiempos lejanos. Decorándolo con la canción de la brisa y serifas en la caligrafía, impregnando en él la esencia del elixir de los sueños ansiados y traduciéndolo en números en el laberinto de libros sin páginas, será ofrenda para la sed de emociones de un amante acérrimo y devoto de momentos.

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