





La piel se le erizó con el susurro de mi voz que, sin poder evitarlo, se desprendió de mi ser al cruzarme contigo.
Contemple tu mirada asustada, tu suspiro perdido, tus ganas de correr secuestradas por el murmullo del recorrido. Tu perfume a frío de escarcha con aroma desconocido.
Te pude ver bien al pasar, pero tú a mí no, porque ya no estaba. Hacía mucho tiempo que ya me había ido.
Lacuna Coil – I Wish You Were D3ad

El sol abrasaba sin piedad, y la arena hacía bien su papel de asador sobre sus pies descalzos. El horizonte nublado de calor, el paisaje monótono que termina en locura y en muerte, pero el sabía que solo podía hacer una cosa, seguir caminando arrastrando su túnica a su paso.
– ¡Hola, guapo!
Su espejismo fue mujer, no agua, ni sombra, ni descanso merecido tras días de marcha. Una hermosa señorita, vestida de cuero corto y negro, ceñido hasta estrangular sus extremidades, que hacía caso omiso a las inclemencias del desierto para seducirle.
– Tengo algo que proponerte, ¿me acompañas?
– Largo, aparición, no tengo tiempo para ti.
– No soy una aparición, ¿quieres tocarme para comprobarlo?
– No, gracias, si paro muero, no consigo nada prestándote atención.
– Pero, ¿te has fijado en aquel oasis? Descansamos un rato allí y escuchas mi trato.
La mujer señaló hacia la izquierda, la bruma producida por el calor se disipó en un conjunto de palmeras con abundante vegetación en una pequeña extensión de terreno.
– No me interesa descansar.
– Vamos, hombre, date un respiro, no vas a perder nada por eso.
– Verdad, nada pierdo por desviarme un poco.
En lo que pareció un suspiro, se adentraron entre la sombra de los árboles, estaban protegidos por una baja formación rocosa que paraba la tormenta de arena. En el fondo, una grieta en la pared salpicaba el suelo de bendición líquida. Él corrió al sonido de la fuente y saltó sobre el charco que dejaba. La exuberante dama caminó hacia el hombre que se hallaba sentado en el agua.
– ¿Ahora si me vas a hacer un poco de caso?
– ¿Quién eres y qué quieres?
– Oh, eso no es importante, me llamo Lucy y quería hacer un trato contigo.
– ¿Lucy? ¿Cómo que no estás muerta? Con esa minúscula ropa de ramera y el poco cuerpo que tienes deberías estar seca. ¿Qué coño eres?
– No es lo que soy, sino lo que puedo hacer. Puedo sacarte del desierto.
– Estoy aquí por voluntad propia, saldré de él cuando lo necesite.
– ¿Quieres riqueza? Tengo la posibilidad de bañarte en oro.
– ¿Para qué? No necesito más de lo que yo mismo me procuro.
– También puedo ser tu fantasía.- Dijo la dama bajando lentamente la cremallera de su escote.
– Hace tiempo me hubiera encantado la idea, hoy, sin embargo, no. Además, no me resultas atractiva.
– Vamos, hombre, habrá algo que desees. ¿Una familia?
– Una cabra.
– ¿Una cabra?
– Sí, sí, una cabra, que pueda pasear con ella, llevarla a pastar y me dé leche fresca todas las mañanas. Ese sería mi deseo.
– ¿Seguro?
– Sí.
– Bueno, pues no se hable más.
La mujer dio una patada a una palmera con la punta del tacón, de esta cayó un coco enorme que, al romperse, salió una pequeña cabra joven balando.
– ¡Oh, es preciosa!
– Vale, ahora solo tienes que adorarme.
– ¿Qué? ¿Cómo se hace eso?
– Oye, para ser el hijo de Dios eres un poco bobito, ¿no?
– ¿Qué soy… quién?
– Tú no eres Jesús de Nazaret?
– ¿Te refieres al colgado ese que camina por el agua y abastece de vino en las bodas?
– Sí
– Me lo encontré hace días y me regaló su túnica, a saber como estará, con este sol y sin ropa…
Sleep Token – Take Me Back to Eden

Desde el firmamento centelleó la estrella y se derramó como una lágrima, deshaciéndose en polvo de hadas brillante frente a ella. Por un momento tomó una forma conocida y se esfumó con el viento.
– ¿Papá?
Y en su mente llovieron bonitos recuerdos de un pasado presente.
Ashley Serena – Lullaby of Woe

Para acercarme un poco a ti, sin pasar por la más obvia de las tonadas, dibujo frente a tu mirada, letras de corte oscuro y de arco alabeado, que a veces narran destellos de estrellas lejanas, a veces cuentan el palpitar del sabor de la curva de tu sonrisa y la paz de mi alma cuando me miras.
Otras simplemente nada. Se pierden en el manantial del abismo, pétalos violetas de pensamientos deshojados a impulsos, garabateando en tinta de mercurio hasta acabar sin aliento y quebrarme en quejidos sordos por el esfuerzo.
Y a pesar de ello, arañando el lienzo de mis lamentos, reconstruyendo carcajadas sonoras de días de Pascua sin cascabel ni fundamento, mirando más allá de ayer, soñando nada menos que mañana, con lágrimas que algún día narraré y que hoy me valen para completar mi rima.
Gary Moore – Picture of the Moon

I
Era tan grande que al entrar en órbita se veía como una segunda luna, un poco más pequeña y con cierto reflejo azulado. Daba una sensación fantasmagórica, no solo tener este satélite extra, lo peor es que nadie había conseguido descifrar el mensaje que llevaban meses enviando.
El artefacto apareció de la nada, se detectó por su anormal trayectoria y enseguida saltó la alarma. Una esfera de 800 kilómetros de radio se acercaba a la tierra a una velocidad de vértigo. En el trayecto emitieron varias señales, por lo que en la tierra comprendieron que los tripulantes de la estructura ponían empeño por comunicarse. Por más que la humanidad lo intentó, no hubo manera de entender el extraño zumbido que les llegaba en las distintas emisiones que enviaban con frecuencia.
La superficie era rugosa, una bruta masa de una aleación metálica, detectaron una sola entrada y aterrizaron al lado. Un simple y estrecho agujero, donde a duras penas entraban dos humanos juntos. En el interior, tras adentrarse por un conducto que recordaba a una cueva, tras un recorrido de un kilómetro se encontraron una salida. Era un paisaje insólito, parecía encontrarse en alguna parte del sur de Europa, una pradera inmensa rodeando un enorme lago, bajo una luz artificial que recordaba el sol. El artefacto era hueco, había conseguido recrear de alguna manera una gravedad parecida a la de la tierra.
Desconcertados, los astronautas decidieron esperar. Observaron vegetación silvestre, plantas bajas llenas de flores de diversos colores y algunos árboles aislados. No se apreciaba ninguna edificación, tampoco caminos, carreteras, raíles, ningún indicio aparente de civilización. El campo estaba lleno de pequeños insectos alados, también habían creído ver algún pequeño reptil y aves volando a lo lejos.
– Esto es una locura, Mayor, parece que estamos en el pueblo de mi abuelo, ¿qué hacemos?
– Las órdenes son esperar al contacto.
– Nos quedan seis horas de oxígeno.
– Esperaremos lo que podamos.
– Fíjate, por ahí se aproxima algo.
Caminando despacio, llegaba una criatura, de color pardo, con pelo corto, que recordaba vagamente a una jirafa muy flaca pero con más movilidad en el cuello. Escasamente, superaba la longitud del humano, le saludaba enseñándole la mano con el índice pegado al medio y el anular pegado al meñique.
– ¿Está seguro de que este es un saludo correcto, mayor?
– Que sí, que sí, que forzosamente se han tenido que fijar en nuestras emisiones de televisión, va a ser lo más comprensible.
La criatura se paró frente al astronauta más pronto, con su hocico parecido al de un cerdo comenzó a olfatearlo, se detuvo un instante en su brillante casco y empezó a lamerlo.
– Mayor, me está… ¿Qué hago? Me está pringando el casco
– Quizás está comunicándose de alguna manera, ¿Y si se comunican con olores? O con sabores, quién sabe.
– Sí, vale, pero me está dando mucho asco.- El astronauta le dio un pequeño empujón – ¡Quita bicho!
– Martínez, por favor, no sea brusco, de usted depende el inicio de un primer contacto cordial.
El extraño ser se quedó mirando el casco y siguió lamiéndolo.
– Mayor, inténtelo usted, yo… voy a vomitar.
II
Las criaturas se reunieron encima de la hoja de una planta cercana, todas se arremolinaban alrededor de la más grande. Estaban muy frustradas, lo habían intentado todo. Les habían enviado varios mensajes muy elaborados, constaban de varios fragmentos de audio, eligieron el tipo de lenguaje que mejor podían dominar, el morse. Una serie de zumbidos largos y cortos explicando su historia y sus pacíficas intenciones. Al fondo se veía cómo los dos gigantes venidos de la tierra estaban entretenidos con otros menesteres.
– Reina madre, ahí están. Les hemos intentado llamar la atención por señas, pero nos espantaban a manotazos.
– Bizz Zum, paciencia, es una cultura muy distinta a la nuestra.
– Pero llevan media hora ahí jugando con el Fñuom.
– Lo intentaremos de otra forma.
– Lo ve, Reina madre, han cabreado al Fñuom, y ahora juegan a que les pilla, si ya decía yo que los San Fermines eran un resumen muy acertado de qué tipo de criaturas son estos humanos.
– Bien, tendremos que ir y robarles las flores a estos primates, seguro que ni se dan cuenta.
La reina madre se dirigió zumbando al panal maestro para dirigir el hurto mientras los humanos volvían corriendo a su nave espacial, huyendo de la extraña criatura mientras gritaban.
– ¡Son hostiles, son hostiles!
Esta es mi participación en el reto Escribir Jugando del mes de Marzo.
mas información en el Blog de Lidia (Animaos y participad)

Tras echar la mezcla de hierbas aromáticas en el quemador y formar una voluta de humo que ocupó toda la habitación, la bruja cantó su oración mientras movía el amuleto, un colgante con un trisquel frente a la joven.
– ¿Cómo te llamas, mi niña?
– María, pero me llaman Cherry Plum.
– ¿Por lo miedosa que eres?
– No sé, así me llamaba mi madre.
– Y ahora buscas el amor por medio de la magia, ¿no, niña?
– No. Solo busco sentirme libre.
– Bien, niña, este amuleto te ayudará en modo de protección, pero la mejor forma de obtener libertad es aprender a correr.

Se le veía pequeña, frágil, con la mirada perdida en un pensamiento pasado, oculto por el silencio. Pero ella no era así. Era vendaval en la albufera, notas de colores oscuros paseando por el pentagrama de misterios que, de saberlos pintar bien, todos sabríamos que ella, en mitad de la confusión de su piel, no era ella, era él.

Siete golpes de campana y yo saliendo de mí. Fue de repente, sin costarme nada, como el que se libera de la presión de los zapatos y quedas libre, caminando descalzo. Solo que ahora no había ropa, ni piel, ni aire en mis pulmones. Solo un resplandor que imaginaba un cuerpo desnudo y un cordón brillante que me ataba fuerte, al lugar donde reside mi mente.
Me quedaba todavía un rato, hasta la campanada del medio, esa que parte a la mitad el tiempo y me cuenta el momento perfecto, ese en el que la lluvia acaricia tu cuerpo, o tal vez solo me lo invento y quiero que ocurra eso. Quizás sería mejor un paseo para pasar el tiempo.
Con mi rastro incorpóreo fui capaz, con facilidad, de fundirme en el cemento. Atravesar el muro que me aísla oculto fue claramente alentador, también lo fue ver pasar a la gente sin estar yo delante. Aquel perro me ladraba como al fantasma que era, ese niño que sintió miedo por el roce de mi alma, al pasar a su lado no había nada.
La puerta de tu casa no era frontera, no acepté su invitación a quedarme fuera y pase a través de su madera. Quise subir las escaleras, pero bajabas tú, sin sombrilla ni vestido que te tapara. Brillabas como yo, incorpórea como el aire que por ti viajaba. Dijiste: “¿Qué haces aquí?” Yo no dije nada. Comprendí enseguida que simplemente soñabas.
Descubrí chispas en la mirada, el color del deseo en tu alma y en tus labios una llamada. Te quise abrazar y perderme en tu cintura al vals del misterio de tu delirio, ansiaba tu piel mis manos, mis dedos, la curva de tu cadera, pero no había más que alma, más que la esencia de nuestra hambre de besos. Penetré en tu psique interior y me quedé dentro, fundiéndome en el hueco de tu mente y tú en la agonía de mi anhelo.
Desperté sobresaltado, ocho golpes fueron tras ocho campanadas de tiempo. En la puerta tus nudillos ansiaban mi presencia, imaginé tu sonrisa, imaginaste tu mi espíritu mientras me esperabas.
Nightwish – Ghost Love Score

– ¡Sí, yo tengo una pregunta!
– Adelante, Martínez, ¿qué no ha entendido esta vez en relación con el curso de atención al cliente?
– Verá, nos ha recalcado que la empatía es muy importante, que nos debemos poner en la piel del cliente, es así ¿Verdad?
– Así es, es muy importante escuchar al cliente, comprender su problema y actuar en consecuencia.
– Sí, sí, pero tengo alguna duda con el modo de proceder.
– Bueno, hemos explicado sobre la escucha activa y sobre la forma de obtener información y…
– Sí, lo del interrogatorio lo entiendo, lo que no llego a comprender es cómo poder ayudar.
– ¿Ayudar? No comprendo.
– Ya lo veo.
– No, no, póngame un ejemplo.
– Vale, un cliente adquiere uno de los flamantes frigoríficos de alta capacidad. En seis meses este electrodoméstico tiene un fallo de funcionamiento. El equipo se apaga a raíz de una descarga eléctrica. El técnico que lo repara decide un trato inadecuado en el uso y descarta la garantía en la reparación. Se informa al cliente y se le da un presupuesto, a mi gusto, bastante elevado.
– Vale, se le explica la situación y se le hace entender al cliente. ¿No es así?
– Sí, así es.
– Pues no sé dónde está el problema, además, si ha comprado un frigorífico de alta gama es porque su nivel adquisitivo es alto.
– Bueno… mi pregunta es más bien en relación con el método empático para tratar al cliente.
– Sigo sin entender…
– Verá, en el momento del contacto con el cliente es cuando se pone en práctica la escucha activa, en este caso el cliente ha comprado este tipo de producto por necesidad, tiene familia numerosa y lo que más le interesaba es la capacidad que tiene el producto y la durabilidad que explica la marca en su publicidad.
– Pero esa durabilidad es según el trato de…
– Sí, sí, déjeme explicarle. Como ya le dije, el cliente tiene familia numerosa. Nueve son los que usan el frigorífico: el cliente y su esposa, cinco niños, el abuelo y un caniche que se llama Pikachu.
– Buen ejemplo de escucha activa.
– Claro, claro. El problema empezó cuando el hijo mayor, en un descuido, tira la botella de leche y, por no sé qué peculiaridad del destino, le llega líquido a la instalación eléctrica interior del aparato. El adolescente recibe una descarga y el aparato enfriador muere entre chispas y destellos.
– Ahí está; negligencia del cliente.
– Nadie lo niega, aunque en el anuncio tan tierno que sale en la tele tiene carácter “child friendly”. Sí, donde el niño pasa el camioncito de la marca sobre las nevadas colinas de las empanadillas y se cabrea porque no hay escarcha.
– Sí, bueno, es solo una representación, sabe que a los críos no se les debe dejar…
– Comprendo, la historia sigue con las lágrimas de un padre preocupado que, no solo se siente estafado por el funcionamiento de un refrigerador que permite la entrada de líquido en lugares sensibles, sino que debe abonar una factura sin esperarlo. Además del retraso por envíos y espera a recambios, lo que le deja casi un mes sin poder usar su nevera. Sabiendo que tiene niños pequeños…
– Planificación, es algo que ya hemos visto en otros cursos; una buena planificación hace que…
– Sí, todo está previsto, pero el envío sale tarde. El técnico tiene tanto trabajo que retrasa la entrega y la pieza está en China y es mandada por barco, pasa por tres aduanas y el inspector nacional no sabe leer chino, por lo que retrasa el tiempo de espera buscando un traductor. A propósito, ¿se debe aplicar la empatía con el técnico que no le da tiempo y se le obliga a tener preferencia con determinados casos? ¿Y con el transportista que debe soportar atascos monumentales y se le aconseja trabajar más allá de lo indicado en el registro de su ruta para cumplir plazos de entrega?
– Vale, sí, pero a usted lo que le interesa es el cliente.
– Que va a esperar un mes y tiene que pagar ochocientos euros. Entiendo que debo ponerme en su piel, darle palabras de ánimo y hacerle entender que yo también sufro por él. Pero, ya que el tiempo de espera no lo puedo reducir, ¿le puedo descontar algo de la factura?
– Bueno, es complicado, los recambios tienen un coste, la mano de obra también, hay muchos gastos, tenemos beneficios mínimos…
– O sea, que no, que no hay descuentos posibles.
– No deberíamos hacer descuentos, no es una solución en este caso.
– Vale, entonces creo que donde quiere decir empatía realmente deberíamos poner otro término distinto.
– A ver, ¿qué termino?
– Falsedad.
Metallica – Damage, Inc.