
El ente alzó su esencia a las partículas primigenias que en alguna ocasión habían formado parte de él. Se completó en un individuo y apaciguó con cordura su largo encierro.
La bruja, desnuda y sin pudor, se encontraba frente a él esperando su recompensa. Tenía miedo, sin duda nunca se había enfrentado con un poder como el suyo, pero la necesitaba, solo ella podía liberarlo.
Salutaciones poderosa hechicera, en vos encomiendo mi poder, decidme qué deseáis y os lo concederé.
-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?
-Tengo muchos nombres, pero ninguno es importante. Vos me habéis llamado así que sabréis por qué lo habéis hecho.
-No estaba llamando a nadie, estaba en otros asuntos cuando de pronto apareciste entre luz y humo.
-¿No pretendía invitarme entonces?
-¡No! Yo estaba… Hacía otra cosa. No sé cómo invocarte.
-Es fácil, frotando el objeto donde se capturó mi mente.
-Ah, pues puede que sí que haya frotado algo, pero no sabía que tú estabas allí.
-Entonces te propondré un trato. Haré realidad cualquier deseo de quien me quiera liberar, pero para eso debe destruir el objeto que me hace prisionero.
-¿Te refieres a esto?
La dama le enseñó un pene tallado en caoba, de color oscuro y con símbolos extraños grabados alrededor de la forma cilíndrica.
-Me temo que no era consciente de la figura que me contenía. Si la destruyes quemándola, nuestro pacto se hará realidad. Pero, ¿se puede saber de qué forma andaba frotando esa representación fálica?
-Mejor nos preocupamos por concretar nuestro pacto y dejamos esta anécdota para otra ocasión.
Incubus – Stellar
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.