Desembarco

Sugerencia de escritura del día
Cuéntanos cómo fue tu primer día en algo (en el colegio, en el trabajo, como padre o madre, etc.).

Antes de entrar en la habitación, Antonio, con un hambre atroz, quiso pasar por el restaurante que, al ser demasiado temprano, estaba cerrado. Así que decidió salir a ver qué encontraba por la extensa avenida principal. El hotel estaba muy bien situado para alguien que no conocía el lugar.

A pocos metros encontró un bar, que desentonaba mucho con el resto de la calle. Todos los edificios tenían un corte muy moderno y daba la sensación que al cruzar la puerta hubiera vuelto a su Granada natal. Se sentó en la barra, y pidió un refresco y algo de comer.

El vaso era extraño, parecía una pirámide con una estrecha abertura por donde salía el líquido. En un gesto desesperado intentó beber, pero el líquido salía lentamente, con desgana. Desesperado, intentó agitar el recipiente, separándolo un poco de la boca. El fluido fue saliendo y se quedó agolpado en su cara, haciendo una burbuja pegada a la nariz y la boca, haciéndole imposible respirar.

El camarero, que estaba atento, agarró un trapo y se lo plantó en la cara. Estaba hecho de un material muy absorbente, consiguiendo atrapar muy bien el líquido. Antonio hizo una respiración profunda y miró al camarero con cara de agradecimiento.

 – Es la primera vez que visita el planeta, ¿verdad?

 – Sí, este es mi primer día en tierra. Sabía de la poca gravedad que hay aquí, pero me cuesta mucho hacerme una idea de que, algo tan cotidiano como beber, sea tan complicado.

 – Te explico, ¿ves que en el vaso, abajo del todo, hay una válvula? 

 – Sí.

 – Al apretar, el líquido sube lentamente, al soltar, baja. Es la mejor manera de no pelearse con un refresco flotante.

 – Ni me imagino entonces cómo tomar una ducha.

 – Vapor frío a presión, que con el calor se agradece. No sé cómo no os preparan para eso en la nave.

 – Se ve que variar la gravedad artificial es complicado. Te explican sobre el peso de la ropa y las suelas magnéticas, pero poco más.

 – Pues hay todo un manual para poder pasar una temporada por aquí, amigo.

Antonio tardó un poco en aprender a usar el artilugio para la bebida. Con el bocadillo no hubo tanto problema, dio buena cuenta de él al momento. Tenía un sabor exótico, pero tradicional a la vez, aunque de primeras no se vio con fuerzas para aprender sobre la materia de la que estaba hecho. Había que reconocer que estaba bueno y eso le bastaba. Pensativo, Antonio se dio cuenta de que había algo más que hacer.

 – Por favor, ¿me puede decir donde está el baño?

El camarero le miró con una discreta sonrisa y le respondió.

 – Me temo que estás de camino a tu siguiente aventura.

Lord of the Lost – Raining Stars

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