
Siempre me apasionaron las historias cortas —esas que, sin tiempo para respirar, ya han ocurrido.
La tuya fue tan breve que la luz del sol la convirtió en polvo.
No hubo zapatos de cristal, ni carreras hacia un aeropuerto,
y de tu rostro sólo quedó el aroma de un beso.
Y, sin embargo, aún recuerdo mi torpe danza sobre tu movimiento;
la dulce melodía de tu mirada;
las risas de la guitarra mientras girábamos alrededor de la hoguera;
la tocata y fuga de encontrarnos ocultos, cazarnos y devorarnos.
Nuestro adiós fue eterno.
Y nuestro amor quedó intacto.
Extremoduro – Si Te Vas

Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.