Pequeña guardiana de piedra y polvo tibio

Paisaje volcánico tras una erupción: un mar de ceniza negra y lava endurecida cubre el suelo, aún con finas columnas de humo. En el centro, una pequeña isla de vida con un gran pino canario en pie, verde y luminoso, destacando entre la desolación. Luz cálida de amanecer filtrada entre nubes y ceniza en suspensión. Sensación de ruina y renacimiento al mismo tiempo.

Amaneció entre humo y toses.

Subió a la copa del único árbol y miró alrededor.
Todo era gris. Negro. Ceniza flotando en la cálida luz del día.
La montaña aún rugía, derramando lágrimas de fuego donde ayer eran ríos.
Apagando su furia… solo para guardarla para otro tiempo.

Ella se abrazó a la copa del árbol y lloró.

En silencio.

Sin parpadear.

Relamiendo sus párpados con la tristeza del olvido.

Encontró una grieta en el tronco.
Husmeó con su lengua la hendidura y desapareció en la corteza oscura.
Durmió esperando un cambio.
Soñando con la brisa tibia y las nubes negras.
Con la piedra caliente y la luna llena.
Soñó con las luces aladas que la alimentaban.
Y quiso despertar de noche para ver las estrellas.

Sintió, de madrugada, brotes verdes sobre la roca quemada.
Zumbidos de vida volando, gritando de rabia.
Raíces aferrándose a la tierra, renaciendo de la turba.
Observó cómo subían en fila, soldados diminutos, a empezar su jornada.

Sintió sed.
Y el rocío derramó una gota dulce en su boca.Respiró aliviada.
Bostezó.
Y volvió a su grieta, deprisa, antes de que el sol la sorprendiera despierta.

Crimson Stone – Nowhere

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Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.