
Frente a mi ventana, colgada del brillo de las luciérnagas, la pude ver. Tocando en el cristal con sus frías manos de muerto, sonriendo, preciosa, en hilos de los latidos de mi corazón.
– Déjame entrar.
Me dijo en un susurro.
– No puedo.
Le dije con lágrimas asomando.
Frente a mi ventana, respirando el vapor de mi espanto, la vi alejarse lentamente sobre la oscuridad de mi delirio.
Triptykon – Aurorae
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.