
– Venga, te compraré una chocolatina.
– ¿De verdad?
– Solo por hoy.
– Mamá.
– ¿Qué?
– ¿Cuándo vendrás a por mí?
– No te preocupes, el domingo por la noche estaré aquí esperándote con la chocolatina. Hala, sube, que te están esperando.
Tras un beso esperó a que subiera las escaleras, un momento en cámara lenta que duraba la eternidad de dejar de ver sus zapatillas de deporte, que se escondían en el filo de los últimos escalones.
Una lágrima rodó por su mejilla al darse la vuelta.
Andres Calamaro – Cuando te Conocí
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.