
Destrozando la única nube de humo que había entera en el cielo, entraron en el área de batalla Billy Joe y Roastbeef, su gorrino alado. Hicieron algunas cabriolas en el aire y aterrizaron en campo abierto, donde miles de cadáveres frescos aguardaban a ser saqueados.
Mientras el cerdo daba rienda suelta a su voraz apetito, desgarrando miembros de las fallecidas alimañas, Billy buscaba en las mochilas de sus destrozados jinetes. Palpando entre sus bolsillos, uno de los caídos abrió los ojos y clavó la mirada sobre su desvalijador. Con gran esfuerzo le dijo.
-Ayúdame.
Se trataba de una mujer joven, guapa, de no ser por la sangre que le cubría el rostro. El uniforme estaba hecho jirones y en la barriga se le veía una fea herida a punto de infectarse. Billy Joe sacó su daga instintivamente y se retiró amenazante.
-No, no te voy a hacer daño, solo ayúdame a salir y te dejaré con tu saqueo.
El joven, con el arma en la mano, analizó la situación, cortó las riendas y el arnés que ataban a la dama a su montura y se retiró para dejarla salir. Tambaleando por mantenerse de pie y con cara asustada, le dijo a Billy Joe.
– Me siento rara, no me duele nada.
Él, sin hacerle mucho caso, siguió revolviendo bolsas y desparramando su contenido por el suelo.
– No siento nada. ¿Qué me está pasando? ¡Ayúdame!
Con una mirada de desinterés, el saqueador, recogiendo los restos del botín y metiéndolos en las alforjas que portaba el cerdo, le dijo.
– No puedo hacer nada, ya estás muerta.
De un salto, montó a su gorrino alado que, con un feroz gruñido, alzó el vuelo, hizo un rizo en el aire y desapareció entre las brumas de la noche.
Lacuna Coil – Swamped
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.