
Después de tanto tiempo caminando, tratando de encontrarte, me quedé pensando en las aventuras que, de tanto vagar, se quedaban presas en mis zapatos como rasgos de carácter de una cara curtida, con arrugas de risa de mirada brillante y amor de patria perdida y adoptada y surcos de dolor de cicatrices, como las que canta Chabela en diferente voz, pero con triste pasión y apenadas palabras.
Algunas veces perdido, buscando distracciones aisladas, en forma de colores alegres, de flores de rima fácil, que también confundidas por la brisa, buscan melodía de fondo en viajeros de paso, para danzar la primavera tardía, mientras pelean con bisturí la próxima estación, que secará el verdor de las líneas de sus manos.
Otras veces, cansado de esperar, caí en las brillantes luces de neón, a la espera de la devoción acechante que colgada de un hilo invisible, de araña viuda, acechando con ganas de pelear y hambre de tres días. También con obstinados pasos de sendero errante, tergiversado por los mapas inciertos, de ingeniero de caminos tuerto, rotos por no saber leer en braille el nombre de mi destino.
Ahora, que mi destino me dicta tregua, que de tanto romper espejos, fui amigo de la mala suerte, llegue a verte de lejos, acariciando a mi lazarillo, que con cola de feliz movimiento, me iba ladrando rastros arrastrados por botas rotas y final feliz con paréntesis de besos, que ya por eso, por quererme ver en ellos y sentir tu aliento fresco, ya es lo más maravilloso que me ha pasado.
Laaz Rockit – The Omen
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.