
Dulce y amarga eres,
como esa chocolatina,
como toda esa cafeína,
que necesitamos,
en los amaneceres.
Como el suspiro que ocultamos,
como los besos que evitamos.
Como el rastro de tu piel,
que se queda en mis dedos,
cuando el cielo quebranta en rojos,
y tú te vas con él.
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.