El lamento del tiempo

En el espacio, una nave orbita un planeta desconocido

Frente a Eva, un lamento se deslizaba por el plácido viento de las orillas del océano turquesa de Nueva Tierra Kepler, el lamento de quienes se van y no van a volver. A caballos de la Nave Hope II que tronaba ya en el cielo que el Sol Kepler tornaba naranja. Sus lágrimas ya estaban secas, pero la certeza, de que pronto el abismo del espacio-tiempo, abriría una brecha separándola de él, le quemó en su interior.
Ella había escogido quedarse antes de conocerle, ahora la luz los separaría, vivirían en mundos diferentes, en tiempos diferentes. Cuando se marchó, dejó a su familia atrás, en aquella tierra oscura y oxidada, condenada por sus habitantes, a quienes la moral obligaba a rescatar. Cuarenta y nueve años luz del nuevo hogar.
De manera inesperada, al final de la delgada línea que cortaba el cielo, del fuego fatuo blanco que luchaba por salir de la atmósfera empezaron a desprenderse luciérnagas a todas direcciones, las cápsulas de emergencia habían saltado. Pronto, el cielo estalló en fuegos artificiales. Ya no había esperanza para la vieja Tierra pero si se veían en el brillo de la mirada de Eva.

Sidonie – A mil años luz
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Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.